Capítulo 20
— Puedo explicártelo, tus padres necesitaban saber si debían arrepentirse o dejarme ayudarte...
— ¿Entonces no fue casualidad que hayas entrado al baño del hospital ese día? —apreté el vaso de batido de fresa que había traído. No pensaría dos veces en echárselo encima.
— No, no, eso sí fue casualidad—se apresuró a decir—Danbi, tus padres se preocupaban por ti...
— Comencé a confiar en ti como estúpida porque creía que eras un chico que sabe cerrar la boca cuando debe—volví a interrumpirlo—No debiste decirles nada, JungKook, eso no se hace, yo no le digo a tus padres que sigues lastimándote y que tienes impulsos de agresividad, ¿Acaso te gustaría que lo dijera? ¿Te gustaría que se preocuparan por ti y cuando te vieran fingieran una sonrisa? —fui cruel. Quizás mucho porque en su rostro se vio el dolor, sus ojos miraron la mesa y noté como tragaba saliva con dificultad—Así me siento, si querías ayudarme...bien, si mis padres querían saber qué hacíamos no debiste decir nada—el chico no dijo nada. Ahora si decidía quedarse callado, me levanté diciéndole que quería irme.
En el camino mantuve distancia con él, en el taxi JungKook miraba por la ventana jugando con su lengua por la parte interna de la mejilla, me parecía que lo hacía cuando estaba molesto, pero me valía un comino. Él no debió decir nada, prometimos ayudarnos y prometimos hacerlo por nosotros. Si creyó que lo dejaría pasar o que no me enteraría estaba equivocado, la verdad siempre sale de una forma u otra.
Ahora estaba el tema de mis padres, me mintieron con el viaje, me mintieron con el trabajo de papá, me mintieron al decir que estábamos bien, ¡Joder! Como odiaba esas palabras. Deberían eliminarlas o prohibirlas, ¡Nada estaba bien! Con más razón necesito trabajar, necesito ayudarlos, tengo veinte años y no puede ser posible que actúe como una mocosa.
El ascensor del hotel subía con lentitud, estaba de brazos cruzados mirando los números ascender.
— No quiero que tu padre me pague la inscripción del curso, de hecho, cambié de opinión y te agradecería si me dejaras en paz, no quiero escucharte ni verte.
Me llevé una gran decepción cuando Kookie no me llevó la contraria.
— ¿Segura que no quieres cenar algo, Danbi? —mi padre terminaba de hacer su pedido por el teléfono de la habitación. Algunos en este lugar hablaban coreano facilitándoles las cosas a él. Negué con la cabeza.
— Me mentiste cuando te lo pregunté—dije a mi madre. Me miró confusa sin saber de qué hablaba—Los padres de JungKook pagaron esto.
— ¿Quién te dijo eso? —papá se acercó al colgar.
— No sigan negándolo, ya lo sé—me molesté. Desde la tarde cargaba esa impotencia de ser la última en enterarme— ¿Cuándo perdiste tu trabajo, papá?
La tensión se hizo presente. Ambos se miraron y luego a mí, esperé a que hablaran levantándome del sofá.
— Hace un mes.
— ¿Y no pensaron en contarme?
— Estabas pasando un mal momento, nosotros estábamos peor y no supimos que hacer—mamá intervino, lucía avergonzada ahora—Pero lo correcto no era decírtelo, cariño.
— Le pediste trabajo al señor Jeon—acusé. Papá me miró molesto levantando su mano callándome con ese gesto.
— Espera, no olvides que soy tu padre—advirtió—Nunca le pedí trabajo al padre de JungKook, él siempre me lo ofreció cuando supo de mi despido, me negué porque creí que podría hacerlo por mí mismo, pero me equivoqué, siempre que tu madre me llamaba diciendo que estabas en el hospital eran gastos que debíamos pagar y no teníamos de donde sacar.
— Los padres de JungKook ayudaron a tu padre completando un dinero—bufé negando con la cabeza. Esto era realmente increíble, ¿Acaso nunca me dirían todo eso? —Creímos que la mejor idea de pagárselo era trabajando para él...
— Pero incluso así, dijo que no era necesario devolverle ese dinero—finalizó papá—Todo lo hicimos por ti, Danbi, cuando tengas hijos lo entenderás.
— Espero no tenerlos nunca porque ser padre es muy complicado—caminé a mi habitación escuchando a mamá llamarme, pero cerré de un portazo sin querer escuchar a nadie.
Todos son unos malditos mentirosos.
No podía dormir, daba vueltas en la cama sintiendo calor e incomodidad, suspiré pasando mi mano por el cabello. Inconscientemente pensaba en JungKook, en aquello que le dije y en cómo su rostro cambió, creo que había escuchado su corazón romperse. ¡No! No puedo arrepentirme, así es la realidad, es cruel y así son las personas, son crueles.
Frustrada me levanté de mala gana dirigiéndome al baño, cerré con seguro la puerta mirándome al espejo, recogí mi cabello en un moño mordiendo mi labio, miré alrededor tomando la navaja que mi padre usaba para su rostro, era muy filosa, pude ver mi reflejo en ella, mis ojos se veían más oscuros de lo normal y por un momento escuché a JungKook junto a mí pidiéndome que no lo haga.
Molesta por pensar en él hice el primero corte en mi muñeca mirando la sangre salir después de tanto tiempo, aquel color rojo cayó sobre el lavabo y yo sólo lo miraba con curiosidad. ¿La sangre de JungKook sería espesa o más liviana que la mía? Hice otro corte en la otra muñeca, este un poco más profundo, el mareo llegó a mi cuerpo, me dejé caer con lentitud al suelo recostándome en la cerámica fría, todo me daba vueltas, todo se movía y se volvía borroso.
Cerré mis ojos decepcionada de mí misma, aquí estoy de nuevo, la tentación pudo conmigo, la oscuridad me estaba hundiendo de nuevo y justo como pensaba, no había nadie allí para impedirlo. Eso me dejaba saber que en la vida todos estamos solos, los momentos son por unos minutos, la realidad golpea con fuerza y ni las relaciones impiden que lo negativo llegue. Suspiré sintiendo como la oscuridad me abrazaba contenta de recibirme después de tantos días, pero antes de quedar inconsciente veía a Kookie abrazándome con esa típica calidez suya, me veía con aquellos ojos brillosos, besó mi frente susurrándome al oído lo del otro día:
— No recaigas, Danbi.
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