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#Especial 3

—Por favor amigo... Debes estar bien. —susurró Adrien acariciando las orejas de Plagg con cuidado y cariño. —por favor...

Habíamos perdido a Bernardo hace tan sólo dos semanas; Adrien estaba devastado. Plagg dejó de comer luego de darse cuenta que la pecera de Bernardo estaba vacía, se recostaba sobre el mueble todos los días y pasaba viendo a la nada. Adrien y yo no sabíamos qué más hacer para que comiera; lo llevamos al veterinario y nos explicó que cuando los animales pierden a un compañero se deprimen como los humanos, así que debíamos distraerlo y si ya no había forma de que comiera algo, sería mejor internarlo un tiempo.

—Me recibió agua por la mañana. —intenté reconfortar a Adrien un poco. Dejé un beso en su cabeza, volteó a verme con sus ojos llenos de lágrimas. —Plagg se pondrá bien, ¿sí?

—Es que no hace nada... —respondió con la voz rota y quise morirme por verlo en ese estado. Yo también estaba muy angustiada, pero no podía derrumbarme si Adrien se estaba mostrando tan vulnerable frente a mi. —Plagg... por favor come. —volteó nuevamente hacia el felino, acercándo un poco de su comida, este sólo se quedó ahí recostado al lado de la pecera, suspirando de vez en cuando.

—El veterinario dijo que si hoy no comía tendría listo un cupo para él. Quizá debamos llevarlo.

—No quiero llevarlo... Lo único que harán será... —cerró su puño y contuvo la respiración, pude notarlo. —Esto es demasiado... —soltó el aire y evitó verme.

—Hey. —intenté girar su cuerpo hacia mi pero no me dejó. Sé que no le gusta que lo vea así. —Adrien, mírame. —tomé su mano entrelazando nuestros dedos y aunque no logré que me viera hablé de todos modos—debes ir al trabajo, yo me quedaré en casa para cuidar a Plagg. ¿Está bien? Le intentaré dar de comer con la jeringa.

—Pero tienes el taller de adultos hoy.

—Ya hablé con todos para cancelar la clase, así que no te preocupes. —limpió sus ojos con la manga de su sudadera y ahora si se giró hacia mi.

—¿Qué haría sin ti? —me abrazó con fuerza.

—Sé que duele mucho. A mi también me duele mucho que Bernardo se haya ido, así que por favor no te guardes esto para ti solo, quiero abrazarte si lo necesitas. Plagg también está triste pero lo haré alimentarse aunque me llene de rasguños. —miré al gato con seriedad, y por primera vez me vio más de tres segundos seguidos. —ya oíste, sabes que hablo de ti.

Plagg siempre fue un gato testarudo, pero con el pasar de los años se volvió dócil hasta cierto punto. No puedo meterme en la mente de un gato, pero sé que la ausencia de Bernardo le ha afectado lo suficiente como para deprimirse.

Emilie me estuvo llamando más seguido los últimos días desde que se enteró que el preciado pez de Adrien ya no estaba. Me ofreció llevarse a Plagg unos días, después de todo él pasó gran parte de su vida en la casa de ellos, y entendía que tanto Adrien como yo debíamos trabajar, entonces sería más difícil estar al cien cuidando de Plagg. No quise decirle a Adrien a menos que realmente no logremos hacer que mejore.

°°°

Estuve gran parte de la mañana acompañando a Plagg, el cual sólo dormía sobre el mueble de la pecera. Arreglé todo para salir un momento, Adrien había olvidado su almuerzo así que se lo llevaría, de paso compraría más alimento de gato.

—Me iré un momento, por favor come algo. —Plagg abrió sus ojos y se sentó con sus patitas juntas frente a él. Me observó silencioso, volvió a recostarse como si esa pequeña acción fuera una manera de decirme que estaba bien y que no me preocupara. —volveré luego.

Tomé mis cosas y salí del departamento. La universidad donde Adrien daba clases actualmente quedaba un poco lejos, tuve que tomar dos autobuses, pero aún así me gustaba recorrer la ciudad de ese modo, ya que me podía dar el tiempo de dibujar un poco.

Nunca había entrado al trabajo de Adrien, sólo había estado por fuera algunas veces. No pude evitar emocionarme al imaginar como hubieran sido nuestras vidas si no me hubiese ido de París.

¿Habríamos ido a la misma universidad? ¿Tendríamos algunas clases compartidas? Pienso que me perdí de muchas cosas en la vida de Adrien, y aunque hemos recuperado tanto... No me es suficiente. Sólo puedo ver fotos de lo que fue su época de estudiante y por algunas historias de Nino. Adrien no suele hablarme de aquellos años... Dijo que prefería no recordar el proceso por alguna razón.

¿Cree que me molestaré si me entero que tuvo alguna novia o algo? Quizá me de un poco de celos, pero nada del otro mundo. Aunque Adrien dijo que estuvo soltero todos los años que estuvimos separados... Le creo, aun así pienso que él es bastante atractivo como para que alguien no intentara coquetearle, sobretodo en su juventud.

Fueron gentiles conmigo en el hall, no tuve que decirles mucho porque al parecer sabían de mi, sólo mencioné que buscaba a Adrien y me indicaron como llegar a la oficina de profesores.

La puerta estaba entreabierta, iba a tocar cuando oí la voz de Adrien y de una mujer.

—Debes estar triste por la perdida de tu pez.

—Trato de distraerme y no pensar en eso la verdad.

Adrien se oía serio, su voz estaba disgustada, podía incluso imaginar la mueca que estaría haciendo ahora mismo sin verlo.

—Si necesitas ayuda para distraerte... Quizá te venga bien un trago.

—No debo realmente.

Claro que bebe pero no es que le guste mucho, sólo lo hace para compartir. Supongo que esta persona no lo hace sentir cómodo o de plano no le respondería tan cortante.

—¿Te seguirás haciendo el difícil? —la mujer rió.

—Profesora, creo haber sido lo bastante claro la última vez. Además, estamos en la universidad.

—Lo dices como si los alumnos fueran niños de preescolar. Ya son casi adultos, no creo que les importe que sus profes se enrollen, ¿o si?

—Tengo pareja.

—No soy celosa, Adrien. —rodé los ojos, cuando alguien dice que no es no, ¿es tan difícil de entender? Si esto fuera al revés ya sería denominado como acoso. —Cuando fuimos estudiantes también rechazabas mis invitaciones, ¿seguirás igual?

—Profesora...

—No. Soy Sarah. No me digas profesora cuando estamos en confianza.

—Es que no entiendo tu insistencia, además no somos ni siquiera amigos para considerar que estamos en "confianza" como dices. Me estás molestando. —sonaron algunas hojas al pasar, de seguro Adrien estaba revisando las partituras de sus alumnos que se llevó por la mañana. —si no tienes nada más que... ¿Qué se supone que haces? Quítate.

—Por favor Adrien, se como me miras. No es necesario que te muestres con una moral fuerte, ni siquiera mencionas a tu supuesta novia, si es que realmente existe.

—Mentengo mi vida privada para mi mismo y para mis seres queridos. No estoy de humor para ser cortés hoy, así que te sugiero que te levantes de mi si no quieres que sea brusco.

Supongo que toca intervenir, ya extrañaba poner a personas en su lugar cuando molestaban a Adrien. Creo que Adrien es demasiado paciente con estas cosas, a pesar de ser directo con sus palabras.

La mujer volvió a reír de manera coqueta, ya se me estaba tensando la mandíbula de sólo escuchar su voz chillona. Abrí la puerta, los dos vieron en mi dirección, Adrien sujetaba sus brazos como queriendo alejarla y ella la muy... Se había sentado en sus piernas sobre la silla.

—Mar...

—¡Cariño! ¡Te traje el almuerzo! —dije con toda la alegría del mundo, si bien me cuesta ser como normalmente son las personas... Pues siempre que se trataba de Adrien me resultaba más fácil. —¿Quién es ella? —cuestioné con una enorme sonrisa acercándome lentamente.

—N-no es... No es lo que...

