Capítulo 21
Cuando desperté me encontraba todavía en el baño, abría y cerraba mis ojos sintiéndome terriblemente débil, cuando intenté levantarme todo volvía a dar vueltas de nuevo. En el suelo había manchas de sangre que resaltaban por el blanco de la cerámica, primero limpié mis muñecas echando un vistazo en el pequeño botiquín de emergencias que había en el estante. Cubrí las heridas con vendas encargándome de borrar todo rastro rojo de anoche. La navaja de mi padre quedó impecable y en su lugar, cepillé mis dientes mojando mi rostro, tomé una ducha con agua caliente demorándome más de lo debido, cuando entré a mi habitación pude escuchar a mi padre entrar al baño.
Me vestí con algo que me mantuviera calentita y cómoda, desenredé mi cabello recogiéndolo en una trenza despeinada, hoy tomaríamos el desayuno abajo.
La música de ambiente creaba una atmósfera tranquila en el restaurante del hotel, tenía mi cabeza recostada de la ventana con mis ojos cerrados. Me concentré en la canción suspirando, en la mesa había un incómodo silencio, no sabía si los señores Jeon habían discutido con su hijo o tal vez no querían decir nada.
Me enderecé con lentitud parpadeando varias veces, mi plato estaba casi lleno, no tenía mucha hambre, por primera vez me fijé en JungKook, sus ojos estaban en un cuadro que colgaba cerca de nosotros, masticaba con las mejillas llenas, noté un poco de ojeras bajo su mirada, ¿Tampoco había podido dormir anoche?
Bebí algo de vino mirándolo pinchar algunas verduras con su tenedor, aquel suéter blanco que llevaba se aferraba a su brazo en las mangas, algo curiosa entrecerré mis ojos notando que eran las vendas que lo hacían lucir así. Pasaba desapercibido por el blanco, al tener el mismo color pocos se darían cuenta.
Tragué con dificultad el vino odiando la idea de que Kookie se haya lastimado por mis palabras. ¿Por qué no pensé mejor cuando estuve molesta? Sabía que no había nada que pudiera hacer ahora, le dije que me dejara sola y si le contaba lo de anoche...sobre como creí verlo mientras me desmayaba me tomaría por loca.
Tal vez no, JungKook no era así, pero de todas maneras el daño ya estaba hecho.
Los señores Jeon querían llevarnos a un acuario donde aseguraban que nos gustaría, el padre de Kookie conocía muy bien cada lugar, me preguntaba cuántas veces habría venido a Tokyo, cuando sentí el impulso de preguntarle al chico me contuve.
La fila para las entradas era algo larga, nos tomó unos minutos llegar, mi madre intentaba tener alguna conversación conmigo, pero me dediqué a ignorarla. Todavía seguía molesta por las mentiras, el señor Jeon y mi padre conversaban unos pasos adelante, supuse que le contaba lo que había sucedido. Escondí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta mirando los peces que nadaban a mi alrededor, caminábamos por un túnel donde apreciábamos cada animal acuático, algunos jamás los había visto, me detuve cuando noté que faltaba una persona. JungKook tomaba fotos de un tiburón blanco, el animal prepotente parecía tenerlo en la mira ya que nadaba en el mismo lugar, aquello me dio cierto temor, esa criatura sólo quería su cena de una vez.
El chico tomó la foto y fue acercándose mientras echaba un vistazo a la cámara, pasó a mi lado sin siquiera mirarme, ahora llevaba una chaqueta café con un gorro de lana gris.
En toda la tarde fue así, simplemente analizando el ambiente.
— Danbi, Danbi despierta—mi madre me zarandeaba. En su voz había cierto tono de preocupación, algo adormilada tardé en asimilar las palabras.
— ¿Qué? Estoy despierta—bostecé deteniéndola.
— Vístete, debemos ir al hospital.
Fruncí el ceño notando que apenas comenzaba a amanecer, la miré levantarse y arrojar una ropa al azar en mi cama. Me incorporé tambaleándome.
— ¿Qué pasó?
— Hace minutos se llevaron a JungKook de emergencia—eso me eliminó el sueño al instante. ¿Había escuchado bien? ¿Kookie estaba en el hospital? —Vístete, tu padre se fue con ellos para apoyarlos, un taxi nos esperará abajo.
La última vez que estuve en el hospital fue esa vez que por tres días consecutivos me lastimé, el doctor no quería dejarme ir porque sabía que empeoraría y temía que fuera muy tarde para hacer algo. Mamá no sabía mucho de lo sucedido, había dicho que el señor Jeon se había levantado para ir al baño y fue allí que consiguió a su hijo en un charco de sangre. JungKook se había sobrepasado, cuando lo sacaron estaba inconsciente, apenas respiraba, su madre estuvo alterada, no dejaba de llorar por su pequeño, el único que tenía.
Mi padre nos esperaba afuera del hospital, el frío era más intenso, mis manos dolían cuando movía mis dedos, lo seguimos al interior sintiendo ese olor familiar de hospital, los doctores pasaban con sus batas blancas y las enfermeras iban de un lado a otro.
— ¿Cómo está él? —pregunté. Hace dos días que honestamente no hablábamos y mañana sería año nuevo.
— Está estable pero aún algo débil.
— ¿Por qué lo hizo? —intervino mi madre— ¿Danbi sabías de esto?
No quise mentir en un momento así.
— JungKook lo estaba dejando...
— Sus padres no saben nada de eso—mi padre se detuvo cuando llegamos a la puerta. Me miró con su mano en el pomo—No digas nada al respecto, su madre realmente no soportaría saber que su hijo tiene ese hábito.
Supe que lo decía por experiencia propia, asentí guardando silencio. Mis padres entraron primero seguidos de mí, los señores Jeon estaban junto a una cama, en ella dormía un joven de cabellos castaños, en sus muñecas había unas vendas protegiendo sus cortes, su pecho subía y bajaba con regularidad.
La señora Jeon abrazó a mi madre, lucía cansada.
— ¿Hace mucho que está dormido?
— Hace unos minutos—respondió—Estuvo consciente por poco tiempo, no pudimos preguntarle mucho.
— Lamento mucho preocuparlos...—su padre lucía avergonzado.
— Para eso estamos los amigos—papá colocó su mano en su hombro— ¿Quieren algo de la cafetería?
— Deberían comer algo...
— Yo me quedo—me apresuré a decir. Los cuatro adultos me miraron, el calor en mis mejillas se volvió leve—Si pueden traerme algo caliente lo agradecería.
— Claro.
La madre de JungKook se acercó cuando todos se dirigían a la puerta, tomó mi mano mirándome con ojos dulces. Sus ojos tenían la misma chispa de su hijo.
— Sé que podrá hablar contigo más que con nosotros—aquello me sorprendió. Asentí un poco sintiendo su apretón suave, cuando la puerta se cerró, giré mi cabeza encontrándolo despierto de repente. Suspiré negando con la cabeza.
— No estabas dormido—comenté. El chico no respondió, me senté con cuidado junto a él teniendo sus ojos en sus manos, JungKook apretaba sus puños y las vendas amenazaban con volverse rojas. Sabía lo que hacía, el dolor a veces es algo que relacionamos con sentirnos bien, pero es mentira, sólo nos dañamos más, tomé su mano intentando abrirla, el chico era fuerte. Jugó sucio cuando aferró su otra mano a mi muñeca donde mis vendas seguían, la herida debajo de ésta dolía aún y no pude evitar gemir de dolor—JungKook—me quejé intentando soltarme de él.
Sus manos se aferraron más a mí y supe que con esa fuerza se lastimaba por la presión lastimándome a mí al mismo tiempo. Gemí de nuevo conteniendo las lágrimas, negué con la cabeza desesperándome por el agarre.
— Lo siento, lo siento—susurré—No quise decir eso, estaba molesta y....JungKook me lastimas—me quejé. El chico aflojó sus manos ante eso, al verlo me encontré con esa mirada de tristeza, él también contenía las lágrimas.
— Lo siento, Danbi, no pude...
— Shh, shh—no quería que dijera nada. Pasé por eso tantas veces que lo que menos se quiere es dar explicaciones, recordarlo lastima más. Antes de que pudiera llorar siquiera, besé sus labios con mis manos en sus mejillas, aquel beso fue dulce, lento y uno de esos donde sólo esas dos personas se comprenden.
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Primer capítulo del año. Feliz año nuevo 😉
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