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Especial: Cálido

idk, se viene el 14 de febrero y es probable que ese día sea lo que culmine por mandarme a alguna especie de internado para banda autodestructiva como yo o no sé. mientras disfruten. es un regalo especial de Día de San Solterín. ❤️

Joder, la canción es tan buena. Disfrútenla también. ✨

Calor: es un tipo de energía que se produce por la vibración de moléculas y que provoca la subida de las temperatura, la dilatación de cuerpos, la fundición de sólidos y la evaporación de líquido. De una forma genérica, es una temperatura elevada en el ambiente o en el cuerpo. Se aplica también para referirse al modo de realizar algo con pasión, fervor y entusiasmo. De una forma simbólica, también expresa afecto, cariño.

Hasta el momento en que sus pies tocaron el suelo cubierto por madera no había logrado comprender la diferencia entre desear y querer. Su mente se tambaleaba inestable entre ambas palabras viendo líneas borrosas, indeciso a cuál inclinarse después. Solo a veces y por pequeños ratos de iluminación ambos se fusionaban para volverse la misma cosa aunque aún se lograban ver las pequeñas diferencias.

Sus labios fueron tomados con posesividad por millonésima vez aquella tarde donde los rayos de sol se colaban por entre sus cortinas blancas y finas como el papel, estas revoloteaban ligeramente por la suave brisa que soplaba por la ventana que no recordaba haber dejado abierta.

Respondió al beso demandante con la misma intensidad que le estaban regalando. La mente de Shotaro vagaba mareada por todos lados, dejándola embriagarse con el tacto firme y necesitado de Sungchan sobre su cintura, su cadera, su espalda, su cuello y su cuerpo entero. No pensaba, no razonaba, sólo sentía y deseaba, deseaba, deseaba.

¿Qué deseaba exactamente? Se permitió permitió preguntarse en un destello de lucidez cruzando su cabeza con la misma rapidez con la que un ave emprende vuelo lejos.

Quizás aquellos belfos suaves arrastrándose perezosamente por su piel, o las manos que en este momento lo sostenían con ahínco por la cintura presionándose furiosas contra su cuerpo. No lo sabía, pero algo deseaba. Deseaba aquello tanto como necesitaba respirar.

El deseo es abrumador, es mágico, es bueno. Y cuando Shotaro sentía que comenzaba a flotar cegado por las sensaciones que compartía con Sungchan el pánico le invadió. De repente estaba asustado. ¿Qué pasaría si la extraña idea que tenía Sungchan sobre él no la lograba hacer realidad?

Se separaron un par de segundos en los que Shotaro aprovechó para mirar los ojos castaños de Sungchan, cristalizados como si el placer hubiera sido diluido y cayera en sus irises marrón. La anaranjada luz solar los hacía ver más claros y brillantes. Se estremeció.

—¿Estás bien? —preguntó en un murmullo tan suave y profundo que pareció que se lo preguntaba a sí mismo.

—Sí, yo... creo que estoy algo nervioso —confesó pasando su lengua por sus labios hormigueando. Su mirada de movió hacia el suelo.

Sungchan pasó de sostener su cintura sólo con sus manos a rodearla con los brazos y presionarlo en un cómodo y suave abrazo. Shotaro soltó una risilla, recargando su frente en el hombro del menor. Sungchan le siguió la risa y pocos segundos después ambos estaban riéndose sin algún motivo o razón. Simplemente porque sí.

Se separaron y fue cuestión de centésimas de segundo para que el mayor comenzara a sentirse tímido una vez más. Sungchan parecía saber lo que pensaba sin tener que decírselo. El muchacho lo observaba atentamente, estudiando las expresiones en su rostro.

—Comamos algo —sonrió caminando a la cocina. Shotaro se sintió un poco culpable cuando el alivio lo recorrió entero en forma de corriente eléctrica, sin embargo siguió al coreano a la cocina.

—Realmente no hay mucho —dijo encogiéndose en hombros, posándose a un lado de Sungchan quien ya esculcaba los estantes. Shotaro también alzó la vista a sus propios muebles. Huh, realmente era escasa la comida.

