Capítulo 2
Según lo que mi padre me había dicho (tuve que preguntarle, no sería idiota creyéndole a un desconocido) Jeon JungKook era hijo único, sus padres eran amables, gentiles, simpáticos y un matrimonio muy estable lo cual no creo, todos en este jodido mundo sufrimos de alguna manera, no me creo eso del amor verdadero. Seamos realistas.
El chico tenía la misma edad que yo, veinte años, estaba estudiando Música en la universidad, según mi padre era muy bueno, había compuesto algunas canciones. JungKook había tenido problemas en su escuela, solían hacerle bullying por el hecho de haber sido tan dulce e ingenuo, su madre padeció de cáncer unos seis años, con tratamiento, exámenes y pruebas aquel mal desapareció de su cuerpo, pero como todos saben, puede regresar de nuevo.
Mientras escuchaba a mi padre entendí porque el chico se había cortado, no sabía si estaba en lo correcto, pero en algún momento se lo preguntaría. Mi permanencia en el hospital no se debía a ninguna enfermedad contagiosa, la cuestión era simple, mis padres temían que me lastimara de nuevo y los doctores seguían insistiendo con llevarme a un centro psiquiátrico.
Mi padre tuvo que regresar al trabajo, en la oficina lo estaban necesitando, insistí diciéndole que estaría bien, mamá tenía permiso todavía, era amiga de su jefa y mientras me cuidaría. Odiaba que me trataran como niña, pero sabía que discutiendo no llegaría a nada, nunca me escuchaban.
El aire de afuera era helado, no lo sentía, pero si lo imaginaba, miraba la nieve caer amontonándose en el suelo, estábamos en invierno, mi época favorita del año. Ansiaba encerrarme en mi habitación y beber chocolate caliente, de sólo pensarlo sonreía inconscientemente.
— Es la primera vez que te veo sonreír.
Borré la sonrisa de inmediato, rodeé los ojos girándome, me crucé de brazos no muy contenta.
— ¿No tienes a alguien más para molestar? —levanté una de mis cejas—Ve a ver a tu amigo.
— Eso hice, estos cuatro días mejoró rápido, hoy por la tarde podrá irse y quiere conocerte—comentó acercándose, vestía con unos pantalones negros, botas y chaqueta gris con una bufanda azul oscura, justo como sus ojos lucían ahora—De hecho, hay algunas personas que me gustaría presentarte, te agradarán.
— ¿Crees que me interesa conocerlos? —bufé—Que considerado.
— Vamos, no seas amargada—me empujó con suavidad. Devolví el gesto un poco más fuerte.
— No puedo salir de aquí, mi doctor lo prohibió hasta que mis padres decidan.
— ¿Qué decidirán? —frunció el ceño. Gruñí entre dientes al ver que había dicho de más, caminé a mi cama tomando asiento, podía permanecer con mi ropa, supuestamente para estar más cómoda, incluso duchándome olía a hospital.
— Al parecer todos creen que estoy loca—me encogí de hombros. JungKook se quedó allí mirándome—Quieren enviarme a un centro psiquiátrico, dicen que me ayudarán con la depresión y la bipolaridad.
— Eso es una mentira—me sorprendió que pensara eso y no dijera que estaba de acuerdo, JungKook se sentó a mi lado algo serio—En esos centros puedes mejorar, pero no curarte, además, estar encerrado, sedado y tomando medicinas para los nervios no es una cura ni una ayuda—lo miré con atención—Estoy en contra de eso.
— Iban a enviarte allí, ¿Cierto? —fue su turno de estar nervioso e inseguro, asentí al saber que había acertado—Mi padre me contó sobre ti y mi madre uno que otro detalle, pero ahora lo entiendo, aunque... ¿Por qué eres tan radiante ahora? Me dan ganas de vomitar.
— No soy radiante, soy humano como tú, tengo mis momentos, mis altos y bajos—señaló, sonrió dulcemente—Y tú también lo tienes.
— ¿A cuántas chicas suicidas has ayudado, JungKook?
— Hasta el momento, eres la primera—guiñó un ojo. Negué con la cabeza mirando mis pantuflas azules—Quiero ayudarte.
— ¿Para estar bien contigo mismo después de verme desangrándome?
— No, quiero ayudarte porque me recuerdas a mí.
— No voy a arrojar flores a donde vaya en un futuro.
El chico rio y sus ojos se cerraron por completo, JungKook se vio más adorable aun riendo así. Me esforcé por no sonreír.
— Pensaba lo mismo—se levantó—Vendré por ti en la tarde, quiero que conozcas a mi amigo.
— Sigo creyendo que es innecesario.
— Sigo creyendo que puedo ayudarte—imitó mi tono. Fue tan gracioso que lo empujé en forma de broma sonriendo un poco— ¡Te hice sonreír!
— ¡Basta! —lo empujé de nuevo negando con la cabeza.
— Te haces la difícil, pero sabes que no eres así—señaló—Vendré por la tarde, ¿Tu madre...?
— Fue a por algo de desayuno, ya volverá, le diré que viniste.
— ¿Le agradeciste al muchacho? —preguntó mi madre mientras me vestía, mi cabello castaño caía mojado por mis hombros.
— Sí—mentí.
— Fue muy amable en preocuparse por ti, sus padres han hecho un buen trabajo con él—rodeé los ojos mirándome en el pequeño espejo del baño—Después de lo de su madre maduró mucho.
— Sí—miré mi reflejo notando mis ojos negros reflejar cansancio, unas leves ojeras aparecían debajo de ellos, mi cabello era completamente parejo, todos los mechones medían lo mismo, por un tiempo me gustaba el flequillo sobre mis cejas, pero ahora lo detestaba, me hacía ver muy pequeña, tenía labios delgados y un cuerpo que detestaba. A veces me parecía delgado y otras veces algo gordo, nunca me decidía. Al salir del baño vestía con unos pantalones de algodón grises, camisa manga larga blanca y mis pantuflas azules, miré la nieve desde la cama con aire pensativo. Casi me había olvidado de JungKook cuando tocaron a la puerta, mi madre sonrió encantada de inmediato, rodeé los ojos por su actitud y por la sonrisa en su rostro. Detrás de él apareció un chico de su misma altura, era delgado y de cabello rubio, un poco más largo que el de JungKook, me acerqué a ellos en silencio.
— No fue grave, ¿Cierto? —escuché preguntar a mamá.
— Algunos rasguños y una herida en la pierna derecha—explicó el chico encogiéndose de hombros—El conductor se llevó la peor parte.
— Por suerte, Jimin se movió a tiempo y no recibió golpes en la cabeza.
— Ya veo, gracias a Dios que estás recuperándote, chico.
— Jimin, ella es...
— Soy Danbi Yoon—ofrecí mi mano, sonrió con algo de complicidad, sus ojos oscuros brillaron con gracia.
— Park Jimin, Kookie me habló un poco de ti—noté a JungKook sonrojarse—Un gusto conocerte, Danbi.
— Digo lo mismo—miré su pierna— ¿Qué te pasó?
— Accidente de auto, otro conductor estaba ebrio y pues...
— Una tragedia—resumí. El chico asintió sonriendo divertido.
— No tanto como lo tuyo—señaló mis muñecas. JungKook golpeó sus costillas con su codo, mi madre sonrió de lado, aunque yo me sentí un poco incómoda.
— Danbi está mejorando también.
— Sé que sí, señora Yoon—nos miró—Con ayuda de Kookie créame que la deja en buenas manos.
Mi cerebro se detuvo y miré a mi madre, ¿Había algo de lo cual no estaba enterada? Ella sonrió con nerviosismo mirándome.
— JungKook habló con tu padre y conmigo, nos parece buena idea que pases un tiempo con él.
— ¿Qué estás...?
— Te ayudará de cierta forma, además, todos queremos salir de este hospital, tú eres la primera.
— Él no puede ser mi niñera, JungKook tiene cosas que hacer...
— De hecho, no.
Lo miré fulminante y sólo sonrió más. Quería golpearlo, realmente lo quería.
— Danbi, sólo inténtalo, por favor—pidió acariciando mi brazo. Su mirada suplicante y cansada me hizo sentir culpable, odiaba cuando usaba esa expresión conmigo.
En cuanto a JungKook, juro por Dios que voy a matarlo. Voy a eliminarle esa estúpida y radiante sonrisa del rostro.
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