Culpable
Nos quedamos mirando una eternidad. Tuve la oportunidad de observar su rostro más detalladamente.
Dos galaxias se reflejaban en mis ojos y eran sumamente hipnóticas, una pequeña montaña nevada estaba entre ambas, se veía tan suave y delicada que me daban ganas de delinearla con mis dedos. Luego más abajo, encontraba unos labios de cereza que daban la impresión de ser cálidos y adictivos en todo el sentido de la palabra.
-¿Cuál es tu sueño?.- musité sin dejar de verla.
-¿Un sueño?.- preguntó con extrañeza.
-Si... algo que anhelas desde siempre. Algo que deseas que pase en tu vida.
Sus labios se juntaron evitando que pudiera responderme enseguida. Podía percibir su respiración un poco pesada y me sentía un poco ansioso por su respuesta porque se veía que le costaba hablar sobre ella.
-Yo... .- sus ojos se cristalizaron casi imperceptibles si no estuviese viéndola todo este rato.- quisiera tener un amigo... .- desvió la mirada hacia el colchón de mi cama y subió su mano apretando la frazada con fuerza.- alguien en quien confiar como me dijiste el otro día.
Casi al instante mi mano tomó la suya y ella volvió a fijar sus ojos en los míos. Le sonreí aunque sintiera tristeza por su respuesta.
-Me tienes a mi, Marinette. Yo no te dejaré sola...
-Yo... no quiero que los demás dejen de hablarte por mi culpa.
-Oye.- fruncí el ceño levemente.- no me importa si los demás dejan de hablarme. Tú eres más importante para mí que ellos.- sus mejillas tomaron un color rosa que se le veía bastante adorable a mi parecer, pero no sabía a que se debía.
En eso sentí como Plagg se subía a la cama acostándose entre los dos. Marinette se sentó y comenzó a acariciarlo con una sonrisa suave en sus labios. Plagg ronroneó más audible y también tomé asiento viéndolos a ambos.
-Creo que le agradas.- solté por lo bajo con una risa.- suele ser más arisco con las personas que no conoce.
-Es muy tierno.- respondió sin dejar de darle cariño a mi gato.- tienes un gato muy tierno.
Plagg se quedó dormido en el regazo de ella y esta se concentró en el.
-Oye... .- le hablé y volteó a verme un momento.- tú... .- me puse nervioso sin tener porque.- ya que somos amigos y pues... como últimamente se nos está haciendo costumbre que te escapes. ¿Me darías tu número?.- ella abrió un poco más sus ojos y se quedó en silencio.
¿Hice mal en pedírselo?
Ella me preocupaba y si volvía a irse de ese modo o incluso solo si me necesitaba me gustaría poder llamarla.
-Está bien... .- musitó y saqué mi celular del bolsillo extendiendolo hacia ella. Tecleó unos segundos y me lo devolvió.- es-ese es mi número.- asentí viendo la pantalla que aún tenía el contacto sin guardar.
-Pues... gracias.- lo registré y juntó sus manos. Aclaré mi garganta.- ¿te gustan los videojuegos?.- parpadeó un par de veces y sonrío... Dios... ella volvió a sonreír.
-Si me gustan.
-¿De verdad?.- pregunté más entusiasmado poniéndome de pie.- entonces ven.- tomé su mano e hice que se levantara. Plagg maulló al ser despertado y jalé de ella hasta mi escritorio donde estaba mi ordenador.
¿Qué si era buena jugando?
¡Marinette me humilló en mi juego favorito!, ¡ni siquiera Nino me había vencido antes!
Creo que estuvimos más de tres horas jugando entre risas y derrotas por mi lado. Verla de ese modo tan radiante me traía una inexplicable felicidad... me sentía bien con ella.
-Me rindo... .- suspiré echando mi cabeza hacia atrás en la silla.- te cedo la corona.
-Es que tienes que hacer la combinación del golpe diferente.- tomó mi mano sobre el mando y su contacto me hizo estremecer.- todos estos juegos tienen trucos y el que haces mal...
Ya no la oía... solo veía como sus ojos sonreían explicándome quien sabe que cosa. ¿Qué estábamos hablando?
La puerta sonó y ambos nos giramos hacia esa dirección.
-¿Se puede?.- era mi madre y como nunca antes golpeó la puerta.
-Pasa.- hablé por lo alto y se asomó con una sonrisa enorme.
-Hijo, el almuerzo está listo para que bajen.
-Oh... está bien. ¿Ya llegó papá?.- asintió y me puse de pie.- vamos a comer, Marinette.- ella se mantuvo quieta y me agaché viéndola ahora hacia arriba.
-Los esperamos abajo.- oí a mamá y como cerraba después de eso.
-Oye...
-Y-yo... no quisiera importunar.- tomé su mano.
-Marinette, nadie te dirá nada. No tienes que preocuparte por decir o no algo.- busqué su mirada constantemente.- tienes que ser tu misma.
-Pero...
-Ya conociste a mi mamá, ¿ella fue agradable no?, eso fue lo que me dijiste.- asintió.- si te preocupa mi padre, déjame decirte que puede ser un poco serio aveces pero es gentil cuando lo conoces.- me levanté y le extendí mi mano.- vamos a comer que yo se que tienes hambre.
Miró mi mano como casi un minuto y luego a mis ojos. Tomó aire y sus dedos se deslizaron por mi palma.
Bajamos hasta el comedor. No la había soltado todo el trayecto hasta el primer piso y se mantenía detrás de mi viendo el suelo.
-Ya estamos aquí.- nos quedamos en el umbral de la puerta.
Mi padre estaba sentado en la cabecilla de la mesa como de costumbre y mamá ya estaba a su lado. Nuestros platos ya estaban servidos.
-Hola papá, ¿qué tal el trabajo?.- pregunté acercándome a la mesa seguido por Marinette.
-No mucha novedad, aburrido a decir verdad.- respondió cordial y luego observó a mi costado.- buenas tardes señorita.- se dirigió a mi amiga con una leve sonrisa.
-Ella es Marinette.- presenté con entusiasmo y ella apretó un poco mi mano.
-Lo sé, tu madre ya me comentó sobre tu... .- bajó su vista un momento y rió por lo bajo.- Marinette.- completó.- por favor ya siéntese que se va a enfriar.
Marinette se sentó al lado de mi madre y yo al otro costado de mi padre frente a mamá. Comenzamos a comer un poco en silencio hasta que papá habló.
-¿Y cómo es que estás tan temprano en casa?.- preguntó sin alzar la vista del plato y yo tragué grueso.
Papá era una persona muy alegre y simpática, pero cuando se trataba de responsabilidades era muy serio y correcto.
-Bu-bueno... yo...
-Fue mi culpa.- habló Marinette y volteé a verla. Mi padre alzó la vista en su dirección y mamá también.- fue por mi culpa.
No, no, ¡no!
¡¿Por qué te echas la culpa?!
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