Capítulo 10
La comida era deliciosa (tan deliciosa o quizás un poco más que la de mi madre), JungKook me hizo probar el vino, al principio me negué diciéndole que no me gustaba y no era mentira, pero algo tenía éste en particular que sabía a mora o algo parecido, a la hora del postre el chico hablaba sobre como cuando era niño solía correr en estos lugares. No imaginaba a JungKook revoltoso, pero de siquiera pensarlo me causó gracia. En tres ocasiones lo vi respondiendo un mensaje y no pude evitar preguntar.
— ¿Tu novia? —acerqué la copa de líquido oscuro a mis labios.
— Sabes que no tengo novia.
— ¿A quién le escribes entonces?
— Son los chicos, quieren saber cómo estoy tratándote—sonrió dejando el móvil sobre la mesa.
— ¿Cuándo me presentarás al resto?
— No lo sé, algunos ya se han ido por vacaciones, en dos semanas estaré libre de clases.
— Oh, no. Debo soportarte aún más—bromeé. JungKook sonrió divertido negando con la cabeza.
— No bebas tanto vino, Danbi.
— ¿Por qué? —di otro sorbo.
— Porque tus mejillas están muy rosadas—me quitó la copa con delicadeza—El vino puede causar el mismo efecto que la cerveza, tiene licor.
— ¿Enserio? —abrí mis ojos como platos— ¿Querías emborracharme y aprovecharte de mí, JungKook?
— Tal vez—lo dijo seductoramente. Sonreí negando con la cabeza llevando un pedazo de flan a mi boca.
— Cuando era niña me encantaba este postre—señalé—Mi madre lo hacía algunas veces y tomaba la crema batida del refrigerador sólo para colocárselo encima, realmente sabía exquisito—lo encontré mirándome con ojos dulces— ¿Qué?
— Me gusta cuando cuentas detalles así sobre ti.
— No empieces.
— No, enserio, lo digo muy...enserio, Danbi—miré sus ojos. Sus labios lucían algo rosados, sus mejillas tenían cierto tono similar pero esa mirada estaba iluminada con pequeñas chispas, me hizo sentir un cosquilleo en el estómago—Bueno, vamos—se levantó ofreciéndome su mano. Cuando pretendía tomar mi saco me detuvo—No, no, vamos a bailar.
— ¿Enfrente de todos? —miré alrededor. En una pequeña pista de baile había parejas tan jóvenes como nosotros o mayores que ambos, bailaban lento al ritmo de la música—No me gusta bailar.
— Te he visto hacerlo, ¿Recuerdas?
— Pero no en público, es...
— Vamos—tomó mi mano casi arrastrándome. Las decoraciones navideñas colgaban del techo haciéndolos lucir como pequeños copos de nieve, JungKook se giró a mí cuando estuvimos en un sitio para nosotros, sonrió divertido por mi reacción colocando su mano en mi cintura y tomando la otra con la suya. Tenerlo tan cerca me hizo sentir un leve calor, comenzamos a movernos lento y suave, los ojos de JungKook lucían más expresivos esta noche.
— Me gustan tus ojos—dije en un intento inútil de romper el silencio, levantó una de sus cejas mientras apretaba un poco mi mano en su hombro—Son redondos, grandes y....después de esta primera semana no sé si son azules o...
— Son cafés oscuros, me gusta usar lentes de contactos cuando no quiero usar lentes—explicó acercándome más a él—Estás muy tensa, Danbi, tranquila.
Suspiré intentando relajar mis hombros.
— No necesitas usar lentes de contacto, me gusta este color—señalé—Y me gusta verte con lentes. Te ves...tierno—rodeó los ojos y reí por eso.
— ¿Sabes que estamos celebrando esta noche?
— ¿Estamos celebrando algo?
— Claro que sí—me alejó de su cuerpo dándome una lenta vuelta para luego acercarme a sí—Hace días que no te lastimas, eso es bueno.
— Oh—sonreí de lado—Gracias a ti.
— No me des todo el crédito, se debe a ti también—besó mi frente. Cerré mis ojos ante ese gesto, estaba acostumbrándome terriblemente a este chico.
JungKook no quería decirme a donde íbamos. Hace treinta minutos que habíamos salido del restaurante y cuando identifiqué el parque lo miré algo confusa.
— ¿Caminaremos un rato?
— Algo así.
El aire era helado, todavía sentía mis mejillas cálidas por el vino. Caminaba del brazo del chico mirando a los niños jugar con la nieve, jamás había podido hacer un muñeco de nieve, nunca supe cómo. Mi primer recuerdo en invierno me parece haber sido en un pueblo, creo que estábamos de viaje y mis padres no dejaban de darme explicaciones sobre cada cosa que les parecía interesante. Cuando la nieve se amontonó en el suelo había comenzado a saltar dejando huellas en ella y recuerdo haber llorado porque creía que las personas sabrían a donde iba.
— ¿Danbi?
— ¿Sí? —miré a JungKook regresando a la realidad.
— ¿En qué pensabas? Estuviste muy callada—señaló. Una parte impulsiva de mí quiso decirle que no era su problema, pero la otra respondió.
— Recordaba la primera vez que vi la nieve, mis padres y yo habíamos viajado a un pueblo muy pequeño en vacaciones...
— ¿Cuántos años tenías?
— Tres años tal vez—levantó sus cejas sorprendido—Era más alegre en ese entonces y mi forma de ver el mundo era...—besó mi mejilla. Tuve que dejar la conversación allí porque noté la gran pista de hielo frente a nosotros, algunas personas, jóvenes o niños reían patinando sobre aquel lago congelado. Tardé unos minutos en darme cuenta de lo que pasaba, JungKook pretendía hacerme patinar cuando no tenía el más mínimo equilibrio—No voy a hacer...—volvió a besar mi mejilla—No, voy a....-volvió a interrumpirme. Lo miré algo molesta y él sonrió divertido pellizcando mi mejilla-No sé patinar.
— Yo tampoco, que casualidad.
— Hablo enserio.
— Yo también.
Mi cuerpo estaba demasiado tenso, cuando intentaba moverme todo me dolía un poco debido a la tensión. Suponía que era como patinar normalmente, pero con las caídas que se daban algunos contra el hielo no parecía ser igual. JungKook parecía manejarlo mejor que yo, el chico estaba a mi lado consiguiendo todo gracioso, pero para mí no lo era. No quería hacer el ridículo.
— Creo que no soy buena, ya te lo dije...
— No seas negativa—sonrió divertido tomando mi mano animándome a moverme un poco con él. La brisa fría causó escalofríos en mí, aun así, la baja temperatura no era impedimento para los demás, reían, iban tomados de la mano, jugaban entre sí y algunos aprovechaban para tomarse fotos juntos. Cuando JungKook iba a soltarme me aferré con más fuerza a él casi aterrada.
— ¿Qué crees que haces?
— Tranquila, vas bien, no vas a caerte.
— No me sueltes.
— Nunca lo haría—sonrió entrelazando nuestros dedos, primero dimos una vuelta juntos por toda la pista, los árboles que nos rodeaban estaban decorados en miles de luces de colores. Cuando JungKook fue el primero en caerse me reí como nunca antes lo había hecho, llevé mis manos a mi estómago casi cayéndome de la risa.
— No es gracioso.
— Sí, lo es, tu carita fue tan...—imité su gesto riendo de nuevo. Se levantó con sus ojos oscuros fijos en mí—No, JungKook, no—advertí intentando retroceder, el chico me alcanzó abrazándome por detrás causando un pequeño grito de mi parte— ¡Kookie!
Escuché su risa en mi oído y sentí un agradable cosquilleo en el estómago.
Al cambiar los patines por nuestros zapatos sentía una pequeña parte en mí que quería reírse aún. Tomamos asiento en una banca mientras bebíamos algo de chocolate caliente. JungKook tenía las mejillas rosadas por completo, no quería imaginar cómo estaba yo.
— ¿Estás bien? ¿Tienes frío?
— No creo que vayas a darme tu saco en este momento, te enfermarías terrible.
— No quiero que pierdas tu imagen de alguien caballeroso—reí por eso negando con la cabeza. Inclinó su cabeza de lado mirándome—Danbi, yo...—su celular lo interrumpió. Di un sorbo a mi chocolate mientras lo veía sacar su móvil y contestar la llamada alejándose.
Me desperté al día siguiente muy temprano, mi celular que lo había dejado encendido marcaba las cuatro de la mañana. Me incorporé estirándome entre bostezos, miré mi habitación y luego la ventana al escuchar un claxon. Fruncí el ceño levantándome, me acerqué observando a mi padre salir de la casa y subirse a un auto muy similar al que tenía el padre de JungKook.
Mi madre seguía durmiendo, la casa en silencio no me agradaba mucho, miré las fotos que había en la sala donde salía con mis padres o sola. Era algo triste ver cómo mientras más crecía menos sonreía, ¿Cuándo fue la última vez que disfruté algo? ¿Cuándo fue la última vez que me reí como anoche? La respuesta era esa, no lo sé.
Miré por la ventana de nuevo pensando en lo de mi padre, los domingos no solía trabajar. ¿Por qué saldría a esta hora? ¿Quién lo vino a buscar?
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