Aventuras desconocidas
Quizás era su mirada la que me tenía con los nervios de punta, o sus fríos dedos tocando mi pecho desnudo, su respiración algo agitada completamente fascinante y mis deseos ocultos saliendo a flote, difíciles de mantener a raya.
—¿T-te sucede algo? —murmuré con las palabras atragantadas.
¿Cómo llegamos a esta situación tan bochornosa? Lo único que recuerdo es haberle pedido ayuda para cambiarme de camiseta y de un momento a otro estábamos viéndonos a una distancia casi inexistente, sin decir media palabra.
—Lo que dijo Nino... Tenía doble sentido, ¿cierto? —tragué saliva y miré hacia otro lado, no podía concentrarme con ella casi sobre mí en la cama.
—Creí que lo estabas ignorando.
—Lo hacía, pero... Sólo porque te veías incómodo con lo que hablaba.
—Nino a veces es un poco entrometido... Pero fuera de eso, ¿hay algo que... Te preocupe?
Se me erizó la piel cuando sus dedos comenzaron a recorrer lentamente por mi clavícula y luego mi pecho, parecía estar perdida en lo que sea que mi piel le provocara. Para evitar la tortura, tomé su muñeca con mi mano derecha, la no enyesada.
—Marinette.
Sus ojos azules me vieron con un brillo distinto, sus pupilas dilatadas y el aire escapando susurrante entre sus labios, creaban una atmósfera nueva entre los dos.
—Nosotros... ¿Deberíamos...? —su voz sonó tan baja y sofocante. Sabía a que se refería, incluso al percibir un grado de temor en su tono, no me disuadió que lo comprendiera.
—Mentiría si te dijera que no lo he pensado. —confesé con vergüenza e instintivamente mi agarre en su muñeca se transformó a uno en su mano por completo. Sus dedos se entrelazaron con los míos. —¿Quieres hablar de "eso"?
Estaba avergonzado y no porque el tema en sí me resultara de ese modo, sino que ella me ponía nervioso en extremo, además de que era inexperto en la práctica y eso me pesaba en cierto grado. Estaba inseguro.
Antes no me había detenido a pensar en el tema, ni cuando salía con Lila pasó por mi cabeza, y es que en ese entonces no me importaba mucho estar en una "relación", pero ahora todo era diferente. Marinette era parte de mi vida y, aunque suene como un tonto adolescente enamorado... Ella era demasiado importante para mi.
—No quisiera sólo hablarlo...
—Eso... Sería un poco complicado. —murmuré casi perdiendo la poca compostura. —la puerta...
—Está cerrada. —miré de reojo la entrada y efectivamente lo estaba.
—Mamá...
—Salió de compras. Cuando llegamos me dijo que iría a comprar algunas cosas para la cena.
Todo encajaba demasiado a la perfección, casi llegaba a preguntarme si la chica frente a mi, quien tenía el título de mi novia, había planeado esto en minutos fugaces.
—Q-quizás... No debamos. Debes tener confianza y conocer a esa persona...
—Tenemos confianza y nos conocemos. —murmuró. —eres esa persona.
Mi cuerpo se estaba saliendo de control cada segundo que pasaba y Marinette no ayudaba mucho para evitarlo.
—No estoy seguro de cómo hacerlo, no quisiera lastimarte, princesa. —se acercó a mi rostro por completo y su nariz acarició la mía.
Sus piernas quedaron a cada lado de las mías firmemente, su cuerpo se inclinó lo suficiente para que la gravedad hiciera su trabajo, así que terminé cayendo lentamente de espaldas con ella sobre mi.
Su boca y la mía se encontraron a ciegas, casi en un desesperado deseo nos quitamos el aire mutuamente. Mi única mano libre terminó enterrada en su cabellera para evitar que nos alejaramos.
Un beso fue suficiente para sentirme incómodo con mi ropa inferior puesta. La temperatura se elevó increíblemente, tanto sus mejillas como las mías estaban ardiendo en cada beso robado.
No quería que sintiera lo mío allá abajo, sería extremadamente complicado encontrar palabras para poder explicarle sin parecer un pervertido.
¡Lo admito!, ¡tenía miedo de decepcionarla!
Mi mano se movió por si sola, bajó por su cuello y se detuvo antes de llegar a tocar su busto, precisamente porque logré volver a conectar mi cerebro, pero eso duró poco, ya que me salté aquel lugar para concentrarme el su cintura y apegarla más a mi torso. Mis dedos no tardaron en inmiscuirse por su camiseta, arrastrandola hacia arriba a medida que cada vez se fundían más con su piel.
