Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo cinco: Coeur dansant

La confianza en sí mismo y sus instintos era completamente nula; Shotaro no podía permitirse simplemente olvidarse de la parte consciente de su mente y apagarla a voluntad aunque así lo deseara. Excepto al bailar.

Bailar transformaba en cuerpo y alma a Shotaro que siempre era difícil creer que eran la misma persona la que se movía acentuando su cuerpo al ritmo de la música que la que desviaba la mirada a la primera señal de interacción. Shotaro era dual y pocos los afortunados en presenciarlo.

—Muy bien, ¿estás listo? Intentaremos hacer esto en una sola toma una sola vez. Osado, pero divertido —Yuta le miró desde el suelo, donde acomodaba el tripié de su cámara. La enorme luz cuadrada a su espalda cegaba un poco a Shotaro quien solo veía la silueta oscura del mayor.

—Listo —Yuta apagó la luz del salón y un par de luces tenues se encendieron en las orillas del suelo, como si bailara en estrellas. Muy dramático, pero el tema era ese. Bailar en el cielo.

Bajó la intensidad de la luz para no perder el efecto aislante y encendió la música cuando todo estaba listo para grabar. Shotaro se colocó al centro, esperando el primer tiempo que marcara su inicio.

La danza contemporánea particularmente siempre le había costado algo de trabajo y es que al ser tan expresiva le costaba a Shotaro lograr sumergirse en las emociones y plasmarlas en movimientos largos y precisos. No lograba encontrar conexión entre aquella hipersensibilidad que lo caracterizaba y la música melancólica o alegre. Aunque ese día parecía diferente.

Las primeras notas de piano sonaron dándole a Shotaro su punto de partida, iniciando una danza que había preparado y derramado su alma entera por semanas. Su proyecto consistía en capturar la esencia de la música en los movimientos, acentuar las melodías más fuertes y ser indulgente con las más suaves; al igual que contar algo, ya sea una experiencia, una anécdota o un cuento. Shotaro se fue por contar sobre Sungchan.

Mientras la música avanzaba Shotaro centró su mente en platicarle a la cámara como se sentía, asemejándolo a como lo haría si le relatara a Jeno sus temores y desgracias, pero también sobre lo mucho que agradecía que Sungchan fuera su amigo y lo divertido y escalofriante que era convivir con él.

Yuta presenciaba todo en silencio, esperando captar correctamente los sentimientos encontrados y turbulentos que Shotaro estaba transmitiendo. No pudo evitar preguntarse qué era lo que lo tenía tan conflictuado. Aunque creía saber ya la respuesta a su propia interrogante.

Shotaro daba saltos altos y pulidos, extendía sus dedos con gracia y las puntas de los pies con determinación, sabiendo desde antes cuál era el siguiente paso a dar.

Giró una, dos, tres veces. Su estómago hacía lo mismo cuando Sungchan se acercaba. Su cabeza hacía lo mismo cuando reía por algún comentario gracioso. Y su corazón latía desenfrenado buscando como gritar a los cuatro vientos lo que se había acobardado de decir.

Sus manos abrazaron su propio cuerpo, anhelando el contacto sutil del cuerpo del alto muchacho. No duró mucho en esa forma, balanceándose de un lado a otro suavemente, sabiendo que las probabilidades de que eso sucediera eran una en un millón.

Soltó un par de patadas al aire adjuntadas de saltos gráciles. Enojado consigo mismo por no poder abrir la boca y simplemente decir las cosas, enojado con Sungchan por ignorar lo que le provocaba y aún así tener la audacia de sacudir su mundo.

Cayó al suelo con cuidado de no lastimarse, contemplándolo un par de segundos mientras su pecho y su espalda subían y bajaban lentamente simulando respiraciones profundas y lentas.

¿Qué es lo que realmente sentía por Sungchan? Se preguntó. ¿Por que no podía simplemente ya no sentir nada? También se cuestionó. ¿Qué lo mantenía atado a Sungchan de esa forma? Indagó.

A estas alturas había perdido la noción del tiempo o de cuanto llevaba la música. Se dejó guiar por su memoria muscular, esperando tiempo y haciendo movimientos cuando su cuerpo lo recordaba.

Yuta se giró cuando vio la puerta del salón abrirse ligeramente. Gracias a la luz que había colocado atrás su toma no se vio arruinada por lo que invitó a intruso a unirse. Sungchan caminó lo más silencioso que pudo para no desconcentrar a quien bailaba diligentemente.

—Wow —exclamó en un susurro, impresionado.

—Lo sé, Shotaro parece tener bastantes cosas bajo la manga —murmuró Yuta, centrando un poco la cámara a donde Shotaro se movía.

—Parece realmente concentrado —Sungchan miraba a Shotaro muy atentamente. Yuta sonrió.

—Bueno, él está tratando de decir algo. Quizás deberías concentrarte tú también para saber qué dice —el menor asintió sin mirar al pelinegro—. Por cierto, ¿cómo nos hallaste?

—Mark me contó que grabarían hoy. Solo fue cuestión de preguntarle a la de administración si habían apartado algún salón para hoy.

—Oh, astuto.

Sungchan sonrió ladinamente sin dejar despegar un segundo sus ojos del performance exclusivo que Shotaro estaba dando. Y, como Yuta había sugerido, su cabeza comenzó a trabajar buscado el significado oculto en las expresiones faciales y movimientos de su amigo.

—Pareciera que extraña a alguien —murmuró bajito hacia Yuta—. O como si deseara algo que no puede tener.

Los ojos de Yuta se afilaron cuando Sungchan mencionó lo segundo, pero se abstuvo de hacer cometarios o cualquier movimiento que delatara a su pequeño amigo japonés. Después de todo, no le correspondía a él hacérselo saber a Sungchan.

—Es un poco triste, pero soñador —añadió. El muchacho abrazó sus piernas para seguir mirando. Yuta tuvo ganas de darle una palmada a su cabeza antes de exclamar un fuerte "duh".

Sungchan no dijo nada más por lo que Yuta tampoco insistió. Guardaron silencio, disfrutando de la coreografía, únicamente moviendo la cámara de vez en cuando para captar todo lo que el chico hacía o dejaba de hacer.

Shotaro volvió a oír la música cuando su propio cuerpo le indicó que estaba por terminar por lo que comenzó a bajar la intensidad de sus movimientos conforme la música iba bajando de volumen. Sin dejar, por supuesto, de extender su cuerpo en movimientos grandes y largos.

La música pasó a detenerse por completo; dejando a Shotaro en una posición nada cómoda, pero efectiva. Pasaron alrededor de tres segundos antes de que Yuta gritara.

—¡Ya quedó, Taro! —el menor se dejó caer al suelo como si se tratara de un bulto y respiró agitadamente, cansado.

Un par de aplausos retumbaron por él aula. La sorpresa fue enorme al darse cuenta de que se trataba de Sungchan.

—¿Qué haces aquí? —preguntó incorporándose de golpe. El mareo debido a aquello le llevó a sostenerse de sus manos en el piso.

—Vine a ver un rato —se encogió de hombros. Le extendió la mano amablemente con una ligera sonrisa. Shotaro la tomó, aún impactado.

Se incorporó despacio, sus piernas temblaban por lo que se le hacía difícil mantener un peso estable. Sungchan tiró de él lentamente tratando de no lastimarlo.

—Creo que salió bien, de cualquier forma voy a editarlo y ya estará listo para presentarse. ¿Tienes la USB de la pista?

Shotaro asintió y caminó a su mochila apresuradamente. Rebuscó entre sus pertenencias hasta que finalmente dio con el pequeño artefacto en forma de Minion. Yuta rió.

—Genial. Bueno, quiero acabar pronto así que me voy de una vez —se despidió del par y salió tranquilamente del aula.

Shotaro acomodó sus cosas antes de cerrar la mochila y llevarla a su hombro.

—Así que... —comenzó el menor.

—¿Qué pasa?

—¿Me vas a decir de quien hablabas en tu baile?

—Eso no te interesa, Jung.

Sungchan hizo un puchero antes de acercarse a paso rápido al mayor. Cosa que no le costó trabajo.

—Así que sí es sobre alguien —sonrió con picardía. Shotaro solo le ignoró—. Vamos, cuéntame.

—Que no. Métete en tus propios asuntos —respondió con molestia. Sungchan alzó sus manos en señal de rendición.

—Muy bien, pero te aseguro me terminarás diciendo. Solo confía un poco más en mi.

El japonés soltó una risa que Sungchan no supo si era de ironía o incredulidad.

—Bueno, ya veremos.





Shotaro y Sungchan tienen dos meses y unas cuantas semanas de debutar respectivamente y ya tienen 1 daesang, 2 MAMA y son doble million sellers. Orgullo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro