Capítulo 12
Al final me había decidido por un vestido azul oscuro con pequeños detalles brillosos a la luz, era simple pero perfecto para la ocasión. Llegaba hasta unos centímetros más arriba de las rodillas y mi madre no fue la única en sorprenderse por ese gusto, yo estaba igual. No acostumbraba a usar vestidos, pero pensar en ello me hizo pensar en la cena con JungKook, el parque, la pista de patinaje, el frío, el chocolate...sus ojos...
Unas horas antes de ir a la cena navideña mi madre me ayudaba a arreglarme y yo la ayudaba a ella, aunque envidiaba un poco lo bien que lucía el maquillaje en ella, si intentara usar esa pintura mi rostro se hincharía por completo. Aquello causaba una especie de alergia en mí y lo malo es que aparentaba menos edad de la que realmente tenía, en un futuro me ayudaría pero que me digan que lucía como una niña de quince no era de mi agrado ahora.
Mi madre recogió mi cabello en una coleta alta donde un lazo negro lo decoraba, usaba unas mallas negras en mis piernas para el frío y unas botas para el invierno perfecto para la nieve, pero para el vestido también.
— Están hermosas—miré a mi padre quien vestía algo elegante y formal. Era graciosa la forma en que se veían, graciosa pero tierna.
No había pensado en JungKook hasta que nos detuvimos frente a su casa, era moderna, de colores blancos, grises y negros, tenía ventanas grandes que se encontraban cubiertas por cortinas, aquella casa era más grande que la nuestra y supe que la familia de JungKook era un poco más "poderosa" que la mía. Mis padres avanzaron mientras seguía admirando la casa, había un jardín muy bien cuidado, pero no se podía admirar como se debía por la nieve que cubría todo. Papá llevaba en su mano una botella de vino, aquello me parecía gracioso porque me llevaba a pensar en JungKook de nuevo.
La puerta se abrió dejando ver a un hombre de cabello oscuro y ojos igual un poco alto, pero de buen aspecto. Tal vez tendría una edad cercana a la de mi padre, éstos dos se abrazaron como los mejores amigos que eran o habían sido. En la presentación me limité a sonreír un poco.
— Danbi, claro—sonrió y noté unos hoyuelos en sus mejillas similares a su hijo cuando sonreía—La última vez que te vi eras...muy pequeña.
— Hace mucho de eso—asentí sonrojándome.
— Cariño, hazlos pasar, se congelarán allí—una voz femenina se unió. Al entrar noté a la madre de JungKook, tenía su cabello castaño, sus ojos cafés oscuro, su nariz, sus mejillas, su forma de labios y....usaba lentes, similares a los del chico. Mamá la abrazó diciéndole lo hermosa que se encontraba y sí que lo estaba, aunque su forma de expresarse y hablar me recordaba a su hijo. JungKook era el reflejo de su madre.
Antes de preguntarme donde estaba lo distinguí, caminaba a nosotros subiendo las mangas de su camisa blanca a los codos, llevaba unos pantalones negros y sus típicas botas con el cabello alborotado, noté también que llevaba un reloj en su muñeca derecha y en la otra un brazalete plateado.
Lucirá estúpido, pero me alegraba verlo.
— Señores—asintió apenas con la cabeza sonriendo de lado. Rodeó los hombros de su madre mirando a mis padres y al notar el vino comentó—Oh, es una buena cosecha.
— Lo sé, es una de las mejores del país—opinó su padre aceptándola— ¿Por qué no vamos al comedor? Los demás llegarán en minutos...
— Claro—mamá asintió, pero yo no me moví. Jalé un poco de la camisa de JungKook reclamando su atención.
— Necesito hablar contigo.
Su habitación era más grande que la mía y tenía más cosas, pero se notaba lo limpio además de ordenado de todo. En una esquina estaba su laptop en el escritorio, lápices, cuadernos, libros, etc. Distinguí un piano eléctrico junto a una guitarra cerca de la cama, en la mesa de noche había tres fotos, una de ellas salía con sus padres, sonreía como normalmente lo hace, en otra abrazaba a su madre sonriendo con dulzura y en la tercera salía con otros seis chicos.
— Ese es Jimin y Jin—señalé.
— Así es, los demás los conocerás luego—se encogió de hombros.
Caminé a la lista de discos que tenía, JungKook realmente escuchaba de todo, su armario de puertas negras estaba cerrado, pero podía imaginar la cantidad de ropa que habría allí, coloqué mis manos en mi cintura girándome para verlo. El chico estaba de brazos cruzados esperando.
— No me escribiste ni me llamaste.
— Estaba ocupado.
— ¿Con la universidad?
— Algo así—suspiró.
— Oye—avancé a él—Puedes decirme lo que sea, siento que estás escondiendo algo JungKook, ¿Qué sucede? —comenzaba a preocuparme. Suspiró sentándose en su cama sin mover sus brazos, sus ojos no eran tan alegres como normalmente se veían, desde que llegué no lo veía sonreír como él lo hacía. Fruncía el ceño un poco, volvió a suspirar y me senté a su lado—Confía en mí, así como yo he confiado en ti esta semana.
Miré sus ojos por poco tiempo, Kookie bajó la vista a sus manos quitándose el reloj sin decir nada. Me resigné a que él no me diría nada y cuando pretendía irme molesta por su actitud se movió, el brazalete plateado lo quitó también dejándome ver la cicatriz en sus muñecas. Tragué con dificultad sintiendo un nudo en la garganta, Kookie usualmente tenía cicatrices allí, pero éstas se veían recientes y tocarlas me lastimaba porque sentía un peso en mis manos, justo en mis muñecas. Parpadeé varias veces ante las lágrimas que querían aparecer, lo miré queriendo escuchar la razón, pero ni así, JungKook dijo que se había curado y que hace años que no se lastimaba. Esto no es real... ¿O sí? ¿O quizás JungKook no me intenta salvar sino intenta salvarse así mismo?
Tal vez intenta encontrar la salvación en otra persona y esa...podría ser yo.
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