—Adrien...
Mi nombre escapó por sus labios de una manera tan...
De repente se separó de mi sentándose en el mismo lugar, se abrazó a sí misma unos minutos evitando mi mirada a toda costa.
La incomodé, fui demasiado rápido, era un completo tonto y no debí propasarme así con ella. Lo más seguro es que mi imagen había cambiado a sus ojos.
A pesar de los golpes mentales que me estaba dando, no podía dejar de mirarla, no podía dejar de admirar lo hermoso que su rostro sonrojado se veía, de como sus pequeños dedos se volvían blancos por la fuerza con la que apretaba sus brazos, incluso la posición tan íntima que compartíamos ahora, ella sobre mi, era una fantasía tan guardada en mis sueños que no parecía real.
A estas alturas no había duda que me podía sentir y parece ser que eso no la había incomodado.
¿Qué debía hacer?, ¿qué debía decir?
Debía detener todo esto, aunque me comiera la cabeza por la noche por los recuerdos de esta tarde, no importaba.
—M-mari...
Cuando creí que acabaría con esta desconocida aventura, ella levantó su camiseta quitándola por completo, quedando no más que con su brasier puesto.
—N-no, Marinette. —con sobreesfuerzo me senté con ella y la cubrí con mi camiseta que estaba aún lado. —yo... No creo que sea el momento.
—¿No es el momento? —susurró. Sus ojos se vieron algo tristes y eso me dolió horriblemente. —¿te hice sentir incómodo?, ¿lo hice mal?
—No, claro que no. —negué con la cabeza repetidas veces y tomé su hombro para que me viera. —es sólo que aún no nos conocemos físicamente hablando... Además, no quisiera que todo esto fuese así de apurado con el miedo inminente de que lleguen mis padres y nos encuentren en una situación comprometedora.
—¿Quieres que vaya lento?
—Quiero... —tomé aire profundamente. —Quiero que lo disfrutes y también quiero disfrutarte, pero antes que nada quiero poder conocerte por completo. —besé su hombro descubierto, se estremeció y por acto reflejo se encogió.
—¿Es porque me amas?
Su pregunta me quedó dando vueltas. Amar es una palabra enorme, ¿amaba a Marinette?, ¿ella me amaba a mi? Decirlo me resultaba tan extrañamente difícil y no sabía porqué, quizás por miedo... ¿Pero miedo a qué?
—¿Tú me amas? —contraataqué su pregunta y creo que lo analizó igual que yo. Ninguno habló por un largo tiempo y sólo nos quedamos viendo, diciendo mudamente que realmente era así.
—Dilo primero.
—Dilo tu primero.
Se oyerom pasos subiendo las escaleras, seguramente mamá había vuelto. Marinette y yo volteamos hacia la puerta exaltados, ella rápidamente se levantó poniéndose mi camiseta encima, para luego desaparecer en el baño.
—Adrien, pongan la mesa para tener todo listo cuando llegue tu padre.
Efectivamente era mi madre. No entró, ni siquiera golpeó la puerta y eso me daba la impresión de que sabía de esta situación.
Si no fuera porque había revisado muchas veces mi habitación cuando niño, juraría que ella tenía cámaras por todos lados.
No fui capaz de responderle y muy estúpidamente luego me di cuenta que eso podía malinterpretarse en que estaría "ocupado".
Marinette abrió la puerta del baño y me miró por el borde antes de que le hiciera una seña para que saliera.
—Tenemos que bajar a poner la mesa. —musité sin dejar de ver lo tierna que se veía con mi ropa.
—En la noche... ¿Podemos hablar sobre esto? —miró el suelo avergonzada y arrugó mi camiseta con sus puños. —hay cosas que leí y quería...
—¿Leíste sobre esto? —pregunté sorprendido, pero al instante una sonrisa se adueñó de mí rostro, ella lo había estado pensando lo suficiente como para investigarlo. —bien, lo hablaremos... No te preocupes. —asintió y se acercó hasta tomar lugar en los pies de mi cama.
—T-te ayudaré con la camiseta. —carraspeo y fue hacia mi cajón donde estaba Bernardo, quien por cierto fue expectador de este vergonzoso incidente.
Necesito comprarle una pecera con cortinas a mi pez o juro que terminaré psicociado cada vez que estemos a solas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro