8.
Sheila
Otro dia de trabajo, ahora me sentía un poco mejor ya que cuando llegué a casa en la mañana mi madre no estaba y pude dormir todo lo que no he dormido en estos pocos dias. Bill, se había ido por la madre del señor Jackson al aeropuerto, mientras que yo estaba parada en la entrada viendo a todos esos fans locos esperando a que Michael saliera, se veían tan euforicos y emocionados ¿por qué lo adoran tanto?.
- Buenas tardes. - dijo alguien entre la multitud.
No logré ver bien quien era, pero a los segundos un hombre con una gran camara se acercó a mi. Me miraba de arriba abajo con una sonrisa, era un paparazzi.
- Buenas tardes, linda. - dijo con la misma sonrisa. - Sé que trabajas para Jackson, ¿te gustaría ganar cincuenta mil dolares? solo debes tomarles una foto a sus hijos.
- Esfumate. - le dije seria.
- ¡Vamos, no creo que te pague tanto! - dijo y cometió el error de tocarme el rostro.
- ¡Escuchame, idiota! - dije y lo agarré del cuello de su camisa. - No molestes, te dije que desaparezcas de aquí o te haré desaparecer a los golpes. - lo solté y el cayó al suelo de rodillas.
Se levantó y se fue corriendo entre la multitud, no quería usar la fuerza bruta pero el me tocó y yo odio que alguien me toque sin mi consentimiento. Abrí los portones de la casa cuando vi que se acercaba la minivan de Bill, todos los fans se hicieron a un lado, ellos estaban tan emocionados que comenzaron a gritar el nombre de "Michael" y ni siquiera habia salido de la casa en todo el dia.
El auto entró a la casa y el guardia de la entrada me ayudó a cerrar la puerta, todos los fans se pegaron a esta intentando ver de quien se trataba la llegada, pero el auto se fue a la entrada de la casa y para su mala suerte no tenian vista hasta allá. Yo fui mientras me acomodaba el uniforme, un dia de estos me voy a convertir en pollo asado dentro de esto.
- ¡Abuela! - gritó la niña desde la entrada.
Una señora de estatura baja y vestida de forma elegante bajó del auto, les dió un abrazo a los niños y les decía cosas que no logré escuchar porque el aburrido de Bill me mandó a llevar las maletas al cuarto de huespedes. Dejé todo ahí y observé un poco, las sabanas estaban limpias y todo estaba listo para la madre de Michael.
- ¡Buenas tardes, linda! - levanté mi mirada y me encontré con aquella señora.
Era igual a Michael, literalmente.
- Buenas tardes, señora Jackson. - sonreí y me hice a un lado para dejarla entrar.
Estaba por irme cuando habló.
- ¿Quien decoró esta habitación? tiene mucho rosa. - dijo y yo la miré.
- Creo que Michael o quizás alguna empleada. - encogí mis hombros.
Y dandole un buen vistazo me di cuenta de que estaba en lo cierto, no sé a quien le agradaría una habitación así, a menos que sea para una niña de la edad de Paris.
- Llevate esto y dile que me traiga sabanas blancas. - me dio las sabanas en las manos.
- Muy bien. - reí - Nos vemos luego.
- Igualmente, hija.
Salí de la habitación y me encontré a Michael en el pasillo, me miró con una ceja arqueada.
- ¿Que pasó?
- A su mamá, no le gustaron las sabanas, dice que quiere sabanas blancas. - sonreí. - Creo que pienso lo mismo que ella.
- ¿En serio no te parecen lindas?
- Claro, para una niña de nueve años, tal vez.
Bajé hacia la lavanderia y las dejé sobre el lavaropas, la casa era mas grande de lo que pensaba. Subí otra vez y Bill estaba cargando a Blanket en sus brazos, el niño estaba como loco pataleando y gritando que lo soltara.
- ¿Que pasa? - le pregunté.
- Quiere salir a la calle, no puedo dejarlo salir.
- Blanket, no puedes salir ¿quieres que le diga a tu padre?
El me miró y se quedó quieto, siento que estoy siendo la aburrida diciendole que le acusaré a su padre, pero Bill está luchando por matenerlo.
- Eres una aburrida.
Bill lo dejó en el suelo y el subió las escaleras molesto, se veía tan tierno siendo una miniatura enojada. Miré a Bill y el rió.
- Tenemos que ir por un regalo especial que el señor le preparó a Prince. - golpeó mi hombro.
- ¿Nadie se quedará en la casa a cuidarlos?
- Claro que si, está el guardia de la puerta.
Yo asentí y lo seguí hacia el estacionamiento.
¿Otra regalo para los niños? ha comprado como para un ejercito hace unos dias y tal parece que aún no es suficiente para ellos. Subimos al auto y conducimos hacía la perrera, me dan algo de miedo estos animales.
- ¿Que hacemos aquí? - pregunté mirando hacia la entrada del lugar.
- El señor Jackson pidió un perro para su hijo, quiere que Prince aprenda sobre la responsabilidad.
- Que gran padre. - dije algo confundida. - Irás tu solo, ¿no?
- Claro que no, tu irás conmigo. - me tomó del brazo.
Yo estaba dura mirando a todos aquellos perros, todos ellos ladraban desesperados. Habian de todos los tamaños y de todo tipo, yo pensaba en la estupida posibilidad de que alguno se escapara y me mordiera una pierna o peor aun un brazo, me aterrorizaba estar por aquí y mas nerviosa me ponia al recordar que mamá me decía que los perros presentian el miedo.
- Mira, este es muy lindo ¿no? - yo bajé mi mirada.
Un pequeño perrito marrón estaba saltando y girando por todos partes al vernos, me pareció tierno, pero eso no quitaba el hecho de que fuera un perro.
- Claro. - dije nerviosa e iba saliendo hacia la entrada cuando uno de los perros grandes salió de su jaula.
Mis piernas temblaban y verlo ahí gruñirme estaba haciendo que mi presión se bajara, creo que voy a morir en cualquier momento.
- ¡Adentro! - gritó un hombre.
El perro entró nuevamente a la jaula y yo simplemente comencé a respirar mas tranquila, no podia pensar en otra cosa que no fuera "Me salvé de morir masticada". Bill se rió de mi todo el camino de vuelta a la casa, fue vergonzoso pero yo agradecía el hecho de no haber perdido una pierna. Llegamos a las entradas de la casa y una rubia se acercó de mi lado de la puerta, pasó un sobre por la ventanilla y me lo dió.
- Daselo a Michael, que tenga feliz navidad. - dijo con cierto tono que me hizo dudar un poco.
Entramos al estacionamiento y nos bajamos, me dolían tanto los pies y ni siquiera había caminado. Vi ese sobre que tenia en mis mamos y decidí abrirlo.
- ¡Mierda, mierda y mas mierda! - grité tirandolo al suelo.
- ¿Que pasa? - preguntó Bill mirandome extrañado.
- ¡Mira eso, mira! - le dije cubriendome los ojos.
Comencé a oír una risa de su parte, y luego lo miré.
- Es impresionante.
- ¡Claro que no, no quería ver una vagina! - dije recordando esas imagenes.
La rubia me dió fotos suyas desnuda para Michael, no se quien demonios me mandó a abrir eso y verlo con mis propios ojos.
- ¿Que? - me di la vuelta y vi a Michael .
- Señor Jackson, entrega para usted - dijo Bill riendo.
Michael tomó las fotos y luego las miró, pareció darle completamente lo mismo y luego levantó su mirada hacia a mi.
- ¿Las viste?
- ¿Que si las ví? señor, ahora me siento completamente heterosexual. - me cubrí los ojos. - Necesito algo, necesito olvidarme de eso.
- ¿Por qué? es normal, tu tambien tienes un cuerpo asi y..
- ¡Pero prefiero mirar mi cuerpo! - suspiré - ¿Por qué, Dios? - dije mirando el cielo.
- Eres muy dramatica. - Bill golpeó mi hombro.
- Claro que no lo soy.
- Claro que si, si hubiera sido un pene tal vez te hubiera gustado. - comentó el.
- Jamás he visto un pene en mi vida y no me gustaría verlo tampoco.
Ambos me miraron como si fuera un bicho raro, comenzaron a estallar en carcajadas, otra vez.
- ¿Jamás? - preguntó Jackson mirando a Bill. - Bill, yo jamás he visto pechos en mi vida.
- Noté el sarcasmo, pero yo estoy siendo sincera. - dije de brazos cruzados.
Ambos se pusieron serios y bajaron la mirada.
- Yo, lo siento no sabia que eras.. bueno ya sabes. - dijo Jackson.
- Claro que soy virgen y claro que no tendria porqué saberlo, es algo privado. - me di la vuelta y fui hacia adentro de la casa.
Ellos están locos si creen que ver esas cosas es normal, para mi eso es algo completamente inapropiado y asqueroso que solo las personas con necesidades sexuales hacen.
- ¿Estás molesta? - preguntó Jackson detras de mi.
- No lo estoy, de hecho estoy algo asqueada. - sonreí - En serio, no me esperaba ver algo así..
- Tranquila, ¿fue una rubia? - asentí y el sonrió.
- ¿La conoce?
- Claro que si, no es la primera vez que me da estas cosas.
- Demonios, creí que usted era un santo.
- ¿Que hay de malo en eso?
- No lo sé, solo que es algo raro para alguien como yo.
Tomé asiento, no se que hago hablando con el como si fuesemos amigos de toda la vida si tengo que vigilar la casa.
- Solía tener la misma mentalidad que tú, pero cambió cuando conocí mas sobre el tema. - se sentó a un lado de mi.
- ¿Mas sobre qué?¿hay más sobre el sexo?
El me miró confundido y luego asintió.
- No es solo meterla y sacarla.
Miré el suelo con algo de incomodidad.
- Algún dia te enamorarás tanto de alguien y querrás entregarle todo de ti.. - sonrió - hasta la ultima gota.
- Eso sonó asqueroso, pero entiendo. - miré hacia la sala. - ¿Los niños?
- Estan en la habitación con mamá, están felices de que pasará navidad con nosotros.
- Puedo imaginarlo, yo no tuve una abuela asi que, podría decirse que no sé que se siente. - mordí mi labio. - ¿Podría usar el baño?
El asintió.
Caminé por los pasillos, estaba algo nerviosa ya que en mi mente rezonaban las palabras de Jackson "Algún dia te enamorarás y querras entregarle todo de ti" nunca creí que alguien como el pudiese pensar de esa forma, se que es un ser humano pero pensé que el solo se divertía con acompañantes nocturnas y eso era todo, ¿por qué no tendrá una esposa? no entiendo eso, el no es un hombre feo y no es tan malo como pensaba.
Michael
Caminaba por el pasillo para ir hacia el baño de la planta alta, toqué la puerta y unos segundos despúes oí una maldición.
- ¿Quien es? - preguntó y me di cuenta que era Sheila.
- Soy Michael, ¿te falta mucho?
- Amm... ¿podría llamar a su madre? - preguntó con algo de vergüenza en su voz.
- Claro, ahora regreso.
- Gracias. - contestó.
Fui hacia la habitación de mi madre y entré, ella estaba leyendole un cuento a los niños mientras que ellos estaban casi dormidos.
- Mamá, te llama Sheila.. está en el baño de la planta alta. - le dije y ella asintió.
- ¿Quien es Sheila?
- La guardaespaldas.
- Bien, ¿no te dijo que necesitaba?
- Claro que no, solo escuché que estaba algo nerviosa.
- Bueno, quedate con los niños, iré a ver. - yo asentí y ella salió de la habitación.
El pequeño Blanket estaba dormido junto con Prince y mi princesa estaba recostada mirandome con una sonrisa, la cargué en mis brazos y la saqué de la habitación, mi hija es una de las personas mas importantes de mi vida. Ella es mi todo y la dueña de mi corazón.
- Papi, ¿Sheila te dijo algo? - yo la miré mientras la recostaba en su cama.
- No me ha dicho nada, ¿de qué?
- Es que anoche yo me asomé a la ventana y ella se asustó mucho, creo que estaba llorando.. ¿me perdonas?
- Paris, no debes hacer esas cosas es peligroso y sabes que si te pasa algo yo me muero. - ella bajó la mirada.
No puedo enojarme con mi pequeña princesa.
- Pero me alegra que me lo hayas dicho y te hayas disculpado, pero no debes volver a hacerlo. - la abracé junto a mi.
- Ella me llamó Fernanda.
- ¿Sheila? - asintió. - ¿No te dijo quien era?
- Le pregunté, pero no me dijo nada y solo me llevó a ver peliculas con mis hermanos.
Yo asentí, ella se acurrucó a mi lado y me abrazó, es tan pequeña y tan llena de vida ¿quien lo diría? yo teniendo una hija tan hermosa como ella, nunca pensé que la paternidad se sentiría tan bien. Habia deseado tanto llegar hasta este momento que sinceramente no me arrepiento de nada, fue la mejor decisión de toda mi vida.
- ¿Alguna vez volveremos a Neverland? - susurró.
- No, ese ya no es nuestro hogar. - besé su cabeza. - Prometo que compraremos otro y será mucho mas magico.
