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¿Hice algo mal?

Quería besarla.

Dios... creo que nunca antes había sentido tantas ganas de acercarme a una persona.

¿Qué está pasando conmigo?

Sus ojos tan profundos me tenían hipnotizado por completo. Acaricié su mejilla con mi pulgar, era muy suave...

-Marinette... .- musité sin perderle detalle acercándome más a ella.- si... si yo te... ¿podría bes...?

Me sorprendió alzando su mano y pasando su pulgar en la comisura de mi boca

-Tienes salsa de pizza.- rió por lo bajo y parpadeé varias veces ahora pasando mi mano por mi rostro.

Mis mejillas ardieron por su acción y más por la vergüenza de mis pensamientos sobre ella. Desvié la mirada queriendo que la tierra me tragara por completo.

-Estás rojo... ¿tienes fiebre?.- habló seriamente tocando mi frente con sus dedos, haciendo que la mirara.

Tomé su muñeca para quitar su mano de mi porque me estaba sofocando con su cercanía y más aún al ver que ella no notaba mis intenciones de acercarme más de lo debido.

¡Adrien ya deja estas tonterías!

-¿Quieres jugar un juego?.- pregunté captando su atención alejandome un poco.

¿En serio es lo mejor que se te ocurrió para alejarla?

-¿Qué tipo de juego?.- ladeó el rostro y me crucé de brazos viéndola con diversión.

-Bueno... básicamente por cinco minutos puedes hacer lo que quieras conmigo. Ya sea hacerme preguntas incómodas o pintarme la cara... tu muñeco de pruebas, pero lógicamente luego tu harías de bufón para mi.

-Suena a un juego muy estúpido.- me reí por su respuesta tan directa y la compartía, pero me divertía haciendo esto con Nino y pienso que seria aún mejor si la hago reír a ella.- además, ¿qué se supone que haga contigo en cinco minutos?.- alzó una ceja en mi dirección y le sonreí.

-Lo que quieras.- musité.- ¿te apuntas o no?

Se mantuvo en silencio por varios segundos hasta que suspiró lentamente.

-¿Realmente quieres jugarlo?.- asentí y miró el piso.- bueno, pero nada que tenga que ver con comer cosas extrañas.

-Hecho.- tomé su mano y la estreché.- tu empiezas.

Me miró fijamente entrecerrando un poco sus ojos, haciendo luego una trompita con sus labios de lo más adorable. Su silencio me descolocaba un poco.

-Soy pésima en estas cosas.- soltó en medio de un suspiro justo cuando pensé que me haría hacer algo.

-No te presiones.- la animé.- aún te quedan como tres minutos.- reí un poco cruzándome de brazos.- si quieres puedo darte ideas... varias veces hacemos este juego con Nino. Una vez lo hice comer un limón completo.

-Pero aquí no tenemos limones.- abrió sus brazos y toqué su nariz con mi índice.

-Te quedan dos minutos.- susurré y me miró con seridad.

-Estas haciendo trampa.

-Tecnicamente no... pues que no se te ocurra que hacerme hacer, no es mi culpa.- me posicioné a su lado apoyado en el capó del auto.

La miré hacia abajo y comenzó a frotar sus manos como si estuviera nerviosa. Quizás la estoy presionando sin darme cuenta...

-Pu-uedes... .- me erguí atento a lo que diría.- me doy... no sirvo para esto.- cubrió sus ojos con ambas manos.- lo siento.

-Descuida... mejor hacemos otra cosa.- posé mi mano en su hombro y descubrió sus ojos.

-No. Tu querías que jugaramos esto, pero es mi culpa porque...

-Marinette.- la interrumpí.- no le tomes tanta importancia a esto... al fin y al cabo solo era un juego estúpido.- le sonreí y desvió la mirada.

Nos quedamos en silencio por mucho tiempo y aquel tonto juego quedó en el olvido. Ella miraba el horizonte en la inmensidad frente a nosotros y yo no podía dejar de admirarla.

No podía estar sintiendo algo más por ella... no era racional.

¿Acaso los sentimientos alguna vez lo han sido?

¿Sentimientos...?

Deja de pensar tantas tonterías, Adrien. Ella... ni siquiera quiere que te le acerques como para que pienses cosas raras.

Sacudí mi cabeza despejando toda esa mezcla de cosas que rondaban en mi mente.

