Capítulo veintiocho: Soleado
su pinshi padre. bienvenidos al inicio del final c:
Reír es una acción que en ocasiones puede causar dolor, en otras confort. A veces reír puede ser la máscara de algo más profundo y en ocasiones simplemente demuestra lo que está pasando en nosotros, como la felicidad es fiel compañera en la vida de uno.
Shotaro reía por la razones correctas. Sus amigos se encontraban sentados en círculo, esparcidos por el césped de la cancha de béisbol. Ya que mientras Lucas hacía gestos exagerados y graciosos contando anécdotas, Mark se retorcía en el suelo riendo tan escandalosamente que Shotaro estaba seguro podía oírse al otro lado del campus. Yuta dormía recargado en su mochila y Hendery se encargaba, junto con Jeno, de pegarle stickers alrededor de todo el rostro. Sungchan escuchaba y reía ante las cosas que Lucas decía siendo contagiado por la risa de Mark.
Su horario de clases finalmente había terminado y solo estaban esperando a que Kun llegara para ir a invadir la casa de Jeno.
—Jesucristo, Mark, ¿no te quieres reír más fuerte? —dijo Lucas después de ser interrumpido por milésima vez.
Mark limpió la lágrimas en su rostro. —Lo siento, es demasiado.
Yuta se movió, asustando al par que aún picoteaba su rostro. Ambos se acomodaron como si nada estuviera pasando, compartiendo sonrisas cómplices, satisfechos con su creación.
—Muy bien, repasemos el itinerario de hoy —exclamó Jeno dando un aplauso que terminó por despertar a Yuta—. ¿Primero?
—Videojuegos —dijeron todos juntos. El único que no habló fue Yuta quien torcía la cara incómodamente sin notar los stickers.
—No puede ser posible que en todo este tiempo nadie haya podido desbancar a Sungchan, es ridículo —se quejó Mark haciendo un puchero.
—Años de práctica, Mark, años de práctica.
—No, sigo diciendo que haces trampa —agregó Hendery con sospecha.
—Nope.
—Niñas, niñas, todas son bonitas —interrumpió Jeno entre risas siendo distraído con Yuta quien ahora se quitaba los sticker con una cara de molestia—. Ahora, ¿segundo?
—Películas —volvieron a responder de nuevo todos juntos.
—La lista ya fue hecha, a mi no me interesa si alguien quiere cambiarla o quitarla porque "da mucho miedo" —dijo haciendo comillas enfatizando en la última frase—. Estoy hablando de ti, Osaki.
—Cállate, Señor lloro con Crazy Rich Asians —Jeno le soltó un golpe. Shotaro jadeó de dolor.
—¿Tercero? —levantó tres dedos.
—Hum, creo que no llegamos tan lejos, eh —dijo Lucas después de un breve silencio.
—Ya veremos que se nos ocurre —se encogió de hombros.
Los celular comenzaron a soñar con la notificación de mensaje. Yuta sacó el suyo aún con stickers en el rostro y leyó el mensaje.
—Dice Kun que ya llegó —explicó guardando el celular e incorporándose.
Todos imitaron su acción, tomando sus mochilas y haciendo el mismo bullicio de siempre. Comenzaron a caminar de regreso al edificio. Shotaro conversaba con Yuta animadamente, sin embargo una figura solitaria captó su atención.
—Yu, dame un momento, ¿sí? —se disculpó rápidamente.
—Claro, te vemos allá —contestó al notar su voz objetivo. Le sonrió amablemente y se apresuró a alcanzar al resto.
Shotaro se detuvo esperando a que Sungchan llegara a donde estaba parado. El menor le miró extrañado y se detuvo frente a él un par de segundos después. El sol acariciaba suavemente su rostro, dándole un aspecto brillante y vivo.
—Hola —dijo cuando se detuvo de frente a él. Por la forma en que Sungchan presionaba las correas de su mochila podía notar que el chico estaba nervioso.
—Hola —respondió con la tensión palpable en su voz. Shotaro quería soltarse a reír.
Y así es como los roles cambian.
—Tomé una decisión, después de todo —comenzó. Sungchan entendió al instante a qué se refería.
—Me di cuenta —sus ojos se movían por todo el rostro de Shotaro, esperando algo más. Alguna palabra o movimiento—. ¿Puedo preguntar el por qué de esa decisión?
Shotaro no se aguantó la sonrisa y esta atravesó su rostro. Miró el cielo despejado, desprovisto de nubes. Azul y nada más que kilómetros de azul.
—Probablemente porque soy un tonto —se rió. Sungchan mantenía la misma expresión confundida y nerviosa—. Lo hice por mi, me permití pensar en mi primero.
Sungchan guardó silencio. Shotaro comprendió que esperaba más contexto.
—Sung, esto no es por ti, ni por Jaemin —ladeó su cabeza ligeramente, su rosita siendo ocupado por una expresión difícil, como si tratara de plasmar en papel lo abstracto de su mente—. Esto es por mi, pensé en lo que a largo plazo me haría feliz. No te escogí a ti sobre él, la forma en que los quise a ambos es simplemente muy diferente para siquiera compararlas.
—Taro, yo... solo quiero lo mejor para ti —dijo en voz queda. Shotaro sentía los nervios en el cuerpo de Sungchan vibrando con violencia.
—Entonces espero que entiendas que pese a haber terminado con Jaemin no quiero comenzar algo inmediato —aclaró acercándose un poco más a Sungchan—. Ahora lo que quiero es un amigo. Quiero iniciar de nuevo, sin llanto, sin drama y sin tantas penas. ¿Crees poder soportarlo así?
Sungchan mordió su labio inferior—. Sí, lo entiendo, aquí estaré para lo que necesites. De cualquier forma yo también necesito, pues, arreglar mi desorden.
Me llevara algo de tiempo —sonrió de lado—.
No quiero lastimarte nunca más.
Shotaro asintió, aliviado de que Sungchan comprendiera la posición en al que se encontraba.
—¿Entonces? ¿Desde cero? —le extendió su mano a Sungchan y éste la estrechó con el rostro resplandeciente.
—Borrón y cuenta nueva —correspondió.
—Genial. Mucho gusto, soy Osaki Shotaro —Sungchan rió ligeramente.
—Jung Sungchan, es un placer —respondió del mismo modo. Shotaro le regaló una sonrisa perlada.
El japonés rompió el contacto solo para un momento después rodear al menor en un abrazo. Sungchan le correspondió instantáneamente con la misma fuerza y entusiasmo. Se sentía bien Shotaro entre sus brazos.
—Me alegra que estés de regreso —sus palabras se ahogaron entre la ropa de Sungchan, pero este le comprendió perfectamente.
—A mi también me alegra que tú lo estés —se separaron para mirarse un momento y compartir una sonrisa amistosa.
Comenzaron a caminar de regreso al edifico.
Al salir, todos los esperaban ya acomodados en la camioneta del mayor. Kun les tocó el claxon y se apresuraron a subirse. Sungchan ocupó la cajuela junto con Hendery y Shotaro se acomodó a un lado de Jeno.
Jeno le dio un suave codazo para llamar su atención. Shotaro hizo un gesto con la cabeza indicándole que le escuchaba.
—¿Todo bien? —preguntó en voz baja.
Shotaro apartó la mirada de la ventana y miró a su mejor amigo. Asintió alegremente sintiendo el ánimo hasta el cielo.
—Ajá —claramente Jeno esperaba más detalles, pero a Shotaro le gustaba molestarlo.
—¿Y luego? ¿Regresaste con él?
Jeno parecía impaciente por saber. Shotaro se giró en dirección a donde Sungchan y Hendery estaban sentados. El coreano le saludó. Shotaro le devolvió el gesto antes de regresar a su posición original.
—No, no lo hice —el pelirrojo ahora parecía confundido.
—Bueno, ¿y en qué quedaron entonces?
—Seremos amigos, empezaremos de nuevo y veremos qué sucede después —el rostro de su mejor amigo era un poema. Rió.
Al parecer le tomó a Jeno un momento para entender lo que sucedía. Revolvió sus cabellos y rodeó sus hombros con un brazo.
—Me alegra que todo haya funcionado para ti, Taro —chocó sus cabezas en un suave golpecito—. Espero que todo salga bien esta vez.
—Estoy seguro de que sí.
Las risas pueden ser producidas por muchas cosas. Pueden ser herramientas para ocultar penas o evidenciar dichas. Shotaro reía por las razones correctas rodeado de su amigos en un día soleado de viernes.
Y justo así estaba bien.
cortito, pero seguro jeje.
bueno, así concluye la historia. nos leemos en el epílogo.
gracias por leer hasta acá y apoyarme tanto. les amo muchísimo.
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