9.
Algo que decir.
—Chara, ¡Chara!—la blanca cabra agitó a su hermano.
—¿Uh? ¿Que pasa?
—Estabas demasiado metido en tus pensamientos.—dijo Asriel.—¿Estas bien?
El castaño iba a responder con un “si”, pero simplemente no podía, había un nudo en su garganta que le impedía responder con eso.
—No te preocupes.—dijo.
Asriel lo miro de manera despectiva, sospechando que algo andava mal con el menor.
—Bueno, si tu dices.—dijo para soltar el tema el mayor.—Frisk, síguenos contando como te fue en tus exámenes.
El castaño mencionado sonrió.
—¡Bien! De hecho, creo que no fue necesario estudiar, ya que fui exonerado en todos.—respondió emocionado el pequeño.
—¡Eso es increíble!—dijo Asriel con su respectiva felicidad.—Sabés, a mi siempre me exoneraban, ya que era uno de los mejores estudiantes. Pero, a Chara, bueno, eso ya es otra historia.—mencionó en broma.
Chara ni se inmutó, ni respondió con un “tonto” si quiera, solo permaneció callado. Asriel al ver que el menor ni reaccionaba, solo se limito a suspirar ya que noto que algo le molestaba y preocupaba al castaño.
—¿Quieres panecillos?
—¡Claro que si! ¡Por favor!—dijo animado el menor.
Asriel río ante ello.
—¡Sígueme Frisk! Te enseñaré como prepararlos al estilo Dremurr.
Asriel había hecho aquello ya que quería darle su espacio a Chara, porque el mayor era consciente de que su hermano estaba incómodo.
Chara por su parte no podía parar de pensar en ti. Hoy sería el día de tu muerte, pero a pesar del odio que siente el castaño por ti, a pesar de todo, Chara no se sentía “bien” como para matarte.
En parte quería, pero había algo en él que no lo dejaba asesinarte.
Y el castaño se preguntaba: ¿porque de las personas que el a asesinado, tú eres el más difícil de matar para él?
“Yo te amaba, pero no sabía como...”
—Esas palabras...—susurro.
Chara para dejar de pensar en ti, se coloco sus audífonos, los conecto a su celular y empezó a escuchar música a todo volumen y sumergirse en su propio mundo, lejos de preocupaciones.
Asriel observaba a Chara, el mayor conocía tanto a su hermano que sabía que sus preocupaciones eran algo grave.
Y Asriel tiene la buena manía de ayudar a sus amigos.
Chara fue a la cabaña.
El menor te había dejado encerrado en su habitación, amarrado por si acaso intentaba algo estúpido de nuevo.
El castaño entró a la habitación, lo primero que hizo fue quitarse su negra camisa y tan sólo te miro.
—¿Que?—cuestionaste.
—Te ves más bonito cada día.—bromeó el menor por tu aspecto fúnebre y descuidado, ya habían pasado tres días y te veías así de mal.
—Lo se.—respondiste sincero.—Si me desamarraras, tal vez pueda verme “bonito”.
—No me tomes por tonto, imbecil.
Chara se quito sus pantalones, tu solo observaste su figura y la analisaste; un cuerpo blanco, pero no como para ser albino, su piel se veía suave, color crema, era delgado y tenía ciertas cicatrices en su espalda, abdomen y un lunar en la pierna, atrás, cerca de su muslo derecho.
—Esas cicatrices si se ven bonitas.—bromeaste.
—Has estado tomando mucha confianza. Antes no hablabas tanto. Y solo te la pasaba llorando y disculpandote, como todo un perdedor.
—Si voy a morir, ¿realmente importa lo que haga o diga?—dijiste.
Chara no respondió ante aquellas pesimistas palabras. El castaño ya en sus boxers negros se tiro encima de la cama. Tú estabas amarrado al lado de la mesita de noche, cerca de la cama de Chara.
—Hey.
—¿Que?
—Tengo hambre.
—Muerete.—respondió el menor.
—¿No te que ibas a matarme?
Chara bufo. Se levanto rápidamente y se acerco a ti, agachandose a tu altura.
—¿Tanto quieres morir?
—Ya no hay nada porque vivir.—respondiste.
El menor se quedo paralizado por unos instantes, mirando fijamente tus ojos.
Tus ojos estaban vacíos, muertos, parecía que ni la luz se refleja en ellos. Chara se dio cuenta de que hablabas enserio. Tú ya estabas muerto en vida y nada te importaba.
Chara por un momento, aunque parezca extraño, se vio reflejado en ti, cuando tú lo maltrabas, el también se sintió de la misma manera.
—Nadie tiene razón alguna para vivir. Solo encuentrala y ya, aunque sea insignificante. Y sigue viviendo.
—Irónico que lo digas tú.—dijiste.—¿Y tú tienes una razón para vivir?
—Si.
—¿Y esa razón es insignificante?
—Para nada.
Chara se sento enfrente tuyo. Ambos permanecieron en silencio. Hasta que decidiste hablar.
—Como, según tú, hoy es mi último día, quisiera pedirte algo más.
—Eres demasiado quisquilloso.
Suspiraste.
—¿Podrias abrazarme?
Chara al oír eso solo se rio a carcajadas. Lo que le propusiste sonó tan estúpido para él, que hasta podría burlarse de ti durante un mes, no, un año entero.
—¿Qué? ¿Te has vuelto loco?—seco su lagrimeo por la risa.—¿Porque debería?
—Nunca supe lo que siente.—el castaño frunció el ceño.—Nunca llegue a tener pareja, nunca tuve verdaderos amigos, mis padres al final ni me hacían caso; tal vez por eso jodia tanto, para llamar la atención. No quiero sonar como una víctima. Pero sinceramente, siempre me he sentido solo y con falta de afecto.
Chara al oír aquello solo te miro con pena.
—No quieres hacerte la víctima, pero te estás haciendo la víctima.
—Cierto, Chara. Pero todos somos víctimas de algo.—dijiste cabizbajo.—Tú mía, ahora eres víctima del odio.
—¿De qué diablos hablas?—dijo en un tono agresivo.
—Sólo... No puedo más con esto y ya.
Al recuperar tus recuerdos te diste cuenta de cosas que de joven pasabas por alto, que sabías que te hacían daño pero seguías con ellas.
Después de entrar a la pubertad, tus padres, tus “amigos”, ni una llamada te hacían, tal vez hasta tus “amigos” se reían de ti ahora mismo por todas las tonterías que hiciste.
Solo eres alguien con quien pasar el rato, nadie en especial. Solo alguien olvidable. Sin un lugar en el mundo.
—Que triste.—te devolvió la ironía el menor, con esa sonrisa hipócrita en su rostro.—Pero bueno, no hay nada que perder.
El castaño te abrazo. Tu solo te dejaste caer en él. Hundiste tu rostro en su hombro, oliendo el champoo de marca, como tu piel sentía la suave piel de tu secuestrador.
Chara por igual se había perdido un tanto en las sensaciones de sus cuerpos.
Tú, podías sentir, el calor, el verdadero calor y el cariño, o tal vez solo era una ilusión por tus emociones hacia Chara. Pero el castaño en el pasado te llego a amar también. Ahí, muy en el fondo, esas emociones florecieron de a poco, limpiando el veneno de su alma.
—Ya, ya, no te acostumbres.—dijo el menor para despegarse de ti.—¿Feliz?
Entonces comenzaste a llorar. Chara solo río por lo bajo.
—En verdad lo necesitabas.—se acerco a ti una vez más.—Que tonto eres, _________.—el castaño limpio tus lágrimas.
Entonces el timbre se escucho.
—¡Chara!
Asriel había ido a la cabaña.
—¿Asriel?
—¡Abre!
Chara te miro amenazante y acerco su rostro al tuyo con peligrosidad.
—Escúchame, si intentas hacer algo, aunque sea un chillido, te daré razones para suicidarte de tanto que te jodere la vida.—dijo entre dientes.
—Tranquilo, te dije que quiero morir.
Chara solo suspiro, él aún dudaba de ti, pero que más podía hacer.
—Por si acaso.—el menor busco cinta y la pego en tu boca.—Solo por si acaso.
Chara si quiera de vistió, ya Asriel y él son hermanos así que no importaba. El menor abrió la puerta y ahí estaba Asriel con su enorme sonrisa.
—¡Hola!
—¿Que quieres?
—Wow, tranquilo, solo quería ver como estabas.
—¿No me viste hoy, ya?
—Si pero, pensé que querías... No se, compañía.
El castaño suspiro, no podía comportarse de manera agresiva con Asriel, Chara lo quería demasiado.
—Pasa.
—Gracias.
Asreil se sento en uno de los sofás, Chara se sento en el otro del extremo contrario.
—¿Que te pasa?—pregunto preocupado el mayor.
—Nada.
—¿Seguro?—cuestionó.—Porque no parece.
—Asriel, se que te gusta ayudarme pero...
—Sin peros, Chara.—hablo en un tino más severo.—¿Que te pasa? ¿Alguien te está haciendo daño?
Aquella última pregunta le afecto un poco al castaño. Tal vez porque era cierta.
—No. Para nada.
—¿Y porque estabas tan pensativo esta mañana?
—Sólo estaba cansado, ya sabes, universidad y eso.
Asriel miro al castaño de manera despectiva. La blanca cabra buscaba cualquier cosa, aunque fuese una pista de lo que le sucedía al menor, un indicio.
Y cuando Chara se dio cuenta de que la mirada de Asriel lo analizaba, el castaño decidió actuar.
—No ocurre nada, hermano.—cruzo sus piernas y sonrió.—¿Quieres un poco de chocolate? Esta frío pero puedo calentarlo.
Asriel aún curiosaba, pero su confianza en Chara era más grande.
—Está bien.—dijo sonriendo.
Mientras el chocolate se calentaba en el microondas, Chara pensó en una “excusa”, para decir lo que pasaba, pero sin desvelar lo que hacía contigo, obvio, sino que para mantener la preocupación y curiosidad de Asriel lejos, ya que el peliblanco suele ser muy perspicaz.
—Asriel, ¿recuerdas al chico que nos molestaba?
Asriel penso por un momento, y se acordo de ti.
—Ah, el que te molestaba y luego me hizo la vida un infierno, si, lo recuerdo.
—Verás, me lo he encontrado varias veces, pero... Él ha cambiado.
—¿Disculpa?
—la última vez... Decidimos timar un café sin rencores. Él me platico sobre los problemas que tenía antes y ahora, se disculpo por todo lo que hizo, hasta lloro. Él estaba arrepentido.—Chara se trago un pequeño nudo en su garganta.—Pero, ¿sabes que fue lo que me sorprendió?
—¿Que? ¿Que fue lo que te sorprendió?
—Él dijo que me amaba. Y yo, me siento tan raro. Porque lo odio pero yo también llegué a sentir lo mismo.—los ojos de Chara se llenaron de lágrimas.—Dime, Asriel, ¿porque ahora?
—Chara... Realmente no se que decir.
Ambos se mantuvieron en silencio. Solo se podía sentir la calma del unísono. Y tú, como las paredes no eran gruesas, podías escuchar toda la conversación.
—Pero... ¿Que quieres en verdad, Chara?
—¿Eh?
—¿Que prefieres? ¿Estás bien odiandolo? O ¿estas bien amandolo?
Chara permaneció en silencio.
—Amar, odiar... ¿Cuál es la diferencia? Al final estás sintiendo por alguien.—aquellas palabras de Asriel dejaron tanto a ti, como a Chara sin palabras.—Bueno, tendre que dejar el café para otro momento. Tengo que ayudar a mamá con algo.
—O-ok.
—Nos vemos, Chara.—se despidió con una sonrisa.—¿Algo que decir antes de irme?
—N-no.
Asriel suspiro y se marcho.
El chocolate ya se terminó de calentar.
El castaño tomó dos tazas y sirvió el chocolate, luego entró a la habitación y te desamarro las cuerdas.
—Toma.—te dio una taza.—Es chocolate, cuidado, esta caliente.
—Lo se.
Chara se sento en frente de ti, y empezó a beber su chocolate.
—¿Como está?—pregunto al ver como bebiste un poco.
—Me queme la lengua, pero esta bien.
—Hm, ya veo...
—¿Y como esta el tuyo?
—... Amargo.—respondió.—Pero, dulce a la vez.
—... Esto ya parece síndrome de Estocolmo.—reiste.
Chara río también por aquello.
No supiste que más decir, sólo bebiste el chocolate junto a Chara.
Entonces, te preguntaste: ¿Si hubieses aceptado tus emociones desde el principio, podrías vivir este momento por siempre?
Quien sabe...
________, ¿aún quieres morir?
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Mañana sera la última parte.
¿Opiniones antes del final? Dejenlas aquí.
Gracias.
:)
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