5
Dormí profundamente esa noche, como hacía mucho que no podía. Habían sido las 24 horas más locas de toda mi vida, y no en buen plan. Podía considerarse el peor día de mi vida.
Al despertar quedé mirando el techo de mi habitación recordando cada cosa que había vivido. Reencontrarme con Santiago había sido la más dolorosa. Y ni contar lo mal que me había sentado ser utilizada por mi crush. Eso entraba en la primera vez que un chico me utilizaba, por esa razón me dolía más. Mi ego estaba en el suelo. Y para colmo al lado mío, dormía mi "mejor amiga" que por poco destruye la vida de alguien solo por venganza. Eso era en realidad lo que más me estaba martillando el cerebro, ¿Por qué razón llegar a tanto? Eso no era lo que yo quería ni siquiera cuando me sentía tan jodidamente mal por culpa de Andrés. No era necesario destruir su vida social para siempre ni mucho menos la de esa pobre chica.
¿Cómo saldría a la calle ahora? Seguramente sus padres la castigaron de por vida y Santiago seguro que dejó de hablarle o peor aún, le pegó o algo.
Ahora me sentía peor pensando una y otra vez.
Y sin darme cuenta estaba llorando. Hacían varios meses que no sentía el sabor salado de las lágrimas en mis labios. Y ahí estaban otra vez. No era una chica que lloraba por nada. Me guardaba mis sentimientos a través de una sonrisa falsa o un montón de palabras sobre algún tema. Aprovechaba mis conocimientos por tanto estudiar cada tema y mi facilidad para hablar y de una forma u otra convencía a todos de que todo estaba bien. No era difícil en realidad, no me gustaba manipular a las personas pero si quería solo tenía que aplicar unos cuantos conceptos sobre psicología y ya estaba echo.
Me acurruqué en mis sábanas dejando las lágrimas caer mientras sostenía mi boca para no sollozar. Pero al intentar girarme alguien me abrazó fuertemente.
—Shh todo está bien—dani me apretujó contra ella y besó mi frente.
—Dani—no pude hablar.
—Tranquila ¿Cuántas veces te he dicho que no debes llorar sola nunca más? Sé que fueron muchos conflictos en una sola noche y lo siento porque estoy segura que mi error también es uno de los motivos por los que estás llorando pero...no tienes la culpa de nada de lo que sucedió ¿vale?—
Entonces me dejé llorar libremente ante la única persona en el mundo que sabía comprenderme. Sí, había cometido un grave error pero por mí. No podía alejarme de la única medicina a mi dolor por una acción por más consecuencias que trajera a los demás.
Tenía que pensar en mi bienestar, y sin ella no estaba bien. Sin sus consejos, sus abrazos, su amistad.
Por eso dolía tanto saber que le había destruido a la vida a más de una persona y me costaba alejar el pensamiento de que la culpa era mía.
SANTIAGO:
¿Cómo había ocurrido esto? ¿En qué momento mi hermana se había vuelto una cualquiera que se tiraba a un salvavidas para luego hacerse fotos? ¿En qué momento la única persona por la que sentía algo de veras había encontrado a alguien más? ¿¡Por qué rayos tenía que ser ese "Andrés "?!
Absuelto en mis ideas, pasé horas deseando que todo hubiera sido un sueño. Ahora es donde mi hermana entraba a mi cuarto y me decía que era una broma de mal gusto, que era otra chica con su cara por una edición falsa. Y luego venía "ella" y me besaba en la frente como solía hacer antes de que mis padres jodieran mi vida.
Pero no, nada de eso ocurriría porque estaba en el lodo. Todo era pantano oscuro lleno de bestias salvajes. Mi vida estaba al revés.
Cuando todo el mundo se había ido de la fiesta había comenzado el verdadero espectáculo. Mi padre abofeteó a mi hermana tan fuerte que mi madre comenzó a llorar. Yo, por mi parte quedé paralizado ante el acto. Mientras él la sostenía fuertemente de un brazo para levantarla del suelo donde la había dejado el golpe. Sus ojos, ¿cómo olvidaría la mirada de mi hermana en forma de suplica?
Yo siempre la había protegido de todo menos de él. Porque él es el jefe y nunca nadie había intentado hacer algo contrario a lo que él decía, ni siquiera mi madre.
Sus gritos me estremecían en el lugar, estaba tan enfadado que daba miedo. Rogué para mis adentros que no la volviera a tocar pero fue en bano. La lanzó de repente contra la mesa y fue el detonante.
—¡Basta!—grité tan fuerte que mi padre volteó hacia mí.
—¿Qué dijiste? ¿Te atreves a darme órdenes a mí? ¡Hijo de puta!—
Fue en ese momento que me cansé de todo. La vida entera aguantando como pegaba a mamá y ella disimulaba con maquillaje. Desde pequeño siendo su doble versión, haciendo lo que él quería, viendo como mi hermana no podía ser una chica como todas, de las que disfrutaban su niñez jugando con sus amigas o cenando en familia mientras contaba lo que había echo en el día.
Porque las cenas familiares de nosotros eran discusiones donde él nos daba órdenes. Pero ya no más, no le temería más ¿qué era lo peor que podía pasar? Muerto ya estaba, por dentro. Por su culpa había perdido a la persona de mis sueños, y ahora estaba pegando a la única niña que cuidaba más que a mi mismo.
Se había terminado.
Antes de que pudiera hacer algo me a acerqué rápidamente y le pegué fuertemente en la cara. Su nariz sangrando mientras la sostenía con gemidos de dolor. Entonces le pegué una patada en el estómago y cayó al suelo.
Mi madre suplicaba que parara, que no sabía lo que estaba haciendo, pero solo escuchaba unas voces lejanas. Mi cerebro solo lograba ver todas las veces que mi madre lloraba escondida tras la puerta de su habitación, o las veces que mi hermana pequeña se quedaba llorando en su cuarto con llaves para que no saliera a jugar o las veces en que quería ir a ver una película y no me dejaba porque no era de machos si no era pornografías.
Entonces se levantó poco a poco pero no logró asestar ningún golpe hacia mí. Me acerqué a él y vi la desesperación recorrer su cuerpo. Pero no le pegué al instante.
—Por tu maldita culpa la persona que amo me llama demoledor de sentimientos. Por tus malditos caprichos mi madre ha envejecido más llorando en cada rincón su jodida vida. Por tus órdenes no he sido yo mismo ante nadie y ahora le pegas a mi niña. Te has vuelto loco. Ahora...—lo empujé—Largo de aquí—
Sonrió descaradamente con sus dientes manchados de sangre.
—¡QUE TE VALLAS DE UNA MALDITA VEZ, JODER!—Grité tan fuerte como pude y pegué una patada a la puerta. Seguidamente salió para irse. Pero antes miró a mi madre directamente a los ojos y dijo:
—Se arrepentirán de esto. Los tres. Se los juro—
En cuanto se cerró la puerta abracé a mi hermana tan fuerte como pude. Mi madre se unió. Comenzamos a llorar los tres. No se si de alegría, de alivio o quizás de miedo, porque sabía que lo que venía luego de esto no era fácil, pero de algo estaba seguro.
Nunca más nadie haría daño a alguien que yo quisiera.
Ahora solo bastaba saber quien era el que había mostrado las fotos. Y por supuesto arreglármelas con el tal Andrés.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro