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4.

Michael

Abrí mis ojos al sentir unos rayos de sol golpear mis ojos, miré hacía la ventana y volví a sentir ese vacio. Ese dolor raro en el corazón, como si algo faltase, como si algo estuviese ausente. He pasado mi vida en soledad, supongo, al menos estos ultimos años. He amado a Lisa estos ultimos años como a nadie, pero me rendí, no tendría su amor de vuelta ni por todas la oraciones del mundo. No estaba decesperado por conseguir pareja, estaba decesperado por conseguir a alguien que estuviera a mi lado sin importar nada, necesitaba a alguien con quien hablar en las noches. Es algo tonto tener que sentirme asi a esta edad, estoy por cumplir cincuenta años ¿por que no puedo resignarme a que ya no hay mas para mi?.

- ¡Demonios! - oí por los pasillos.

No era la voz de uno de mis hijos y menos de la servidumbre. Me levanté y abrí la puerta de la habitación, la chica de seguridad estaba sentada en las escaleras, se había sacado el zapato y estaba bendando su pie. Parecía molesta y algo cansada, a simple vista no me cae bien, pero he descubierto que es atrevida y honesta, la forma en la que me habló ayer fue.. les juro que quería despedirla, pero tenia razón, estaba siendo algo machista al decir eso. Miró hacia a mi y se levantó, comenzó a cojear y yo la miré con extrañeza.

- Señor Jackson, ¿cuando podremos ir a casa? - me preguntó poniendose aquellos lentes oscuros.

La hacían ver seria, pero cuando se los quitaba obviamente en sus ojos habia mucho que la delataba.

- Creo que ahora es su turno de irse, vuelven en la tarde y se quedaran hasta el otro dia.  - contesté y ella asintió. - ¿Por qué caminas así?

- Por nada. Bueno, gracias. - se dió la vuelta y se alejó de mi vista.

Sin dudas es cortante, un poco  desagradable para ser sincero. "Jackson, no todo el mundo tiene que darte explicaciones" las palabras de Janet llegaron a mi mente y tiene razón. Soy entrometido aveces.

Fuí hacia la ventana a revisar los papeles que John me había traido y habia dejado sobre mi escritorio. Era un contrato millonario para una nueva gira, honestamente han estado presionandome con eso desde hace dos años. No entienden que yo no soy un joven, mi espalda duele, incluso mis pies. Lastimosamente el paso de los años está malgastandome.

- ¡Bill, hijo de... ahhh! - gritó alguien.

Levanté mi mirada de las hojas y vi una escena divertida. Bill, estaba sosteniendo el zapato de la chica a lo alto mientras que ella intentaba que se lo devolviera, era muy baja como para alcanzarlo y eso la hacia molestar mas.

- ¡Te lo dije! - gritó y le dió una patada en la entrepierna que hasta a mi me dolió. - ¡No debes meterte conmigo!.

Bill se retorcía de dolor, ¿Y como no? hasta yo pude sentir el golpe.  Al parecer la enana tiene fuerza y mucha, porque Bill es demasiado grande como para dejarse caer por un golpe en la entrepierna.

- ¡Papi, papi! - Blanket me asustó.

- Hijo, ¿que pasa?- dije tocandome el pecho.

Tiene tanta energía, es tan hiperactivo no entiendo porqué. Yo no solía ser tan así. 

- ¿Ya viste lo que la chica hizo? Pateó  a Bill en sus cositas. - dijo con asombro. - Bill cayó casi rendido, ella es increible.

- ¿Que hacias tú espiando? - sonreí. - Bien, vamos a cepillarte los dientes ¿tus hermanos ya despertaron?.

- No, Prince duerme como una roca y Paris está soñando que está en Neverland.. ¿cuando volveremos?.

Lo miré con algo  de angustía, me encantaría volver.. era mi hogar, mis hijos crecieron ahí. Pero mi corazón me decía que la magia ya habia desaparecido. Aquellos policias arruinaron Neverland llevandose la alegría con ellos, ya no habia sonrisas, ya no habia niños corriendo y divirtiendose alrededor. Neverland ya no existía, habia muerto una parte de mi.

