Aún recuerdo mi ultimo día en la prisión, cuando todo era feliz para mi, el gobernador me había secuestrado y golpeado hasta dejarme aquella marca de por vida. Mi mejilla tenía una enorme cicatriz que empezaba en mi labio, mi hermano menor me miraba con temor era increíble que el niño con quien compartí mi infancia ahora huía de mi.

Mi padre creía que me había enamorado de alguien de Woodbury, me había estado ignorando durante semanas hasta que tuvimos el primer ataque.

—¡Los trajiste hasta aquí!—Mi padre me grito.

—N-No lo hice papá...

—No me llames así de nuevo, te irás de aquí, nos traicionaste Alanna.

—No me puedes echar de aquí...

—Ya tome la decisión y todos aquí estuvieron de acuerdo.

—¿Todos?

—Todos.—Finalizó marchándose No sin antes darme una mochila para empacar las pocas cosas que tenía.

—Carl...—Miré a mi hermano quien pasó casi como un rayo evitándome.

Desde la muerte de mamá se había hecho más callado y me preocupa su actitud. Recogí todas mis pertenencias a pesar de que eran pocas, no podía creer que me estuvieran dirigiendo a una muerte segura.

1 año después

Aquí estaba, un cumpleaños de mierda o al menos eso creía, cuando la nieve caía era porque mi cumpleaños estaba cerca.

—Feliz cumpleaños, Alanna...—Murmuré para mi misma mientras notaba que el suelo a penas comenzaba a mancharse de blanco.

Un caminante de acercaba a lo lejos, parecía un hombre de mediana edad que había sido mordido.

—Lo siento anciano.—Saqué un pica hielo y se lo enterré en la cabeza.

No podía gastar las últimas balas que me quedaban, suspiré y saqué un termo con agua de mi mochila.

—You are my sunshine, my only sunshine. You make me happy when skies are gray...—Cantaba recordando a mi madre, lamentaba mucho su muerte, tal vez si ella estuviera viva habría convencido a mi padre de dejarme.

De la nada varios autos y camiones se avecinaban en la carretera, por inercia comencé a correr en busca de un escondite pero fue muy tarde cuando estos me acorralaron, indefensa con cuchillo en mano cuando vi a todos con armas de fuego.

—¿Que quieren?—Los miré de mala gana.

—Hey, cuida lo que dices.—Uno levantó la voz pero fue silenciado por el que parecía ser su líder.

—No molestes a la señorita, podría ser un gran soldado o mujer.—Aclaró.—Soy Negan, líder de los salvadores... ¿Tu eres?

—Alanna Grimes.

—Únete a nosotros.

A su lado apareció un hombre rubio de unos veintitantos años, extrañamente me pareció atractivo y era lógico, no había visto a ningún chico desde que deje la prisión.

—¿Tengo otra opción?

—Puedo darte 10 segundos para huir, luego no me responsabilizare de los disparos que hagan.—Señaló al grupo.

Si quería sobrevivir tendría que unirme a ellos, no parecían malos, habían algunas mujeres entre ellos y realmente se veían fuertes.

—De acuerdo.

—Llévala contigo, Dwight.—Le habló al rubio.—El es mi mano derecha, mi mejor soldado.

El rubio ni se inmutó antes de hacerme un ademán con la cabeza para que lo siguiera a uno de los camiones donde emprenderíamos viaje quien sabe a donde.