Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Nadie es perfecto.

—Nino no dejaba de reír y la leche salía por su nariz sin control.

—¿Y que hizo tu mamá?

—Me obligó a limpiar la cocina por dos meses con ella.— la nostalgia me hizo suspirar.

—¿Y ahora puedes hacer hotcakes sin incendiar la cocina? — preguntó en medio de una risa y entrecerré mis ojos mirándola indignado.

—Solo tenía diez años esa vez. Además, si Nino no me hubiera lanzado su pistola de agua, nada de eso habría sucedido.

—Creo que fue la excusa perfecta de tu mamá para que le ayudaras a limpiar.

—Ahora que lo pienso... Tienes toda la razón. — no pude evitar sonreír, mamá si que es astuta.

Todo hasta el momento había salido de maravilla. Parece que mientras más tiempo pasaba, más anécdotas de mi infancia recordaba para contarle y Marinette parecía entretenerse con mis historias, eso me encantaba... Por el simple hecho de verla sonreír.

Llegamos al borde del río. Marinette observó en silencio todo el lugar, mientras yo me concentraba en nuestras manos aún unidas.

Era extraño.

Me refiero a que... Pensar en su mano entrelazada con la mía, me hace sentir feliz, inquieto, ansioso, en armonía. Siempre sus manos estaban frías, pero ahora mismo al compartirle mi calor, se sentía mucho más reconfortante y creo que a ella también le agradaba.

—¿A dónde vamos ahora? — su voz me hizo reaccionar y alcé mis ojos a los suyos.

—Creo que me salté algunos pasos de lo que decía el post. — reí algo avergonzado.

—¿Y esos pasos cuales serían? — ladeó su cabeza ligeramente y levanté nuestras manos hacia el frente.

—Creo que hice el contacto demasiado pronto para ser la primera cita.

—Oh... Pero ya nos habíamos tomado de las manos antes e incluso nos... — guardó silencio de sopetón y miró hacia otro lado.— ¡sigamos! —tiró de mi y la seguí detrás. Sabía lo que iba a decir.

—¿Incluso nos... Que? — mordí mi labio para contener mis ganas de molestarla, podía ser algo burlón sin proponermelo. Nos detuve en medio del puente e hice que se voletara. — ¿qué ibas a decir? — sus ojos veían el suelo.

—Nada...

La distancia entre los dos era escasa. Apoyé mi frente en la suya, dio un pequeño brinco y contemplé sus pestañas en silencio, ya que al mirar hacia abajo se mostraban en todo su esplendor. Eran largas y finas, pero su color negro oscuro las resaltaba mucho en contraste con su piel.

—¿Dirías que nos besamos? — tragó grueso. Su respiración se volvió más pesada junto a la mía.

—Si... Pero es vergonzoso decirlo. —sonreí y me separé de ella un poco.

—¿Quieres una manzana de caramelo? — cambié de tema, no quería avergonzarla en este momento. No me respondió la pregunta, pero me acerqué al carrito dejándola atrás de todas formas.

Pedí una manzana solamente y esperé el cambio del señor.

Cuando caminé nuevamente hacia Marinette, capté a un sujeto hablándole, al parecer era un vendedor ambulante y ella se veía algo asustada.

—¿No quisiera una de mis pulseras?, son artesanales mi damisela. No encontrará una igual en toda la ciudad. — habló con un acento extranjero. Creo que es un mochilero.

—Y-yo...

Los ojos azules de Marinette hicieron contacto conmigo y rápidamente rodeó al señor tomando mi brazo, ocultándose detrás.

El hombre me miró algo desconcertado y confundido, así que le sonreí amable.

—Disculpa... Es que ella es un poco tímida. — el sujeto rió con simpatía.

—No hay problema. Cualquiera se asusta con esta barba. — acarició su desmarañada y castaña barba con orgullo y miró a Marinette detrás de mí. — tranquila damisela, hay perros que no muerden. Guauff. — imitó a un can. Yo solo me limité a ser cortés con él.

—Bueno, ya nos vamos... Adiós y suerte con la venta. — hizo el ademán de querer seguir hablando, pero tomé la mano de Marinette comenzando a caminar en dirección contraria.

—Bien chicos, se me cuidan. — lo oí con algo de pillería en su voz, pero lo ignoré.

No es que me molestase hablar con extraños en lo absoluto, es solo que ahora mismo estaba en una cita y Marinette... Creo que tuvo una mini crisis de pánico con ese sujeto.

Guardó silencio por varios minutos y yo también, solo porque quería que ella hablara primero. Nos detuvimos en una banca que daba vista al río y tomamos asiento.

El sol bajaba lentamente y la gente desaparecía del lugar también. Acaricié su mano con mi pulgar y me incliné un poco buscando su rostro para luego extenderle la manzana acaramelada.

—Diría que se va a enfriar, pero no tendría sentido. Aunque suena muy cool. — intenté bromear e hizo una media sonrisa aceptando la manzana.

—Gracias. — musitó.

—¿Qué ocurrió con el vendedor? — pregunté  viendo hacia el río.— ¿te dijo algo inapropiado?

—No...

—¿Te dio miedo? — se calló por varios minutos.

—Yo... Creo que si, pero en general las personas me dan miedo. — me quedé pensando.

—¿Cómo es posible que las personas te den miedo?

— Son aterradoras.

—¿yo soy aterrador?

—No, en un principio me dabas miedo, pero ya no. Aunque realmente no es algo que controle, es solo que cuando una persona se me acerca... No se que decir y mucho menos que esperar de esa persona. En el instituto nadie me habla, al menos los de nuestra clase no. Entonces no sé qué debo hacer y solo me congelo en el lugar, mis piernas tiemblan y todo se comienza a hacer cada vez más pequeño. — presioné mis manos al oírla. Recordé la pelea que tuve con Kim hace unos meses atrás y todas las cosas que dijo sobre Marinette.

Los del salón aún hacían como si no existiese, era una forma de bullying colectivo hacia ella que no sabía cómo detener.

¿Qué podía hacer?, ¿hablar con el rector?, ¿conseguiría algo con eso?

Fueron los mismos padres de nuestros compañeros quienes hace varios años atrás les habían prohibido hablarle a Marinette. Cada uno tenía tan mentalizado todo lo que decían sobre ella y su familia, que resultaba casi imposible hacerlos entrar en razón.

Los maestros no se entrometen en la vida de nosotros, y cuando lo hacen llaman a nuestros padres para solucionar los confictos, lo cual nos llevaría a un círculo infinito con respecto a los apoderados de nuestros compañeros de clase.

¿Hablar con el padre de Marinette?

Esa si que no era una opción, al menos no según todo lo que me había hablado Marinette sobre él y en definitiva eso la metería más en problemas a ella, que sacarla de alguno, puesto que él ni siquiera sabe que Marinette va al instituto.

—¿Crees que eso es raro? — preguntó por lo bajo, casi en un susurro.

Creo que no puedo estar más alejado de saber lo que se siente el temerle a las personas, aunque me haga sentido por un lado, ya que el ser humano en general puede ser muy cruel, pero yo me refiero a ese "pánico" que le da a Marinette. La vi... Con el mochilero de antes, quedó petrificada y las palabras no podían escapar de su garganta.

—No creo que se trate de pensar que es raro... Mas bien que es algo que en algún momento deberás hacerle frente, no porque yo lo diga, sino porque eres alguien maravillosa Marinette, y no deberías ocultarte al mundo.

—¿Y si el mundo no quiere conocerme?— sonreí.

—Siempre te encontrarás con diversas personas. Algunos no les agradarás y a otros si, incluso algunos no te agradarán a ti, pero de eso va crecer contigo misma... Conocer lo que te rodea y aceptarlo como algo positivo, para ser feliz.

—Ser feliz... — repitió.

—Nadie es perfecto. Caemos para aprender a levantarnos, solo tienes que intentarlo y arriesgarte... —sentí un calor abrazar mi mejilla y me paralicé.

Me volteé justo cuando se alejaba de mi, me miró como pocas veces con un brillo especial en sus ojos, sonriente con sus mejillas algo rosadas y aún con la manzana en sus manos.

—¿Acabas de...? — miró la banca, luego sus manos y nuevamente a mi.

—Gracias. — articuló mordiendo un poco el caramelo que envolvía la fruta y posé mis dedos en mi mejilla, aun podía sentir la calidez de sus labios en la zona.

Luego de un rato más charlando, ya se estaba oscureciendo y Marinette debía volver a su casa, así que volvimos al parque por la misma ruta que hicimos en medio de risas, silencios en complicidad y futuros planes para una siguiente.

Llegando a mi auto, abrí la puerta y dejé las margaritas detrás de su asiento para que no las viera aún, le abrí la puerta a ella y nos fuimos en dirección a su casa.

Me estacioné a una cuadra de distancia como de costumbre y ya estando uno frente al otro hablé.

—Cierra los ojos un momento. — me miró poco convencida. — vamos, confía en mí. — me hizo caso, busqué el ramo de flores y cuando ya las tenía frente a ella le dije que podía ver.

—Son...

—Creo que no sería una cita sin flores. Lo normal podría ser una rosa o algo así, pero... A ti te gustan estas. — le sonreí y ella solo miraba cada pétalo de cada flor con ilusión. — Margaritas con "M" de Marinette, quien lo diría. — rió un poco y tomó el ramo con ambas manos.

—Oh, mira. — me apuntó la nariz y pasé mi mano pensando que tenía sucio.

—¿Qué tengo? — soltó una carcajada.

—Un ángel con "A" de Adrien.

Es frase logró que me sonrojara, pero no le daría en el gusto.

—No vale que te robes coqueteos de Internet. — frunció el ceño ligeramente haciendo una trompita con sus labios.

—Oye que eso no lo... — se cruzó de brazos al momento de captar que solo estaba bromeando.— eres un... — tuvo la intención de golpearme con las flores, pero se arrepintió al instante. Su celular comenzó a vibrar y rápidamente lo sacó. — ya debo irme... — miró la pantalla algo triste y preocupada.

—Entiendo y espero que te gustara.— asintió y nos despedimos con la mirada.

—Nos vemos...

—Nos vemos. — ella comenzó a caminar y esperé apoyado en la puerta de mi auto a que desapareciera de mi vista.

Al momento en que ya estaba en mi casa, después de haber lidiado con mi madre preguntando todo sobre mi cita con Marinette, me dispuse a darme una ducha y acostarme con una sensación de completa paz en mi pecho.

Miré el techo de mi habitación con el corazón acelerado, hasta que mi celular me notificó un mensaje.

Princesa:
Que descanses príncipe de los cielos.

—Lo mismo para usted, mi Lady.
Oh, tengo otro... Jajaja
Bichito raro, Mariquita con "M" de Marinette.

Princesa:
Idiota.

—Idiota tú.

Princesa:
No más que tú.

—Claro que no.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro