Capítulo 17
El vuelo de Fred y George hizo historia en Hogwarts, al igual que el pantano y los artículos de broma que los alumnos les habían estado comprando a lo largo de todo el año. Se habían encargado de dejar huella con el pantano portátil del quinto piso, y a pesar de que me habían dicho como quitarlo, no dije nada a ninguno de los profesores. Aunque tenía la ligera sospecha de que tanto el profesor Flitwick y la profesora McGonagall sabían cómo quitarlo, pero no lo hacían por molestar a Umbridge y supongo que también les agradaba ver como Filch tenía que estar trasladando a los alumnos de un lado al otro del pasillo.
Lo peor de que los gemelos se hubieran ido es que, si antes las chicas sonreían poco, ahora lo hacían incluso menos. Les había contado lo de trabajar en Sortilegios Weasley, y las tres se mostraron conformes, pero eso tampoco les hizo sonreír. Empezaron a centrarse solo en los EXTASIS y yo con ellas, pero con la diferencia de que empecé a hablar más con Harry, Ron y Hermione. Incluso le rogué a Harry que le dijera a la señora Weasley que había sido él quien le había dado el dinero a los gemelos para que tuvieran su tienda. El genio de Molly Weasley no era algo que quisiera tener en mi contra.
Como todos los años, los TIMOs empezaron antes que los EXTASIS, causando que los de séptimo tuviéramos siempre horas dobles de todas las clases solo para repasar. Algunas de ellas me las pasaba en la enfermería, tratando de convencer a Madame Pomfrey de que me encontraba bien y que podría acudir a clase sin tener ansiedad o algún ataque de pánico, pero no había manera de convencerla así que casi siempre estaba estudiando allí. Me había enterado del ataque de a la profesora McGonagall la misma noche que ocurrió, y traté de ayudarla, pero no conseguí hacer que despertase y al final la llevaron a San Mungo. Odiaba estar en la enfermería, aunque muchas veces era lo mejor para mí.
Estaba repasando los últimos temas de Defensa contra las Artes oscuras cuando todo a mi alrededor empezó a girar y a oscurecerse. No era la primera vez en la que estaba de forma física en una de las visiones, pero hacía mucho tiempo que no me pasaba eso. Estaba bastante desconcertada, empecé a girar sobre sí misma para ver donde estaba y entonces los hechizos empezaron a ir de un lugar a otro. La Orden del Fénix estaba a un lado, luchando contra los mortífagos. Podía ver a Ginny en el suelo, tratando de proteger a Hermione a la vez que luchaba, a Ron gritando de dolor con Luna y Neville protegiéndole y a Harry luchando junto a Sirius. Y justo en ese momento una luz verde, característica del Avada Kedravra, cruzó por delante de mí y la seguí con la vista para ver que se dirigía en mi dirección.
Volví en mí justo sin ver si la maldición conseguía darme o no, pero lo único que pude hacer fue tragar saliva y tomar una poción, que estaba en la mesilla de noche, para curar la herida que me había hecho al darme un golpe con la camilla. Si estaban Harry, Ron, Hermione, Ginny, Neville y Luna significaba que eso era la visión que había tenido hacía meses en la que conseguí hablarme. Y no debíamos ir allí, donde fuera eso. Consigo escabullirme de la enfermería sin que Madame Pomfrey lo note, y salgo corriendo en busca de los seis, preocupada por ellos. Recorro las aulas de los de cuarto, en búsqueda de Ginny y Luna, que serán las más fáciles de encontrar que los de quinto, pero me equivoco totalmente ya que no están en ninguna de sus clases. Como había ido corriendo, aprovecho uno de los alfeizares de las ventanas para sentarme unos segundos y tratar de pensar en donde pueden haberse metido. Desde esta ventana tengo vistas al Bosque Prohibido, y entonces es cuando recuerdo la otra visión y miro rápidamente para ver como una mancha rosa está entrando allí junto con otras dos personas.
Llego al despacho de Umbridge para encontrarme con que Ginny, Ron, Neville y Luna están siendo sujetados por unos Slytherins, tal y como ya me esperaba. Al verme, uno de ellos no sabe qué hacer y afloja su agarre lo suficiente como para que Ginny le pueda dar un cabezazo, soltándose. El resto se asusta al oír gritar a sus compañeros y al final todos consiguen recuperar sus varitas.
— ¡No tenemos tiempo de estas tonterías, vamos!
Dejamos a los Slytherins ahí, con la maldición mocomurciélago que Ginny les ha echado y nos dirigimos al Bosque Prohibido. Salgo corriendo en la dirección en la que creo que están y pronto me encuentro con Harry y Hermione, quien nada más verme sale corriendo a abrazarme. Aprovecho para darle su varita y en cuanto Harry se acerca Ron le da la suya.
— Sirius está en peligro, tenemos que irnos al Ministerio. —Harry está bastante nervioso, y es algo que se le nota con solo verle.
— ¿Tienes idea de como podemos llegar hasta allí? No puedo hacer una aparición conjunta a tanta distancia. — Digo, a pesar de que tengo un presentimiento de que es allí donde no debemos de estar.
— Thestrals. — Dice Luna con su voz suave, y yo asiento. Están aquí en el Bosque Prohibido, por lo que no deberían de ser muy difíciles de encontrar y menos teniendo en cuenta de que cuatro de los que están aquí tienen algunos cortes de los que no deja de salir sangre. — Necesitaremos siete, ¿no?
— Vosotros no venís. — Dijo Harry rápidamente, y yo solo levanté una ceja. — Iré yo solo.
— Sirius nos importa tanto como a ti. — Dijo Ginny.
— Tú no vienes Ginny, eres demasiado pequeña. —Ron se adelantó a ella antes de que dijera nada más.
— Tengo más años de los que vosotros teníais cuando la piedra filosofal y el basilisco.
— Y somos parte del ED, al igual que vosotros. — Intervino Neville, y el trío de oro solo suspiró.
— Vale, está bien, pero alguien se tiene que quedar a cubrirnos. — Dijo Harry, y entonces me miró fijamente.
— Ni se te ocurra Potter, sé bastante más que vosotros y soy parte de la Orden, no os pienso dejar ir solos al Ministerio de Magia.
Harry aceptó a regañadientes, pero al final no le quedó otra que aceptar, así que lo siguiente fue vernos a los siete surcar los cielos hasta Londres. Lo que de verdad esperaba es que pudiéramos llegar a salvar a Sirius, tenía toda la pinta de que podrían matarle con un maleficio asesino en cualquier momento y eso es lo que debía haber visto Harry.
Entramos por la entrada de visitantes, cogiendo nuestras chapas y con Harry cada vez más impaciente. Nunca había venido al Ministerio de Magia, y hubiera preferido hacerlo bajo otras circunstancias. Entramos en el ascensor y entonces bajamos hasta el Departamento de Ministerios, el cual reconocí como el lugar donde la serpiente había atacado al señor Weasley. Harry iba en cabeza y no dudó en entrar sin parar ni un segundo, así que los demás tuvimos que seguirle rápidamente para entrar a una sala con doce puertas exactamente iguales. Y ante nosotros empezaron a girar, no dejándonos saber ni por donde habíamos entrado ni por donde teníamos que continuar.
— Antes de que sigamos. — Dije en voz alta, necesitaba contarles lo que había visto para que ninguno se hiciera el héroe, sobre todo porque me había visto a mi misma en las visiones y nada de lo que había visto había ocurrido. — Habrá una pelea, vendrá la Orden y los mortífagos.
— Abby, no hay tiempo. — Gruñó Harry, y le miré fijamente.
— Si una maldición asesina se dirige hacia mí no quiero que intentéis haceros los héroes, ¿entendido?
— Abby, ¿qué has visto? — Murmuró Hermione, y yo solo me encogí de hombros, como había dicho Harry no había tiempo que perder.
— ¿Por dónde seguimos?
— Normalmente seguía siempre recto, pero ahora que todo ha girado... Debemos probar.
— Menos mal que no había tiempo, genio. — Ironizo, ganándome una mala mirada por parte de Harry, pero tampoco es que me importase mucho.
Probamos la primera puerta, pero en cuanto nos dimos cuenta de que eran cerebros, salimos corriendo de allí y Hermione se encargó de marcar la puerta con una gran equis de color rojo. Probamos la segunda, y entonces me fijé que era exactamente la misma donde sucedería la pelea, pero no había nadie aquí, lo único eran las voces que salían de algún lugar de la sala.
— Esta tampoco es. — Dijo Hermione, y empezó a tirar de la manga de Harry para que saliéramos.
— ¿No oís las voces? — Preguntó rápidamente.
— No hay voces, Harry. — Dijo Ron, y le miré fijamente, ¿no las oían?
— ¿Nadie más puede oírlo?
— Yo también puedo, y creo que Abby y Neville también. — Dijo Luna con una voz clara, y yo asentí, supongo que se me notaba que también las escuchaba. — ¡Hay gente al otro lado del arco!
— Harry no te acerques. — Mi voz suena ronca, y ni siquiera la reconozco como mía, pero ahora lo importante es alejarnos de ese arco. — Tenemos que irnos de aquí.
— Sirius está en peligro, Harry. — Dice Hermione tirándole de la manga, y al final consigue hacerle reaccionar o eso parece, porque va hacia otra de las puertas que está por ahí.
— No se abre.
— ¡Es esa!
— No puede ser esa, Ron, en los sueños de Harry podía atravesar todas. — Argumenta Hermione, y la emoción de Ron para por unos segundos. A mi lado veo que Luna se acerca más a mí, igual que Ginny y Neville. La pared empezó a girar, dejándonos sin saber cuál era la cerrada.
— ¡Es esta! — dijo Harry emocionado cuando consiguió abrir una puerta, y todos pasamos rápidamente.
Una luz azul iluminaba todo nuestro camino, y podíamos ver un montón de relojes por todas partes, además de un huevo del que estaba saliendo ahora mismo un pequeño colibrí. Toda la sala tenía un gran encanto difícil de ignorar. La voz de Harry me saca de mi observación, no sé que es lo que ha dicho, pero le sigo sin dudarlo hasta que llegamos a una nueva puerta.
— ¿La noventa y siete habías dicho? — Pregunta Hermione y Harry asiente, con lo que ella empieza a mirar las filas y pronto sabemos la dirección a la que nos tenemos que dirigir.
— Varitas preparadas. — Murmura Harry, y todos las levantamos, listos para atacar a quien sea.
— No entiendo que hacemos aquí, donde Sirius podría estar en peligro era en otro lado. — Digo, y la única que me hace caso es Ginny, que me mira levantando una ceja. — En la sala del arco.
— ¿Lo has visto? — Asiento a su pregunta y veo como traga saliva. — ¿Y si esto es una trampa?
— Esperemos que no. — Susurro, y entonces llegamos a la fila noventa y siete.
— Está al final, estoy seguro. — Harry empieza a andar, y los demás le seguimos con el presentimiento de que lo que ha visto no es real.
— Harry. — Le llama Hermione, pero él la ignora.
— Estoy seguro de que está aquí, lo he visto.
— Lo he dicho antes, no es aquí donde Sirius puede estar en peligro, lo he visto. — Levanto un poco más la voz, para que me oigan esta vez, pero siguen sin prestar atención. ¿De qué me sirve ver el futuro si luego los demás no me hacen caso alguno?
— ¿Harry? — Le llamó Ron, y entonces señaló a la estantería. — ¿Has visto eso?
Una pequeña bola de cristal tenía puesta el nombre de Harry en una etiqueta, junto con "Señor Tenebroso". Tenía mucha cantidad de polvo, pero lo que me llamó la atención fue la que estaba justo a su derecha, un poco más baja y con una etiqueta a mi nombre.
— Tú también tienes una, Abby. — Dijo Luna suavemente, y levanté el brazo para cogerla.
— No las toquéis, ninguno, no sabéis que son. — Hermione trataba de advertirnos, y lo sabio hubiera sido hacer caso.
— Pero tiene mi nombre. — Murmuro, y la cojo, esperando a que suceda algo, pero no ocurre nada. A mi lado, Harry hace lo mismo con la diferencia de que a él se le ocurre limpiarle el polvo.
— Bien hecho Potter. — Una voz suena detrás de nosotros, y nos giramos con las varitas en alto para ver a Lucius Malfoy seguido de Bellatrix Lestrange. — Ahora entrégame la profecía.
