Capitulo 1
Corre Ly...
Ellos te atraparán...
Si él te encuentra te matará...
Abro mis ojos con pesadez
¿Qué ha sido eso?
De a poco, las voces se pierden en lo profundo de mi mente mientras mi -aun- adormilado cuerpo intenta encontrar la posición perfecta para seguir descansando...
— ¡Ah! —un gemido de dolor se escapa de mis labios cuando mi peso recae en mi brazo izquierdo.
Recién llegados a este punto me doy cuenta de algo:
¿Dónde estoy?
Miro a mi alrededor, la habitación está completamente a oscuras, salvo por una lámpara cuya luz apenas logra iluminar la mesa en la cual se encuentra.
Como puedo, intento ponerme en pie, ignorando el dolor punzante que me impide mover el brazo; Al hacerlo logro divisar una gran cadena de plata sujetando mi pie, complicándolo todo aún más...
Comienzo a desesperarme ¿Qué es todo esto?
Arrastro mis pies descalzos intentando no tropezar mientras me dirijo a la lámpara; por "suerte" la cadena es lo suficientemente larga y logro llegar a la mesa.
Tomo la lámpara y la muevo de un lado a otro, intentado encontrar una salida, una llave... O por lo menos una explicación a todo esto. Mi débil brazo comienza temblar, la habitación parece estar vacía a excepción de mí, la pequeña cama, la mesa y...
¡Oh no!
Retrocedo un par de pasos, olvidándome por completo de la cadena, mis torpes pies tropiezan con ella, haciéndome caer de culo.
La lámpara cae al suelo, un par de metros lejos de mí, su tenue luz logra iluminar el motivo de mi desconcierto; nuevamente me pongo de pie y doy unos cuantos pasos hacia él:
Se trata del cuerpo de un hombre joven, de cabellos blancos, que yace inerte en el suelo.
Su cuerpo presenta hematomas y cortes de diversos tipos y profundidades... Con mucho cuidado lo tomo de la manga de su sweater y lo halo para darlo vuelta: los dedos de sus manos están mutilados y su abdomen hay un corte de mayor profundidad por el cual pueden observarse algunos de sus órganos.
Llevo mi mano a mi boca, ahora más que nunca debo salir de aquí. Con mucho cuidado tomo la lámpara, al levantarla logro divisar la puerta.
Sin importarme nada me abalanzó hacia ella; pero como era de esperarse, tiene seguro.
Dejó la lámpara a un lado y comienzo a golpear la puerta con ambas manos. Mi brazo duele horrores, pero con tal de salir de este lugar soy capaz de cualquier cosa.
— ¿Hola? ¿Alguien puede ayudarme? — Grito pegada al frío metal — por favor... No quiero estar en este lugar — golpeo nuevamente
No puede ser posible. Debe de haber una salida...
— ¡Eh perra! ¿Qué haces? — una voz masculina se escucha detrás de la puerta y casi de inmediato escucho el chirrido de la puerta al abrirse.
Retrocedo un par de pasos cuando la luz del exterior me ciega momentáneamente.
—Hola, tu... ¿vas a sacarme de aquí? — pregunto con algo de al gran hombre situado en la puerta, su gran tamaño me intimida.
— ¿Acaso te has vuelto loca pulgosa? — su repulsiva risa y el tono de su voz me hacen palidecer
—Yo... Yo...— Tartamudeo al borde de las lágrimas. ¿Qué está pasando?
—No te golpeare sólo porque me hiciste reír, pulgosa — ¿pulgosa? ¿Por qué me llama pulgosa?
— ¡Hey Dan! —Otro hombre entra a la habitación...— ¡Ah maldición! — Exclama al tropezar con el cuerpo sin vida que yace en el suelo— ustedes los pulgosos son más débiles de lo que pensaba — dice pateando el cuerpo para apartarlo de su camino, al hacerlo este salpica sangre por todos lados.
—Ustedes, aléjense por favor... ¿qué quieren de mí? ¿Por qué estoy aquí? — pregunto en tono de súplica mientras retrocedo para alejarme de ellos. Emito un grito ahogado cuando mi espalda impacta contra la pared.
— ¿que por qué estás aquí? ¿Acaso no lo recuerdas? — Pregunta en tono burlón — vaya Charlie, creo que se te pasó la mano — el hombre de casi dos metros Palmea el hombro de su compañero; este último se acerca a mí, como un león al acecho de su presa.
—Sí, creo que no debí golpearla tan fuerte...—"Dan" también se acerca a mi lentamente, como si quisiera que este momento fuese eterno.
—p-por favor... No me hagan daño — suplico, en vano. Ambos comienzan a manosear mi cuerpo. El más alto me sujeta del cuello mientras su compañero inmoviliza mis piernas con las suyas.
—Intenta no llorar esta vez, cachorra. Eso sólo me excita más — susurra pegado a mi oreja. Ambos huelen a alcohol y cigarrillos; intento contener las lágrimas cuando su mano se introduce en mi ropa interior.
—Quieta pulgosa; si te resistes, te ira peor — suelta a mi cuello y con ambas manos rasga la bata blanca que tenía puesta, dejándome únicamente en bragas.
—Por favor... Por favor, no hagan esto...
—Me encanta cuando suplicas, cachorra —mete su pulgar en mi boca con brusquedad, por instinto, clavo mis dientes en su piel, sintiendo casi de inmediato ese sabor metálico en mi boca— ¡Ah! ¡Maldita zorra! —el dorso de su mano impacta en mi mejilla; caigo al piso, mi cabeza golpea con la esquina de la cama, haciéndome gritar de dolor.
—Creo que no debiste hacer eso —Dan se acerca a mi, toma mi cabello en un puño y me levanta, lanzándome sobre la cama. Siento sus manos bajar por mi espalda hasta llegar a mi trasero, me retuerzo intentando que me suelte
—Por favor, no me hagas daño —rasga mi ropa interior para luego introducir su dedo índice en mi intimidad.
—Si te quedas quieta no te dolerá... tanto —introduce un segundo dedo, causando arquee la espalda— Ahora, no quiero escucharte en un buen rato perra... —toma los restos de mis bragas y los introduce en mi boca a la fuerza.
Niego con la cabeza repetidas veces cuando siento su primer intento por introducirse en mi interior
—Quieta, sé buena chica —sujeta mi cabello con fuerza, de manera que quedo inmovilizada debajo de él.
Emito un grito ahogado cuando su pene entra por completo en mi intimidad. Comienza a moverse despacio, disfrutando cada segundo de mi sufrimiento; las lágrimas humedecen mi rostro mientras lo escucho emitir sonidos guturales de satisfacción. Arqueo mi espalda cuando aumenta la velocidad de sus embestidas.
Por favor...
Que todo esto acabe pronto
Mi sexo escuece y mi cabeza palpita a causa del dolor. El bastardo jadea cuando se corre sobre mis muslos. Suelta mi cabello y me derrumbo sobre la cama; con las pocas fuerzas que me quedan saco el trozo de tela de mi boca.
—Es mi turno ahora —le escucho decir a su compañero y me tenso; como puedo me hago bolita en la cama, ignorando el dolor en todo mi cuerpo
—Creo que deberías darle unos segundos —lo escucho mientras se marcha. Cierro los ojos, trato de mantener mi mente en blanco mientras mi respiración se normaliza.
—Pulgosa... ¿te dormiste? —lo escucho cerca de mí en tono burlón. Sujeta mi pierna con fuerza, haciéndome abrir los ojos de golpe — ¿Ya despertaste? —Su asquerosa risa me hace estremecer — ¿Ya no hablas?
Su sarcasmo me molesta, pero ahora me queda claro que por más que llore, grite o me queje no conseguiré nada.
— ¡Te hice una pregunta! —sostiene mi mentón con fuerza, chillo cuando sus dedos aprietan cada vez más mis mejillas.
—Por favor... por favor —suplico en un hilo de voz; el hombre sonríe y me suelta
—Eso es... quiero que seas obediente zorra...
— ¡Hey Charlie! Wallace necesita a la loba en su laboratorio —su amigo el bastardo habla desde la puerta
— ¿Tiene que ser ahora? —gruñe enfadado dándome la espalda
—Está bastante molesta; no creo que sea bueno molestarla aún más... sabes que es la favorita del jefe —Charlie resopla resignado
—A esa mujer le hace falta una buena follada, para que deje de joder —masculla entre dientes
—Vamos pulgosa, no queremos que la loca se queje con el jefe —me toma por el brazo sacándome de la cama, tropiezo con la cadena de mi tobillo y caigo de bruces a sus pies.
— ¡eres una inútil! ¡Levantate! —me quitan la cadena y ambos me sacan de la habitación. Me conducen por varios pasillos de lo que parece ser un hospital, hasta divisar una gran puerta blanca, como las de una sala de operaciones.
—Por favor, no quiero entrar ahí... ¿Qué harán conmigo? —Intento zafarme del agarre de ambos, pero es inútil —No quiero, por favor...
—¡Basta mujer! A todos nos ira muy mal si no cierras la boca —Dan se contiene para no gritarme, mientras que su amigo me sujeta del cabello para tratar de inmovilizarme
—Por favor... —susurro en repetidas ocasiones cuando nos detenemos frente a la puerta
— ¿Qué es todo esto?...
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