—Podemos comer... —expresó Sungchan con parte de su cabeza enterrada en la alacena— sándwich de atún vencido con pimienta y mostaza. Suena delicioso.

Se giró a mirarlo haciendo una expresión emocionada, llevándose las manos a la cadera. Shotaro frunció el ceño con diversión mientras negaba.

—No gracias, prefiero vivir —se rió abandonando la cocina, sacando el celular de su bolsillo.

—Bueno, no hay mucho que comer en esta casa —reclamó el menor con molestia fingida.

—¿Quieres tacos? —preguntó Shotaro desde el sofá, navegando por el menú de un restaurante de comida mexicana. Tacos sonaba bien, sonaba excelente.

Sungchan parpadeó hacia él un momento.

—Decide, Sung —insistió Shotaro, alzando el celular.

—Oh sí, tacos —caminó hacia la estancia y se sentó a su lado—. ¿Puedes pedir el agua esa que hacen de arroz y canela? —señaló la bebida con entusiasmo. Shotaro sonrió y asintió.

—De acuerdo —dijo copiando el teléfono y mandando un mensaje al restaurante.

—Genial.

Esperaron la comida viendo Doctor Strange; ambos habían comenzado la película en lados contrarios del sofá y, de alguna manera, habían terminado uno casi encima del otro. Shotaro recargaba su cabeza sobre las piernas de Sungchan y éste jugueteaba con su cabello distraídamente.

—Demonios, esta película me encanta —murmuró Shotaro muy atento a la escena transcurriendo en la pantalla. Stephen entrenaba sin lograr realizar ningún hechizo por lo tanto había sido abandonado en el Everest.

—Me gustaría hacer magia con chispas naranjas como esa —Sungchan formó un puchero que hizo reír a Shotaro.

—Sí, a mi también —el intercomunicador de su apartamento sonó dando a entender a ambos que la comida había llegado.

Sungchan puso pausa a la película y Shotaro se levantó para ir por los maravillosos tacos. Tomó sus llaves y su billetera y salió del apartamento no sin antes pedirle al menor que sacara dos vasos y un par de servilletas.

Bajó las escaleras distraídamente, tarareando el tema de Guardianes de la Galaxia mientras se dirigía a la puerta principal. Al abrirla se encontró con el repartidor que le entregó su orden la cual Shotaro pagó con gusto.

—Gracias, ten un buen día.

—Tu igual.

La bolsa pesaba y estaba caliente, el calor de la comida filtrándose por el plástico. Subió de regreso a su apartamento encontrándose con Sungchan revisando su celular. Había colocado dos vasos en el centro, servilletas y un par de tenedores, por si acaso.

—Nice —exclamó Sungchan sentándose correctamente en el sofá. Shotaro dejó las cosas sobre la mesita y se acomodó a su lado.

—Muero de hambre —comenzó a sacar la comida con cuidado, intentando no quemarse.

—Ya me di cuenta —dijo Sungchan burlón desenvolviendo el plástico.

Shotaro le dedicó una mirada de reproche mezclada con diversión y entonces en silencio reanudó la película, disfrutando de la comida y la compañía del otro.

¿Han oído por ahí que a veces el silencio podía llegar a ser más íntimo que el sexo? Shotaro sí, y en ese momento podía sentir que cruzaba una línea donde lo personal se volvía íntimo. Sungchan oficialmente dejaba de ser "una persona más".

La película terminó antes de que ellos terminaran de comer por lo que decidieron poner otra película aunque ninguno de los dos prestaba realmente atención, quizás demasiado conscientes de la cercanía del otro, apenas completando un roce ligero casi nada perceptible, pero que estaba ahí lanzando chispas como los hechizos de Stephen Strange.

—Esto es divertido —comentó de la nada Sungchan amontonando toda las basuras en una pequeña montaña.

—¿Qué exactamente? —preguntó Shotaro alzando una ceja.

—Estar contigo —las palabras de evaporaron de su mente así como sus pensamientos de callaron. Silencio perpetuo.