— ¿Profecía? ¿Eso son? — Pregunta Harry, y el señor Malfoy empieza a reírse. — Dime dónde está Sirius.
— El bebé se despertó asustado y no supo distinguir los sueños de la realidad. — La voz de Bellatrix sonó muy alta y estridente, para luego acompañarlo de una carcajada. — ¡Accio prof-
— ¡Protego! — gritó Harry, evitando que su profecía saliera volando. Viendo que tenían tanto interés en ellas, no dudé en esconder la mía, si tenía una sería porque es importante, ¿no?
— ¡Os dije que no atacaseis! — gritó el señor Malfoy, pero eso no almendró a la loca de Lestrange.
— Coged a la más pequeña, creo que Potter necesita un incentivo para dárnosla. — Ordeno a los mortífagos que había detrás de ella, y me pegué más a Ginny. No pensaba dejar que la tocasen ni un pelo.
Empecé a estar pendiente de que ningún mortífago se acercase a nosotros, sobre todo cuando Bellatrix lanzó un hechizo que rompió una de las profecías que había cerca y pudimos escuchar parte de la profecía. Esperaba que el método para escuchar una profecía no fuera rompiéndola, porque entonces sería una inutilidad. De repente, sentí un tirón en la manga de mi chaqueta y me di cuenta de que era Neville.
— Cuando Harry diga ya, tiramos las estanterías. — Murmuró casi sin mover la boca, para que solo le oyera yo y asentí brevemente.
— El señor Oscuro sabe que no eres muy inteli-
— ¡YA! — gritó Harry con todas sus fuerzas.
— ¡Reducto! — gritamos los seis detrás de él, y de nuestras varitas empezaron a salir los hechizos que dieron a parar en todas direcciones, rompiendo muchas de las estanterías.
— ¡CORRED!
Hicimos caso a Harry, pero pronto me empecé a quedar un poco detrás de ellos. Empecé a girar en distintas estanterías, lanzando más hechizos para romper todas las profecías posibles y que no pudieran seguirnos, hasta que di con una puerta y no dudé en entrar sin parar ni un segundo.
— ¡Colloportus! — digo rápidamente cerrando la puerta. Sabía que me había separado de los demás, y ahora me tocaba encontrarlos antes de que les pasara nada. O me pasara a mí.
Empiezo a mirar en todas direcciones, dándome cuenta de que es un pasillo y tratando de buscar una puerta por la que salir cuando oigo el primer grito. Y luego a Harry llamar a los demás, por lo que sé que se han tenido que separar. Salgo corriendo por el pasillo, y al final encuentro una puerta en la que veo la pelea que está habiendo. Hermione está inconsciente en el suelo, y Harry a su lado gritando algo que no logro entender, pero cuando veo al mortífago tirado en el suelo entiendo que le ha petrificado.
— ¿Dónde están los demás? — Chillo cuando llego a su lado, y trato de curar a Hermione, pero estoy demasiado nerviosa como para ser capaz de hacer nada.
— No lo sabemos. — Dice Neville mientras que deja que la sangre de la nariz le siga cayendo, así que le tiendo un pañuelo para que se lo ponga e intente disminuir la sangre.
— Vosotros coged a Hermione, creo que la sala circular esta ahí al lado, podréis ir al ascensor y pedir ayuda.
— ¿Y dejarte solo? ¿Estás loco? — Digo, y Neville asiente.
— Vamos todos, yo llevaré a Hermione, vosotros sois mejores que yo luchando.
— Toma la varita de Hermione, Neville. — Dice Harry mientras que se la tiende y él solo suspira.
— Mi abuela me va a matar.
— Ya me ocuparé yo de tu abuela, tú tranquilo. — Le digo mientras que le doy una palmada en la espalda.
Harry se levanta para ayudar a Neville a coger a Hermione y yo me acerco a señalar la puerta por la que he entrado, sé que no lleva a ningún lado.
— ¡Ron! — Oigo decir a Harry, y no dudo en ir corriendo hacia la puerta donde están. — Ginny, ¿estás bien?
— Estás muy sucio Harry. — Empieza a decir Ron, y entonces sé que le han hecho algo, al lado Ginny pasa cojeando y se deja caer contra la pared, frotándose el tobillo. — ¡Hemos estado en Urano!
— No sé que con que hechizo le han dado. — Dice Luna, que es la única que parece estar bien. — A Ginny le han agarrado del tobillo y probablemente se lo hayan partido.
— Luna ayuda a Ginny, tenemos que salir de aquí.
— ¡Puedo sola! — Se queja Ginny, pero enseguida tiene que apoyarse en Luna ya que al apoyar el pie se cae de lado.
Harry cogió a Ron, Neville a Hermione y Luna a Ginny mientras que yo seguía con la varita en alto, tratando de protegerles si hiciera falta. Solo que, para nuestra mala suerte, aparecieron tres mortífagos que empezaron a lanzarnos hechizos sin parar.
— ¡Abby, vamos! — Oí chillar a Harry a mi espalda, pero le ignoré hasta que sentí un tirón de la chaqueta que me hizo meterme dentro de la habitación. — ¡Colloportus!
— Sabemos donde estáis, no tardaremos en encontraros. — Se oyó decir al otro lado, y rápidamente Harry, Luna y Neville salieron corriendo para intentar cerrar las puertas de la sala.
— Ginny, ven, intentaré reducir tu dolor. — Murmuro, mientras que me acerco a ella y trato de hacer que su tobillo mejore un poco, pero me tiemblan las manos.
— Collo-
Luna empieza a chillar, y veo como sale volando hacia el otro extremo de la sala, quedando tan quieta como Hermione. Le hago una seña a Ginny para que vaya en su dirección, aunque sea arrastrándose ya que, aunque no se pueda poner de pie, todavía puede protegerla.
— ¡Coged a Potter! — Ordeno una voz, y no dudé en levantarme corriendo parar intentar protegerle.
— Mira Harry, ¡son cerebros jajaja! — Oí la voz de Ron a mis espaldas, y supe que había hecho mal en alejarme de él. — ¡Accio cerebro!
Todo quedó suspendido unos segundos, esperando a ver que hacía el cerebro a Ron, que en cuanto lo tocó empezó a chillar de dolor.
— ¡Diffindo! — Grité, pero los tentáculos que atacaban a Ron no se rompían.
Un hechizo pasó por mi derecha, casi dándome, y me giré justo a tiempo para ver como le daba a Ginny en la cara, dejándola totalmente desorientada. Al otro lado, Neville trataba de utilizar la varita de Hermione sin grandes resultados, así que decidí ir en su dirección, probablemente necesitaba más ayuda, aunque ahora mismo cualquiera de los tres la necesitaba. De repente, la sala desapareció y empezamos a caer, hasta que todo volvió a la normalidad y nos vimos rodeados de mortífagos.
— Entregamos la profecía, Potter. — Dijo el señor Malfoy, y vi como Harry apretaba más la profecía en su mano.
— Déjales marchar y te la daré. — La voz de Harry sonaba desesperada, y con solo una frase causó carcajadas a los mortífagos.
— Somos diez contra uno, Potter, ¿crees que estás en condiciones de regatear? ¿Acaso Dumbledore no te ha enseñado a cont-
— No es uno, somos tres. — Dijo Neville, interrumpiendo al señor Malfoy, y yo aproveché para ponerme junto a él.
— Neville, Abby, no, volved con ellos — suplicó Harry, pero no le hicimos ni caso.
A mi lado, Neville siguió tratando de hacer que la varita de Hermione respondiera a sus hechizos, pero no había manera. Saqué la mía para tratar de ayudarle, pero era demasiado tarde como para hacer nada, unos brazos me cogieron por la espalda y dejé de poder avanzar.
— Longbotton, ¿verdad? Creo que en tu familia están acostumbrados a perder miembros, así que no serás una gran pérdida para tu abuela. — Dijo el señor Malfoy son sorna, y entonces dirigió su vista hacia mí. — Tú debes de ser Stone, el parecido con tu madre es... revelador.
— ¿Longbotton y Stone? — gritó Bellatrix al otro lado de la sala, y lo único que pude hacer fue tragar saliva. — A los padres de Longbotton disfruté torturándolos, a tu madre, Stone, no me fue posible, ¿te han contado que se suicidó cuando nos vio?
— ¡Mientes! — grito con todas mis fuerzas, y ella solo ríe más fuerte. — ¡La matasteis!
— No querida, ella se mató solita cuando nos vio aparecer en el pueblo donde la habías dejado. Nosotros la queríamos con vida, ¿de qué sirve una vidente muerta? — Bellatrix no dejaba de moverse de un lado a otro, hasta que apuntó a Neville. — Creo que voy a probar si es más fuerte que sus padres.
— ¡Para!
Grito con todas mis fuerzas, y el poder que había estado tratando de controlar antes para curar a Ginny lo dejo salir. A mi espalda notó como el mortífago cae al suelo y no me fijo en como le he dejado, ahora mismo no me interesa. Recojo mi varita del suelo, y cuando la levanto veo como está torturando a Neville, que no puede parar de gritar. Quiero apuntar a Bellatrix, hacerle lo mismo pero ahora mismo todo da demasiadas vueltas como para poder apuntar.
— Danos la profecía, Potter. — Insiste el señor Malfoy, y me fijo en como Bellatrix baja la varita, dejando de torturar a Neville. Quiero hechizarla. Quiero matarla.
— ¡No se la des, Harry! — Consigue gritar Neville entre gimoteos, y me arrastro como puedo hacia él, he gastado demasiada energía con el mortífago.
— Eso solo era una prueba, Longbotton. — Oigo decir a Bellatrix, y aprovecho para moverme delante de Neville, protegiéndole. — ¡Mira que bonito, trata de protegerle! Potter danos la profecía o tus amigos sufrirán.
Me giré a mirar a Harry, para decirle que me la lanzara y saliera corriendo, pero me encontré con una escena diferente. Harry tenía la profecía en la mano, con el brazo extendido listo para dársela al señor Malfoy. Y cuando estaba a punto de cogerla, una de las puertas se abrió, dejando entrar a una pequeña parte de la Orden del fénix. Suspiré aliviada por unos segundos, pero entonces comenzó la lucha de nuevo. Los hechizos volaban de un lado a otro, y me sentía incapaz de hacer nada. Hasta que vi como Harry estaba siendo asfixiado y traté de ir en su ayuda, solo que Neville llegó antes que yo y le clavó la varita de Hermione en el ojo.
— ¡Desmaius! — consigo decir, y el mortífago cae de espaldas. La máscara se le cae, pero no consigo saber quien es, aunque ahora no importa, hay que proteger la profecía.
— Gracias. — Oigo decir a Harry, pero la tranquilidad nos dura segundos.
— ¡Tarantallegra! — Dice un mortífago que ha aparecido de la nada, y hace que las piernas de Neville empiecen a bailar sin control hasta que vuelve a caer. — Ahora, Potter...
— ¡Protego! — Consigue decir Harry antes de que el mortífago termine de hacer el hechizo, pero no es suficiente como para evitar Harry salga volando por los aires hasta caer encima de las piernas de Neville.
— Accio prof-
— ¡Desmaius! — Digo rápidamente antes de que termine la frase, y me levanto para salir corriendo antes de que lleguen Sirius y otro mortífago con el que no deja de pelear.
A mi derecha, Harry salió corriendo para petrificar a un motífago con el que luchaba Sirius, y entonces vi la visión. El rayo de luz verde vino en mi dirección y estaba segura de que era la maldición asesina. No podía morir, ¿no? Me faltaban visiones por cumplir, por mucho que consiguiera cambiar cosas pequeñas, una muerte era algo más serio. A mi alrededor oí gritar a Sirius algo de coger la profecía y salir corriendo de aquí junto con Neville y conmigo, pero el rayo verde me dio de lleno en el pecho y salí despedida hasta llegar al lado de Neville.
— ¿Estás bien, Neville? — Oí decir a Harry a mi lado, pero estaba demasiado aturdida como para hacer nada. Un quejido fue lo siguiente y supongo que era Neville. — Abby, dime que estás viva, por favor, los gemelos me matarán por haberte arrastrado hasta aquí y haberte dejado morir.
— Dame un segundo. — Consigo decir, sacando la voz de donde no la tengo, y me centro en curarme como puedo. Empiezo a ver algo más claro, y me doy cuenta de que Harry tiene cogido a Neville y que ahora mismo no está todo negro. — Ya estoy.
— Dame la profecía, Potter. — El señor Malfoy había aparecido de la nada, saltando encima de Harry y logrando que Neville volviera a caer. Harry le lanzó la profecía a Neville, que la cogió al vuelo por los pelos.
El señor Malfoy apuntó a Neville, pero Harry fue más rápido y consiguió hechizarle antes de que hiciera nada, logrando que saliera volando por los aires. Cuando aterrizó en el lugar donde Sirius estaba luchando con Bellatrix, no dudó en volver a apuntarnos, pero el profesor Lupin apareció justo delante de nosotros.
— ¡Idos ya! — gritó y Harry consiguió reaccionar, cogiendo a Neville, que se guardaba la profecía en el bolsillo.
Me levanté del suelo todavía un poco aturdida y traté de ponerme al otro lado de Neville, cuyas piernas no dejaban de moverse. Al final, pasó lo obvio, y nos tropezamos. El bolsillo del pantalón de Neville se rajó, dejando caer la profecía y una de sus piernas bailarinas le dio una patada que la estrelló contra unos escalones que había más allá. Los tres miramos fijamente el lugar donde se había roto la profecía, y entonces la oigo.
— «El único con el poder para derrotar al Señor de las Tinieblas se acerca. . . Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes. . . Y el Señor de las Tinieblas lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce. . . Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida. . .»
Nos quedamos mirando fijamente el lugar donde están los restos de la profecía y entonces me doy cuenta. Estoy teniendo la misma visión que casi me mata en el campo de Quidditch. Ahora es cuando hablo conmigo misma y no hay tiempo que perder, el tiempo es circular. Sirius estará bien, será una trampa. Miro a mi alrededor y cuando veo la cara de pánico de Harry y Neville, me doy cuenta de que ellos no han oído nada. Y no lo entiendo ya que se oía claramente.
— ¡Lo siento mucho Harry! — Oigo decir a Neville. — No quería de verdad, lo siento mucho.
— No importa, tenemos que salir de aquí, ¿puedes ponerte de pie? — Pregunta Harry, y veo como Neville mira por encima del hombro de Harry y su expresión de angustia cambia por una de alivio.
— ¡Dumbledore!
Todo empezó a ocurrir a cámara rápida. Dumbledore pasó a nuestro lado, directo a la tarima donde luchaban Sirius y Bellatrix. Harry empezó a seguirle, dejando caer a Neville y yo fui corriendo detrás, tenía el presentimiento de que tenía que salir corriendo para ayudarles. Dumbledore apartó a un mortífago que iba en su dirección sin esfuerzo alguno, y entonces vimos la luz roja que le daba en el pecho a Sirius, logrando que atravesara el arco que habíamos visto antes. No me había dado cuenta hasta ahora de que estábamos en la misma sala.
Harry salió corriendo en dirección al arco, y yo con él, sabía que iba a intentar cruzarlo y que no era buena idea, pero el profesor Lupin consiguió pararle antes de que yo llegara.
— ¡Sirius! — gritaba Harry, tratando de resistirse. — ¡Está al otro lado, Abby, ayúdale!
— ¡Se ha ido, Harry! — le gritaba Lupin, pero Harry no escuchaba, y yo a su lado tampoco.
El arco comenzó a llamarme, susurraba mi nombre con una voz que me resultaba totalmente familiar. Así que, antes de que alguien me frene, salgo corriendo y lo atravieso. Cierro fuertemente los ojos, al igual que siempre hago cuando cruzo la barrera del anden nueve y tres cuartos. Entonces me doy cuenta, no puedo mover ninguna parte de mi cuerpo. Quiero abrir los ojos, pero tampoco puedo. Sé que me están llamando, y de verdad quiero hacer caso a esa voz, pero no soy capaz de hacer nada.
Supongo que así se siente morir, puedes percibir todo a tu alrededor hasta que te entierran, para que descanses y las voces de los vivos no te molesten.
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¡Quedan diez capítulos y el epílogo!
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