-Marinette... .- llamé por lo bajo y volteó a verme ligeramente hacia arriba. No dijo nada, pero sabía que aquello era una pregunta muda ante mi llamado.- sabes... cuando era niño solían burlarse de mi los niños con los que jugaba.

No sabía a que se debía esto que le contaba, la verdad ni a Nino me nacía revivir aquellos días de mi infancia un poco sombríos que guardaba en mi memoria.

Sus finas cejas hicieron una expresión de incomprensión y luego quizás... ¿preocupación?

-O sea... no es algo realmente grave. Es solo que... si no mal recuerdo los demás niños me veían distinto.- comenté y bajé la vista al suelo un segundo.- supongo que ser muy optimista a los cinco años era molesto para algunos, así que solían ignorarme a veces. A lo que quiero llegar con esto es que puedo entender un poco, con un vago recuerdo, de lo que es esa soledad de parte de quienes nos rodean...

La miré de lado y pude notar como se abrazaba así misma.

-No lo entiendo... .- musitó.- no puedo entender...

-¿Qué cosa?.- cuestioné por lo bajo y puso una mano en su pecho.

-Es que... no lo se.- su expresión cambió a una más afligida.- no puedo entender que haces conmigo. No se que es lo que siento en mi pecho cada vez que me hablas... y... me agrada.

Tomé aire y sin previo aviso, mis manos se movieron solas... no pude ni asimilar que la estaba abrazando con fuerza.

Me gustaba estar cerca de ella. No podía evitarlo más... sentir que podía darle calor y contenerla, me llenaba de una extraña felicidad que no estaba dispuesto a admitir del todo.

Apoyé mi mejilla en su cabeza y sentí como lentamente sus delgados brazos envolvían mi cintura. Ella temblaba y me asustaba no saber la razón.

-¿Por qué tiemblas?.- pregunté sin soltarla.- ¿te estoy lastimando?

-N-no estoy acostumbrada a esto.- respondió.- eres la primera persona que me ha abrazado desde que tengo memoria.

No comprendía como es que sus respuestas me dejaban siempre más dudas que nada.

-¿Y te gustan mis abrazos?

-¿Si te digo que si, vas a invadir más mi espacio personal?.- sonreí.

-Posiblemente...

-Entonces no.- negué con la cabeza sin borrar mi sonrisa, respirando su aroma.

-Creo que nuestra pizza de enfrió.- comenté tragando con dificultad. Cada vez pasaban más minutos y me era difícil soltarla, aunque extrañamente ella no había hecho ademán de alejarse.

El sol comenzaba a ocultarse y cuando se dio cuenta de eso me soltó casi de golpe. Sus manos temblaban un poco, puso un mechón de su cabello detrás de su oreja evitando asi mi mirada.

Suspiré intentando que el frío que sentía al no tenerla se esfumara.

-Es tarde... debo irme ya.- habló por lo bajo y asentí girandome para tomar todo lo que estaba en el capó y echarlo a una bolsa detrás en el maletero.

Marinette subió al auto e hice lo mismo. Era común guardar silencio entre los dos siempre que conducir, pero ahora... sentía que algo había pasado y no lograba encontrarlo.

Un celular comenzó a vibrar y sabía que no era el mío porque yo lo tenía con el volumen normal. Miré con disimulo a mi compañera, la cual miraba hacia todos lados como si buscara una salida en su cabeza.

-¿No vas a contestar?.- sus ojos me vieron de golpe y se veía asustada.

-¡De-dejame aquí!.- exclamó y por instinto frené el auto. Estábamos en el parque y me hice a la orilla para que bajara.

Ella tomó todas sus cosas con rapidez y cuando abrió la puerta del auto dispuesta a irse, tomé su mano.

-¿Te pasa algo?.- pregunté seriamente y formó una fina línea en sus labios.- puedo acompañarte...

-¡N-no!.- me interrumpió soltandose de mi agarre.- no hace falta. Nos vemos.- iba a cerrar la puerta.

-Marinette.- detuvo su acción y me miró a los ojos.- si necesitas algo... lo que sea, no dudes en llamarme. Vendré por ti sin importar nada.

No me respondió y solo la vi alejarse mientras ponía su capucha a lo lejos.

¿Hice algo mal...?

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