Three-Shot: Kandra The Sinner
¡Hola a todos! Aquí An Airad reportándose después de mil años...
Y como dice la imagen del principio: ES DE MI AGRADO INFORMARLES QUE ESTE TWO-SHOT SE CONVERTIRÁ EN THREE SHOT.
Sí, leyeron bien. La verdad es que tenía pensado que sólo fueran dos capítulos de esto, pero para ser honesta, me di cuenta de que no iba a poder escribir todo lo que quería, así que justo hoy me decidí por hacer una tercera y última parte también.
Al terminar de escribir este Three-Shot, retomaré la trama de la historia principal nuevamente...
Y me disculpo...
Lamento mucho la demora... Últimamente he estado más ocupada de lo usual en estas semanas y sólo me había dedicado a actualizar mis headcanons de Estarossa (también tengo pendientes varios pedidos que algunos de ustedes me hicieron, pero pronto estaré publicándolos, sean pacientes por favor TnT).
Sin más qué decir, disfruten la lectura.
An Airad
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SEGUNDA PARTE
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Galand, Derieri y Monspeet ofrecieron su ayuda para buscar a Kandra, cuyo paradero se desconocía luego de que esta desapareciera repentinamente justo como su padre solía hacer. Ambos podían tener personalidades diferentes, pero sus hábitos eran los mismos, incluso se habían enamorado de demonios con apariencias de animal...
Cada mandamiento tomó un rumbo distinto para buscar mejor por los alrededores del castillo, pero ni haciendo eso lograban dar con ella. Mientras ellos la buscaban con esmero, esta se encontraba en una apartada cueva que se situaba más allá del castillo del Rey Demonio.
Kandra estaba acurrucada entre los brazos del Demonio Original, cuyo cuerpo era mucho más cálido que el de ella. Ambos se habían quedado en silencio mientras disfrutaban de la cercanía del otro.
El demonio había invitado a la chica a beber un poco para que olvidara sus penas, pues Cusack, una de sus mitades, había adquirido un nuevo licor exótico en una tienda en el mundo humano y estaba emocionado por probarlo con su amada. Kandra no acostumbraba a beber alcohol, pero esa noche se sentía tan mal que simplemente terminó cediendo a su invitación.
Ella fue la primera en embriagarse y la primera en mostrar una faceta distinta de su personalidad. Su cuerpo ahora se encontraba muy caliente y la ropa comenzó a estorbarle de un momento a otro. El Demonio Original observaba con atención lo que ella hacía sin decir absolutamente nada.
Sabía perfectamente que las cosas se tornarían peligrosas si no hacía algo al respecto, pues ellos habían acordado no tener sexo hasta que ella fuera un poco más mayor, ya que su cuerpo ahora era demasiado frágil y pequeño para soportar el duro apareamiento.
Cabe mencionar que, Kandra sólo amaba al Demonio Original y no sentía ninguna atracción por alguna de sus dos mitades; Cusack y Chandler.
Él era todo para ella y viceversa. Sus sentimientos hacia él eran puros y sinceros, tanto que ni siquiera pensaba en tener sexo con él y tampoco sentía morbosidad por saber cómo mierda le haría para que su enorme virilidad pudiese entrar en ella.
Kandra disfrutaba de lo más simple: de sus conversaciones juntos, de la atención que él le daba, de sus besos, de sus caricias y cada detalle que a él lo caracterizaba. Para ella, el Demonio Original era perfecto a pesar de su pasado y a pesar de que ya tenía descendencia con otra mujer, esa a la que Estarossa había críado durante un tiempo.
—Nunca había sentido tanto calor como ahora —manifestó la peli rosa, mientras se quitaba el leotardo blanco que solía usar al igual que su madre.
—Kandra, no deberías hacer eso —aseveró el demonio algo incómodo por la situación, pues por más que quisiera, sabía que no debía ponerle las manos encima todavía.
—Vamos, relájate. No pasa nada —se aproximó a él y comenzó a despojarlo de la armadura que cubría su torso para que quedara en las mismas condiciones que ella.
—Niña, no debemos —gruñó, pero en ningún momento se resistió y ni siquiera hizo algo para detenerla. Él también quería seguir adelante, quería saber hasta dónde llegarían y cómo sería todo. Él sí tenía esa clase de pensamientos a diferencia de Kandra. Se había imaginado tantas veces la forma en que la tomaría, incluso en los sonidos que escucharía de ella. ¿Acaso Kandra estaría dispuesta a perder su inocencia esa noche?
<<Si ella quiere se lo daré>> pensaba él, mientras observaba con detenimiento cómo esta acariciaba los músculos de su torso desnudo.
—Qué duro estás —susurró, palpando sus pectorales. Él se abochornó en cuanto escuchó eso, pues había pensado que se refería a su virilidad, pero era obvio que no se trataba de eso.
El Demonio Original sentía algo de vergüenza por los pensamientos que corrían por su mente en ese instante, aunque realmente no dejaba de pensar en Kandra y en cómo ella podría verse afectada cuando la penetrara. Si bien, se moría de ganas por hacerla suya una y otra vez, rápidamente era invadido por la culpa.
Ella era pequeña y delicada, así que era demasiado probable que terminaría por hacerle daño.
Estarossa enloquecería si eso llegara a suceder, tal vez no exactamente porque lastimara a su única hija, sino más bien porque odiaría que ella se acostara con ese cabrón que anteriormente le había pateado el culo feamente delante de todos los del clan.
—¿Sucede algo, cariño? —le preguntó la joven peli rosa con toda naturalidad, como si llamarlo de esa forma melosa fuera costumbre suya, pero no, ella apenas y lo llamaba por su nombre. Ser tierna no era su fuerte, pues siempre se avergonzaba por todo —No me digas que le tienes miedo a una mujer... ¿Acaso no quieres ver cómo resultará esto? —lo cuestionó de inmediato.
<<Oh mierda... Kandra pierde toda vergüenza con el alcohol, no es tan malo, pero...>>pensó, luego de escucharla hablar así y puso sus manos sobre su pequeña cintura —No es eso, linda —le dijo, observándola mientras recorría su cuerpo con otra de sus manos —Te confieso que me encantaría saber el resultado de esto, pero...
De repente ella lo interrumpió, poniendo uno de sus dedos sobre sus carnosos labios.
—Entonces si no te preocupa nada... ¿Por qué no haces nada al respecto? ¿Acaso no te gusto? Apenas y me estás acariciando y yo he estado insinuándome a ti, pero pareciera que no lo notas. Dudo mucho que no haya pasado por tu mente hacerme tuya... ¿O me equivoco? —dijo de manera altanera, pues en ese instante se sentía superior a él, a pesar de que era una completa inexperta.
—No digas eso, preciosa —la tomó del mentón para que lo mirase —Tú me encantas, eres hermosa y todo de ti me parece perfecto —enseguida le dio un beso corto —Pero tú... aún eres joven, pequeña y delicada... Podría lastimarte y tengo miedo de que eso suceda.
La joven se separó de él para contestarle mejor.
—¿Acaso importa mi edad? ¡Sólo quiero que me la metas y ya! ¿Es tan difícil complacer a tu amada? —le dijo, algo molesta mientras lo miraba con el ceño fruncido y jugueteaba con su larga barba, tirando de ella levemente.
Cansado de su confiada actitud efusiva, soltó un suspiro y la miró a los ojos.
—No te haré cambiar de opinión, ¿verdad? —le preguntó, aunque no se iba a quejar si ella no lo hiciera.
—En efecto, tus sermones no darán resultado por más que lo intentes —contestó, bien decidida a que las cosas siguieran su curso.
—Bueno entonces, ¿quién soy yo para negarte esto, preciosa? —rio y pronto comenzó a devorar sus labios, mordiéndolos con suavidad.
Kandra abrió los ojos de la impresión ante su apasionado beso y pensó que tal vez ya no tendría que seguirle rogando para que al fin cediera por completo.
El demonio comenzó a acariciar el cuerpo de la chica, tocando más allá de lo que se había atrevido a tocar antes. Su figura era bastante pequeña a su lado y siempre la trataba como si estuviera hecha de cristal.
Si iba a hacer eso con ella, haría que fuera especial para que no lo olvidara nunca.
En las mejillas de la joven se vio reflejado el poco pudor que apenas sentía y un tenue rubor se manifestó, adornando su rostro con ñun suave color rosado.
—Tómame... Quiero sentir tu cuerpo junto al mío. Sé que tal vez dolerá demasiado, pero en verdad quiero unirme a ti. Es la primera vez que me siento así y no quiero perder la oportunidad de demostrarte cuánto te amo —le confesó.
—Kandra... No hace falta que me entregues tu cuerpo para saber que me amas... El hecho de que estés aquí a mi lado, para mí ya es una prueba suficiente de que me amas tanto como yo te amo a ti —le dijo con cariño, besando sus mejillas dulcemente —Pero si eso deseas, entonces haré que este sea un momento inolvidable para los dos...
—Yo... En verdad quiero esto —susurró y se aferró a su cuerpo —Jamás cambiaría de opinión, tú eres mi todo y quiero que eso suceda... Además... quiero ser la madre de tus hijos y no me importa cuántos sean porque yo... Quiero formar una familia contigo.
El Demonio Original no pudo evitar sonreírle con cariño a la muchacha tras escuchar los planes que quería con él.
Rodeó su pequeño cuerpo con sus cuatro brazos y depositó un beso sobre su frente.
—Kandra, si tú quieres eso, no te lo negaré. Yo también quiero hacer esto contigo y no me gustaría hacerlo con nadie más. Y sobre lo otro... quizás deberíamos esperar un poco más para eso, eres tan joven para ser madre, pero te aseguro que tendremos muchos hijos. Todos los que tú quieras, princesa.
—¡Te adoro! —dijo emocionada, pues sus palabras la habían enternecido tanto que unió sus labios a los de él —Entonces guíame... Quiero que me digas qué debo hacer para ser uno contigo... Yo no tengo la menor idea de cómo se hace. Mis padres nunca me han hablado sobre este tipo de cosas —admitió, avergonzada de su falta de conocimiento sobre el tema —Mi padre sólo me habla para insultarne, nunca hemos tenido una conversación de calidad de padre e hija. Para él, no soy nadie a quien se deba tomar en serio y mi madre no suele contarme cosas de este tipo a menos de que yo sea insistente —le susurró —Pero no me importa, sé que tú podrás enseñarme todo lo que necesito saber... Tú no eres como papá...
—Linda, yo te amo y te respeto más que nada. Eres una mujer hermosa y mereces lo mejor del mundo. Yo jamás te lastimaría como Estarossa lo hace y te contaré todo lo que quieras saber sobre todo tipo de cosas —aseguró, correspondiendo su beso —Deja tu cuerpo en mis manos, yo te mostraré todo el placer que puede sentir una mujer...
Ella asintió bastante emocionada y se apartó de él, para después flotar hacia abajo.
—Dime... ¿Qué debo hacer primero?
—Nada, preciosa. El que hará el primer movimiento seré yo... —avisó y su cuerpo comenzó a hacerse más pequeño, quedando casi a la altura de ella, aunque evidentemente seguía siendo alto.
—Vaya... Es la primera vez que veo que usas magia para cambiar de tamaño, pero será muy útil en esta situación —flotó hacia él y lo envolvió entre sus brazos —Estoy impaciente, muéstrame lo que vas a hacer conmigo...
El demonio soltó una risita y besó los labios de la joven por un breve instante, mientras apretaba un poco sus nalgas.
—Espero que no tengas problema porque mi cuerpo sea mitad animal... —advirtió.
—¿Bromeas? ¡Mi madre es una serpiente!—contestó la chica, bastante risueña.
—Joder, tienes toda la razón —murmuró avergonzado.
El demonio hundió su rostro en el cuello de la joven e inhaló su suave esencia dulzona. Kandra siempre tenía un delicioso aroma a flores que le parecía bastante adictivo. Como agradecimiento por oler de una forma tan exquisita, el demonio trazó un camino de besos sobre su tersa piel y algunas marcas rojas aparecieron a su paso.
<<Esto se siente muy bien>> pensó ella y pronto soltó un gemido ahogado, invitándolo a que siguiera con aquello.
Una de sus manos subió hasta llegar a uno de los pechos de Kandra y atrapó uno de sus pezones con la yema de sus dedos.
—No tan fuerte —se quejó en cuanto comenzó a sentir un tirón sobre esa zona sensible.
—Perdón —su voz se escuchó un poco nerviosa y soltó su botón rosado para después simplemente frotarlo con delicadeza.
<<Maldición, seguramente le corté la inspiración>> pensó preocupada.
Él bajó sus besos poco a poco hacia el pecho de ella, empezando a chupar uno de sus senos. Kandra dejó escapar otro gemido y enredó sus dedos sobre el flamante cabello de él.
—Oh, qué sonido tan lindo Kandra... veamos cuántos más logro provocarte —le dijo, antes de morder el pezón de la chica.
—¡Ah! ¡Ten cuidado! —gritó fuertemente y luego recordó que debía ser silenciosa para que no descubrieran dónde se encontraba y mucho menos qué era lo que hacía. Así que se atrevió a preguntarle algo a su amante —Mmm, cariño... Tú crees que... ¿Mi padre se entere de esto?
—Lo hará tarde o temprano, pero a mí no me interesa lo que ese cabrón opine de esto. Si te hace algo de nuevo, me encargaré personalmente de hacer que se arrepienta por el resto de su miserable existencia —le respondió de forma seria y algo siniestra, pues estaba dispuesto a todo para protegerla.
—Me gusta cómo hablas... mi padre tiene bien merecida una paliza tuya y apuesto a que tú ganarías —dijo la chica, quien ya sabía que este había peleado contra su padre en el pasado —Mmm... ¿Qué podría hacer para darte placer? No quiero ser la única que reciba todo. Además, creo que debo hacer algo también ya que sólo me he pasado quejándome...
—Sí... Tu padre es un insignificante demonio engreído, ni siquiera me llega a los talones —dijo con orgullo y miró a la chica con picardía en cuanto escuchó su pregunta —Me gustaría que me tocaras todo lo que desees, pues aquí abajo hay algo que se muere por sentir tus caricias —contestó, refiriéndose a su virilidad, la cual ya estaba demasiado dura.
Las mejillas de la chica pasaron de estar rosadas a tener un considerable color rojizo, pues era la primera vez que vería y tocaría un pene en su vida —Bi-bien —tartamudeó y descendió hacia abajo, donde se puso de rodillas para acariciar su gran miembro, el cual lucía como el de un animal.
Un gemido se escapó de los labios del demonio al sentir las pequeñas y delicadas manos de su amada sobre su erección.
—¿Lo estoy haciendo bien? —le preguntó avergonzada, pues ahora ya no sentía tanta confianza como al principio, pues la resaca se le estaba quitando poco a poco, pero aún así, estaba dispuesta a complacerlo.
—Lo haces perfectamente, pequeña. Continúa así, quiero sentir tus suaves y lindas manos recorrer toda esa parte de mí antes de hacerte mía.
La chica asintió, pero la curiosidad por probar aquel trozo de carne era más grande que el deseo de seguir sólo tocándolo con las manos, así que, sin pensarlo dos veces introdujo su miembro dentro de su deseosa boca.
Un gemido ronco salió de la garganta del mayor luego de sentir la calidez de aquella lengua curiosa alrededor de su virilidad.
Su rostro se tiñó de un leve tono rojizo al ver a la joven hacer aquello y toda clase de pensamientos impuros recorrieron su mente.
—Recuéstate, Kandra —le dijo, impaciente, pues ya no quería esperar más. Estaba ansioso por hacerla suya en ese instante y ella con gusto aceptó su petición, acostándose en el suelo, observando lo que él iba a hacerle.
Él se posicionó delicadamente sobre ella y bajó una de sus manos a la feminidad de la chica, acariciando suavemente aquellla pequeña perla rosada.
<<Siento un extraño cosquilleo donde él está tocando>> pensó Kandra, mientras abría un poco más sus piernas para facilitar aún más el acceso a aquella mano curiosa.
<<Debo ser blando con ella... Apenas es una niña... Maldita sea... En verdad no debería estar haciéndole esto>> el demonio estaba mostrando arrepentimiento, ¿y cómo no? Si miraba a su amada como algo tan preciado que no debía ser mancillado.
Cuando la culpabilidad lo invadió por completo y pensó mejor las cosas con claridad, fue entonces que se detuvo.
—Lo siento, Kandra —se disculpó y retiró lentamente su mano de la feminidad de la joven —No quiero hacerte daño... —susurró.
El Demonio Original había mostrado miedo por primera vez en su vida y eso era algo que lo había hecho sorprenderse de sí mismo. Jamás creyó que una muchacha lo haría perder los estribos tan fácilmente como lo había hecho Kandra y eso no debía ser así, al menos él no quería eso. Siempre la había respetado y protegido demasiado como para corromperla de esa manera, pues él no quería aprovecharse de ella aún estando ebria.
Si iba a tomarla, esperaría a que ella estuviera en sus cinco sentidos para que disfrutara mejor del momento.
—No tienes porqué disculparte... Fui yo quien te insistió desde un principio y entiendo que no quieras tocarme... —dijo Kandra en voz baja, mientras lo miraba fijamente.
El Demonio Original la tomó entre sus brazos luego de escucharla decir eso. De algún modo aquellas simples palabras lo habían reconfortado y poco a poco aquel sentimiento de culpa se esfumó de un momento a otro.
Esa noche ellos durmieron desnudos sin darse cuenta y cuando Derieri y Monspeet entraron a aquella cueva donde ellos se encontraban, se quedaron petrificados al ver la escena.
—Aquí no pasó nada... Aquí no pasó nada... —decía Monspeet entre dientes, bastante perturbado, tomando la mano de Derieri para salir lo antes posible de allí.
—Sí, creo que vimos mal... Supongo que aquellas zetas que comimos antes de venir aquí estaban en mal estado —le contestó ella algo nerviosa, mientras salían del lugar sin hacer ruido.
En cuanto Kandra y el Demonio Original despertaron, se vistieron a prisa y se despidieron cariñosamente como siempre lo hacían. Cada uno tomó rumbos diferentes después de un rato y Kandra no pudo evitar sentirse algo decepcionada por lo que había sucedido, pues embriagarse y comportarse como una ramera no era algo que le hubiese gustado haber hecho esa noche.
—Si mis padres se enteran, me matarán —se dijo a sí misma, mientras recordaba algunas cosas de aquel momento íntimo.
Cuando la joven llegó a aquella parte del castillo donde vivía con sus padres, fue el mismo Estarossa quien la recibió.
—¿Dónde estabas? —la interrogó, en cuanto esta cerró la puerta tras de sí.
El albino se encontraba sentado al revés en una silla de madera, con los brazos y barbilla recargados sobre el respaldo de esta misma y con la espalda levemente arqueada hacia adelante.
Su hija se quedó helada en cuanto escuchó su fría voz y pronto sus piernas se volvieron de gelatina.
—Estaba con el tío Zel —mintió y Estarossa pudo notar la manera en que su cuerpo temblaba.
—Zeldris estuvo con Gelda anoche, dudo mucho que te les hayas unido para hacer un trío —espetó y las mejillas de Kandra se colorearon de un tenue tono rojo tras escuchar aquello venir de su padre.
—Yo... Lo siento... —sólo pudo llegar a decir, cuando de repente Estarossa desenvainó a Rebellion, haciendo que las siete espadas quedaran en la ubicación de cada uno de sus siete corazones.
—Mentirosa —murmuró enfadado, acercando aún más el filamento de sus armas a su delgado cuerpo —No me costaría nada matarte ahora mismo...
Así que, si te atreves a mentirme otra vez, yo mismo me encargaré de acabar con tu vida.
—Sí, padre —respondió la joven, mientras unas lágrimas caían sobre sus mejillas y después directamente al piso.
—Anda, ve a darte una ducha que apestas a mierda —el peliplata movió su mano hacia un lado, de tal manera que las espadas se alejaron de ella.
—Gracias, papá —le dijo con una reverencia, pues estaba agradecida de que este no la hubiera lastimado mi interrogado más como esperaba.
Los corazones de Estarossa latieron a prisa tras escucharla llamarlo "papá", era la primera vez que lo hacía y eso, de algún modo lo había hecho sentirse feliz, pero eso era algo que no iba a admitir.
Luego de aquel refrescante baño, Kandra se encaminó directamente hacia el comedor, pues sus tripas no dejaban de hacer ruidos molestos.
Allí con suerte se encontró con su madre, quien platicaba con sus amigos, quienes le decían que no habían tenido éxito con su búsqueda exhaustiva.
—Madre, he vuelto —dijo la muchacha, acercándose a ella para abrazarla.
Meláscula se puso de pie y la recibió con los brazos abiertos, mientras sonreía y lloraba al mismo tiempo.
—No vuelvas a irte sin decir nada —le decía a su pequeña —Estábamos muy preocupados por ti.
—Lo siento mamá, yo no quería que eso pasara... Pero no sabía qué más hacer cuando papá se enojó por mi culpa —la voz de Kandra se quebró y Galand, Derieri y Monspeet también se pusieron de pie para reconfortarla haciendo un abrazo grupal, envolviendo a las dos pelirosas.
—Lo importante es que regresaste —le dijo Galand, quien habló de manera cariñosa.
<<Sí, por suerte regresó caminando>> pensó Derieri, recordando lo que había visto la noche anterior, sin saber que en realidad ellos ni siquiera habían tenido intimidad.
Los cinco se pusieron a conversar un poco mientras almorzaban y pronto Kandra vio llegar a Zeldris junto a su maestro, quien al verla le dedicó una radiante sonrisa.
—Que bueno verte aquí, Kandra. Estarossa me pidió que hoy entrenara contigo —anunció el chico, mientras bebía un vaso con agua.
—El señor Estarossa quiere que usted pula sus habilidades con la espada, señorita Kandra —agregó Cusack, quien le habló formalmente a pesar de que en su cabeza tenía la imagen de ella de la noche anterior.
—De acuerdo —contestó la chica, quien se fue tras ellos en cuanto estos abandonaron el comedor, dejando atrás a Meláscula y a sus amigos, quienes comenzaron conversar sobre la pobre relación de padre e hija que Estarossa tenía con la infortunada Kandra.
Cuando llegaron al sitio indicado para el combate, Cusack se reunió con Chandler, quien llegó poco después de que Zeldris y la pelirosa iniciaran el entrenamiento.
—Ella aún tiene algún par de detalles que debe mejorar —le decía el segador dormilón a su compañero, quien miraba sonriente el progreso de la joven.
—Sólo es cuestión de puntería y rapidez. Kandra debe dar estocadas más limpias y acertadas —respondió, mientras hacía un par de movimientos con su bastón-espada.
—Tienes razón, aunque esa chiquilla no deja de sorprenderme. Es tan ágil como Estarossa y tiene una gran determinación cuando se lo propone. Es una pena que él no vea el potencial de su hija como nosotros —suspiró con pesadez, mientras se llevaba una mano a la sien.
—Y que lo digas —suspiró igualmente el anciano, pues también le causaba tristeza aquello.
Mientras ese par observaba el entrenamiento, Zeldris y Kandra tenían una importante charla también.
—Así que estabas con él —dijo el peli negro con una sonrisa ladina, echando una mirada disimulada en dirección a los dos hombres que los observaban.
—Sí, fui directo hacia él luego de escuchar la discusión de mis padres —aseguró toda avergonzada, sin dejar de esquivar los ataques de Zeldris.
—Ya veo... —murmuró —Algún día mi hermano sabrá de tu relación y cuando ese día llegue deberás estar preparada para enfrentarte a él, porque ten por seguro que se enojará bastante cuando sepa que su única hija está enamorada del Demonio Original... Él único demonio que casi acababa con su vida en aquel combate, cuando tu madre apenas te llevaba en el vientre.
—Oh seguramente papá dio todo de sí mientras mamá lo animaba —expresó la chica, emocionada mientras movía la espada directamente hacia el abdomen de su tío.
—Por supuesto, aunque era obvio que tarde o temprano iba a cansarse, fue entonces que él aprovechó para acribillarlo... Sabes, aún me sorprende que tú y él estén juntos. Sus personalidades y edades son demasiado diferentes —manifestó el chico, bastante interesado en el tema, pues de algún modo le gustaba que su sobrina tuviera una relación con ese demonio legendario.
—Bueno, yo también me siento igual... Jamás creí que encontraría el amor con la persona que casi mata a mi padre... —respondió la joven con una sonrisa, cosa que aprovechó Zeldris para derribarla.
—Regla número uno: jamás mantengas tu mente ocupada mientras tu enemigo te ataca. Eres muy atolondrada —la voz del mandamiento se escuchó autoritaria.
—¿Qué?! Pero si fuiste tú quien sacó el tema de conversación! —dijo la chica, bastante avergonzada mientras estaba en el suelo con la espada de Zeldris apuntándole al pecho.
—Deberías clavársela —dijo una fuerte voz masculina detrás de ellos.
—Hermano... No pensé que vendrías —le dijo Zeldris en cuanto lo escuchó.
—No iba a perderme por nada el entrenamiento de mi pequeña hija —tan pronto escuchó eso, las mejillas de Kandra se tornaron rojas como el traje de Zeldris —Vamos, demuéstrale a tu padre las habilidades que escondes —dijo el albino, mientras se ponía de cuclillas a un lado de ella, quien aún seguía en el suelo con la espada del peli negro apuntándole directo al pecho —Muéstrame ese potencial que no has dejado ver a nadie... Y para eso, quiero que ambos luchen en serio... Un par de heridas no son nada para la hija de dos demonios de élite, ¿verdad, Kandra?
Las palabras de Estarossa hicieron que la joven se volviera presa del miedo, pues le tenía un pavor inmenso a salir herida debido a su terrible condición.
Sabía que su tío Zeldris pelearía en serio si Estarossa se lo pedía y eso era algo que la puso aún más nerviosa.
Los cuatro hombres que estaban presentes tenían altas expectativas de ella, pero nadie se imaginaba el secreto que esta ocultaba... Nadie sabía que ella era incapaz de regenerarse de manera normal como los demás de su clan y que su vista no era tan buena por culpa de Estarossa, quien en el pasado le había lanzado su espada en el rostro en uno de sus últimos entrenamientos con ella...
Definitivamente Kandra estaba perdida.
Continuará.
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