1.
Ya casí no recuerdo lo que era mi infancia,solo sé que me la pasaba viendo a otras niñas teniendo noviecitos y cosas así, mientras que yo, no era mas que la rechazada, como siempre. Solía ser gordita, cachetona y timida, bueno, aun lo sigo siendo pero ahora es un poco distinto. Los tiempos cambian, es cierto, las personas tambíen. Pero con eso no estaría refiriendome a mí. Con el paso de los años mi autoestima, cuerpo y forma de ser fueron cambiando, creando poco a poco lo que ahora soy. Lamentablemente.
- ¿Solías hablar con tu mamá acerca de lo que sentías? - preguntó mi psicologa mientras apuntaba cualquier cosa en su libreta.
Era lo mismo de siempre, tienes problemas habla con ella o él, hablale sobre como te sientes, como fue tu pasado y verás que todo sanará poco a poco. En mi caso, esto parecía ser algo imposible ya que suelo ser muy reservada y me da algo de vergüenza hablar acerca de mis sentimientos. Recuerdos vinieron a mi mente, una infancia normal, feliz, rodeada de amigas y cosas así. Pero siempre recordando las cosas que varias personas de mi circulo social solián decirme.
"Estás gorda" "Deberías dejar de comer un poco" "eres fea"
Creo que a nadie le hace bien escuchar esas cosas, imaginenme a mi a la edad de ocho años escuchando esas cosas por parte de mi familia y personas que consideraba "amigos", simplemente me rompía, me dañaba y hasta el dia de hoy aquellas palabras resuenan en mi cabeza. Lo mejor hubiera sido hacer oidos sordos a todos, y no hacer caso como algunos niños, pero es mi caso soy muy debíl, demasiado fragíl. Apesar de tener este cuerpo que no parece el de una chica fragil, cualquier tipo de palabra que tuviera que ver acerca de mi peso me hacia mal. Cualquier broma e incluso cualquier minima cosa.
- No. De hecho, no hablaba con nadie de esto hasta hace algunos meses cuando sin querer comencé a llorar en mi habitación, todos ellos fueron a ver que pasaba conmigo y les conté acerca de mis inseguridades. - miré mis manos algo avergonzada. - Comenzaron a decirme que está mal pensar así, que soy linda tal y como soy. Pero sé muy en el fondo que lo que intentaban hacer era intentar sanarme.
- ¿Por qué?
- Tal vez, lastima. No estoy segura. - me levanté de la silla. - Tengo cosas que hacer, nos vemos la semana que viene.
- Bien. Cuidate.
Salí de ahí sin mirarle y sin decir nada más, sentía algo de vergüenza de camino a la salida. Estos ultimos años fueron dificiles para mi, tanto asi que decidí no salir y encerrarme, prefería inventar excusas como "No tengo ganas de salir" Y cosas así, solo para que no dijeran que estaba mal de la cabeza. Pero, la realidad de todo es que me sentía insegura con mi cuerpo, me sentía nerviosa al ver que todas las chicas que veía en la tele o en la calle eran delgadas, tenian algo especial y yo era lo contrario. Sinceramente, me hacia sentir un trapo de piso. Llegué al auto de mi madre y subí, miré hacia la ventanilla para intentar no hacer contacto visual con ella, no la odiaba, pero no sentía ganas de hablar de la misma rutina de siempre en la psicologa.
- ¿Que te dijo?
- Nada importante, lo mismo de siempre. Creo que es una perdida de tiempo.
- No lo es, tu tienes que cambiar tu forma de pensar.
¿En serio? mi forma de pensar es la de la cualquier persona con problemas de sobre peso que ha sufrido bullying de su propia mente durante toda su vida. He perdido peso, no voy a negarlo. Siete kilos exactamente desde el ultimo año de escuela, ahora pesaba setenta y seis kilos la verdad es que no he notado cambios y no sé si algun dia voy a notarlos. Recibí halagos y comentarios buenos de personas que solían conocerme desde hace tiempo, me sentía bien en aquel momento y me hacia mirarme al espejo y pensar en si realmente habia cambiado, pero siempre veía lo mismo.
- Te ha llamado tu primo. - me dijo acercandome su telefono.
- ¿Bill?¿para qué?.
Siempre que el llamaba era porqué necesitaba de mi ayuda o tal vez, porqué tuvo una discusión con su esposa y necesitaba un lugar donde quedarse. Bill, era gigante a mi parecer, musculoso y tenía una forma de ser muy agradable, pero al igual que yo el solía ser una burla en la escuela. Supongo que todo eso lo hizo mas fuerte, ahora es guardía de seguridad en no se donde y está focalizado en el boxeo. Era increible.
- Un trabajo, no me ha querido dar detalles.
Yo solo asentí y miré al frente, lo llamaría luego cuando llegue a casa. No se que trabajo tendrá en mente, pero, estoy dispuesta a hacer lo que sea. Tengo deudas en todos lados y encima, debo pagarle los cuatro meses atrasados a mi psicologa. Como dije anteriormente es una basura, el dinero se va al carajo en unos segundos. Miré las calles, todas esas personas felices divirtiendose, caminando por ahí como si nada. Alguna vez me gustaría saber que se siente salir con esa seguridad.
- Tu padre me ha dicho que has estado vomitando, ¿es cierto?.
- Si. No me sentía bien. - mentí.
Ya casi no puedo ingerir comida sin despedirla a los segundos, sé que eso es uno de los peores problemas del mundo, pero me siento bien cada vez que lo hago o si no lo hago siento culpa. Como toda persona tengo mis altas y bajas, aveces me siento bien conmigo misma pero me dura poco y es lamentable.
Mi telefono comenzó a sonar, miré la pantalla "Bill" debe ser algo realmente importante como para que Bill me llame, otra vez.
-
¿Si?
- Hey, Sheila ¿estas libre?
- Lo estoy, ¿que pasa? mi madre me dijo que necesitabas mi ayuda.
- Claro que si, mira necesitamos a un guardía de seguridad y me he quedado sin opciones. Sé que tu has practicado defensa personal estos ultimos años ¿Te gustaría venir? es que el cliente es realmente importante.
Lo pensé un poco, jamás habia cuidado de alguien mas que no fuera yo. Tal vez, eso podría servirme de algo. El cliente es alguien importante, asi que, supongo que el pago debe ser muy bueno.
- Bien, ¿cuando necesitas que vaya?.
- ¿Te parece mañana? necesito que uses un traje negro como el que yo uso.
- ¿De donde demonios sacaré uno? no tengo dinero.
- Puedes ir a mi casa, dile a Jacqueline que te dé dinero y compralo.
- Está bien, gracias, creo.
- De nada. No lo olvides, mañana a las nueve de la mañana voy a necesitarte.
- Okay, nos vemos.
Cortó la llamada y yo le devolví el telefóno a mi madre. Vaya, creo que será bueno probar con algo nuevo. He practicado defensa personal desde que tengo quince años ya que según mi psicologa, me ayudaría con mis ataques de ira y a dispersar un poco los malos pensamientos de mi mente. De paso, me serviría en el dia a dia por si alguna vez alguien queria asaltarme o hacerme daño.
- ¿Que trabajo es? - preguntó mi madre aparcando el auto en la entrada de casa.
- Guardia de seguridad, mañana necesito el auto. - dije quitandome el cinturón.
- Eso es peligroso, ¿en donde es?
- No tengo idea, le pediré la ubicación mas tarde. ¿Si me prestas tu auto? - dije abriendo la puerta.
- Está bien. Por favor, quiero que me mantengas al tanto de eso.
Asentí y tomé las llaves, me bajé del auto y fui caminando detras de mamá. Mi casa no era la gran cosa, pero era lo mas parecido a un hogar y ademas estaba acostumbrada a estar aqui la mayoria del tiempo, aunque aveces me sintiera asfixiada. Entré a mi habitación y me quité los zapatos, saldré a correr y de paso iré a casa de Bill por dinero. No tengo mucha curiosidad acerca del trabajo, ya que supongo que será una casa de familia de alguien rico y tendré que pararme en la entrada a ver si todo está bajo control. Facíl.
- ¿Irás a correr? - asentí mientras me ataba los cordones de mis zapatillas.
Ella asintió y tomó sus llaves.
- Tengo que comprar unas cosas en el mercado, nos veremos luego.
Asentí mientras me dirigía a la cocina, no teniamos la mejor relación con mi madre, pero no era algo tan malo tampoco. Solíamos ser mas unidas cuando era una niña, hasta que mi padre decidió pedirle el divorcio, yo tenía siete años y para mi buena suerte era fragíl como una pluma y encontré el refugio en la comida, por eso acabé así.
Salí de mi casa y tomé una bucanada de aire, la calle estaba casí desierta para mi buena suerte. Tomé mis audifonos y comencé a correr, escuchaba la canción "Take my breath away" mientras me concentraba en el camino. Bill, no me ha llamado desde hace mucho tiempo y presiento que el trabajo será pesado ya que, sino fuera tan importante no me prestaría dinero para un traje de etiqueta. Ultimamente hemos estado distanciados, yo he estado encerrada en casa o en mis entrenamientos de boxeo, e incluso tomando mis clases de Break dance, sin mencionar las seciones con la psicologa y mis dias en la habitación sintiendome miserable.
- ¡Mierda! - me quejé cuando en una mala pisada me doblé el tobillo, suele pasarme todo el tiempo.
Comencé a acelerar el paso e ignorar el hecho de que mi pie dolía, de todos modos la casa de Bill no quedaba tan lejos. Estaba cruzando la calle cuando oí como un auto tocaba su claxon de manera seguida, miré a un lado y ahí estaba el idiota de mi primo.
- Parece que ya te has lastimado y ni siquiera has empezado en el trabajo. - sonrió. - Sube.
- Gracias, hombre, me duele mucho el píe. - suspiré. - Ya se me pasará, ¿que estabas haciendo por aquí?.
- Volviendo a casa, mi cliente llegará mañana. - sonrió y me combido de su cigarrillo.
- ¿Quien es? - pregunté mientras le daba una calada al cigarrillo.
- No tengo idea, me han dicho que es alguien de alto rango y que necesitaba seguridad las veinticuatro horas. - le devolví el cigarrillo.
- ¿Alguien famoso? ya casí es navidad, no veo porqué necesitaría venir justo ahora. - suspiré.
- No lo sé. Pensé que ya no fumabas.
- No lo hacía, tu me has dado mi primer cigarrillo en mucho tiempo. - reí. - No tengo dinero y a mamá no le gusta que fume.
- La tia Tami siempre tan estricta. - sonrió. - Estás mas delgada, si no fuera por esos ridiculos audifonos no te reconocía.
Con tan solo escuchar la palabra "Delgada" sentí algo de emoción, no me he pesado en mucho tiempo y sería genial haber perdido peso.
- ¿Que hay de malo con mis audifonos? - dije mirandolos.
- Bueno, son verde fluorescente y son mas grandes que tu cabeza.
Yo solo reí.
Seguimos el camino en silencio, estabamos muy cerca de su casa. Cuando Bill aparcó en su casa y se bajó. Yo hice lo mismo e ignorando el dolor de mi píe fui detrás de el, Jacqueline lo esperaba afuera con una sonrisa y con su pequeña en brazos.
- Buenos dias, amor. - me miró y sonrió mas. - ¡Por dios, Sheila!
- Jacque, que gusto verte. - dije de forma timida.
Era algo seca aveces a decir verdad, me daba algo de vergüenza estar demostrando cariño "A las gordas nadie les tiene cariño" esas palabras volvieron a mi mente, como odiaba tener que recordar el pasado ¿como podría sanar completamente si ni siquiera podía olvidar las cosas malas que me dijeron en el pasado?.
- ¿Sheila? - levanté la mirada volviendi en si. - Has estado distanciada, no te veo desde hace mucho tiempo.
- Oh si, es que he tenido una agenda un poco apretada, ya sabes. Aparte, Bill me llamó y me necesitaba para un trabajo importante. - crucé mis brazos.
- Estas muy delgada, es impresionante. - comentó mirandome de arriba abajo.
Solo sonreí y miré el suelo, me incomodaba el hecho de recibir halagos. No los recibía desde hace mucho tiempo, de hecho, no lo recuerdo asi desde hace dos años.
- Aquí está el dinero, ¿necesitas que te lleve o vas con tu ala quebrada? - sonrió y me dió un sobre.
- Eres un tonto, nos vemos Jacqueline, fue un gusto volver a verte y adiós amor. - dije besando la mejilla de su bebé.
- Nos veremos pronto, estás hermosa.
Salimos de la casa y fuimos a su auto, me llevaría a la tienda donde el compra sus trajes. No me he probado un traje asi en mi vida, pero, lo bueno era que seria una traje completo y me cubriría todo el cuerpo.
- Mirame, soy un hombre de negro. - le dije mientras me probaba unas gafas oscuras.
- Uh, te ves bien ¿las quieres?.
- Claro, ¿cuanto dinero estas gastando por ahora? - pregunté mientras me colocaba las gafas en la camiseta.
- Como unos quinientos dolarés, pero no te preocupes, no me debes nada.
Lo miré y sonreí, el es tan bueno y aveces un poco estupido. Claramente no dejaré que me de esto sin recibir nada a cambio, debo hacer bien mi trabajo mañana y debo hacerlo saber que no es una perdida de dinero todo esto.
Volvimos a casa, cerca de las ocho de la noche. Lo sé, creo que me excedí un poco, pero Bill insistió en ir a los bolos y aparte de eso fuimos a un bar a tomar alcohol, mi madre dormía gracias a dios. Me acosté sin hacer ruido y puse mi alarma a las siete de la mañana, era temprano aún pero no podía mantenerme parada.
- Necesito una ducha, voy a apestar mañana.- me estiré un poco y miré ese traje.
Sería algo importante y nuevo para mí trabajar en algo así, no tenía idea de quien se trataba pero sabía que era importante en mi interior. Debía ser correcta, dura y decidida, no tenia que demostrar miedo o vergüenza frente al cliente, debía ser lo mas parecida a una estatua posible para no demostrar que me daba algo de temor hacer esto por primera vez. De hecho, ni siquiera los clientes debían darse cuenta que era la primera vez que hacia algo así.
Lo haré por ti, mamá.
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Gracias por unirse a leer, les doy la bienvenida a una nueva novela.
- DgJackson.
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