- ¿Lo prometes?
- Lo prometo.
Ella besó mi mejilla y se volvió a acomodar. No estaba seguro de nada, en mi mente pasaban mil cosas y la idea de hacer los ultimos diez conciertos de mi vida me daba algo de miedo, no estoy seguro de si estoy listo para esto otra vez ¿No me ven? ya no soy un joven, ya no puedo bailar como antes, mi cuerpo duele, no puedo descansar del todo y tengo constantes ataques de ansiedad.
- ¿Hijo? - dijo mi madre en voz baja desde la puerta.
Lentamente me levanté dejando a Paris recostada en mi cama, parecía un angelito.
- ¿Que pasa? - le pregunté cerrando la puerta a mis espaldas.
- Necesito que le digas a Bill que vaya por toallas femeninas.
- ¿Para que? oh espera, claro.. - dije pensando un poco en Sheila.
- Dile que compré nocturnas y que por favor le compré algo de ropa comoda.
- ¿Tambien ropa? - pregunté algo confundido.
- Michael, esta en sus dias y sin querer manchó su pantalón ¿quieres mas detalles? algun dia deberas hablar de esto con Paris. - me dijo con algo de seriedad. - Vamos, apurate.
- Bueno. - dije sintiendome algo mal.
Salí de la casa y fui hacia el garaje, Bill estaba encerando los vehiculos.
- Bill, necesito que me lleves a donde sea que vendan toallas femininas. - el me miró algo confundido.
- Creo que las venden en la farmacia, ¿son para su hija?
- Son para tu prima. - el asintió.
Subimos a unos de los vehiculos y salimos de la casa, ahora debiamos concentrarnos en encontrar toallas nocturnas, jamás he comprado estas cosas y sé poco y nada acerca de esto. Bajamos juntos ya que ninguno de los dos sabiamos que hacer y nos dirigimos a la farmacia, la casa del dueño fue de asombro puro y mas cuando me vió entrar a la zona de cuidados personales para damas.
- Bien, mi madre me ha dicho toallas femininas nocturnas. - miré aquel gigante mostrador con varios tipos de toallas femeninas y otra cosas mas.
- ¡Mierda, mire el tamaño de esto! - me mostró algo parecido a un pequeño palo. - ¿En serio se ponen eso?
- Claro que si. - dije algo asombrado. - Rapido, debemos llevar toallas nocturnas.
- ¿Estas? o ¿estas?
- ¡No lo sé, creo que son iguales! - suspiré - Llevamos un paquete de cada una ¿si?
El asintió y sacó todos los paquetes que decian "Nocturnas" yo no sabia que esas cosas existian, tengo que informarme o Paris será una completa ignorante como yo cuando se convierte en mujercita. Llegamos a una tienda de ropa y compramos un pantalon de jean oscuro, junto que algo de ropa interior ¿sabian que existen unas cosas que parecen como el hilo dental? casi me morí de la vergüenza al ver eso e imaginarme como se vería en Sheila. Llegamos a la casa y subimos rapido con las toallas.
- Compramos muchas, espero que algunas sirvan y compramos un pantalon y ropa interior. - le dije a mi madre entregandosela.
- Se tardaron mucho, pero al menos no trajeron porquerias. - sonrió.
Entró al baño junto con Sheila y las escuché hablar en voz baja, no entiendo a las mujeres y esto me da algo de vergüenza. Vi a mi madre salir con el pantalon en sus manos.
- Parece que nuestra chica tiene el trasero mas grande. - rió.
- ¿Y ahora? - pensé un poco. - ¿Crees que usará un pantalon de pijama mio?
- Claro que si, vamos traelo.
Fui hacia mi habitación y busqué entre mi ropa, saqué un pantalon de pijama azul marino. Se lo dí a mi madre y a los minutos salió Sheila vistiendolo, se veía rara ya que no tenia su saco y solo estaba con camiseta simple blanca que usan debajo de la camisa.
- Muchas gracias. - le dijo a mi madre y luego me miró. - Muchas gracias, señor ... aunque soy talla cuarenta y cuatro - sonrió.
- Lo siento, es que creí que te entraría.
Ella solo rió y yo igual, la chica no es tan desagradable apesar de todo. Mi madre la invitó a comer algo mientras hablaban acerca de cosas que no pude oír ya que la llevó a su habitación y cerró la puerta con llave, es raro que mi madre quiera hablar con una mujer de mi entorno que no sea Karen Faye.
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Espero que lo disfruten.
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