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Aguacero de claridad

Nunca creí que Alya estuviera exagerando cuando decía que Brid era un prodigio con el violín y ahora pude confirmarlo yo mismo al verla sobre un escenario. La manera en que se desenvolvió fue única, se centraba por completo en su instrumento, tanto que parecía  ser parte de ella.

Claramente la orquesta también tenía mucho crédito, su nivel era bastante elevado y glorioso, se notaba lo comprometidos que estaban con la música, mientras yo sólo podía ver con algo de envidia al pianista y admirar a cada uno por su presentación.

En el momento de terminar, se oyeron los aplausos retumbando en el modesto teatro y por mi oído izquierdo unos sollozos. Miré hacia mi costado, encontrando así a una mujer intentando contener sus lágrimas y automáticamente busqué algún pañuelo en mi bolsillo por no traía ninguno.

—Disculpe, no traigo pañuelos pero puede usar mi brazo. —le sonreí. Ella volteó a verme primero sorprendida y luego soltó una carcajada.

—Que simpático joven. —le extendí mi brazo, lo de usar mi chaqueta lo decía muy en serio, pero negó con la cabeza sacando de su bolso un paquete de pañuelos desechables. —gracias por tu buena intención, pero vengo preparada la mayoría de las veces.

—Ha sido un buen concierto. —comenté viendo como los músicos se levantaban y hacían una reverencia.

—Me sorprende que un joven como tú esté aquí. La juventud de hoy en día tiene otro tipo de gustos en su mayoría. —terminó de secar sus lágrimas.

No era de hablar con extraños, recuerdo que mamá desde que tengo uso de razón siempre me lo repetía "Adrien, no debes hablar con extraños o pueden llevarte en un saco."  pero esta mujer era muy cordial y su presencia me agradaba, además, su pequeño cuerpo no podría cargarme en un saco.

—Es que una amiga me invitó a ver su presentación. —asintió poniéndose de pie y yo hice lo mismo para aplaudir junto a los demás.

—Mi hija es violinista, así que entenderás porqué las lágrimas. —se encogió de hombros con una risa más dulce. —cada vez que la veo cumplir su sueño, no puedo evitar emocionarme.

Sólo guardé silencio, no podía entender del todo lo que ella sentía, ya que yo no soy padre y espero así sea por un largo tiempo.

—Bien, iré a recibirla. Debe estar hecha un mar de nervios. —le hice espacio para que pasara por la fila de asientos. —un gusto hablar contigo. —se despidió y asentí aunque ya no me estuviera mirando.

El lugar se comenzó a vaciar y yo me quedé un rato más viendo hacia el escenario. Las luces de enfrente se apagaron y las de las butacas iluminaron todo para evitar tropiezos de las personas.

Desconecté mis ojos del gran piano a lo lejos y soltando un largo suspiro salí por donde entré, esperaba poder encontrarme con Bridgette afuera y así fue, pero no estaba sola. Un chico de mi altura, piel morena y ojos verdes, estaba a su izquierda y a la izquierda del chico estaba una chica rubia de ojos azules, quien portaba un vestido rosa pálido largo.

—Melody, no seas tan estricta contigo. Estoy seguro que nadie se percató de ese desliz.

—Estuve días practicando la misma parte, pero me puse nerviosa, tomé mal el aire y se me fue el tiempo por un momento.

—Tranquila, todo salió bien. Yo ni siquiera me di cuenta de tu "error" —dijo Bridgette con una seguridad muy característica de ella.

—Eso es porque estuviste otra vez perdida entre las cuerdas, pero estoy segura que me equivoqué.

De los errores se aprende dice Mercury. —la rubia frunció el ceño unos segundos, pero rápidamente volvió a sonreír.

—Exacto, aprendes rápido pequeña Bridgee. —comentó el moreno envolviendola por los hombros con un ligero apretón.

No estaba seguro si acercarme a ellos y hablar de cualquier cosa o simplemente esperar que Bridgette se percatara de mi presencia. Como si mis pensamientos fuesen oídos, el chico fue quien hizo contacto visual conmigo.

—¿Buscas a alguien, amigo? —preguntó con simpatía mientras arreglaba las mangas de su camisa.

