Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

#Especial

Me comía las uñas, es un hábito que jamás había sido parte de mi, sólo que en este preciso momento no sabía cómo suprimir los nervios que tenía. Mi corazón golpeaba con tanta fuerza que casi lo sentía subir por mi garganta y acomodarse en mi boca para asfixiarme.

Sólo habían pasado unos días, nada más que eso y ya quería que estuviéramos juntos nuevamente. Me abrumaba pensar que quizás me precipité, que quizás debí hablarle primero y consultar si tendría trabajo, aunque no me importaba esperar fuera de la puerta de su apartamento hasta que llegara, pero ya estaba aquí y no hay vuelta atrás.

Con mi mano izquierda sujetaba la manilla de mi maleta y con la derecha veía por última vez la hora en mi celular, marcando las ocho de la noche, hora francesa. Golpeé dos veces con mi puño, bajé mi cabeza un poco, mis mejillas estaban completamente acaloradas, rogaba ver sus ojos lo antes posible y abrazarlo como si no hubiera un mañana, ya no soportaba mirar por la ventana de mi estudio sin poder comparar el verde de los árboles con su ojos.

—Oh, vaya~ —una voz sensualmente femenina llegó a mis oídos y enseguida levanté mi vista. —creo que esta es la señal de salida. —pude reconocerla. Lila Rossi, aquella que fue novia de Adrien en el instituto. —Años sin verte, creo que te sentaron bien. —sonrió con cortesía y yo quise que la tierra me tragara. ¿Por qué está aquí? ¿Me equivoqué de dirección? No, imposible. Alya me dio esta dirección, así que es imposible que esta no sea la casa de Adrien.

—Hola. —me atreví a hablar, de paso me pasé a morder la lengua. Estúpido tartamudeo, pensé que ya lo tenía todo controlado. —e-este es...

—Adrien acaba de llegar del trabajo y se está duchando. Adelante. —abrió la puerta por completo. Por un momento sentí un ligero tic en mi ojo derecho y ganas de ahorcarla, pero eso está mal. Marinette, recuerda lo que dijo el psiquiatra. —Supongo que sigues sin ser de muchas palabras.

—Depende de la situación. —entré más segura de mi. Lila cerró la puerta y tomó lo que parecía ser su bolso del mesón de la cocina.

—Bien, supongo que me iré. Te dejo como sorpresa de Adrien, por favor dile que no se preocupe porque me vendrá a buscar Chloe y que no te maté.

—¿No hay problema en que yo esté aquí? —alzó una ceja algo confundida.

—¿Tendría que haberlo? —mantuve silencio y peinó su largo cabello hacia atrás, mostrando más su sensual vestido negro a la perfección. —Ya veo... —rió un poco y volvió a ponerse seria. —Escucha, Adrien y yo somos amigos desde hace mucho, hicimos las pases hace años. No sé qué tanto sabes sobre mi o qué tanto hablaron cuando se fue a New York sobre lo que fue su vida, pero quiero que sepas de mi boca que no estaba de acuerdo en que se reconciliaran. —iba a hablar, pero levantó su mano callandome. —no tiene que ver contigo, y mucho menos es porque tenga otro tipo de interés en él. Todos estos años ha estado deprimido y pienso que tú eres un recuerdo demasiado doloroso como para revivirlo. Adrien merece que lo amen en todos los sentidos, y si tu no estás dispuesta a devolver todo el amor que él tiene para dar, creo que no es bueno que estén juntos.

—Entiendo lo que quieres decir. —asintió y acomodó el bolso en su hombro. —Adrien es importante para ti y te preocupas por él. —suspiró cruzando ambos brazos bajo su busto. —gracias por eso. —sus ojos se abrieron un poco más por mis palabras y no dudé en seguir hablando. —gracias por estar para él y gracias por cuidarlo todo este tiempo. Creo que me perdí muchas cosas, pero estoy dispuesta a saberlas con el tiempo y ser el pilar que en su momento Adrien fue para mi, así que ten por seguro que esto es... Adrien es mi vida, Lila. —sentí mis ojos humedecerse un poco y mi garganta comenzó a picar también. —Él siempre ha sido la única persona que he amado, y creo que así será hasta que muera. Entonces sólo puedo decirte que si estoy aquí es porque realmente quiero que sea feliz.

