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Capítulo 5

El lugar estaba no muy lleno debido a la hora, la mayoría de los chicos están en clase, JungKook insistió en pagar todo, sonreía divertido cuando me veía enfurruñada o rodando los ojos. A su celular llegó un mensaje, miré los juegos que había y no pude evitar acercarme al simulador de autos, abroché el cinturón falso colocando mis manos en el volante.

— ¿Sabes conducir? —el chico se acercaba sonriendo de lado.

— Mi padre me enseñó un poco cuando cumplí dieciocho y créeme, soy buena, introduce la ficha—dije ansiosa. Tomó asiento en el otro auto junto a mí introduciendo dos fichas, JungKook aseguró su cinturón mirándome con una sonrisa— ¿Quieres competir?

— Vaya, vaya, la señorita Yoon es competitiva.

— Veamos quien llega en primer lugar.

La carrera comenzó, giraba el volante en las curvas y aceleraba cuando era necesario, me imaginaba allí en mi auto gris con JungKook sonriendo tontamente seguro de que ganaría. A la tercera vuelta presioné el acelerador llegando a la meta.

— ¡Sí! —levanté los brazos— ¡Gané, gané! —me liberé del cinturón. Sonreí hasta que el resultado de JungKook fue el mismo, me guiñó un ojo pellizcando mi mejilla. Jin había dicho que el chico en todo era bueno...esto no se quedaría así. Recogí las tres fichas que el simulador daba por ganar.

— Escojo ahora, ¿Qué te parece el de básquet?

— ¿Eres bueno en deportes?

— Jugaba en la escuela—se encogió de hombros. Tomó mi mano jalándome, volví a tensarme por eso, no me gustaba que lo hiciera, su manga se levantó un poco y entonces vi de nuevo parte de la cicatriz en su muñeca, no pude evitar mirar la mía, las vendas me las había quitado antes de salir y después de darme un baño, intentaba no hacer mucha presión con ellas, no tenía mucha fuerza, por eso cuando me solté de JungKook, éste me miró preocupado.

— ¿Todo bien?

— Sí, sólo...no tomes mi mano.

— ¿Por qué?

— Porque no me gusta.

— ¿Por qué?

— Porque es incómodo.

— ¿Por qué? —lo fulminé con la mirada y sonrió divertido—Debes divertirte, Danbi, en toda la mañana te he visto sonreír más de lo normal, es la primera salida y he conseguido más de lo que creía.

Era increíble saber que ese chico pasó por lo mismo que yo. Más increíble saber que mientras algunos suben otros bajan, tragué con dificultad sintiendo esa triste sensación en mí.

— Debo ir al baño.

—Claro, te acompaño.

— No, estoy bien, ve jugando sin mí—fingí una sonrisa. Me apresuré caminando dejándolo atrás, incluso al entrar y cerrar sentía su mirada en mi espalda, me acerqué al espejo sollozando de repente sin poder detenerme. Me miré en mi reflejo sintiéndome como una tonta, sólo por esto no significa que mejoraré, JungKook salió de esto y yo quiero hacerlo, pero no puedo. ¡Aquí estoy llorando como una estúpida! Odio estos momentos así, me odio, me odio.

Apreté mis manos convirtiéndolas en puños sintiendo la necesidad de castigarme por no controlar mis emociones, miré alrededor y luego a mí, me encerré en uno de los cubículos, tomé las llaves del bolsillo de mi chaqueta mirando el filo de la punta, era pequeño, pero funcionaría.

Lo apreté en mi mano derecha apretando los dientes, el dolor me hizo tragarme las lágrimas, me reprochaba por no controlar esto, jadeé bajo escuchando que alguien entraba, apreté los dientes de nuevo y al ver unas gotitas de sangre deslizarse desde la palma de mi mano hasta mi muñeca liberé la presión con el corazón latiendo rápido, suspiré sintiéndome completa con sólo ese gesto.

Miré mi mano notando la pequeña herida, insistí con la llave intensificando un poco el tamaño y la sangre, justo en el momento mi celular vibraba en el bolsillo, negué con la cabeza siguiendo con mi trabajo, pero el vibrar en el pantalón no me dejaba concentrarme. Tenía una llamada perdida de JungKook, me levanté y salí para limpiar mis manos, mojé mi rostro deshaciendo cualquier rastro de lágrimas, aunque mi mano derecha dolía, pero me lo merecía por idiota.

Habíamos decidido comer algo, estábamos hambrientos y JungKook dio el nombre de una cafetería que no quedaba lejos. Al estar ubicados en una mesa me deshice de mi chaqueta dejándola sobre mis piernas, el chico hizo lo mismo dejándola reposar en su silla, al hacer la orden miró las servilletas del centro de la mesa.

Afuera las personas iban por su rumbo, apresurados o lentos, los niños jugaban con la nieve y aquí todos conversaban, algunos bebían algo caliente, otros leían un rato, comían, charlaban o...

— Dame tu mano, Danbi.

Fruncí el ceño colocando mi mano izquierda, negó con la cabeza, estaba muy serio, era la primera vez que lo veía así.

— ¿Qué estás...?

— La otra mano—ordenó. Su voz no era nada dulce, al tardar tanto me obligó a dársela, notó la herida en la palma, sus dedos largos examinaban sin lastimar, sus ojos azules fueron a mí— ¿Por qué?

— JungKook, yo...

— No, responde solamente, ¿Por qué demonios haces eso?

— No tienes derecho a reprocharme, tú también lo hiciste.

— Y yo también sabía que estaba mal lo que hacía—apretó mi mano buena— ¿Por qué? —repitió. No respondí, no quería hacerlo, tomó mis muñecas—Danbi, mírame—negué con la cabeza notando sus manos largas y cálidas sujetarme—Danbi.

— Sólo déjame—contuve las lágrimas. El chico me soltó, se levantó y se sentó a mi lado—Quiero ir al baño.

— No, no irás—me rodeó con sus brazos, lo primero que hice fue abrazarlo, sollocé en su pecho sin importarme que algunos curiosos veían—No lo hagas de nuevo, por favor—negué con la cabeza acurrucándome—Danbi...—volví a negar con la cabeza, no quería responder ni quería hablar, sólo quería eso, quería nada.


Permanecimos más rato de lo normal en la cafetería, JungKook no parecía incómodo de que tuviera todo mi peso en su pecho, con mi cabeza recostada allí miraba por la ventana, las hamburguesas se habían acabado y con el estómago lleno me sentía somnolienta, el chico acariciaba mi brazo provocando que mis ojos se cerraran, su caricia era dulce, delicada y tierna, su corazón iba despacio, su perfume iba con él, ni muy rudo ni muy infantil. El silencio nos acompañó un rato más, él no se movió y yo menos, entre dormida y despierta sentía algo en mi mano derecha, JungKook acariciaba la palma de una forma que sólo me hizo sentir más cansada y relajada. A lo lejos escuchaba que alguien me llamaba, poco a poco se hizo más nítido.

— Danbi, despierta, debemos irnos—no me moví—Vamos, dormilona, debo dejarte en casa para ir a clase.

Abrí los ojos con pereza, JungKook me colocó la chaqueta recogiendo la suya después. En el taxi volví a quedarme dormida en su pecho sintiendo sus caricias entre sueños.

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