—¡Adrien te dije que aquí no! —dijo la dichosa maestra y me aguanté la risa. A este paso lo único que me preocupaba era volver lo antes posible con Plagg.

Acabé al lado de ambos y tomé a la chica del cabello jalando lo suficiente como para que levantara de una vez de encima de mi prometido.

—Disculpa, creo que ya eres lo suficientemente grande como para sentarte en el regazo de las personas. Claramente si tienes un fetiche con eso no te juzgo, pero Adrien detesta el contacto físico con personas que no son cercanas a él, así que no lo hagas denuevo. —la solté e hizo una cara desagradable.

—¿Quién eres...? —tomé la foto que Adrien tenía en su escritorio donde salíamos los dos en el instituto y se la enseñé. Ella quedó muda y peinó su cabello casi al mismo tiempo que arreglaba su falda.

—Corrijo... No soy su novia, soy su prometida. —recalqué el anillo en mi dedo, aún sujetando el cuadro. Volteé hacia Adrien quien parecía estar en shock de verme ahí, o más bien de que presenciara lo de hace unos minutos. Dejé la bolsa donde traía su almuerzo sobre el escritorio y me senté en el borde dejando una caricia en su quijada ahora con mi mano libre. —olvidaste tu comida por la mañana. —sus ojos verdes no me perdieron de vista, juraría que habían soltado un brillo cuando conectaron con los míos.

—Debo ir a clase. —soltó entre dientes la maestra y me reí un poco solo para desconcertarla.

—¿Tan rápido? Pero si recién nos conocimos. —dejé la fotografía a mis espaldas. —estoy segura de que le interesaría saber historias de Adrien, ya que se muestra tan ansiosa por invitarlo por un trago. Yo le puedo contar muchas.

—¿Estás loca? —frunció el ceño y respiró con fuerza, cerrando sus puños a ambos lados.

—¡Claro que no! Estaría encantada de charlar con una colega de mi prometido. ¿No te gustaría?

—Me voy.

—Entiendo, debe estar muy ocupada. —la chica caminó con fuerza, pero la seguí detrás tomando su muñeca. Bajé el tono de mi voz y le susurré al oído. —Si vuelves a acosar de Adrien de este modo, me encargaré de reportarlo a los decanos de la universidad, y si ellos no hacen nada escalaré más alto para que no puedas enseñar otra vez en tu vida. Adrien podrá ser paciente y muy bondadoso, pero yo pasé años viviendo en New York... Sé como son las personas como tú, y también sé como tratarlas, así que dedicate a hacer netamente tu trabajo de ahora en adelante.

Cuando ella se fue me giré hacia Adrien, quien sólo me veía sin parpadear sentado en la silla giratoria.

—Plagg se veía con un poco más de ánimo, por favor come tú también. Volveré a casa.

—Bichito... Nada de lo que oíste...

—Lo sé, Adrien. Sólo me molesta que no hayas reportado el acoso que estás recibiendo.

—Es que no es siempre, ella suele molestar de vez en cuando... Como últimamente he estado algo apagado... supongo que eso llamó su atención denuevo.

—Eres tan... —cubrí mis ojos con una mano. —como sea, si vuelve a molestarte no le aguantes ni guardes silencio. Me voy.

—Princesa... —me detuve otra vez. —Yo te amo, ¿lo sabes? Te amo muchísimo. —sus ojos estaban preocupados, estoy segura que se estaba debatiendo entre si acercarse o darme espacio.

—Lo sé, y me siento extremadamente amada por ti. Hemos pasado por mucho como para no saberlo. —caminé hacia él nuevamente y me senté en sus piernas envolviendo su cuello con mis brazos. Adrien me vio con algo de sorpresa por mi acción, sus manos se posaron casi automáticamente en mi cintura. —yo también te amo, príncipe. ¿Te preguntas si estoy molesta o dudando de ti? Sabes que no, obviamente me molesta que ella se atreva a tocarte sabiendo que tienes pareja, pero yo sé que eres mío, así que no te preocupes. —logré que sonriera con lo último y apoyó su frente en la mía.

—Cada día me enamoro más de ti. Eres increíble... Como le hablaste y como le dijiste todo eso, pensé que estaba en una película y que era una damicela en apuros. —soltamos una carcajada. —gracias por haber venido... Ha sido un día estresante. —Adrien descansó su cabeza en mi pecho, suspiró varias veces y no me soltó. Dejé varias caricias en el cabello de su nuca. —no he podido concentrarme sabiendo que Plagg está enfermo.

—Lo sé, pero mejorará. Es un gato muy listo, entenderá en algún momento que Bernardo ya debía irse.

—Me cuesta demasiado enfrentar esto... Soy patético y un llorón.

—No digas eso. Bernardo formó parte de tu familia muchos años, es normal que pases un luto, independiente de que fuera un pez. Los recuerdos quedan, y los recuerdos nos dejan experiencias. Te acostumbras a la presencia de otro ser y cuando ya no está es un gran vacío. Llevamos años preocupándonos por tener su comida, limpiar su pecera, comprarle corales, saludarlo en el día y limpiar el agua que salpicaba.

—No quiero quitar sus cosas del departamento.

—No lo hagas, no es momento... Y no es necesario.

—¿Qué haría sin ti? —tomó mis mejillas y un quejido salió de su garganta como  si se aguantara las ganas de llorar. —quiero ir a casa pero no puedo.

—Queda menos. Cuando llegues te estaré esperando, podemos ver una película y acostarnos con Plagg. ¿Te parece bien? —asintió y respiró profundo.

—Te dejaré en la entrada.

—¿No estás ocupado?

—Siempre tengo tiempo para ti. —besó mi frente y nos dirigimos hacia la puerta.

Creí que Adrien mantendría la distancia conmigo al estar en su trabajo, pero sostuvo mi mano todo el camino hacia la entrada, varios alumnos voltearon a vernos, más a mi que a él... Supongo que les sorprende que él tenga novia, no lo sé.

Hizo un asentimiento con el guardia de recepción y nos quedamos en la entrada antes de bajar las escaleras principales.

—Te pedí un taxi, para que no tomes los autobuses denuevo.

—Eres todo un príncipe. —sonreí apretando una de sus mejillas y aclaró su garganta haciéndose el duro. —gracias.

—Ve a nuestro hogar, princesa. —impostó su voz sacándome una carcajada. —y no dejes que nada perturbe vuestra paz.

—Cállate, haces el ridículo delante de la gente. —reímos al mismo tiempo y se agachó a mi altura asechando mis labios.

—Entonces cállame, preciosa.

—No me haré de rogar sólo porque hayan alumnos tuyos aquí. —toqué sus labios con los míos brevemente para después abrazarlo con fuerza. —es un abrazo para darte energía.

—Me siento bastante enérgico ahora, creo que funciona. Recargar baterías no está demás en el día, deberías venir más seguido.

—Tonto...

—Pero tuyo.

Los pequeños y cortos momentos de felicidad son tesoros que se deben apreciar para siempre; aquellos momentos nos traen devuelta el deseo de vivir cuando las cosas van mal. Si bien la nostalgia nos puede causar tristeza, si juntas todos los momentos de paz y cariño puedes ser capaz de sobrevivir un día más.

La pérdida es parte de la vida, y la vida es parte de lo difícil que es la existencia, esta abarca más de lo que pensamos. Puede que con el pasar de los años se romantizara lo que es vivir, pero a mi nadie puede engañarme... He pasado lo suficiente como para saber que vivir es una lucha sangrienta y desgarradora en los momentos que menos esperas tener que enfrentar adversidades, es horrible, es miserable el sentimiento sofocante a cada hora del día, pero decido ser feliz lo más que pueda con quien amo, con la persona que me mostró un poco de felicidad dentro de toda la realidad amarga y abrumadora que era mi existencia.

Porque su felicidad es mi felicidad, su alegría es mi alegría y su amor es mi amor.

Por eso siempre lo diré primero.

Porque sé que cada vez que me pierda en mi mente él me traerá de regreso.

Por eso yo lo dije primero.

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