Capítulo 25
JungKook intentaba captar mi atención mientras estaba con mi laptop en mis piernas echando un vistazo a algunos vídeos sobre pintura en el agua, se veía realmente genial y a la hora de colocarlo en la hoja cierto movimiento de muñeca era la clave para darle vida a lo que se quería plasmar. Sabía que el chico decía algo de su cámara mientras la revisaba, cuando hubo unos minutos de silencio donde sólo se escuchaba el televisor, levanté la mirada encontrando a Kookie sentado en el suelo con partes de la cámara, fruncía el ceño cuando parecía no entender algo, mordió su labio en ocasiones mientras los mechones de su cabello alcanzaban sus cejas.
— ¿Qué tiene la cámara? —pregunté al verlo tan...preocupado.
— No lo sé, no está tomando las fotos como antes...
— ¿Esa es la que llevaste a Tokyo?
— No, es otra, hace unos meses que no usaba esta, antes de salir de casa me parecía que estaba bien—volvió a armarla en segundos siendo ágil—NamJoon puede recomendarme donde llevarla, le preguntaré.
— ¿Cuándo nos veremos con ellos?
— Podría ser este fin de semana—se encogió de hombros sonriendo traviesamente—Pero TaeHyung irá así que...
— No lo dije yo—advertí escuchando una risa pequeña de su parte. Miré la hora en la laptop, faltaba mucho para que mi madre llegara. Dejé la laptop en el sofá levantándome dirigiéndome a la cocina, tenía ganas de comer algo dulce o salado, abrí el refrigerador y no pasó mucho en el que unos brazos me rodearon, pero el peso de JungKook en mi espalda casi me hacía caer, estaba inclinada todavía intentando ver en el refrigerador.
— ¡Kookie, pesas mucho!
— ¿Sigues molesta conmigo?
— ¿No te puedes quedar quieto?
— No—sonrió encantadoramente.
— Bájate de mi espalda, me voy a caer.
— Nos caemos ambos—se encogió de hombros. Dicho y hecho, no soporté su peso mucho tiempo, al caerme con él aferrado a mí me quejé un poco. Kookie se apresuró a colocarse sobre mí sujetando mis muñecas—Eres insoportable.
— Pero me quieres así.
— ¿Quién dijo que te quiero? —bromeé.
— Cierto, me amas—guiñó un ojo. Negué con la cabeza dándolo por un caso perdido. Sus labios se encontraron con los míos iniciando la danza que sólo ellos conocían, con los ojos cerrados me concentré en el cosquilleo en mi estómago, una de sus manos liberó una de las mías sorprendiéndome cuando la colocó en mi cintura, pero no duró mucho cuando la subió a mi cuello, con el pulgar de la mano que sujetaba acaricié su muñeca, ahí donde se podían sentir las cicatrices, JungKook mordió mi labio inferior apretándola con algo de fuerza.
— No hagas eso—susurró con voz ronca.
— ¿Así cómo cuando te digo que no me muerdas? —noté sus labios algo hinchados.
— Es distinto, sólo...no lo hagas—me soltó.
Antes de que se alejara tomé su rostro entre mis manos volviendo a besarlo, debí suponer lo que vendría, sus labios se movieron con más insistencia complicándome un poco seguirle el ritmo al comienzo, mi corazón ya estaba al límite, pero estaba gustándome esa nueva corriente por mi cuerpo, con algo de nerviosismo y quizás duda me atreví a bajar mis manos por su pecho.
El chico no era la definición de un cuerpo musculoso, pero tampoco era tan delgado, JungKook tenía sus encantos y me parecía que no era la única en sentir algo de inseguridad. Cuando bajó sus labios a mi cuello sonreí como tonta sintiendo mi cuerpo relajarse de inmediato pero lo que no tenía en mente era que dejaría salir un jadeo.
— Perdón—susurré agitada y a él poco le importó porque siguió haciendo su trabajo. Era la primera vez que alargábamos las caricias con los besos, comenzaba a sentirme inquieta, acarició mi cintura de nuevo como si pretendiera calmarme, en vez de preocuparme por su mano que bajaba a mi muslo sólo sonreí tontamente mordiendo mi labio. Quería hacerle muchas cosas a JungKook, pero no me atrevía por inseguridad.
Un sonido extraño me volvió a la realidad, alguien estaba abriendo la puerta, pero no podían ser mis padres, ellos llegaban hasta tarde... ¿Cierto? JungKook detuvo los besos y me ayudó a levantarme dejándome ciertamente atontada además de...un poco excitada.
— ¡Ahí están! —mamá sonrió dejando las llaves en el mesón—Hola JungKook, ¿Qué tal les fue hoy?
— Bien—contestó aclarando su garganta. Pasó su mano por el cabello despeinándolo un poco, sus mejillas estaban rojas y sus labios hinchados se veían...—Creo que Danbi hará amigos pronto.
— Sí, eso creo—parpadeé varias veces—Llegaste temprano.
— Oh, sí, me sentía un poco mal, creo que tengo un resfrío—dejó su bolso en el mesón acercándose al refrigerador que seguía abierto— ¿Qué hacían?
JungKook siguió jugando con su cabello algo nervioso.
— Quería preparar algo para comer-resumí, me esforzaba por controlar el sonrojo, pero no podía.
— Yo...debo irme, disculpen—salió a paso veloz de la cocina. Eso me dejó algo decepcionada y molesta, lo seguí alcanzándolo en la puerta.
— Oye...—susurré— ¿Enserio te vas?
— Necesito hacer algo.
— JungKook—tomé su brazo— ¿Qué pasa? —negó con la cabeza suspirando, miró a la puerta, a mí y luego mi mano, pero mis ojos se fijaron en algo más además de su brazo, comprendí en minutos soltándolo—Ya. Está bien, nos vemos luego—no acabé de decirlo y ya se había ido. Sonreí divertida intentando no reír, pero me dejaba tranquila saber que no era la única ansiosa por seguir.
— Entonces, en pocas palabras te fue bien—comentó mi madre. Había preparado una limonada fría y compartíamos unas galletas dulces— ¿Comenzarán mañana el primer tema?
— Sí, mi profesora dio algunos datos sobre lo que usaremos mañana, me sentí algo incómoda al ser nueva...
— No eras la única nueva, todos allí estaban igual que tú—señaló. Recordé al chico de ojos azules, él no parecía nervioso y tampoco parecía conocer a nadie de la clase. Lucía ciertamente engreído, como si nada pudiera afectarlo, pero también intimidaba—Pero cambiando el tema...—aclaró su garganta dándole un mordisco a otra galleta— ¿Cómo está JungKook?
Fruncí el ceño sin entender eso.
— ¿Sobre qué? —di un sorbo a mi limonada.
— ¿Se ha lastimado de nuevo? —me relajé ante eso. Noté cierto tono preocupante de su parte, mis padres también se preocupaban por el chico.
— No. No desde esa vez.
— ¿Y tú cómo estás? —guardé silencio. No acostumbraba a hablar de eso con ella o con papá porque prefería callármelo, sonrió de lado tomando mi mano— ¿Cómo te has sentido? ¿Quieres seguir tus clases?
— Sí, claro, no dudo de eso—añadí—De hecho...quiero trabajar.
— Danbi, no te enojes, pero... ¿Crees que será buena la presión? —levantó una de sus cejas—No te preocupes por el dinero, tu padre y yo estamos trabajando...
— Mamá, tengo veinte años—le recordé—A esta edad me imaginaba en el segundo o tercer año de una carrera, imaginaba que trabajaría en un lugar agradable y suponía que tal vez ya habría descubierto lo que es el amor...
— Pero eso lo estás aprendiendo.
— JungKook y yo somos muy inexpertos...
— Te aseguro que lo que hacían antes de que llegara no era inexperto—sonrió de lado burlándose. Me sonrojé sin evitarlo negando con la cabeza, me levanté tomando mi vaso de limonada y cuatro galletas—Deberás ocultar eso en tu cuello si no quieres que tu padre le de una charla a ambos.
— ¿Qué? —toqué mi cuello— ¿Qué hay?
— Míralo arriba—se levantó—Descansaré un poco.
Subí a mi habitación con prisa, dejé las galletas y el vaso en mi escritorio mirándome al espejo, mis ojos se abrieron a más no poder cuando algo parecido a un moretón se mostraba en mi cuello, definitivamente debía ocultarlo de mi padre y que vergüenza con mi madre.
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