—Bueno, yo no soy nadie para decir lo que deben o no deben hacer. Ahora que están en "algo", tendré que llevarme bien contigo, pero si todo acaba mal no dudes que te ganarás todo el desprecio de mi parte, Marinette. —frunció sus cejas ligeramente y aún así lograba verse increíblemente hermosa. —Dicho todo esto, me voy antes de que tu enamorado aparezca.

—N-nos vemos. —me rodeó.

Addio. —agitó su mano abriendo y cerrando la puerta, dejando en completo silencio todo el lugar. Un extraño reencuentro a decir verdad, y aún se percibía su cítrico perfume a mi alrededor.

No me atreví a adentrarme más en el apartamento, en la pared a un lado de la entrada podía ver algunas fotografías de Adrien con sus padres colgadas, otras con Plagg y Bernardo, algunas ya las había visto hace años atrás, en otras aparecía con Nino y Alya, incluso había una grupal con quienes parecían ser sus alumnos, no pude evitar sonreír. En cada una de las fotografías se veía inmensamente feliz, y eso me provocaba una gran alegría y tristeza por no haber sido parte de esos momentos de felicidad en su vida.

Yo también tenía fotografías así en mi casa, incluso en la de mis padres. Es extraño pensar que estábamos tan lejos viviendo nuestras vidas, puedo ser sincera y decir que cuando había mucha gente a mi alrededor casi ni pasaba por mi cabeza recordarlo a él, dolía y sólo era aferrarse a alguien que ya no tenía, aún así de alguna forma estaba presente, Adrien siempre lograba aparecer fugazmente en mis recuerdos, y en la mayoría de esas veces intentaba que fuera de manera positiva.

—Lila, ¿Crees que podrías pasarme mi bata de la secadora? —de repente su voz apareció en la sala, giré mi cuerpo por completo acabando mis ojos en su rostro húmedo, al igual que su torso descubierto y completamente... Marinette, su cara, no su toalla apenas cubriendolo. —Ma... —parece que vio un fantasma, se puso pálido en cosa de segundos y yo no pude evitar levantar mi mano como si fuera una niña pidiendo permiso para hablar.

—Hola. —se dio un golpe en la mejilla, uno que sonó más fuerte por el agua en su rostro. —¿Por qué te golpeas?

—Debo estar soñando, ¿Cómo es posible? —murmuró, ignorando mi pregunta y viendo por todos lados, como si buscara... Claro, la busca a ella.

—Lila se fue. —enfocó sus ojos en mi otra vez. —dijo que no te preocuparas porque Chloe pasaría por ella y que... ¿no me mató? —reí sin comprender del todo lo que quiso decir Lila y no pude prever que Adrien se acercaría casi corriendo hacia mí. —Y-yo... Siento venir sin avisarte, en realidad quería...

—De verdad estás aquí. —el olor de su shampoo inundó por completo mi nariz, su aliento cálido casi golpeaba mi rostro y el vapor que desprendía su cuerpo recién salido de la ducha me estaba sofocando. —Estás en París.

—Acabo de llegar... Quería verte. Alya me dio tu dirección. —la sorpresa en su rostro no disminuyó, se mezcló con una sonrisa extraña y contagiosa para mí. Sus brazos rodearon mi cintura con delicadeza, al igual que su frente mojada se unía a la mía. —Adrien...

—Te extrañé mucho, demasiado. Es la mejor sorpresa que he tenido en mucho tiempo. —mis ojos se cerraron al oírlo. —Estoy tan feliz de que estés aquí. —mis manos se pegaron instintivamente contra su pecho, su cálida piel podía sentirla hasta en mis huesos y la humedad era tan reconfortante e íntima. —creí que tenías trabajo.

—Te vas a resfriar. —murmuré y antes de que sus labios pudieran tocar los míos, se separó de golpe haciéndome abrir los ojos al instante.

—Claro, debes estar cansada. No te quedes aquí, pasa. —tomó mi mano y me arrastró hacia la sala. —siéntate, te traeré algo de beber, ¿Quieres un té? —negué con la cabeza. Se dio un par de vueltas y de pronto se cubrió con sus manos. —dis-disculpa, voy a... Enseguida regreso. —Desapareció de mi vista rápidamente y un maullido se hizo presente.

—¡Plagg! —el gato apareció subiéndose al sofá al instante junto a mi, comenzó a restregar su cabeza contra mis manos y el ronroneo no se hizo de rogar. —estás igual que siempre. —lo acaricié una y otra vez, hasta que se acomodó en mi regazo durmiendo.