- ¿Tienes hambre? - le pregunté cambiando de tema.

- Siempre lo tengo, tu no me dejas comer helado en el desayuno.

- Eso te dañará los dientes. - sonreí y lo cargué para llevarlo al baño.

Le di un banco y el se paró sobre este, le di un cepillo y comenzó a cepillarse. Balbuceaba y me hacía reir, mi hijo es alguien importante en mi vida, todos lo son. Daría mi vida por ellos.

Sheila

Llegamos a casa al fin, me tiré en el sofá, estaba tan cansada pero no podía dormir ahora. Mamá de seguro me preparará algo especial, tengo que poner mi mejor cara aunque me este muriendo de sueño y me sienta un zombie.

- ¡Buenos dias, mamá! - dije levantandome rapido del sofá.

- Hija, ¿como te fue? - sonrió y besó mi frente.

- Muy bien, un poco pesado pero todo bien. Nuestro cliente es un tal "Jackson" supongo que lo conoces.

- Oh claro, el hombre de las noticias ¿no que el habia muerto?

La miré extrañada.

- Estaba muy vivo la verdad. - sonreí. - ¿Te parece si me voy a duchar? es que despues debo trabajar, otra vez.

- ¿Otra vez?¿que tipo de trabajo es eso?

- Protección a testigos, creí que solo sería guardia de vigilancia pero no. - me estiré. - Hablamos luego.

Subí  a mi habitación y me quite este traje, estaba muy cansada y tenia calor. Mi cabello era un asco y ni hablar de mi cara, mis ojeras son tan pronunciadas y mis labios estaban resecos.

- Eres hermosa, Sheila. - me dije a mi misma y me quité la ropa interior.

Era un ejercicio de la psicologa, debía intentar halagarme para conseguir la catarsis esperada. Me sentia tonta al hacerlo y algo hipocrita, pero creo que funciona ya que siempre me sonrio como idiota. Entré a la ducha y cerré los ojos, agua fresca recorriendo mi cuerpo. Comencé a sentirme algo ida y abrí los ojos rapido, estaba durmiendo parada en la ducha. Me sequé y cambié. No me puedo imaginar como serán los proximos dias.

- ¿Hija? - levanté mi vista.

No sé en que momento me tiré a la cama, estaba exhausta y mamá espera que almuerce con ella.  Me levanté y caminé hacia ella.

- ¿Que le pasó a tu pie?

- Nada importante, solo me doblé el tobillo cuando subía las escaleras para ir a hablar con el jefe. - reí. - ¿Que me prepararás para comer?

- Creo que te agradan las albondigas con salsa y el arroz.

- Mamá, me vas a hacer llorar.. tengo mucha hambre - reí - ¿Sabes? la casa es linda y grande, pero no parece un hogar.

- ¿Como?

- Es decir, cuando estas en una casa familiar normalmente presientes el amor de la familia y el clima de hogar.. ¿será que en la casa de los ricos es distinto?

- No lo creo, debes haber sentido eso porqué debe ser la verdad. ¿Ellos vivian allí antes?

- No tengo idea. - dije tomando asiento mientras mamá me servía comida.

- ¿Y como es él?

La miré y pensé por unos segundos, no tuve la mejor primera impresión de el hombre pero supongo que será distinto dentro de poco.

- Es bueno, creo. - tomé mi tenedor. - Dios mio, esto huele tan bien...

- Come antes de que se enfríe, ¿estarás para navidad?

- No lo sé, creo que si.. como siempre. - comí el primer bocado.

Me sentia tan mimada y  bien.

- Tu padre llamó.

- Cierto, olvidé llamarlo.. es que ayer me llamó y estaba en el trabajo. - suspiré. - Espera.

Me levanté y me limpié la boca con una servilleta, tomé mi telefono de la mesa y le marqué. Tenemos una buena relación, pero ultimamente no tengo ganas de lidiar con el.

- Hasta que me llamas.

- Perdón, te he dicho que he estado ocupada ¿si? ¿que querías?

Escuché del otro lado "Papi, ¿con quien hablas?" sentí algo de celos, era la idiota de Ana, su estupida hijastra. Tenia casi mi edad, pero es extremadamente presumida y egoista, pero para mi padre es la virgen Maria.

- Estoy hablando con tu hermana.

- Yo no soy su hermana. - dije molesta. - Habla ahora que tengo que comer con mi madre.

- No me hables así, ¿que te pasa?

- No me pasa nada, he estado ocupada y tengo hambre.  Apurate.

- No debes comer mucho, esos kilos perdidos podrían volver.

Escuchar eso hizo me sintiera algo mal, corté la llamada y dejé el telefono donde estaba. Mi padre, es un hombre bueno, no lo puedo negar, pero aveces es tan inconsciente al hablar. Me senté en la mesa nuevamente y miré la comida, ha sido mi amiga durante toda mi vida, me ha ayudado cuando mas lo necesité y apesar de que ya no es una necesidad constante me hacia sentir mal lo que me dijo mi padre.

- ¿Por que no comes?

- Es que.. papá me dijo algo.

- Sabes que es un idiota, no le hagas caso. - me tocó la mano. - Ahora que estas sanando no debes oirlo, tu sabes que el no sabe ni que hacer para que le hagas caso. Se siente rechazado por tu parte y le molesta, pero el se ganó eso.

- Lo sé, me gustaría ser distinta con el pero lo que el hizo estuvo mal. Pero eso es pasado, ya no hay que pensar en eso. Tengo hambre.

Ella sonrió y me acarició la mejilla.

Mi madre ha vuelto a sonreír despues de haber estado sintiendose insuficiente por el engaño de mi papá, me siento orgullosa de ella y sinceramente creo que ella podría encontrar a un hombre mejor. Al menos se merece a alguien mejor que mi padre.

Comencé a comer con ganas, pensaba en como sería la jornada de hoy, necesitaba dormir algo antes de salir porque seguramente caería muerta en la calle si salía amanecida. Me metí a mi habitación y me recosté, el cuerpo me pesaba y a los minutos sentí que caía ante el sueño.

                ...........................

- ¡Arriba, Sheila Estella! - alguien me agarró de los pies y me sacudió.

Me asusté y sin querer le metí una patada en la mandibula, levanté la cabeza y era Bill, es un idiota.

- Antes mis bolas y ahora la mandibula ¿quieres matarme? - se quejó. - Te he llamado desde hace media hora, tenemos que trabajar.

Me levanté de la cama y miré mi reloj, son las siete de la tarde.

- Entramos en media hora, no me hagas que me arrepienta de esto y ve a cambiarte. - me amenazó.

- No te hagas el malo conmigo. - golpeé su brazo. - Idiota.

Salí de mi habitación y fui hacia el baño, me vestí y me peiné, me veía fatal pero tengo las preciosas gafas oscuras. Me duele un poco el pie pero no es nada a comparación de esta mañana, salí de la casa y Bill me esperaba en el auto. Increible, otro dia de hambre y sueño o al menos eso creo. Llegamos a la casa en unos viente minutos, los niños estaban en el patio jugando mientras que el señor Jackson los veía desde las escaleras. Gran parte de su rostro cubierta con su cabello suelto y una vestimenta tan formal ¿será tan elegante siempre?. Bajamos del auto y fuimos hacia el, yo comencé a estirar un poco mi cuello provocando que sonara y Bill me miró riendose.

- Buenos tardes, muchachos. - dijo Michael.

- Buenas tardes - dijimos Bill y yo, al unisonó.

- Hoy tenemos que ir por los regalos de los niños. - habló por lo bajo.

En una semana es navidad, claro que si. Lo habia olvidado, mis navidades no son las mismas que hace años atras y es algo lamentable, solía levantarme y ver regalos en el arbol y los abriamos en familia al menos fue asi hasta mis ocho años.

- Claro, tengo que comprarle algo a Sam, tambien. - dijo Bill sonriendo.

- Bien, ¿quieren comer algo?

Esperé esta pregunta desde ayer, siento que hay algo distinto aquí. Al menos ya no me mira con desprecio.

- Claro que si, muero de hambre ¿tiene costillas? - pregunté y luego miré a Bill.

- ¿Costillas?¿te gusta comer eso? - Jackson me miró con extrañeza.

- A ella le gusta todo eso, hasta el futbol. - comentó Bill.

- El futbol no me gusta. - dije riendo.

- Oh. Bueno, adelante. - el se hizo a un lado. - ¿Chica?

Lo miré.

- ¿Podemos hablar luego?

Asentí y entré a la casa.

No se como tomar ese "¿Podemos hablar luego?" seguramente que ya decidió echarme, al demonio con todo esto. Me senté junto a Bill quien se encontraba devorando una chuleta de cerdo, vi tanta comida que juro que podría llorar.

- Tienes que probarlas estan exquisitas. - sonrió mostrandome sus dientes llenos de carne.

Yo solo reí y miré a un lado, la pequeña venía hacia nosotros. Por su rostro podría decir que estaba algo triste.

- Hola, Sheila ¿podemos hablar? - me dijo mirando el suelo.

- Claro. - dije y me levanté.

Fuimos hacia las escaleras, ella seguía con su mirada en piso y yo me preguntaba que le pasaba, parecía regañada y arrepentida, movía su pie con nerviosismo.

- Yo quería pedirte disculpas por encerrarte ayer.. es que no me caes bien. Ademas no estoy acostumbrada a ver a mujeres cerca de papá..

Me miró a los ojos, sus ojos son bellisimos. De algo estaba segura, la sinceridad de los niños era genial. Ni yo me atrevería a decirle a alguien que no me cae bien.

- Está bien, te entiendo. No es facil ver a una desconocida en tu casa. - acaricíe su cabello. - No hay problemas, todo perdonado.

- Bien. No estoy afirmando que me agradas con esto ¿no?

- No, tu tampoco me caes bien. - sonreí y ella igual.

Paris se fue hacía el jardín otra vez y yo, me senté a comer algo. Estabamos tan llenos y sentía tanta culpa, me levanté y fui hacia la entrada. Michael estaba sentado en el cesped con su pequeño entre las piernas, ambos jugaban y eso se veían lindos. Michael no es tan mal padre como pensaba.

- ¿Que estás mirando? - preguntó la niñera.

- ¿No son tiernos? - pregunté mirandolos.

- Si lo son, ¿te gusta el jefe?.

La miré con gracia, es una estupidez que me pregunte eso.

- Claro que no, ¿por qué lo preguntas? - arqueé una ceja.

- Bueno, es que las chicas que vienen a trabajar aquí siempre tienen un crush con él.

Lo miré, no veo porqué alguien estaría interesada en el. Es decir, no lo conozco del todo pero no parece ser la gran cosa.

- ¿A ti te gusta?

- Oh no, osea.. me gustaba al principio per..

- Grace, necesito que cuides a los niños. - Michael nos interrumpió.

- Claro, señor. - me miró y me sonrió.

Miré a Jackson y el arqueó una ceja, bajé la mirada y fui hacia el garage, encendí el auto y esperé al señor Jackson. No tengo idea de donde está Bill, de hecho, no lo veo desde que me levanté de la mesa. Ibamos en la carretera con musica clasica de fondo, Michael iba detrás leyendo el correo de sus fans y yo simplemente intentaba no decir alguna estupidez. El silencio me pone incomoda.

- ¿Donde está Bill? - pregunté mirandolo de reojo por el espejo.

Mis lentes negros no se lo demostraban y eso me gustaba, al menos no cruzariamos miradas.

- Lo mandé a preparar unas cosas en la casa, mi madre vendrá en unos dias para pasar la navidad aqui. - yo asentí. - ¿Pasarán la navidad con nosotros?

Me quedé en silencio, eso no está en mis planes.

- No lo sé. - contesté.

El camino siguió en silencio, yo estaba pensativa ¿pasar la navidad con ellos? es una de las celebraciones mas importantes, no creo que sea lo correcto. No quiero que mamá la pase sola, pero entiendo que es mi trabajo y quizas necesitaran seguridad.

Llegamos al centro comercial, todas las tiendas con tematica navideña estaban abiertas, veía todo aquello con ojos de sorpresa. Los precios eran muy elevados y  entonces vi algo que me encantó muchisimo. Eran preciosos, de color rojo carmesí y tenían escrituras doradas "Knock Out" y el precio, oh por dios, debería vender mi alma para comprar algo así.

- ¿Te gustan esas cosas? - preguntó.

Entonces volví a la realidad, Jackson estaba parado a mi lado, era tan alto que podia hacerme sentir intimidada. Sus manos estaban detrás de su espalda y me miraba esperando una respuesta.

- Si, soy lindos. - bajé la mirada y aclaré mi garganta. - Creo que ahí es la tienda.

Cambié el tema, no me agradaba tener tanta comunicación con el. Es decir, no era nada malo pero yo estoy aquí para hacer mi trabajo.

- ¡Oh dios, Michael Jackson! - una rubia hueca se nos acercó.

Su voz chillona me dió un susto sinceramente, se acercó a Michael y lo abrazó, el le correspondió mientras tocaba el cabello de la chica.

- Te amo, Michael. - dijo la chica con una sonrisa.

Estaba acercandose lentamente a el, y entonces le acabé el cuentito de hadas. La agarré del brazo y la alejé de Michael.

- No le hagas daño. - me dijo el. - Tambien te amo. - le contestó sonriendo.

Oh dios, todos estos hombres son tan faciles.

Rodeé los ojos y dejé a la rubia contra la pared, caminé por atrás de Jackson.  Entramos a la tienda y el comenzó a elegir cosas al azar, juguetes para los niños, demasiados diría yo y solo eran tres.

- ¿Que te parece esto? - preguntó mostrandome un oso gigante.

Casí morí de ternura al ver eso, era tan lindo. Asi es, mi lado dulce es algo raro, tal vez demasiado raro.

- Es hermoso.. - susurré.  - Miré sus manos, y la carita del oso. - dije intentando mantenerme seria.

- Creo que a Paris le gustará. - lo puse en el carrito. - Por cierto, queria pedirte disculpas por lo que pasó con Paris, hablé con ella y me dijo que ya te pidió disculpas. Yo.. lo siento como padre, ella no es asi, es solo que aveces se sienten algo amenazados.. - suspiró y llegamos a la caja.

- Lo entiendo, no tiene que explicar nada. - dije y lo ayudé a poner los juguetes son la caja.

- Buenas noches. - dijo la chica.

Rubia, rellena y dulce. Pasó todo por la caja y nos dió el precio, Michael me dió la tarjeta y la chica la tomó. Su rostro cambió la sonrisa por algo de nerviosismo.

- Lo siento.. yo.. la tarjeta no tiene fondos.. - dijo mirandome y estirandome la tarjeta.

Miré a Michael y el a mi, volví la mirada a la chica.

- Intente pasarla, otra vez. - insistí.

La chica repitió la acción, y me entregó la tarjeta.

- No tiene autorización la tarjeta... - le dije a Michael.

- Yo te autorizo a que la uses, niña.

No sé si está bromeando o me habla en serio, esto es incomodo. Volví a la caja y le di la tarjeta nuevamente a la chica.

- No se puede.. lo siento..

Me volví a acercar a Michael, el aire esta intenso.

- Señor Jackson, no se puede. - dije dandole la tarjeta.

El me miró algo nervioso y pensativo.

- Pregunta si podemos llevarnos esto ahora y mañana lo pagamos. - lo dijo un poco alto.

Miré a la chica y ella me dijo.

- Lo siento, podría perder mi trabajo..

- Llama a mi abogado, dile que me autorice la tarjeta.

- Pero.. son las cuatro de la mañana en nueva york. - dije mirandolo.

- Mis hijos necesitan sus regalos, ellos necesitan los regalos. - me dijo algo molesto. 

Asentí y le marqué al abogado. El telefono que me habian dado tenia contactos que todas las personas cercanas a el, asi que era un poco facíl. Pagamos todos y metimos todo al ascensor. El aire estaba incomodo, yo suponía que el era millonario y tal parece que algo pasó, el no me miraba y creo que era por algo de vergüenza.

Me sorprende esta situación.

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Espero que lo disfruten.

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