—Oh —contestó con torpeza, ligeramente cohibido. Sungchan sonrió de lado antes de negar y levantarse para tirar todas las envolturas plastificadas y aluminio.

Shotaro centró su atención en Hércules. Podía ver a los dibujos animados hablar, pero no había nada. Sus voces eran como un eco lejano. Sacudió su cabeza, repentinamente desorientado por su cabeza. Se levantó, dirigiéndose al baño.

—Taro —Sungchan llamó regresando al sofá. Ladeó su cabeza con confusión. El mencionado se giró a mirarlo a medio camino—. ¿Seguro que estás bien? —preguntó con simpleza y preocupación que hizo a Shotaro derretirse un poco.

—Sí, solo iré a lavarme los dientes —explicó encogiéndose de hombros. Sungchan asintió tomando el control remoto y subiéndole a la película.

Shotaro entró al bañó y encendió la luz. Este le recibió con una luz amarilla, dándole un aspecto reducido y personal, incluso un poco sombrío. Su reflejo por poco le hizo soltar una risa histérica. Las mejillas sonrojadas y ojos destellantes no se sentían propios y, sin embargo, ahí estaban. Una vez más su inconsciente lo había traicionado.

—Por eso preguntó cómo estaba —negó sintiendo la diversión empezando a colarse por su cuerpo, finalmente comprendiendo la preocupación de Sungchan. Parecía que estaba por resfriarse.

Con sus ojos fijos en su reflejo comenzó a tallar sus dientes distraídamente, en perdiéndose en su propia imagen. Unos golpecillos en la puerta cerrada lo arrancaron dolorosamente de su contemplación.

—¿Sí? —preguntó enjuagando el cepillo con torpeza y luego su boca. Escupió el agua desastrosamente en el lavabo y abrió.

—No nada, es solo que llevabas ahí un tiempo y comenzaba a temer que te hubieras resbalado y roto el cuello —por la risa que abandonó los labios del menor, Shotaro entendió que estaba igual de nervioso que él.

Al final, no servía de nada negar la razón por la que habían terminado en su apartamento a esa hora.

—No, si eso hubiera sucedido probablemente haría un escándalo que sería imposible de ignorar —rió. Sungchan le sonrió con complicidad—. Que bien que llegas —volvió su vista al espejo y tiró suavemente de él. Un pequeño estante se abrió y Shotaro sacó de ahí un cepillo de dientes—. Toma, seguramente lo vas a necesitar.

Sungchan tomó el cepillo como si este de repente fuera a explotar o le hubiera saludado. Sus ojos alternaron entre el cepillo y el rostro del japonés que tenía las cejas fruncidas en una expresión entretenida.

—A menos que quieras que tu aliento sea cebolla y salsa roja —dijo en español—, quizás deberías entrar ahí y lavarte los dientes.

—Claro, los dientes —concordó el coreano aún sorprendido.

Shotaro le dio un suave empujoncito que metió a Sungchan al baño. Sungchan giró sobre sus talones en dirección al lavabo e hizo la misma rutina que Shotaro. Shotaro, por otro lado, apagó el televisor después de detener la película y se dirigió a su habitación.

Se dejó caer boca abajo en la cama dando un par de ligeros rebotes antes de quedar completamente quieto. Sus brazos se cernieron alrededor de una almohada y suspiró. Acomodó su cabeza cerrando los ojos momentáneamente.

La puerta del baño se cerró y los pasos resonaron en su mente. Podía ver con claridad, incluso con los ojos cerrados, el camino que Sungchan seguía hacia su habitación. A los pocos segundos el alto cuerpo ya estaba a solo unos metros de distancia. Shotaro fingió dormir roncando ruidosamente.

—¿Estás dormido? —preguntó con falsa sorpresa. Shotaro sonrió— ¿Qué haré ahora? —el dramatismo en la voz del menor le hizo soltar una risa que interrumpió bruscamente con más ronquidos.

Sungchan se sentó a un costado suyo, acomodando pequeños mechones de cabello que cubrían sus ojos cerrados lejos de su rostro. Y entonces se dejó caer sobre Shotaro.

—Cómodo —murmuró.

—Estás pesado, ugh —se quejó el mayor con diversión. Sungchan dejado todo su peso muerto sobre el japonés. Comenzó a retorcerse cuál lombriz sobre su cuerpo— ¡No, Sungchan! —se carcajeó.

Sungchan finalmente atendió sus quejas rodó sobre Shotaro para caer a su lado. Shotaro se giró a encararlo con sus manos debajo de su rostro, presionando una de sus mejillas. Tenía una apariencia tierna e inocente.

Los ojos de Shotaro observaban atentamente todo el rostro, podía ver algunas cicatrices de lo que fueron pequeños granitos, lunares apenas perceptibles, algunos vellos que en contra luz le daban a la piel de Sungchan una apariencia aterciopelada. Sus dedos acariciaron la dermis como si se tratara de un lienzo en blanco. Los ojos del menor de cerraron, sintiendo el tacto de los dígitos ajenos.

Shotaro aprovechó aquella distracción para sellar el espacio y colocar sus cuerpos juntos. Sus labios se tocaron y entonces todo se volvió un borrón de caricias, besos y jadeos tan bajitos que era imposible oírlos a menos que estuviera uno muy muy cerca.

Sungchan, sobre Shotaro, acariciaba sus piernas sobre la tela gruesa de sus jeans. Sus dedos de enterraban en la carne, moldeándola a la forma de estos incluso desde la tela.

Shotaro sentía su cuerpo entero arder, desesperado por algo mucho más cercano, más natural, más puro. Fue ahí, cuando los labios de Sungchan atacaron su cuello con mordidas que se sentían como ligeros piquetes, comprendió que el deseo lo invadía y se sentía diferente a la forma en que quería al menor.

En ningún momento necesitaron las palabras y mientras la ropa iba siendo menos, descartada por ambos, su cabeza de vaciaba de la misma forma. Sungchan, Sungchan y nada más que Sungchan.

Sus manos viajaron por la espalda del muchacho, acariciaron los indicios de un abdomen marcado, revolvieron el cabello castaño con saña. Consumió en cuerpo entero de Sungchan. Y lo amaba.

Ósculos descendiendo y ascendiendo llenando ambas pinturas en blanco de marcas rojizas de amor duro y jovial. Intercambiaron oraciones sin sentido entrecortadas por respiraciones agitadas y gemidos tímidos. Shotaro se aferra a Sungchan con fuerza y no puede soportarlo, lo vuelve loco y lo quiere con una fuerza mayor a la que realmente puede explicar con palabras.

Un gemido se estrella entre ambos labios moviéndose a un compás lento, pero nada indulgente. El sonido de la piel sudorosa chocar y friccionarse entre sí hechizó a ambos dejando la vergüenza para después.

El cuarto se llenó de la pasión y erotismo que ambos desprendían, atrapando endorfinas entre sus cuatro paredes. Presenció el momento exacto en que las barreras de Sungchan caían una por una ruidosamente solo para ser ahogadas por los murmullos de Shotaro contra su oído. "Te quiero tanto" decía "tanto".

Y fue el clímax golpeando a ambos, primero a Sungchan y luego a Shotaro, lo que permitió ver las evidencias del desastre que eran ambos y la realidad tiró de nuevo a su razón dando paso a una timidez injustificada.

—¿Te lastimé? —preguntó con delicadeza a lo que Shotaro negó refugiándose en el espacio entre el cuello y hombro de Sungchan.

—Estoy bien —sintió que los dedos que de habían grabado su piel con violencia rodearle en un abrazo que de sentía ajeno a toda la intensidad del momento

—Te quiero.

—Yo a ti.







realmente apesto para escribir smut. anyways, espero les haya gustado jajaja (😔). yo tenía pensado hacer este capítulo desde antes, pero cómo sentía que no iba con el hilo y todo de la historia decidí dejarlo como especial de febrero y eso. esto está situado entre el momento en que decidieron ir al apartamento de Shotaro en el carro de Sungchan y cuando Mark comenzar a grabarlos al día siguiente que llegan jajaja.

nos leemos en otra de mis historias. les amo. ❤️

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