El espacio no era ni muy pequeño ni muy grande, tenía la escencia de Adrien por todos lados, mas el gran piano a unos metros de mi me llamaba, así que no tuve más opción que mover a Plagg para ir hacia el. Abrí la tapa y acaricié sus teclas, de pronto todos los recuerdos acudieron a mi mente como si hubiera sido ayer. Era el piano de su abuela, el mismo piano que estuvo día y noche en mi habitación en la casa de sus padres, el mismo piano con el que lloró de felicidad y frustración. Hay cosas que en ese entonces no entendía, no era del todo consciente lo que fue para Adrien no poder volver a tocar el piano de la misma forma, si algo le pasara a mis manos ya no podría pintar igual, eso quizás destruiría una parte de mi muy importante. Si yo no hubiera escapado de casa, ese hombre nunca me hubiera perseguido y nunca habrían provocado el accidente.

—El pasado no se puede cambiar, Marinette. —una calidez abrazó mi espalda y pude sentir su mejilla junto a la mía, una de sus manos tocó un acorde armonioso en el piano. —y aunque pudiera, no lo cambiaría por nada. —sonreí con un ligero sentimiento de tristeza.

—Profesor Agreste, ¿me dará clases privadas de piano? —una risa emergió en su garganta y con un poco más de fuerza hizo sentarme en el taburete, rodeando mi cuerpo con sus brazos hasta extender mis manos sobre la superficie. —lamentablemente no tengo como pagarle.

—Yo tengo una idea de como puede pagar mis clases privadas, pero eso lo podemos discutir después. —mordí mi labio inferior, intentando ocultar la sonrisa que quería aparecer a toda costa en mi rostro. —lo primero es relajarte, sin tener una postura floja, luego extiende un poco tus manos, levanta un poco las muñecas y...

—Sostengo naranjas. —concluí. —eso dijiste hace... —giré mi rostro hacia él quedando a escasos centímetros de distancia. Quería que nos besaramos, pero Adrien sólo se separó más aclarando su garganta. Mi celular comenzó a sonar, me levanté del sitio y lo tomé para ver quien era. —Disculpame, debo contestar o no dejará de llamar. —Adrien asintió y agitó sus manos.

—No te preocupes.

—Félix. —puse el celular en mi oído.

—¿Cómo es eso de que te fuiste a París?

—Básicamente es eso, ¿por qué?

—Mar, soy tu agente. No puedes salir del país sin al menos decirme, "hey cuñado, iré a mi ciudad natal unos días" —agudizó un poco su voz en la última frase. —me desorganizas todo, ten piedad de tu mánager por una vez en la vida. Si no fuera porque revisé los fondos, jamás me entero de tu boleto de avión.

—Lo siento, esto surgió de último minuto. No es que lo tuviera planeado, sólo necesitaba venir a París urgentemente. —Adrien no dejaba de mirarme y eso me estaba poniendo sumamente nerviosa. —te prometo que te lo compensaré.

—Me haré cargo de todo, pero si algo sucede llámame. Tengo conocidos allá que no dudarían en ir por ti si se los pido.

—Está bien, no tienes que preocuparte tanto. Discúlpame otra vez y por favor hazte cargo, ahora eres también mi representante oficialmente. —reí un poco.

—Ja, ja. Muy graciosa, que quede claro que esto va en contra de mi voluntad.

—Gracias, te quiero.

—Yo también, ahora me toca ir a calmar a tu hermana.

—Lo siento.

—Me debes una enorme, que no se te olvide.

Colgué la llamada, Adrien había cambiado su cara un poco, estaba más serio.

—Perdón, era mi agente. Digamos que cuando vine a París no le avisé a nadie y estaba preocupado.

—Si que tienes confianza con tu agente. —murmuró algo... ¿Molesto? —digo, se tratan muy informal.

—Al igual que tu y Lila, ¿no? —crucé mis brazos. Entendía a donde iba esto. —Digo, viene a tu apartamento en la noche y te pasa tu bata de la secadora. —iba a pasar de él, pero me sostuvo con sus brazos. —Adrien, sueltame.

