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Heather.

(Relato narrado por Heather. Aca ella cuenta lo que sintio cuando Elliot le confeso lo que sentia. Antes de leer, les aclaro que quizas el relato sea algo fuerte, pero conocemos a Heather, sabemos como es. Y sabemos como son las cosas con las chicas como ella. Y van a poder entender por que el rechazo. Les dejo una cancion, Breathe Me de Sia. Gracias a las que me la recomendaron. Va con el capitulo)

"Me enamore de tu jodido infierno"

Esas eran las palabras que se escuchaban como eco en mi cabeza mientras me alejaba de él. Esto no tiene que ser así, esto no esta pasando ¿En que cabeza cabe?

"¿Puedes dejar de temer una vez y dejar que te amen?"

No. Las únicas personas que lo hicieron ya no estaban conmigo.

En mi mente siguen sonando sus palabras, podría volverme loca. Quería que se callen. No solo su voz era la que sonaba, sino que también esa jodida voz que me recuerda todos los días la mierda que soy. Las lágrimas queman en mis ojos. Necesito correr. Necesito huir. Así que cojo mis cosas del casillero mientras todos me observan preguntándose que me pasaba, no es la primera vez que tengo ojos de ese tipo encima mio. Una vez que tengo todo, corro.

Corro hacia la salida del instituto y sigo corriendo. No se a donde me dirigía, solo quería alejarme. Quería desaparecer.

Mientras corría, empujaba a la gente que se ponía en mi camino. Sus insultos resonaban a mis espaldas, pero no me importo. Quería seguir corriendo. 

Siento un dolor en mi interior, no podía correr mas. Me costaba respirar, así que me detengo. Recobro el aliento y cuando levanto la vista del suelo noto que estoy en un parque. Me acuesto en el césped y miro el cielo cubierto de nubes. La leve llovizna chocaba contra mi rostro, cierro los ojos para disfrutar de la sensación. Mis ojos quemaban, necesitaba calmarlos, así que ahora mis lágrimas acompañaban a las gotas de lluvia.

Él esta equivocado. No puede sentir eso por mi. Es mentira.

¿Quien puede quererte?

Pregunta esa voz. Tiene razón ¿Quien? Elliot no puede sentir nada por mi. Cuando pienso en su nombre todo duele mas. Elliot...

Me siento en el césped y cojo mi celular de la mochila para apagarlo, no quería que me llamara, no quería leer sus mensajes si es que los mandaba. Quiero que este lejos.

Una vez que lo hago, me levanto y me voy a la parada de autobús. A esta hora ni iba a ver nadie en mi casa, Carmen estaría trabajando en el hospital, y mi jodido tío en su fabrica.

Llega el autobús y me subo en él. Pago mi viaje, y me siento. Observo las gotas de lluvia acariciar la ventanilla del asiento en donde estoy, luego mi atención se va a una pareja que había allí. Eran felices. Y claro... ella era hermosa. Parecía una modelo publicitaria, y al chico se lo notaba feliz por tenerla. Suspiro y quito mi atención de ellos.

El autobús se para en la esquina donde me tengo que bajar, a dos manzanas de mi casa. Ahora camino en silencio, solo escuchando mis pasos. Entro a mi casa refugiándome de la fuerte lluvia que esta por venir, subo a mi habitación y me quedo parada allí, sumida en el silencio y en mis pensamientos.

"Me enamore de tu infierno" 

Vuelvo a escuchar su voz en mi mente.

"No, él no puede enamorarse de ti. Mirate"

Habla ella, así que le hago caso. Me miro en el espejo de pie que esta en mi habitación. No me gustaba la persona que veía allí. La chica que veo, no es como la que vi en el autobús. 

¿Enamorado de mi? ¡Diablos, no puede ser así!

Las lágrimas vuelven a quemar en mis ojos nublando mi vista, así que las dejo salir. Caen con furia sobre mi mejilla. Me sigo mirando en el espejo, y dudo que alguna vez vea algo allí que me guste. Examino mi cuerpo. Examino mi cara. Nada allí me gustaba.

Me arrodillo en el suelo y me abrazo las piernas mientras lloro, le di la espalda al espejo. No quería verme. No me gustaba verme. 

Con manos temblorosas busco el cúter que se encontraba en mi mesa de noche. Por error vuelvo a verme en el espejo.

"Él no puede quererte. Mintio cuando dijo que lo hacia, das asco"

Doy asco. Es verdad. La vergüenza sobre mi, sobre mi cuerpo, sobre mi jodida persona llega a mi habitación. Miro mis muñecas dañadas, allí estaba el dolor que representaba la vergüenza que siento sobre mi, allí estaba el dolor, la culpa. Vuelvo a verme al espejo, suspiro y levanto mi camiseta. Cuando la piel de mi abdomen esta a mi vista, sin pensarlo pongo el filo del cúter allí. Cierro los ojos cuando siento como el metal corta mi piel. Abro los ojos y veo como brota la sangre, así como también brotan mas lágrimas. Calmo la salida de sangre y me acuesto en la cama mirando el techo. Mi herida ardía. Mis ojos también.

Pero esa voz ya no me estaba hablando. Y tampoco escuchaba la voz de él. Así que cierro los ojos y me dejo caer en un sueño profundo.

Unos fuertes golpes en mi puerta y gritos son los que me despiertan.

- ¡Abre la maldita puerta, perra! -esa áspera y horrible voz. Siempre que entraba a mi habitación, la cerraba con llave.

- No lo haré, déjame tranquila -la herida que me había producido seguía ardiendo.

- ¡Estas bajo mi tutoría, así que haz lo que te digo!

- ¡Y tu estas en mi casa, así que no lo haré! 

Sigue golpeando con furia la puerta y siento miedo. No quiero que la abra y que suceda lo que siempre hace. Me siento con miedo en mi cama, acurrucándome. Me tapo los oídos, hasta que los malditos golpes cesan, y me tranquilizo cuando escucho sus pasos alejándose de mi habitación. Menos mal que Carmen no esta aquí, no quería escuchar como se desquitaba con ella.

Me quedo sentada en silencio unos segundos para así calmar el temblor de mis manos. Luego cojo la fotografía que tengo debajo de mi almohada. Me veo allí con 11 años sonriendo feliz, mi padre me cargaba en sus brazos de la misma forma que un hombre carga a su mujer cuando están por tener su noche intima luego de su boda, él también sonreía feliz. Y a nuestro lado estaba mi madre, también sonriendo y abrazándonos. Y de fondo estaba mi casa, esta casa. Esa fotografía nos la habían tomado el día que nos mudamos. Esta casa guarda muchos recuerdos felices con ellos.

Me detengo en mi sonrisa. Era una niña feliz con padres geniales. Nos amábamos. Las lágrimas vuelven a caer y mojan la fotografía. Los echaba de menos.

Abrazo la fotografía mientras cierro los ojos y apoyo mi cabeza en la almohada. Una serie de recuerdos llegan a mi mente hasta que llega el ultimo recuerdo que tuve con ellos. Discutían en el auto, los había hecho enojar, mi padre conducía a una velocidad elevada y yo estaba muerta de miedo en la parte trasera. Luego todo paso muy rápido, una fuerte frenada, un duro golpe, gritos, llantos, y oscuridad. Me desperté en una habitación de hospital, solo me pregunte por ellos. Ellos ya no estaban. 

Ese día murió esa niña feliz. 

Ese día nació esta Heather.

No quería que nadie me amara. No quería que alguien mas se vaya por mi culpa. Es por eso que no quiero que Elliot me quiera, me ame. Oh... Elliot. No puede hacerlo.

"¡Tu también sientes cosas por mi!"

Su voz vuelve a mi cabeza. No puedo hacerle esto. Él se merece alguien mejor, alguien como él. Alguien como Ayleen. Ella puede darle muchas cosas que yo no. No lo merezco. Por eso no lo quiero cerca. Me hizo bien estar estos días con él, pero lo que no quería que pase... paso. Y no quiero eso. No quiero amor.

Una vez tuve amor y los lleve a la muerte. No quiero eso.

Unos suaves golpes llaman a la puerta, así que guardo la foto y seco mis lágrimas.

- Heather, abre. Soy yo -era Carmen. Ella era buena conmigo. Así que abro la puerta, y allí esta con su mirada dulce y preocupada hacia mi. No se pregunto como estaba o que me pasaba y se lo agradezco. Solo me entrega un plato, allí había un sándwich de jamón y queso. Lo acepte, mi estomago esto no iba a querer pero lo acepte. También me entrega un vaso con jugo- Cariño... te ves muy mal -niego con la cabeza negándome a lo que sigue después de eso, y ella me entiende, así que suspira y sin decir nada mas me deja sola. Cierro la puerta con llave otra vez. Y vuelvo a mi cama, dejo el plato frente a mi y lo observo. Tenia hambre, quería comer. Así que cojo el sándwich y le doy un mordisco, luego otro, y otro. Así de forma seguida, llenando mi boca y tragando con dificultad.

"Anda, come. Come hasta mas no poder, cerda"

Esa maldita voz otra vez. Dejo de comer y llevo una de mis manos a mi estomago. Sin pensarlo corro al baño que para mi suerte se encontraba en mi habitación, me arrodillo frente al inodoro y allí me pierdo. La garganta ya me dolía de esto, pero no me importaba.

Me levanto del suelo frío y me miro en el espejo, me cepillo los dientes para quitarme el sabor y me mojo la cara.

¿Podre enfrentarlo mañana en el instituto?

Pensar en él me llenaba de miedo.

Pensar en él me hacia sentir diferente, pero me llenaba de miedo lo que podía hacerle.

Pero como ya dije, no puedo hacerle esto. Él se merece algo mejor.

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