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Necesitas un doctor

No podía moverme. Sus ojos me habían atrapado en ese momento y los nervios se hacían presente en mi estómago de una manera brutal, eso sin mencionar que mi corazón explotaría en cualquier momento.

¡Ella estaba despierta!, ¡ella me descubrió!

No me alejé ni un milímetro y ella tampoco. Miré su rostro detenidamente con su respiración chocando la mía, sabía que mi rostro seguramente estaba muy rojo de la vergüenza, pero pocas veces tenía la oportunidad de estar así de cerca de Marinette y no lo desperdiciaría por nada del mundo.

Mi mano aún estaba sobre su mejilla y estaba tan tentado en solo dejarme llevar por lo que sentía, aunque sabía que no debía.

-¿Y que sientes cuando estás conmigo?.- musitó casi sin parpadear.

¡Lo peor es que escuchó lo que dije!

Tragué con dificultad y me extrañaba que no me hubiera golpeado a estas alturas por invadir su espacio personal.

-Bu-bueno...

-Dijiste... dijiste que desearías poder decirme lo que sientes cuando estás conmigo.- agregó con el mismo tono de voz suave y tomé aire.

-Mi corazón no deja de latir con fuerza.- solté por fin y volví a rozar su nariz con la mía... esto es una tortura.- y me falta el aire al verte sonreír.- seguí hablando por inercia guardando su aroma en mi memoria.- nace un impulso de abrazarte con fuerza... y también el deseo de que no te vayas nunca de mi lado.

-¿Eso es malo?.- susurró y sonreí al ver su preocupación por todo lo que decía. Volví a acariciar su mejilla con mi pulgar con cuidado, ya que aún tenía un ligero color morado y negué con la cabeza.

-Me encanta sentir esto... .- respondí.- me encanta que aparecieras en mi vida.- no dijo nada por varios segundos hasta que cerró sus ojos.

-¿Por qué las personas se abrazan?.- cuestionó y mordí mi labio para contener mi impulso de extinguir la distancia entre los dos.

-Para muchas cosas... cuando estás triste o cuando te sientes agradecido con alguien. Para felicitar a alguien o para demostrar... amor... los abrazos son relativos ahora que lo pienso. A veces solo se necesita un abrazo para no sentirse solo.- sus párpados se abrieron lentamente y una sonrisa se formó en sus labios, una leve sonrisa pero muy sincera.

-Puedes... abrazarme cuando lo necesites.- una risa se escapó entre mis labios y es que se veía muy adorable desde este punto de vista con esas pequeñas pecas casi invisibles sobre su nariz.

-¿Lo dices en serio?.- asintió en breve y mi mano bajo hacia su mentón.

Tenía una completa lucha interna que debía acabar ya.

Marinette se movió ligeramente y pasó sus brazos alrededor de mi cintura posando su mejilla en mi pecho, abrazandome con una calidez increíble.

Entonces creo que la regla del espacio personal ya fue borrada de la lista entre los dos y no podía estar más feliz por eso.

-Creo que deberías ir al doctor.- habló de repente.

-¿Por qué?.- pregunté con algo de gracia y se separó viéndome hacia arriba.

-Porque tienes razón... tu corazón late muy rápido y quizás no sea bueno. Podrías estar enfermo.

Frunció ligeramente el ceño y ahí pude darme cuenta que Marinette no entendió del todo lo que quise decirle. Aunque para ser sincero, por ahora no tenía problema con eso... con el tiempo le haría llegar mis sentimientos de alguna forma.

-Bien.- solo le sonreí.- iré al doctor si me siento mal.- asintió una vez e iba a alejarse pero no se lo permití. La rodeé con mis brazos.

-¿Necesitas un abrazo?.- preguntó y cerré mis ojos con fuerza.

-Solo quédate así un momento...

Creo que ese momento se volvieron diez o quizás veinte minutos en los que solo aproveché de sentirla cerca mío.

Luego de cambiar un poco la atmósfera entre nosotros, ella me habló de como le fue en su trabajo y nos pusimos al día como si fuésemos viejos amigos. Le mostré los apuntes de las clases y le expliqué algunas cosas, las cuales entendió en breve.

Verla tan serena y como un chica normal ahora mismo junto a mi, me hacía pensar en cuando nos conocimos y en como nuestra relación de alguna forma creció. En como mis sentimientos por ella fueron apareciendo mágicamente.

No puedo decir que esto sea amor... pero si que es algo que nunca antes había sentido en mi vida por nadie.

La conversación llegó a un silencio en el cual quise hablarle sobre lo que ocurrió hoy con Lila.

-Marinette... .- hablé y volteé a verla.- sobre lo que quería hablarte cuando te recogí en el trabajo.

-¿Si?.- me miró expectante y suspiré.

-¿Recuerdas que te hablé de Lila?.- asintió en completo silencio.- pues hoy en el receso tuve una disputa con ella...

-Oh... .- respondió por lo bajo girandose ahora hacia el parabrisas cruzando sus brazos.

-Basicamente ella vio que estaba hablando contigo y... ¿me estás escuchando?.- pregunté al verla media ida en la conversación.

-Claro que te escucho.- no pude descifrar su expresión en ese momento y mucho menos el tono de su voz.

-Solo quiero decirte que tengas cuidado con ella y si te acerca por algún motivo dímelo.

-¿Por qué?

-Porque... porque ella está celosa de ti y no quiero que te lastime de alguna forma.

-Celosa... .- nusitó y cerró sus ojos respirando profundo.- quieres decir que ella y tú...

-Ella y yo no somos nada.- aclaré frunciendo el ceño y por fin volvió a verme a los ojos.- te lo dije una vez. Lo que pasó entre Lila y yo jamás fue algo serio.

-Tú... ustedes... ¿s-se besaron?.- soltó aquello casi inaudible y una presión extraña apareció en mi pecho.

-Bueno... salimos un tiempo y es normal que las parejas se besen.- me sentí incómodo al hablarle de eso.

Marinette volvió a mirar hacia enfrente en completo silencio y yo me sentí idiota al decirle eso, pero estaba siendo sincero... solo respondí lo que me preguntó y...

-Se hizo tarde... debo irme a casa.- oí su voz, rompiendo así la burbuja de mi cabeza en un segundo.

-Pero... .- no dije nada más y solo encendí el auto. No quería que tuviese otro problema con aquel sujeto.

El camino hacia la ciudad fue silencioso y el ambiente estaba ligeramente tenso. Llegamos al parque, me estacioné y ella tomó sus cosas rápidamente sin verme, abriendo la puerta.

-Nos vemos mañana.- le hablé y ahí sus ojos conectaron con los míos antes de que pudiera bajar del auto.

Nos quedamos así unos segundos, hasta que sus manos tomaron mi rostro y se acercó a mi. Quedé paralizado sin saber como reaccionar a lo que sea que ocurría en segundos que fueron una eternidad.

Besó mi mejilla y al alejarse pude sentir como pasó a rozar la comisura de mi boca. Cosa que al parecer no lo previó antes debido a que...

-L-lo siento.- susurró y bajó más rápido de lo que imaginé del vehículo.

-¡Marinette!, ¡es-espera!.- intenté quitarme el cinturón de seguridad para alcanzarla antes de que se fuera.

-Y-yo... creo que también necesito un doctor.- me habló desde fuera y detuve todo lo que hacía.- porque... mi... corazón también late muy fuerte y yo... también pierdo el aire cuando sonríes.- todo lo dijo casi en un grito, no me fijé en que momento se había puesto la capucha y mucho menos que ya había cerrado la puerta desapareciendo de mi vista.

El tiempo se detuvo y toqué mi pecho con una de mis manos. Sonreí, no pude hacer nada más que sonreír por algo que ella no entendía, pero yo sí.

Mis dedos viajaron hacia donde sus labios rozaron los míos por dos segundos. La sensación de cosquillas no se iba y las ganas de gritar llegaban a doler en mi estómago.

-Necesito un doctor...

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