—¡Adrien!, ¡oh, si, si, ven aquí!, ¡te estuve buscando cuando todo acabó! —Brid me jaló del brazo, acercándome así a sus amigos. —¿dónde te metiste?, pensé que ya te habías ido.

—Digamos que me quedé un rato en los asientos. —comenté con algo de pena.

—Bueno, te presento. Él es Mercury. —señaló al chico, quien acomodó unos audífonos alrededor de su cuello y luego extendió su mano hacia mí. —todo lo que tengas que saber sobre percusión, puedes preguntárselo a él.

—Un gusto. —estreché su mano.

—Ella es Melody, que no te engañe su cara de ángel porque es un huracán con el aire que sopla. Todo lo que quieras saber sobre vientos, puede decírtelo sin ningún problema. —la chica sonrió con audacia y besó mi mejilla.

—Un gusto conocerte, Adrien. Brid nos ha hablado un poco de ti.

—Espero que cosas buenas. —los dos rieron con gracia.

—Bueno, nosotros iremos a celebrar. ¿Se nos unen? Luego los llevo a su casa en el furgón. —apuntó a sus espaldas al vehículo.

—En realidad yo ya debo volver a la mía, es tarde y no he avisado. —me excusé.

No es que no quisiera compartir con ellos, realmente me estaban agradando mucho, pero no estaba seguro si sería lo mejor dado a lo que he estado pensando todo el día.

—Todo les salió increíble, chicos. —agregué. —espero verlos en otra presentación nuevamente.

—Bueno, que les vaya bien y no beban demasiado. —Brid tomó mi brazo y se despidió de ellos, volteé a verla sorprendido.

—¿Qué no vas con ellos? —murmuré y sacudió su cabeza.

—Claro que no, debo llegar temprano a mi casa y tenemos una charla pendiente.

—¿Sobre la crítica constructiva? —alcé una ceja y volvió a negar con la cabeza.

—El porqué estás deprimido, era bastante obvio para mí. —siguió hablándome en un susurro.

—Nos vemos entonces. —agitaron sus manos subiéndose al furgón. —Cuidala, Adrien. —agregó Melody por la ventana.

Guardamos silencio por un largo tiempo, viendo por dónde se había ido el par de músicos. Comenzó a correr un viendo frío que incluso me estremeció, miré a la chica mi lado e hice una mueca al ver que solo traía un tapado muy fino sobre sus hombros, me quité la chaqueta y la puse sobre sus hombros.

—¿Nos vamos? —pregunté por lo bajo y sostuvo la prenda con sus manos, viéndome hacia arriba algo sorprendida.

—¿No tienes frío? —me encogí de hombros y comencé a caminar.

—Menos que tú seguramente.

Algunas felicitaciones de mi parte no se hicieron de rogar y ella las tomó muy bien, su energía no descendía ni un instante, parecía estar cómoda conmigo y eso me tranquilizaba, aunque no entendía del todo su repentina invitación, ya que hace tiempo que no nos habíamos visto. En verdad no tenía intenciones de preguntarle para no parecer descortés.

—Suficiente de mi. ¿Cómo va la terapia?

No pude evitar mirar mi mano y seguimos caminando a la par.

—Bien, la terapia va bien. —sonreí cumplidor para no preocuparla. —ya no necesito yeso y lo bueno es que puedo caminar por mi cuenta sin marearme.

—Me alegra que no te rindieras, es un proceso largo y tedioso, pero vale la pena.

Claro, no me he rentido para nada. Sobretodo hoy que estuve toda la tarde cuestionando mi existencia en este mundo y mi futuro gris como músico olvidado y fracasado.

No quiero ser hipócrita con Bridgette, no después de todo el tiempo que se ha dado para aconsejarme.

—¿Quieres decirme por qué estás así?, digo... Pude notar que algo no andaba bien, más aún si llegaste tan rápido al teatro. —me atrapó.

—En realidad, no puedo tocar nada. Así que lo más probable es que deje nuevamente el piano.

—¿Qué?, ¡no! —exclamó deteniendome para que la viera frente a frente. —no puedes decir eso. Eres un pianista y morirás como pianista, sólo es cuestión de tiempo...

—Brid... —levanté mi mano frente a sus ojos y se concentró en mi temblor involuntario. —no tengo la suficiente fuerza.

—Quizás no para un conservatorio clásico, pero si para otra cosa. La música es muy variada y lo sabes, no es necesario que sigas la técnica al cien por ciento. —comenzó a hablar sin parar y no estaba seguro si era su emoción hablando o se pondría a llorar. —puedes optar por Berklee en Estados Unidos, sé que no es sencillo mudarte, pero el nivel lo tienes de sobra y...

—Brid. —tomé sus hombros para que se calmara. —de verdad gracias por tu preocupación, pero no estoy pensando en universidades, institutos o conservatorios en este momento. Han pasado muchas cosas desde el accidente... Cosas de las cuales no eres consciente y se llevan casi toda mi atención.

—¿Qué puede ser más importante que tu sueño?, ¿qué es más importante que quién eres y deseas ser? —susurró. —puedes hacerlo, puedes volver a tener la fuerza... Si yo pude tú también. Cuando era niña me lesioné la muñeca y mírame ahora.

—Entiendo lo que me dices y puede que una parte de mi también lo crea, pero mientras estaba sentado en medio del teatro pensé muchas cosas.

—Tienes una prioridad en este momento, ¿cierto? —asentí y solté sus hombros. —entonces te darás tiempo para organizar tu mente.

—Alguien necesita de mi y quiero estar fuerte mentalmente. El piano en este momento es mi talón de aquiles, así que antes de enfrentarme a el quiero resolver otras cosas. —asintió. —pero no estaría demás tu ayuda cuando lo haga.

—Te aprovechas de mi buena voluntad contigo. —golpeó mi cabeza sin la mayor fuerza y solté una carcajada. —¿Quieres un helado?

—Bridgette, ¿está que casi llueve y quieres un helado?

—Nunca es mal momento para comer un helado.

—Concuerdo con eso. Vamos por un helado.

Su brazo se entrelazó con el mío y corrimos debido a la lluvia que comenzó a caer con más intensidad. Logramos llegar a la heladería, pero estaba cerrada y con justa razón, nadie vendería helados con este clima y mucho menos a esta hora.

La risa de Bridgette comenzó resonar a mi lado, así que me giré a verla para también reír con ella. Su peinado estaba completamente destruido por el agua y las gotas se desplazaban por su largos mechones, hasta encontrar el final y perderse en el suelo de la vereda. Al menos mi chaqueta la cubrió lo suficiente como para no mojar su vestido.

—Tienes todo el aspecto de un gato mojado. —se burló apuntando mi cabello y pasé mi mano repetidas veces para intentar arreglarlo.

—Mira quien lo dice. —sonrió y nos quedamos unos minutos viéndonos en silencio.

—Tengo frío. —se abrazó a sí misma dando pequeños espasmos en su lugar. —creo que acabaremos con un resfriado.

—Te pediré un taxi, ya que los helados tendrán que ser otro día. —saqué mi teléfono, pero se apagó frente a mi cara. —creo que no podré pedirte el taxi. —me reí enseñándole mi teléfono completamente muerto.

—No te preocupes, yo lo pido y uno para ti también. —marcó en su celular y a los pocos minutos llegó el vehículo. —Anda, sube.

—Ve tu primero, no te preocupes. Además, de seguro tus padres están preocupados. —pensó unos momentos y terminó aceptando mi sugerencia.

—Está bien, pero me dices cuando llegues a tu casa para no quedar preocupada. —le guiñé un ojo y se acercó para despedirse, besando mi mejilla, pero antes de que se subiera al taxi dije lo que hace tiempo tenía quemandome la cabeza.

—Brid... —volteó a verme espectante. —tengo novia.

El silencio fue tortuoso y la lluvia sólo me hacía sentir aún más tenso cuando se golpeaba contra el suelo.

—Lo sé, Alya me lo dijo. —simplemente sonrió. —creo en la amistad de sexos opuestos, así que no te preocupes por mí. Además, no es nuestro momento. —sin decir otra cosa subió al taxi y se fue.

Creo que ahora sé lo que es estar enamorado, y es que a pesar de estar toda esta tarde junto a Bridgette, reír, bromear, hablar cosas muy personales y más... No podía evitar querer ver a Marinette y abrazarla hasta que mis brazos se durmieran.

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