Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Madame Pomfrey me deja irme a cenar en el Gran Comedor, pero tengo que volver todos los días para que me dé la poción contra la ansiedad ya que no se fía de que vaya a tomarla por mi cuenta. Yo tampoco creería que alguien se tomaría esa poción por voluntad propia, así que no me quejo y accedo, no quiero seguir más tiempo en la enfermería. 

Recojo mi mochila y voy directamente a cenar, a pesar de que no tengo nada de hambre y sé que los rumores de escena en clase de Umbridge han tenido que correr como la espuma. Como siempre, no me equivoco con mi intuición y nada más pisar la primera baldosa, todos se giran. Miro a la mesa de Gryffindor para ver a los gemelos, pero solo George me está mirando, y me saluda alegremente. Un poco más lejos puedo ver que Hermione también me saluda y a Ron comiendo sin parar mientras que Harry está evitando todo contacto con la gente. Vuelvo a mirar a Fred, pero sé que no sirve de nada y que le ha molestado que le echase de la enfermería. Y la verdad es que lo entiendo, pero no puedo dejar saber nada. Ni de la libreta negra, ni de su muerte. Voy a la mesa de Ravenclaw y me siento al final del todo, donde solo se sientan los que no quieren hablar con nadie, Luna y yo. Pero esta noche mi amiga ha decidido que no iba a hacer caso a las normas no escritas de las comidas y se ha ido a cenar con Ginny en la mesa de Gryffindor. Yo me muero de ganas de levantarme y sentarme con los gemelos, pero sé que probablemente Fred me mande a la mierda antes de escuchar nada. Al final me quedo en mi sitio hasta que veo que los gemelos se levantan junto con Lee, y yo hago lo mismo, siguiéndoles. 

— Fred, ¿podemos hablar? — le toco el hombro y se gira, echando una mirada que mata.

— ¿Cómo estás, Stone? — Lee Jordan y yo nunca nos hemos llevado bien. Mientras que él apoya a los gemelos en todas las locuras, incluidas en las que dañan a algún alumno yo trato de que ambos se relajen un poco con el tema de las bromas. Eso y que nos peleamos por ver quién es el mejor amigo de los gemelos.

— Bien, gracias por preguntar Jordan.

— Me fascina ver como siete años más tarde, y siendo amigos nuestros todavía no os llevéis bien. — Comenta George, y Fred hace como que no ha visto ni oído nada de lo que ha pasado.

— Me llevaré bien con ella cuando admita que soy vuestro mejor amigo y ella es solo una amiga cualquiera.

— ¿Estás celoso de que pasen más tiempo conmigo que contigo, Jordan? — le contesto, levantando una ceja.

— ¿Qué pasan más tiempo contigo? Mira tu túnica, Stone, ni en tus sueños pasan tiempo contigo.

— Al menos no necesito ser de Gryffindor para estar con ellos.

— Al menos no están conmigo porque les di pena por ser huérfana.

Jordan sonríe con superioridad, pensando que ha ganado esta batalla, pero cuando voy a sacar mi varita para lanzarle el hechizo mocomurciélago, Fred se pone delante de él, impidiendo que haga nada.

— Nunca vuelvas a decir que estamos con ella por lástima.

Me agarra de la mano y me saca de allí. En cuanto ve mi varita en la mano izquierda le veo como va a sonreír, pero de golpe para, supongo que ha recordado que sigue molesto conmigo. Entramos en una de las aulas vacías que hay en el primer piso y veo que se sienta en una mesa, esperando a que hable.

— Siento haberte echado de la enfermería, de verdad.

— ¿Qué viste, Abbigail? —Escuchar mi nombre completo me produce un escalofrío, siempre va acompañado de malas noticias. — Soy tu mejor amigo, creo que merezco saberlo.

— Ja, sabía que yo era tu mejor amiga y no el estúpido de Jordan. — Tardo poco en decirlo y Fred arquea una ceja. Supongo que no era el momento de decirlo. — Hay cosas que no te puedo contar, lo siento de verdad.

— No entiendo el motivo de tanto secreto, siempre me las cuentas.

— No siempre, Fred, hay algunas que me he callado.

— ¿No confías en mí?

— No es eso y lo sabes. —Trato de defenderme, pero sé que voy a perder esto.

— ¿Y la libreta negra que escondes en tu mochila?

— ¿Has estado mirando mis cosas, Weasley? —Empiezo a enfadarme con él, no tiene ningún derecho a cotillear mis cosas.

— No, Abby, no he mirado tus cosas. Sabes que no lo haría sin tu permiso. — Suspira y se pasa las manos por la cara, cansado de esto. — Te he visto escribir en ella más veces de las que me gustaría.

— Pero casi nunca la saco en público... Siempre escribo todo cuando estoy en el baño escondida.

— ¿Qué tiene esa libreta?

— No me hagas responder a esa pregunta.

— ¡Joder, solo intento ayudarte!

— ¡Así no ayudas! Olvida que has visto esa libreta, es lo mejor para nuestra amistad.

— ¿Amistad? ¿A esto llamas amistad? Ocultas cosas importantes, Abby. —Me duele ver como trata nuestra relación, pero trato de ocultarlo. — ¿Alguien sabe qué tiene?

— No. —Mi no es rotundo, así que Fred suspira de nuevo, supongo que frustrado con todo esto.

— Espero que sepas que haces ocultándolo.

— Quiero evitar sufrimientos. Tengo que evitarlos.

— ¿A costa de qué? ¿De perder a tus amigos? En primero eras borde con nosotros, te invitamos a venir en Navidades y cambiaste tu actitud de manera brutal. Llevo siete años esperando por una respuesta a eso, Abby.

— Fred, no es el momento de verdad.

— ¿Y cuándo lo va a ser? ¿Cuándo estemos muertos? Abby, viene una guerra, Quien-tú-sabes está ahí fuera, esperando para matar a Harry.

— ¿Te crees que no lo sé? ¿Acaso sabes que he estado haciendo este verano? Porque mientras que tú lo has pasado en el cuartel de la Orden, yo estaba en Francia, protegiendo a una mujer que ha resultado ser mi madre y yo ni siquiera lo sabía. —Sé que increpar no sirve de nada, pero no puedo evitarlo.

— No lo sé porque tú no me has contado nada.

— Tampoco has preguntado. Supongo que asumiste que lo que solté en mitad del Gran Comedor era real. A pesar de que era una mentira que tenía demasiados agujeros.

— Claro que no lo asumí, pero tampoco hemos tenido tiempo.

— Tenemos cuatro asignaturas en común, creo que has tenido tiempo para preguntarlo en alguna de esas clases. Y si no querías que Lee supiera nada, en Transformaciones hubieras podido preguntar.

— ¿Por qué tenía que preguntar? ¿No podías confiar en mí?

— Pensaba que los amigos se preguntaban que tal habían pasado el verano.

— ¡Estás usando lo que he dicho contra mí!

Fred se levanta de la mesa y se acerca a mí. Tengo miedo de que me vuelva a tocar y vuelva a verle muerto, así que doy un paso atrás, alejándome. Le miro y sé que con ese paso le he herido. Soy una amiga bastante mala. Mientras que él fue a preguntarle a Madame Pomfrey la manera de parar los ataques de ansiedad, yo seguía siendo egoísta y alejándome. Lleva calmándome desde primero, cuando solo llevábamos tres semanas de clase y en los últimos días me había pasado más de dos veces. A la tercera, un Fred de once años me ayudó a tranquilizarme.

— Gracias por calmarme cada vez que he tenido un ataque de ansiedad. —Reduzco el espacio que hay entre nosotros y estiro mis brazos. — ¿Abrazo de reconciliación?

Cuando me quiero dar cuenta, Fred me está abrazando con todas sus fuerzas, pero dejándome respirar. Huele a pólvora y chuchería, tal y como olía la amortenia que nos enseñaron en pociones el curso pasado.

Tardo más de lo esperado en entender por qué mi amortenia huele a Fred Weasley, y eso es mi perdición ya que él sigue abrazándome. Su aroma empieza a hacer que la cabeza me de vueltas, pero a la vez me hace entender muchas cosas. Porque estaba tan rota en la visión, por ejemplo. No es lo mismo perder a un amigo que perder a la persona que... ¿te gusta?

— Lo siento por haber insistido tanto en que me dijeras que hay en ese cuaderno. — Fred se aleja un poco, y entonces empiezo a sentir el frío del ambiente. — Toma mi jersey, no me hace falta.

— No tengo frío, no te preocupes. — Pero no me hace caso y se lo quita para ponérmelo encima del mío. — Estás haciendo que sea una traidora a mi casa, Fred Weasley.

— El rojo también te queda bien.

— El Sombrero Seleccionador consideró mandarme a Gryffindor.

— ¿Por eso fuiste una hatstall?

— También quiso mandarme a Slytherin, así que no te emociones. De hecho, creo que encajo más en Slytherin que en Gryffindor.

— No eres una de esas serpientes.

— Fred, Gryffindor lo consideró porque sabía que me ayudaría estar en la misma casa que vosotros. Ese Sombrero sabe mucho más de lo que dice, conocía a mi familia.

— ¿Te dio a elegir? — Asiento y él empieza a reír. — Supongo que le dirías que irías a la casa que él decidiera que era mejor.

— Pues más o menos.

Ambos empezamos a reír, y paramos de golpe cuando oímos la campana que marca las ocho de la noche. Mierda, las ocho. Umbridge me dijo que tenía que estar en su despacho después de la cena.

— Tengo que irme. — Me dirijo rápidamente hacia la puerta y trato de acelerar el paso todo lo que puedo, ya voy a tener bastante con el castigo extra que me va a poner.

— ¿A dónde? — Fred me sigue por los pasillos, y en cuanto ve que estamos delante del despacho de Umbridge se pone delante de la puerta, no dejándome pasar. — Ni de coña.

— Me ha castigado, ¿no? Ya llego una hora tarde, así que déjame pasar.

— No vas a entrar.

— ¡Fred!

— ¡Abby!

Ante nuestros gritos la puerta del despacho se abre y Umbridge aparece con cara de pocos amigos al otro lado.

— ¿Qué desean, señorita Stone, señor Weasley?

— Vengo a cumplir mi castigo, como bien me ha indicado esta mañana.

— Debido a las... circunstancias que la rodean, hoy no tendrá castigo, ya la informaré cuando tiene que cumplirlo. ¿Conocía a su madre? —Sé que intenta ver si cometo algún fallo, así que solo asiento. — Entonces lamento su pérdida.

— Gracias, profesora Umbridge. Buenas noches.

Fred y yo nos vamos rápidamente de allí, antes de que cambie de opinión y me obligue a quedarme copiando como ha hecho con Harry. Nos dirigimos hacia mi sala común ya que Fred no se atreve a dejarme sola por si acaso vuelvo a tener alguna visión y caigo inconsciente.

Cuando llegamos, recuerdo que llevo puesto el jersey de Fred, así que hago el intento de quitármelo para devolvérselo, pero él me para.

— Quédatelo esta noche, mañana me lo devuelves. Buenas noches, Abby.

Me da otro beso en la frente y no puedo evitar quedarme mirando cómo se va. No me gusta, eso estoy segura. O al menos no todavía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro