8.
Por ti.
—Realmente voy a extrañarte.—dijo el castaño tomando la mano del chico cabra.
El pobre niño estaba tendido en la cama, inconsciente. Después de que Chara lo salvará de suicidarse, el joven fue llevado a rehabilitación.
Nunca decidieron investigar el porqué de su intento de suicidio, pero Chara sabía la respuesta. Más que nadie.
Pero aquello fue sólo un recuerdo del pasado.
Chara visitaba a Asriel siempre, ambos se habían vuelto más unidos que cuando eran unos jóvenes idiotas y débiles.
Chara siempre estaba ahí para Asriel, y viceversa. Se habían vuelto casi inseparables.
Obviamente el mayor no sabe nada de lo que Chara hace contigo. Si lo supiese, quien sabe con que asco miraría a su hermano.
Ya que, Asriel odia el mal.
Desde pequeño siempre ha querido ser un héroe o un Dios que salve a la gente. Pero sólo podía limitarse a vivir una vida normal y con sus ideales puestos en cada parte de su ser.
—¿Te has estado desvelando? No te ves bien, Chara.—dijo preocupado el mayor.
—No es nada. Estoy bien.—respondió despreocupado.
—Tú siempre creyendote indestructible.—rio por lo bajo el mayor.
—¿No eras tú el que se creía indestructible de pequeño?—burló el menor haciendo referencia a que Asriel se creía “el Dios de la hipermuerte”.
—Eso quedó en el pasado.—dijo avergonzado el mayor.—¡Y no menciones eso delante de Frisk!
—Tengo miles de cosas que mencionar.—sonrio malicioso el menor.
Frisk solo sonrio al ver la buena relación de ambos.
Frisk se había unido a la familia no hace mucho, de hecho, Toriel lo adopto por el hecho de que lo encontró en la calle sin ningún lugar a donde ir y le dio pena. Y como ella es una mujer amadora de los niños, no pudo evitar tomarlo.
Lo llevó a las autoridades para saber si es que se había perdido o algo. Al pasar un par de semanas, no hubo señales de su familia. Entonces Toriel lo adopto legalmente.
Frisk al principio vivía en las montañas, Toriel no sabía el porqué. Pero siempre estaba allí o hablaba de ese lugar.
Toriel siempre le contaba que allí era un bonito lugar, pero que habían demonios. A Sans le encantaba asustar al pequeño con ello.
La realidad era que, en el monte ebott, durante mucho tiempo han matado criminales condenados a muerte.
Pero ya no lo hacen.
A esa historia a Chara le encantaba. De hecho, el menor era fanático del terror, eso hizo que se interesara en las historias de asesinos seriales y eso lo llevó a saber la historia de su pueblo.
A parte, de que él se inspiraba en alguno de ellos para torturarte. Claro está que, el menor no ha aplicado ese tipo de torturas en ti, pero lo que ha hecho hasta ahora ha sido demasiado para ti.
Hablando de ti...
Chara había llegado a la cabaña. El castaño compró algunas cosas, comida y bebidas, etc.
El menor cada vez que venía se sentía nostálgico, no sabía el porqué, pero se sentía de esa manera. Y ha este punto ya ni quería verte.
No, no era que quisiese matarte y hacerte despareser, era algo más que eso.
Después de lo sucedido en su último encuentro el menor no ha parado de pensar en cómo lloro toda la noche por tus palabras.
¿Porque?
Se cuestionaba siempre.
Tal vez en Chara había algo que aún se podría considerar “humano”.
Sí, el hecho de que Asriel este vivo y de su lado, que Toriel lo haya apoyado, que su hermano Frisk también esté ahí para él; aquello a conservado parte de la humanidad del menor.
Por ello no se ha vuelto un demonio.
Mientras que tú ya estabas harto de llorar y torturarte psicológicamente a tu mismo.
Todos tus recuerdos y el dolor acumulado al llegar de repente como en un fuerte choque, aquello hizo que tu mente se quebrase.
Ahora eres tú eres el que está más loco de ambos.
Ya no tienes nada. Eres el creador de tu propio sufrimiento. Eres el antagonista de la vida de Chara. Eres el malo de la historia.
Y ahora quieres arreglar las cosas... Imposible.
El castaño abrió la puerta. A diferencia de otros días está vez no saludo ni nada.
Chara encendió la luz, tú no tenías fuerzas ni siquiera para llamarle, de hecho, sentías vergüenza ajena de ti mismo.
El castaño te desencadenó. Pero tú por la falta de alimentos, ya que has estado casi un mes ahí encerrado después de lo sucedido la última vez, no tenías fuerzas para levantarte, ni mental ni físicamente.
Eras un muerto en vida.
Ya no sentías casi nada. Tus labios secos, tu cuerpo deseoso de alimento y agua, tus entrañas como un desierto.
Ya ni querías saber quien eras...
—Camina.—ordeno Chara, pero no obtuvo respuesta, ni siquiera una mirada.—Hey, que camines.
—No puedo.—susurraste con la poca fuerza que tenías.
—¿Disculpa?—ni siquiera Chara te escucho.—Como sea, párate.—te patio. Entonces el olor a orina y mierda entró a las fosas nasales de Chara.—¡¿Que diablos?! ¡Esto no es un baño maldito!
—... P-perdón...
—¡¿Que diablos intentas decir?!
Chara en un ataque de ira te pateo una y otra vez, desquitandose contigo. Las patadas fueron tan fuertes que terminaste al lado de tus propios desechos.
—Ahí es donde mereces estar, en tu propia mierda y orina.—dijo con una mueca de asco.
Empezaste a toser descontroladamente, parecía que la toz iba a matarte.
Chara suspiro.
Se acerco a ti y te tomo a pesar de lo sucio que estabas. Te llevo al baño y te desnudo, y metió a la bañera.
—¿Chara...?
—Cállate.—dijo el menor.—Solo soy considerado.
El menor vertía el agua sobre ti, y con el champoo por igual. Pasaba la esponja sobre tu cuerpo con cuidado y delicadeza lavando cada parte de ti, hasta tu miembro.
Al terminar de darte un baño, el menor al ser consciente de que ya ni siquiera podías moverte por tu cuenta, busco ropa de su armario, te vistió, y te llevo a afuera
—Quedate aquí.—ordeno.—Bueno, dudo que puedas huir, así que, te traeré algo de comida.
Chara se marcho y te dejo afuera, sentado.
La luz del día te molestaba, habías pasado tanto encerrado que simplemente habías olvidado como se sentía el fresco viento, la luz del sol, y te habías olvidado de los colores del mundo. Parecías un niño observando por primera vez la belleza del mundo, y por ello apreciaste ese momento.
El momento justo para escapar.
Estabas débil y apenas podías caminar, pero hiciste un esfuerzo y lo lograste, intentaste huir de ahí lo más rápido posible.
Pero al parecer el castaño lo tenía todo planeado.
Cuando pisaste uno de los arbustos para ir al bosque y huir de Chara, el castaño había colocado trampas de oso por si se te ocurría huir.
Y pisaste una. El dolor fue insoportable y no dudaste en gritar del infierno que era tu pie.
—¡______, eres un idiota!—vocifero Chara desde la cocina al oírte gritar.
Cuando el joven chico había terminado de cocinar y puso la comida cerca de la puerta, se acerco a ti para quitarte de la trampa de oso. Los colmillos de metal casi te arrancaban hasta el talón de aquiles de lo profundo que era la herida.
—Sabía que intentaría escapar.—dijo. Tú sólo jadeabas.—Agh, vaya imbecil, ya calmate, te vendare el pie ahora.
—Duele, joder...¡DUELE!
El menor te beso en los labios, como sus brazos estaban ocupados cargandote y no sabia como callarte, él te beso en los labios para luego morderlos y matenerse haci hasta llegar a la entrada de la cabaña.
Aquella acción te tomó por sorpresa.
Chara te sentó al lado de tu comida.
—Iré por el botiquín.
El castaño se marcho y tú solo soplabas por el dolor insoportable que sentías, si no fuese por toda la sangre que salía de ahí, jurarias que pudieras ver hasta tu hueso.
Pero tus labios también dolían un poco, de hecho había una pequeña cortada en ellos, producto de los colmillos del joven Chara.
Aún no podías asimilar que el castaño te haya besado. Aquello desperto un extraño sentimiento y a la vez una sensación de deja vu, como si hubiese pasado lo mismo en el pasado. No solo eso sino que sentías un nudo en el estómago por ese beso.
¿Porque te ayuda?
Te preguntaste.
El menor llegó con el botiquín en mano. Y mientras atendía tu herida aprovechaste la oportunidad para preguntarle.
—¿Porque haces esto ahora?
Chara solo suspiro.
—A los criminales condenados se les permitía pedir lo que quisiesen antes de morir, eso es lo que hago, algo similar y ya.
—¿Lo que quieran?
—Si.
—Te haré otra pregunta... ¿Ya me habías besado antes?
El castaño guardo un momento de silencio y suspiro.
—Supongo que de eso no te acuerdas.—musitó.—Veras, una vez yo fui a un campamento, tú igual, de casualidad o considencia, no se. Pero bueno, resulta que yo pensé que tú me harías la vida mierda ahí también, pero no, no fue así.
—Ve al grano.—interrumpiste.
—Bueno, ya que estas tan desesperado. El beso fuiste tú el que me lo dio.—te sorprendiste al oír aquello.—Tú y yo, con unos niños más del campamento, fuimos a explorar el bosque, ya que había leyendas urbanas sobre este. Bueno, resulta que yo caí en un barranco y mi rodilla se lastimo bastante. Yo estaba llorando pero nadie vino a mi, claro, excepto tú.—Chara sonrio.—Me cargaste ya que no podía caminar, y entonces como no podía parar de llorar, me besaste.
—...
El castaño al contar aquello se puso nervioso, un sonrojo se noto en sus mejillas suaves y blancas.
—Pero, siempre me pregunté, ¿porque duraste tanto besandome?
—Chara...
El castaño trato de ocultar su sonrojo y nerviosismo, pero aún así se notaba a leguas.
Tú suspiraste y acariciaste el cabello del castaño.
Ya ibas a morir, solo podías tener los últimos momentos de tu vida con Chara.
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