O sea, sé que no hay nada entre Lila y él, pero eso no quita que no me molestase toda la confianza que ella tiene con su casa y su alrededor. Son cosas que me gustaría tener yo ahora, pero soy consciente que no pasará de la noche a la mañana y que esto recién está empezando otra vez.

—Perdón, no quise sonar como un novio celoso y controlador. —y me hizo desmoronarme otra vez, mis brazos perdieron fuerza con sólo unas palabras de su parte. —por un momento no pensé y... De seguro igual te molestó lo de Lila, pero realmente no hay nada más que una amistad entre ella y yo. Lo dejaste pasar y...

—Félix es mi cuñado. —susurré volviendo a ver sus ojos. —estaba preocupado y le dejé mucho trabajo por venir sin avisar. No te hagas ideas raras, es como un segundo hermano para mi.

—Ahora haces que me sienta más estúpido todavía. —sostuvo mis hombros con sus manos. —lo siento.

—Yo también lo siento, hablé sin pensar. —me abracé a su torso, quería sentir su calor y el latido de su corazón lo más cerca posible, siempre lograba hacer que todo lo malo desapareciera con un simple abrazo, no importaba lo desolada que estuviera, Adrien me daba el confort que necesitaba.

°°°

—Yo puedo quedarme en el sofá, no tienes que...

—Marinette, de verdad no tengo problema. Descansa, sólo me importa que descanses bien. —acabó de cambiar la funda de la almohada y besó mi frente antes de salir de su habitación.

Quedé mirando su cama un largo rato antes de entrar en razón y abrir el tapado, sabía que podía ser necio, pero quizás debí ser más sincera respecto a que quería que durmieramos juntos. Terminé recostandome y en el momento que apagué la luz de la cómoda, estrellas luminiscentes brillaron en el techo sobre mi, no pude evitar soltar algunas lágrimas por lo que significaban esas estrellas para los dos. Sonreí, no paré de sonreír e imaginar que Adrien cada vez que dormía veía las estrellas como yo lo estaba haciendo ahora, que muy probablemente pensaba en mi cada vez que se recostada en su cama, aunque también me angustiaba. Puedo ser sincera y decir que sufrí mucho cuando no volvió a llamar, cuando no volvimos a vernos ni escucharnos, pero si yo era consciente de cuánto me había dolido, quizás podía imaginar el mismo sufrimiento por su parte, y no era bonito ni mucho menos agradable.

Él lo dijo; el pasado no se puede cambiar, pero el presente sigue existiendo y en constante cambio, y yo haría que valiera cada segundo.

Adrien tocó la puerta y apareció con un vaso de leche en una bandeja.

—Pensé que quizás querrías algo antes de dormir. —sonrió y dejó el vaso sobre el velador. —buenas noches. —se dio media vuelta, pero sujeté su mano impidiendo que se fuera. —¿pasa algo?

—Quiero que duermas conmigo. —tomé asiento. Frunció un poco sus labios, como queriendo negarse. —por favor. —me atreví a sujetar su muñeca con mi otra mano. —¿por qué no quieres? ¿No estás seguro de querer continuar? —abrió un poco sus ojos y lo solté. —estando aquí he sido más consiente de que soy un recuerdo doloroso para ti, entonces pensé que te estabas cuestionando el querer seguir con esto, y lo entiendo por completo.

—No, no es eso. Sólo no quiero presionarte ni acelerar las cosas, aún tenemos que hablar mucho, ni siquiera las dos semanas que estuve en New York fueron suficientes. No quiero arruinarlo.

—Adrien, ahora soy yo quien viene por ti, no tienes que preocuparte por eso. Te amo y nada podrá cambiar lo que siento por ti, ni en un millón de años. Entonces, ¿podrías dejar de reprimirte? Quiero al Adrien de siempre y quiero a mi primer amigo esta noche contándome todas sus aventuras como profesor de música. —cubrió su rostro con una de sus manos y rió un poco.

—Eres increíble. —musitó antes de rodear la cama y recostarse por el otro lado junto a mí. —bien, aquí me tiene a sus servicios princesa. ¿Qué quiere saber?

—Todo.

—Todo es mucho.

—Para mí es poco. —me encogí de hombros sin dejar de ver las estrellas. —¿Qué pensabas cuando fuiste a mi exposición? —guardó silencio por un largo rato.

—En realidad... Nunca fue mi intención hablar y cerrar todo como dije, yo sólo quería ver si eras feliz e irme para no volver.

—¿Y que te llevó a seguirme a la azotea entonces?

—No lo sé, creo que sentí que mi felicidad se estaba yendo y no quería dejarla ir denuevo.

—Verte fue como... Una explosión de fuegos artificiales, casi pensé que me estaba volviendo loca y que una de mis pinturas había cobrado vida. —me solté a reír.

—¿Si? —también se puso a reír. —por cierto, ¿ninguna de tus pinturas sobre mi es un desnudo, verdad? —casi me atraganto con mi propia saliva. —sería un poco vergonzoso que el mundo me vea como mi madre me trajo al mundo.

—Cla-claro que no, tonto. Nunca sería tan invasiva. —empujé su hombro con fuerza, de seguro se estaba burlando de mi como siempre lo hacía. —además, evité mostrar parte de tu rostro en la mayoría de mis cuadros o simplemente los cambié.

—¿Aún lo recuerdas? —sentí como se giraba en mi dirección y como sus dedos comenzaban a acariciar mi frente. Me atreví a mover un poco mi cabeza hacia él y en la oscuridad de la habitación quedé perdida en el brillo de sus ojos.

—¿Qué cosa?

—Esa noche en el mirador antes de que te fueras de París.

—Obviamente lo recuerdo. —acarició mi mejilla suavemente y terminé girando mi cuerpo por completo hacia él. Mis manos se movieron por si solas, acabando por tomar su rostro, sintiendo lo suave de su piel... Seguramente se había afeitado cuando se duchó hace unas horas. —pero si quieres podemos tener amnesia y recordarlo juntos otra vez. —el aire me hizo falta, sobretodo cuando sus labios se juntaron con los míos.

—Como la primera vez... —el beso se intensificó al igual que sus caricias, una de sus manos subió por mi pierna hasta perderse bajo mi camiseta por mi espalda. —Marinette, no quiero precipitarme. —tomé su cuello y lo acerqué otra vez a mi, abriendo su bata que aún no se cambiaba, la deslicé por sus brazos sin el mínimo control de mis acciones.

—Y yo quiero que me recuerdes esa noche. —me mostró sus dientes ampliamente, besó mis labios infinitas veces, al igual que mis mejillas. Bajó por mi cuello y su aliento contra mi piel me estremeció completamente.

Respiré profundo su escencia, dejando que me embriagara tanto como mis piernas alrededor de su cintura, donde amarlo otra vez de esta forma se volvía especial, dejando que las sábanas de su cama me absorbieran, era el lugar más seguro que había conocido en mi vida y volvería una y otra vez sin cansarme.

—Si toco algo que no debo detenme. —su voz se volvió grave, más agitada de lo normal, pero al mismo tiempo tan cálida. Había extrañado tanto esta sensación de paz, lo había extrañado tanto. —por favor, Marinette. —besó donde estaba mi  corazón repetidas veces y se mantuvo ahí descansando su rostro, impregnando el calor de su mejilla.

—Adrien, me mudaré a París. —mi pecho subía y bajaba rápidamente, las gotas de sudor bajaban por mi frente. —haré mi siguiente exposición aquí, por ahora eres el único que lo sabe.

—¿Lo estás diciendo en serio? —susurró. Por un instante sentí miedo de que no quisiera, pero ese miedo se esfumó cuando acercó mi boca a la suya. —Marinette, eso... Eso me haría muy feliz. Tenerte aquí conmigo y...

—Aún debo arreglar muchas cosas, pero quería que lo supieras. Quería que fueras el primero en saberlo, y es que no creo que pueda soportar estar tan lejos de ti otra vez. —mi rostro se humedeció, es sólo que no eran mis lágrimas las que caían, era él quien estaba llorando esta vez. —¿Po-por qué...?

—Te amo, y de ahora en adelante lo repetiré mil veces para que nunca se te olvide. Te amo, Marinette.

—Yo más, mucho más. —peiné su cabello hacia atrás con mis dedos. La desnudez de nuestros cuerpo a estas alturas ya no importaban en lo absoluto. —Te tengo una propuesta.

—¿Cuál sería esa?

—Es un juego... Consiste en que por cinco minutos puedes hacer lo que quieras conmigo.

—Me gusta ese juego, y ¿sabes? Puedo ser muy creativo cuando me lo propongo.

—Sorprendame, profesor Agreste.

—Me está gustando mucho más ser maestro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro