Three-Shot: Kandra The Sinner
Advertencia
Esta vaina contiene lenguaje vulgar y contenido sexual explícito.
Se recomienda discreción... ok no sólo disfrútenlo, pero primero otra larguísima nota del autor que probablemente nadie lea porque seguramente aburre xdxd
♠️♠️♠️
Hola a todo el mundo...
Me complace el haber podido terminar este Three-Shot, el cual escribí con mucho cariño, dedicación y esfuerzo para ustedes.
Me motivó bastante el saber que no había nada sobre el Demonio Original y más porque nadie por aquí se había atrevido a emparejarlo con alguien así como lo hice yo (o tal vez sí, pero no me he dado cuenta jsjs). Admito que fue algo difícil escribir esto, pues quería que fuera bastante dramático y que tuviera algunos momentos de tensión, cosa que me llevó a escribir esto de manera extensa y a tardar mucho en tenerlo por completo.
Escribir esto también me llevó a investigar demasiado... Quizá hasta más de la cuenta... Cosa que actualmente me perturba por las noches... Seguramente se imaginan a lo que me refiero o quizá no... Pero bueno, lo importante es que logré terminar este pequeño proyecto para así poder continuar con la historia original de este fic de Save Me Mael. Espero que esta última parte sea de su agrado, porque a mí sinceramente me encantó.
Pd. Quiero agradecer a mi amiga maria_neko_sama por alentarme a seguir y por apoyarme con ideas y diálogos para este proyecto. Sin ella no hubiese podido terminar nunca.
An Airad
♠️♠️♠️♠️♠️♠️♠️♠️♠️
TERCERA PARTE
♠️♠️♠️♠️♠️♠️♠️♠️♠️
Zeldris dejó que Kandra se pusiera de pie para dar inicio al enfrentamiento que Estarossa había sugerido. Por lo tanto, aquel albino se alejó un poco para darles algo de espacio y así sentarse en un sitio cómodo para observar mejor.
La joven pelirosa temblaba de miedo de sólo pensar en las múltiples heridas que se ganaría si su tío se ponía serio y bueno, era más que obvio que eso sucedería.
Kandra tomó fuertemente aquella espada que el Demonio Original le había obsequiado tiempo atrás, justo en el primer mes que empezaron su relación. Ella atesoraba mucho esa arma, pero no solía llevarla consigo porque era algo pesada.
Cuando Estarossa dio la señal el combate inició y así, los nervios de su hija la paralizaron por un instante, momento justo que Zeldris aprovechó para acestarle un ligero pinchazo con su espada en el costado izquierdo.
Kandra se quejó horrible y Estarossa se llevó una mano al rostro para cubrir esa vergüenza y decepción que aquella escena le había hecho sentir.
Si bien, Estarossa era muy duro con ella, de algún modo detestaba admitir que ese desagrado que le tenía a su hija era principalmente porque él veía su pasado reflejado en ella.
Kandra era la viva imagen de aquel pequeño Estarossa cobarde que no tenía ni una pizca de oscuridad.
Estarossa había aborrecido su infancia con todo su ser y con ello aquel maltrato, críticas y burlas que recibió de la mayoría de los de su clan por ser tan débil física y mentalmente.
El peliplata no quería eso para su hija y por eso era tan frío con ella, pero de nada servía aquello si eso sólo lograba asustarla y volverla una completa cobarde...
Zeldris se aproximó a Kandra ágilmente, pero esta vez ella huyó sin pensarlo dos veces. No quería que su tío volviera a lastimarla, pues eso la haría tener aún más desventajas.
La chica miró su costado un momento y vio que la herida seguía abierta y que sangraba demasiado. Se maldijo a sí misma y después miró en frente. Zeldris ya no se encontraba en su foco de visión. Otra vez se había distraído en batalla y de nueva cuenta, él aprovechó eso para mandarla a volar unos metros más adelante, justo donde se encontraban Cusack y Chandler.
—¡Levántate! —le dijeron al unísono algo alarmados, pues miraron que Zeldris caminaba en dirección a ella, mientras Estarossa meneaba la cabeza en señal de desaprobación.
Kandra apenas pudo escuchar las voces de sus dos amantes, pues estaba verdaderamente aturdida por el feroz impacto. Su cabeza daba vueltas y había perdido un poco el equilibrio.
<<Maldición, creo que no debí comer tanto>> pensó, mientras apoyaba las manos en el suelo para levantarse.
—Te dije que no debías mantener la mente ocupada durante una batalla —inesperadamente el peli negro puso uno de sus pies encima de ella, presionando fuertemente su espalda, logrando que su herida se abriera aún más.
Cusack y Chandler miraron la horrible expresión de dolor en el rostro de la joven y la manera en que esta trataba de levantarse sin éxito.
<<Cusack... Chandler... Papá...
No miren esto>> pensó avergonzada, mientras algunas lágrimas traicioneras asomaban por sus tristes ojos que poco a poco iban tornándose grises para desgracia suya.
—A este paso ella terminará mal
—comentó Chandler, quien comenzó a trazar líneas sobre la tierra a modo de quitarse las ganas de atacar a Zeldris para que ya no siguiera lastimando a Kandra.
—Tranquilo, el señorito no se excederá... Eso espero... —dijo el dormilón para apaciguarlo, pero de algún modo llegaba a creer que su alumno no iba a ser tan blando como esperaba.
—¡Levántate ahora! —le exigió Zeldris, mientras movía su pie sobre ella, ejerciendo cada vez más y más presión —¡Si no te mueves voy a matarte! ¡Eres un demonio! ¡Esto no es nada para tu cuerpo todavía! —exclamó, sin saber que aquellas palabras sólo le destrozarían el alma, pues ella definitivamente no poseía ese potencial que un demonio normal tenía.
Estarossa suspiró hondo y se cruzó de brazos. La situación se estaba poniendo cada vez más difícil para su hija y eso no le estaba agradando en lo absoluto. Él quería ver más de ella y menos de Zeldris. Por un momento, por su mente pasó el deseo de querer atacar a su propio hermano para que su hija tuviera algo de ventaja, pero afortunadamente se contuvo.
Él quería conocer esas habilidades que su pequeña estaba ocultando y llegó a creer que entre más presión y dolor tuviera, habría más probabilidades de que ella despertara, de que ella dejara de ser débil como él lo había sido en el pasado...
Zeldris endureció las facciones de su rostro y de una patada volvió a lanzar a su sobrina unos cuantos metros más adelante.
—No cabe duda, tú deseas morir —le dijo y sostuvo su espada con determinación, pero entonces y para su sorpresa, Kandra se levantó del suelo, apoyándose torpemente con su espada al clavarla en la tierra. Esa espada que tanto adoraba, aquella de hoja dentada a la que había llamado Velvet Gloom.
—No voy a caer en ese juego otra vez —murmuró, dando un escupitajo de sangre hacia un lado —Mi padre me ha hablado de esa forma tantas veces... ¡Y no voy a dejar que eso me afecte de nuevo! —exclamó, mientras corría a prisa directamente hacia él, quien ya la esperaba con una sonrisa y los brazos abiertos. Eso hizo que Kandra vacilara. Vio que su tío había bajado mucho la guardia y sintió pena. No quería lastimarlo, pues aquella expresión tan cálida y agradable en su rostro era la que siempre veía cuando éste trataba de animarla.
Y sucedió, ella detuvo su marcha y Estarossa no pudo evitar suspirar con pesadez por el bochorno que esa acción le había provocado.
—Tonta... —murmuró el albino —Nunca bajes la guardia por lástima ni por empatía...
Zeldris aprovechó el momento en que ella se detuvo para atravesar su cuerpo. Él no dudó. No le importó lastimarla, después de todo era un demonio y los demonios como ella son fuertes y se regeneran rápido... Pero ella no era como el resto...
Kandra abrió los ojos de la impresión y su mirada se topó con la de Zeldris, quien al notar aquella extraña tonalidad en sus pupilas se quedó totalmente pasmado. ¿Por qué mierda se veían de ese color los ojos de Kandra? ¿Acaso no eran negros desde el día en que nació?
Kandra aún con la espada incrustada en su abdomen dio un paso hacia adelante y lentamente movió a Velvet Gloom en un vano intento de atravesar a Zeldris también, pero tristemente no pudo y cayó de espaldas con la mirada perdida. Kandra estaba en su límite, había perdido mucha sangre por la primera herida y esta segunda seguía sin cerrarse.
Ni siquiera llevaban diez minutos de combate y Zeldris no había usado en ningún momento su poder mágico. Todo había sido fuerza física y a pesar de ello, Kandra no había conseguido hacerle ningún rasguño.
—¡Bravo! ¡Magnífico! ¡Excelente! —Estarossa se levantó del suelo de donde se encontraba sentado y se puso a aplaudir emocionado por todo lo que había visto en tan poco tiempo. La extraña actitud del mandamiento llamó la atención de Cusack y Chandler, quienes sabían que aquello era sólo mero sarcasmo, pues quedaba claro que estaba decepcionado de lo que había visto.
—Maldito... —murmuró Cusack, quien apretó sus puños con fuerza mientras miraba la desagradable actitud burlona de Estarossa.
—Lo siento Cusack, pero esto aquí no termina —se disculpó Chandler casi enseguida, mientras garabateaba algo sobre su mano derecha.
—Espera... ¿Qué crees qué haces? —le preguntó alarmado, mientras caía en cuenta de lo que era aquello.
—Voy a ayudarla un poco —dijo con un guiño y con su mano señaló en dirección de la joven moribunda.
—¡Detente! ¡No lo hagas! —exclamó el pelirosa, mientras tiraba de su brazo, pero ya era demasiado tarde.
—¡Absolute Order! ¡Levántate, Kandra! —profirió y pronto, el cuerpo de ella comenzó a moverse y a tambalearse como si fuera una muñeca de trapo.
—¡Estúpido, acabas de firmar su sentencia de muerte! —le reclamó Cusack, mientras sus ojos se cristalizaban.
—Cierra la boca o van a oírte —dijo el anciano entre dientes, mientras observaba con atención la sorprendente escena.
<<Mi cuerpo se está moviendo por sí solo>> pensó la chica, mientras tomaba su espada y la blandía hacia en frente, donde Zeldris charlaba con Estarossa.
—Maravilloso... —murmuró el albino con una creciente sonrisa, observando atento cómo su hija había tenido el coraje para continuar.
La reacción de Estarossa había hecho que Kandra sintiera una calidez en su alma, pues por primera vez en su vida su padre estaba embelesado mirándola.
Zeldris esbozó una sonrisa, satisfecho, porque la joven quería continuar con aquello aún a pesar de que ya daban por terminado el combate.
—Vaya determinación. Eso es lo que hace un demonio... —le dijo Zeldris desenfundando su espada, la cual había guardado al creer que ya había ganado.
Estarossa se apartó de allí y tomó asiento nuevamente, esta vez estaba contento y realmente emocionado, más que al principio.
<<Ella va a conseguirlo... Seguro que lo hará>> pensaba el mandamiento del amor.
La pelea volvió a retomarse y esta vez Kandra se movió más ágilmente gracias al control que Chandler ejercía sobre ella. Zeldris comenzaba a tener cierta desventaja ante eso, pues a diferencia de Kandra, su cuerpo no era tan flexible como el de ella. Después de todo, ser hija de Meláscula tenía sus ventajas.
—¡Si le pasa algo a nuestra chica, juro que voy a matarte, Chandler! —lo amenazó Cusack, quien llevó una de sus manos a una de las empuñaduras de sus espadas.
—Si haces eso, ella se quedará sin el Demonio Original —le recordó, sonriente.
—¡Maldito anciano oportunista! —espetó el pelirosa cabreado, recordando ese pequeño detalle.
Después de media hora de combate, Zeldris cayó al suelo luego de recibir una fuerte patada en el abdomen que lo hizo vomitar, momento que Kandra aprovechó para pisotearlo justo como él le había hecho, mientras éste trataba de estabilizarse.
—Vaya, has aprendido bien —le dijo Zeldris y ella sonrió, sólo para desvanecerse repentinamente frente a él.
—¡Kandra llegó a su límite! ¡Cancela rápido tu magia o ella morirá! —alarmado, le gritoneaba el pelirosa a Chandler, quien borró el símbolo de su mano inmediatamente, no sin antes usar su absolute cancel contra su propia magia para eliminarla sobre ella.
—Te dije que estaría bien.
—¿Bien? Sólo mírala, la hiciste sobreesforzarse demasiado —señaló.
—Lo sé, pero al menos ese maníaco está feliz ahora y dejará de molestarla por un tiempo.
Estarossa pronto recogió el cuerpo de su hija para auxiliarla. La sostuvo entre sus brazos con una sonrisa, justo como hacía cuando ella era bebé.
Kandra abrió lentamente los ojos y para su fortuna, estos habían vuelto a ser oscuros otra vez, al menos en ese momento en que su padre la cargaba.
—Papá... ¿Lo hice bien? —le preguntó, con la voz entrecortada.
—Sí, Kandra. Lo hiciste perfectamente... Tu padre está orgulloso. Haz progresado mucho —le respondió de una manera amable y suave.
—Me alegro —dijo, antes de desmayarse nuevamente.
Estarossa y Zeldris abandonaron el lugar enseguida, mientras Cusack y Chandler se quedaron celebrando la victoria de su adorada chica.
—¿Qué has dicho, Galand? —la voz de Meláscula resonó por todo el castillo, pues acababan de avisarle que debía ir a ver a su pequeña, pues esta se encontraba inconsciente en alguna parte del castillo...
—Sin duda le está tomando algo de tiempo regenerarse —le dijo Gelda a Meláscula, quien acababa de llegar a la habitación donde tenían a Kandra.
—¡Oh por todos los infiernos! ¿Qué te han hecho, pequeña? —la voz de la pelirosa se quebró y abrazó a su hija mientras las lágrimas se asomaban por sus ojos.
—Deberías estar agradecida, al fin pude ver a Kandra usar todo su potencial con la espada —dijo Estarossa, quien no dejaba de estar orgulloso de su retoño.
—Sí, ella logró vencerme —agregó Zeldris sonriente, pero Gelda lo fulminó con la mirada para que se callara —Bueno, en realidad ella se desmayó después de patearme —dijo, avergonzado luego de ver la expresión molesta de su amada.
—¡Ustedes dos son unos malditos cínicos! ¿Cómo se atreven a hacerle daño a mi bebé? —exclamó la mujer bastante molesta.
—Tranquila, ella estará bien —dijo Estarossa, quien pronto se acercó a Gelda para ayudarla a aplicar un vendaje alrededor del vientre de Kandra, pues sus heridas seguían sin cerrarse.
—Oye Zel, en verdad le hiciste daño a mi hija —aseguró el albino con el ceño fruncido, mientras miraba el tamaño de aquella herida que se había agrandado aún más.
Estarossa inspeccionó con curiosidad el abdomen de la joven, pues le pareció extraño que ella no estuviera mejorando ni un poco.
—Oye... Esto no está bien —le dijo a Gelda, quien pensó que se refería a la manera en que vendaba su cuerpo.
—Lo lamento, voy a arreglarlo enseguida —se disculpó y entonces alzo un poco la nueva ropa que le habían puesto, dejando a la vista un gran símbolo grabado en su pecho.
—¿Qué mierda es esto? —dijo Estarossa molesto y Meláscula se acercó a ver.
—Maldición... —murmuró Zeldris, quien de inmediato salió de la habitación sin que ellos lo notaran.
Cuando el pelinegro llegó donde su maestro se encontraba, le acestó una tremenda bofetada.
—¡Príncipe Zeldris! ¿A qué se debe esto? —le preguntó sorprendido, mientras se tocaba la mejilla considerablemente enrojecida.
—¿Por qué lo dejaste hacerle eso? —espetó.
Cusack comprendió de qué estaba hablando y se puso de rodillas ante él.
—Él no quiso escucharme, yo insistí, pero no sirvió de nada.
—¡Eres un tonto incompetente! —exclamó y le dio una patada en el rostro.
—Lo lamento, joven príncipe... Yo no quería que...
—¡Suficiente! ¡Cierra la puta boca y ve por Chandler ahora mismo! ¡Ustedes dos, hijos de puta, lo pagarán caro! —dijo Zeldris, casi a punto de desatar su Ominous Nebula para arrasar con todo lo que allí había.
Zeldris creyó que aquel símbolo en la piel de su sobrina también era el causante de su nula regeneración y de la extraña decoloración en sus pupilas. El chico estaba asustado de todo ello y pensó que si esa cosa permanecía allí por más tiempo, iba a terminar con la vida de ella, pero el panorama en realidad era otro y sólo Kandra sabía la verdad...
Por primera vez en su vida Cusack no obedeció las órdenes de su joven amo y prefirió ir con Chandler con la intención de idear un plan de escape, para llevarse lo que era suyo lejos del purgatorio.
—¡Kandra desapareció! —gritó Gloxinia a todo pulmón, luego de que fuera llamado para ayudar a la joven con su recuperación y al entrar no encontrara a nadie en aquel sitio.
Estarossa y Meláscula se alarmaron, pues no imaginaron que ella fuera a irse nuevamente y sin decir nada, menos por el estado tan deplorable en el que se encontraba.
Cusack y Chandler se la habían llevado justo después de que todos abandonaran la habitación para dejarla descansar. Esa fue la oportunidad perfecta para ir por ella y las cosas habían resultado como esperaban.
Cusack le había contado a Chandler que se la llevarían a aquel lugar donde vivía su hija actualmente. Esa hija que había tenido con Caeli justo en aquel tiempo cuando él la dejó ser libre para que se fuera con el arcángel Mael.
—¿Seremos bienvenidos allí? —le preguntó el anciano temeroso, mientras volaban hacia allá junto a una gran bola de oscuridad, donde iba resguardado el cuerpo de Kandra.
—Por supuesto que sí, siempre me llevé bien con Mael —respondió el demonio sonriente, recordando aquel momento en que se cogió al arcángel cuando lo tenían prisionero en las catacumbas.
—Bueno, si tú lo dices —dijo el demonio peliverde, algo asqueado al recordar eso que hubo entre ellos.
Al llegar a aquel lugar, pronto los recibió Enya, quien abrazó a su padre con ternura.
—Pensé que jamás vendrías aquí —le dijo sonriente, la pelirosa.
—De hecho estamos huyendo, cariño —respondió avergonzado, deshaciendo el abrazo.
—¿Se puede saber exactamente de qué? —lo cuestionó, algo molesta, pues no podía creer que su padre se metiera en problemas, ya que él era demasiado obediente.
El segador dormilón hizo que una bola de oscuridad bajara lentamente hacia ellos y en cuanto esta se desvaneció un poco, dejó ver el sereno rostro de Kandra, quien seguía inconsciente.
—¡Mi amiga! —Enya se alarmó al verla en ese estado.
—Estarossa hizo que tuviera un combate a muerte contra Zeldris —informó Chandler.
—Y se ganó algunas heridas de gravedad que no han podido sanar adecuadamente —agregó Cusack, preocupado.
—Papá Mael puede sanar sus heridas —aseguró la joven demonio, cuyo ojo izquierdo poseía las mismas flechas que su progenitor.
—Perfecto. Entonces llévanos con él, pequeña...
Y fue así que la hija de Cusack los llevó pronto a donde Mael se encontraba, quien no pudo evitar ruborizarse al ver al demonio de cabello rosa después de tanto tiempo.
—Cusack... —la voz del arcángel estaba cargada de recuerdos, momentos que ambos no podrían olvidar jamás.
—Lamento mucho la molestia —dijo algo apenado y Chandler le dio un ligero golpe con su bastón espada para que disimulara un poco su vergüenza de adolescente enamorada.
—No te preocupes, después de todo somos familia —le recordó el albino, mientras Enya depositaba a Kandra en la cama de la habitación que les habían asignado en la base de Stigma.
Cusack asintió, pues él tenía toda la razón. Enya era la hijastra del arcángel y éste la cuidaba como si fuera propia, además, ella lo quería tanto como al segador dormilón.
—¿Necesitas que vaya por tu hermano? —le preguntó Caeli al platinado y Cusack la miró a detalle tras escuchar su voz, notando que estaba embarazada nuevamente. Al parecer vendría un cuarto hijo en camino.
—Te lo agradecería mucho, cielo —le respondió Mael, quien prefirió dejarle todo el trabajo a Ludociel para tener un momento a solas con aquel demonio pelirosa.
Caeli asintió y pronto abandonó la habitación, pero no pasó mucho tiempo cuando regresó de nuevo, esta vez junto a su cuñado, quien se sorprendió al ver a sus antiguos enemigos.
—Nunca pensé que llegaría a ayudarlos tan pronto —espetó el arcángel, inspeccionando a Kandra casi enseguida.
—Nosotros tampoco —contestaron ambos demonios un poco avergonzados.
Ludociel suspiró hondo y le pidió a todos que se retiraran, exceptuando a Caeli, pues ella usualmente era su asistente en algunas ocasiones.
—¿Ella es tu hermana? —le preguntó el arcángel a su cuñada, después de comenzar a retirar el vendaje ensangrentado del abdomen de la chica y Caeli sonrió al recordar a Estarossa y a su nueva familia.
—Algo así —se limitó a decir, pero pronto aclaró —Es la hija de quien cuidó de mí por largo tiempo.
—Entiendo —Ludociel posó sus manos sobre el abdomen desnudo de Kandra —Sukuyakanare... —pronunció y rápidamente las profundas heridas de la pelirosa desaparicieron por completo y con ello también aquella molesta marca que Chandler le había dejado a causa de su Absolute Order.
—Gracias señor Ludociel, sin usted no hubiéramos podido hacer nada.
—¿Bromeas? Mael también puede hacer esto, aunque no entiendo por qué no lo hizo —dijo el arcángel algo confundido.
Ciertamente Mael podía haber sanado a Kandra, pero prefirió no hacerlo porque quería hablar con Cusack.
—Ya sé qué vas a decirme —espetó Cusack con una sonrisa ladina, mientras se cruzaba de brazos mirando de frente al platinado.
—¿Soy tan obvio? —le preguntó bastante avergonzado.
—Por supuesto que sí y la verdad es que yo quería disculparme por lo de aquella vez. Sé que han pasado muchos años, pero la verdad no puedo olvidarlo —se aproximó a él, quedando a escasos centímetros de su rostro.
—Entiendo... No te preocupes por nada... De algún modo a mí.... Me gustó mucho —confesó, tímidamente el albino.
—Entonces... Quizá haya una próxima vez —le susurró el pelirosa al oído antes de marcharse, dejando a Mael más rojo que un tomate.
Enya vio aquella escena desde lejos. No le sorprendía en absoluto que su padre se comportara así, pues sabía perfectamente que a algunos demonios no les importaba mucho relacionarse íntimamente con los de su mismo sexo. Aunque eso de alguna manera la emocionó bastante, pues no creyó que sus dos padres tuvieran algún tipo de relación especial...
De algún modo eso la motivó a confesarle sus sentimientos a esa persona que tanto amaba desde hacía ya un largo tiempo y rápidamente pensó en que sería mejor hacerlo esa misma noche cuando fuera a buscarle.
Cuando Ludociel y Caeli salieron de la habitación de Kandra, estos llamaron a Cusack y a Chandler para informarles que todo había resultado perfectamente bien.
Los dos demonios enseguida les agradecieron a ambos la atención que le habían brindado a la joven y Mael por su parte, parecía avergonzado, pues su hermano no dejaba de mirarle mal debido a que no se había hecho cargo de ese asunto.
Luego de conversar un rato, los dos arcángeles y la joven súcubo dejaron solos a los dos hombres, quienes no esperaron más para ver a su amada Kandra.
La joven pelirosa dormía plácidamente con una expresión neutra en el rostro, sobre una gran cama de suaves almohadas y una delgada sábana blanca cubría su delicada figura.
Su cuerpo ahora estaba totalmente renovado, a excepción de sus ojos, los cuales seguían con aquella misma lesión que Estarossa había provocado. Quizá eso era algo que los arcángeles o Gloxinia podrían sanar, pero en ese momento sólo Zeldris sabía de la existencia de aquel problema en su sobrina. Si él hubiera estado presente, tal vez Ludociel se hubiera encargado de ese pequeño detalle también.
Y aunque tener los ojos grises no afectaba en demasía la visión de Kandra, eso no dejaba de resultarle molesto, pues era motivo suficiente para hacerla sentir avergonzada.
No era normal ser un demonio de ojos grises. No era normal tener problemas de regeneración.
Eso era lo que siempre pasaba por su mente, cosa que su pareja, el Demonio Original, ignoraba por completo. Aunque sabía que él la aceptaría sin importar nada, de alguna manera tenía vergüenza de contarle su secreto.
El segador dormilón se sentó al borde de la cama y contempló con detenimiento cómo el pecho de la joven subía y bajaba en cada respirar. Se sintió aliviado de haberla traído a tiempo con los hermanos alados. Sólo ellos podían salvarla en ese momento y estaban agradecidos con eso.
—Incluso la marca de tu maldición ha desaparicido —le dijo Cusack al peliverde, pues se había atrevido a echarle un vistazo a la chica por debajo de su nueva ropa.
—Eventualmente eso pasaría, la maldición se cancela en cuanto yo lo desee, pero la marca permanece inofensivamente por un tiempo —comentó el anciano de brazos cruzados a un lado de él.
—Creo que no debí alarmarme tanto —dijo, avergonzado —Pero me alegra que ahora todo esté como antes.
—Por supuesto, yo también me siento feliz de verla en perfectas condiciones —admitió, sonriente y suspiró —Supongo que es tiempo de que él venga, ¿no crees? —sugirió.
—Tienes razón, seguramente él también desea verla —le contestó, mientras alisaba su bigote y se ponía de pie...
Kandra abrió sus ojos después de unas horas. Ya era de madrugada y una cálida sensación sobre su mano izquierda la hizo buscar casi de inmediato la fuente de aquel agradable calor.
—Oh, eres tú. ¿Dónde estamos? —le preguntó a su amado y él sólo sonrió, tomándose el tiempo necesario para contestarle, pues estaba embelesado contemplando su belleza.
—Estamos en el bosque del Rey Hada. Para ser exacto en Luz de Gracia, la torre celestial que funge como base de Stigma, esa antigua organización que estaba en contra de nuestro clan hace un tiempo —respondió el Demonio Original, cuyas manos acariciaban las de ella.
—Ya veo... —la joven entrelazó sus manos con las de él y suspiró, se sentía bastante reconfortante despertar y tenerlo a su lado.
—Te extrañé —confesó él repentinamente, acercando su rostro al de ella, para depositar un corto beso sobre su mejilla.
—Yo también... La verdad es que a veces es difícil poder estar a tu lado sin que nadie sospeche de nosotros... Y Enya... —hizo una breve pausa y prosiguió —Me da pena con ella, desde que recuerdo, ella fue la única con la que solía jugar cuando era pequeña... Pero de algún modo siento como si la hubiese cambiado por ti —la voz de Kandra parecía triste, pues se sentía rara al ser la amante del padre de su mejor amiga.
—No te sientas mal por algo como eso, no fui yo exactamente el que procreó a Enya con esa mujer. Fue sólo una de mis mitades... Aunque de todas formas tiene parte de mi sangre —admitió, algo entristecido luego de escuchar a su amada.
—Tienes razón... —su semblante se suavizó un poco y suspiró hondo —Bésame —pidió repentinamente y cerró sus ojos esperando aquella dulce muestra de afecto, esa que estaba ansiando tanto recibir.
El Demonio Original acarició su delicado rostro con dos de sus manos, de tal manera que sus mejillas quedaran acunadas con estas.
Kandra sentía el calor de su aliento y el ligero sonido de su respiración chocando contra la suya, mientras sonreía complacida al percibir el roce de sus labios con los suyos y con ello, también el áspero tacto de su larga barba contra su piel bronceada.
El Demonio Original posó una de sus otras manos sobre el muslo de su amada, dándole suaves caricias que poco a poco subieron hasta sus caderas.
Sus bocas estaban unidas y sus húmedas lenguas moviéndose en un delicioso y lento compás excitante.
La escasa luz que se colaba por una de las ventanas era suficiente para poder iluminar las dos figuras que se encontraban sobre aquella cama que estaba situada justo en medio de la habitación.
El Demonio Original detuvo sus caricias en cuanto sintió nuevamente aquel incómodo sentimiento de culpa debido a que su su adorada chica era demasiado joven para él. La edad era algo que constantemente lo acomplejaba y siempre le impedía disfrutar de su relación con ella.
Al notar el cambio repentino, Kandra le dijo que no se preocupara por nada, pues su cuerpo ya estaba en perfectas condiciones. El demonio dudó un poco, pero estaba tan excitado al igual que ella como para dejar las cosas como en aquella ocasión. Así que la pelirosa se acomodó mejor sobre la cama y se quitó las prendas que tenía encima ante la atenta mirada de su amante, quien se relamió los labios al contemplarla.
Masajeó uno de sus pechos con suavidad, procurando no ser rudo como en la noche anterior y pronto atrapó con su boca aquel suave botón rosado que se erguía lentamente con cada succión, procurando no lastimarla con sus afilados dientes puntiagudos.
Las placenteras sensaciones en el cuerpo de la joven comenzaron a provocarle ligeros espasmos por la conmoción del momento.
El demonio acarició su cuerpo casi por completo al tener la gran ventaja de poseer cuatro manos. Quería que ella se sintiera segura con él. Quería transmitirle su querer en cada mimo, quería hacerle saber que no sólo pretendía aparearse con ella por placer, sino por amor.
En verdad la amaba. Estaba tan jodidamente enamorado de ella que no le importó ganarse la total desconfianza y el odio por parte de los suyos por haberla raptado y llevado con el clan de las diosas sólo para que estos pudieran salvar su vida.
Quizá Zeldris y Meláscula lo perdonarían por eso, pero Estarossa lo pensaría mil veces. El albino no podría bajar la guardia ni fiarse de él, pues no hacía mucho que este había intentado matarlo frente a todos los del clan demonio...
Kandra estaba bastante complacida por cada caricia que recibía por parte del Demonio Original, quien jamás creyó que tendría la oportunidad de tener un momento íntimo con una mujer, mucho menos con una jovencita...
En varias ocasiones ella le había regalado deliciosos gemidos y lindas expresiones placenteras. Él pronto se le acomodó encima para volver a besarla, mientras una de sus manos atendía su sexo.
Kandra envolvió su bestial cuerpo con sus piernas, haciendo que su monstruosa masculinidad rozara suavemente contra su abdomen. El tamaño de aquello seguía siendo enorme a pesar de que él hubiese adaptado su cuerpo para ella y sobre todo porque su pene no era para nada parecido al de un hombre, sino más bien como el de un equino, pero aún más monstruoso.
La joven parecía un poco relajada a pesar de ello y movió su cuerpo de tal manera que su intimidad fuera acariciada por la dura longitud del Demonio Original, quien soltó un gemido casi al instante.
Ambos comenzaron a frotar sus cuerpos lentamente y esa deliciosa fricción sólo aumentó el deseo entre ellos aún más.
—Voy a entrar, cariño —susurró a su oído y posó sus patas delanteras encima de la cama, justo a un lado de los hombros de ella.
Kandra asintió y abrió las piernas de tal manera que él pudiera tener un mejor acceso.
El demonio movió su cuerpo para que su miembro rozara su humedecida feminidad y poco a poco se introdujera en ella.
Él quería ser gentil con su frágil, joven y pequeño cuerpo, pues apenas era una adolescente que comenzaba a experimentar ese tipo de cosas con su primera pareja, la cual quería que durara por siempre.
Kandra se quejó un poco en cuanto sintió que aquel miembro animal entraba en ella. Eso era demasiado para su vagina y llegó a pensar que él la estaba destrozando por dentro, pero de todos modos no estaba dispuesta a que se detuviera.
—Duele... —apenas pudo decirle, antes de que él intentara adentrarse aún más.
—Lo siento, Kandra. Creo que sigo siendo demasiado grande para ti —le dijo con preocupación.
—No importa. Por favor, no te detengas ahora. Quiero que continúes. Yo estaré bien —afirmó a pesar de que su interior dolía demasiado.
—De acuerdo —le dijo, con un susurro suave, besando sus labios para distraerla de aquel creciente malestar insoportable.
<<Si mi madre soportó el dolor físico y emocional de tener como pareja a mi padre, entonces esto no es nada para mí>> pensó la joven, cuya respiración era fuerte y agitada.
<<Maldición... La terminaré matando si no me modero un poco... >> era lo que pasaba por la mente de él, luego de ver su expresión cargada de aflicción.
Al Demonio Original le tomó algo de tiempo acoplarse a ella, realmente era difícil penetrarla sin llegar asustarse con cada gemido que emitía.
Duraron un rato con movimientos suaves y lentos, hasta que llegó un punto en el que Kandra le pidió que fuera más rápido.
Él aceptó sin dudarlo, pues se moría de ganas por follarla a su manera. Aunque era la primera vez que tenía intimidad, ya que en todo el tiempo que llevaba en el purgatorio, no había tenido ni una sola pareja y mucho menos contacto sexual con alguien. Sólo Cusack había sido el afortunado que se había acostado con infinidad de mujeres, se había tirado a un hombre y hasta descendencia había tenido...
Entre besos y caricias, las embestidas se tornaron más feroces, al grado en que él no se había percatado de que todo su miembro había entrado por completo en ella y que cada que le daba duro, su vientre se abultaba considerablemente.
Luego de un rato, Kandra le pidió que cambiaran de posición, pues quería experimentar otras formas diferentes de hacerlo. Él asintió bastante curioso por saber cómo se vería ella estando de otra manera y entonces sucedió. Kandra se puso en cuatro y él la montó como si fueran animales... Aunque de algún modo lo eran...
La peli rosa no dejaba de gemir cada que él golpeaba con intensidad su interior, pues sentía que sus entrañas eran acariciadas por su miembro, eso fue algo que pasó de asustarla a gustarle.
El Demonio Original no soportó más esas deliciosas sensaciones y terminó llenando su interior con su abundante semilla y cuando él retiró su sexo del de Kandra, esta se quedó maravillada observando la gran cantidad de semen que salía de su interior y pronto llegó a imaginar que dentro de unos meses terminaría dando a luz a más de un bebé, porque joder, aquello era demasiado como para sólo engendrar uno o dos...
Ante todo ese espectáculo obsceno se encontraban unos ojos color obsidiana mirando atentamente por una de las ventanas. Enya llevaba un rato mirando cómo su padre tenía sexo con quien consideraba su mejor y única amiga, aquella chica tímida a la que jamás creyó ver de ese modo tan vulgar.
Para Enya ver aquello la tenía sin palabras. No sólo porque se trataban de dos seres tan queridos por ella, sino porque Kandra le gustaba, pero nunca se imaginó que su padre tuviera un gran interés en ella y mucho menos que los encontraría en un momento íntimo y tan perturbador.
Estaba realmente cabreada y celosa, pues su padre, al que tanto adoraba le había robado y había hecho suya a la mujer que amaba.
—Si Estarossa se entera de esto... Quizá ambos lo paguen caro... —dijo la chica para si misma, mientras una escalofriante sonrisa maliciosa se plasmaba en sus labios mientras emprendía su camino...
Bonus
Aquella tarde el mandamiento del amor había estado buscando a Kandra por largo rato. Planeaba tener una charla de padre a hija y también contarle sobre una linda e inesperada noticia. Esta vez Meláscula no se lo había pedido ni nada por el estilo. Simplemente nació la necesidad en él de hacerlo, pues estaba realmente feliz y emocionado.
Quizá aquella noticia que iba a decirle compensaría el daño que le había ocasionado y creía que de esa forma quizá ella lo perdonaría por haber sido un mal padre y lo alentaría a ser mejor.
Entonces, cuando llegó a un paraje apartado del castillo del Rey Demonio, notó que su hija se encontraba más cerca de lo que pensaba.
Enseguida la vio sentada en la orilla de aquel acantilado, donde algunas veces Caeli acudía en busca de tranquilidad. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordarla. De algún modo su hija tenía algo que lo hacía recordarle a Caeli, esa súcubo que decidió fugarse con el arcángel Mael, para formar su propia familia en cuanto supo que él esperaba una hija con Meláscula...
En cuanto Estarossa dio un paso para caminar hacia su pequeña, inesperadamente apareció alguien más. Alguien a quien no creyó ver por un buen tiempo, alguien a quien aborrecía con todo su ser.
Aquella cálida sonrisa que tenía se esfumó por completo y las facciones de su rostro se endurecieron en cuanto lo vio besar a su hija... a su única hija.
Estaba dispuesto a atacar al Demonio Original en ese momento, pues le asqueaba verlo tan meloso con Kandra... su pequeña Kandra. Así que en un intento desesperado por liquidarlo, invocó rápidamente a Rebellion, pero tan pronto lo hubo hecho, una voz en su interior lo hizo detenerse.
—No... Kandra ya no es una niña... —susurró para sí repentinamente y la espada curva volvió a entrar en su pecho —Ella es libre de amar a quien quiera y eso es algo que debo respetar aunque me cueste...
El albino se retiró del lugar en cuanto aceptó la derrota.
Él no debía entrometerse entre ellos, menos si quería hacer las pases con su hija...
Fue un golpe muy duro el enterarse de que su "bebé" mantenía una relación con su peor enemigo, pero sabía que nada podía hacer al respecto. No quería hacerla sufrir nuevamente, no quería echar a perder esa extraña relación que había nacido entre ellos y, aunque Enya se lo había dicho antes, no quería creerlo, pero ahora que lo había visto por su propia cuenta, sabía que era verdad y que debía apoyar a Kandra y hacerle ver algo: que todavía era muy joven para hacer ciertas cosas...
Cosas que obviamente ya habían sucedido...
Cosas que obviamente traerían otras pequeñas cositas dentro de unos meses más...
Estarossa se quitó la idea de ser abuelo de la cabeza al palmear sus mejillas con fuerza. Eso sin duda lo había perturbado bastante, pero de algún modo sabía que tarde o temprano sucedería y cuando ese momento llegara, él se encargaría de proteger y adorar a sus nietos junto a su amada Meláscula, quien nuevamente esperaba un hijo de él...
♠️♠️♠️
Si tienen alguna duda con respecto a este Three-Shot, siéntanse libres de preguntarme lo que sea.
Quizá más adelante escriba otro One-shot...
Espero...
An Airad
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro