10.
Perdón.
—Entonces, ¿todo se acaba hoy?—preguntaste.
—... Si.
El castaño se sintió un poco agitado por la manera fría en la que dijiste tu pregunta.
Ambos estaban en la habitación, sentados un extremo opuesto del otro.
Ya había pasado casi una semana. Tú y Chara habían estado platicando, conversando; como si nunca hubiese pasado lo que ya está escrito, como si fuesen viejos amigos.
Encerrados en aquella habitacion; su propio mundo. Antes de sufrir una pérdida, el menor y tú querían tener unos momentos de “paz”.
Lejos de la violencia, lejos del maltrato, y con un sentimiento de amor platónico rosiando el ambiente, mientras el Estocolmo hacia presencia en el unísono.
¿Hace cuanto Chara había reído tanto con alguien?
¿Hace cuanto tú habías necesitado alguien como Chara a tu lado?
La respuesta es: desde el inicio. Pero ambos empezaron con el pie izquierdo, y no con el derecho.
Que situación más extraña...
—No puedo odiarte. Ya no puedo, ________.
—Hey, ya no suenas como el Chara que conozco.—dijiste en broma.
Chara sonrió.
—Que importa.—musitó el menor.—Siento como si... Necesitará esto desde hace tiempo. Como si me hubiese redimido.
—Ya somos dos.
—... ¿Estas seguro?
—¿Que quieres decir?
—Me refiero, a que ¿realmente quieres que te mate?
Pensaste en tu respuesta, ya después de todo lo sucedido, ya después de los sentimientos encontrados, ¿realmente querías morir?
—Ya ni se que quiero.—respondiste.—No me siento lejos de estar muerto; pero tampoco lejos de estar vivo, cuando estoy a tu lado.
Chara al escuchar sus pupilas se dilataron. Tú suspiraste.
—Ya no quiero malgastar tu tiempo.—dijiste, para luego mirar el suelo.—Solo una última vez... Déjame sentir, antes de irme.
—______... —ya Chara ni sabia que decirte. Tus palabras le estaban dejando sin opciones.
Entonces el castaño se levanto, y te ofreció su mano.
—¿Chara?
—Ven, te haré sentir.
Quedaste confuso ante sus palabras, pero tampoco te negaste a su petición. Tomaste la mano del castaño y este de un jalón te ayudo a parar.
Chara, con su dedo índice, rozó y paso en una línea desde tu frente hasta tus labios, sentiste un escalofrío que erizo tu piel, poniéndola de gallina. El menor al ver tu reacción sonrió divertido. Aquello te pareció tierno.
Chara tomó tu nuca y cintura y te jalo hacia él, sus rostros estaban cerca, sus cuerpos pegados el uno al otro, sus labios se rozaban, y su respiración bucal chocaba.
El menor entonces hundió su rostro en tu hombro, para luego rozar su nariz en tu piel causandote otro escalofrío, mientras olía tu ser, paseando por tu cuello hasta tu oreja.
—¿Sientes?—susurro.
Tu corazón se agitó, como si lo hubiesen pateado. O tal vez estaba como un auto a alta velocidad. Tu cuerpo se estaba calentando, estaba respondiendo de la manera correcta. Y tu alma sentía un regocijo en lo profundo de su ser. Los ojos carmesí del menor se encontraron con los tuyos, y de repente el castaño te beso sin previo aviso.
Fue un beso torpe, pero el castaño quería ir más haya de tus labios. En un intento fallido de querer meter su lengua en tu boca, el menor lamio tus labios dando aviso para que le cedieras el permiso de cometer su acción.
Solo te dejaste llevar mientras la lengua entraba en tu boca. Ambas lenguas jugeteaban las unas a las otras, y a la vez, tenían una lucha para saber cual de los dos dominará el duelo.
El castaño tomo tu camisa y la desabrocho. Ambos terminaron en la cama; esta descripción solo abrió paso a la imaginación y te daba a entender de que ambos tenían sexo.
Tú y Chara, teniendo sexo.
Piel y piel; carne y carne; amor con amor; ambos buscando desenterrar la angustia, el estrés y la tristeza de sus almas, con el carnal deseo del sexo. Exorcisando el dolor, y terminando en un momento de paz, donde se dio un cierre con la eyaculacion.
Y ambos estaban juntos entre las mismas sabanas; cansados del odio, dieron entrada al afecto y el cariño, a la protección y el amor; por un momento en tu vida, te sentiste seguro con alguien a tu lado.
Entonces la mañana llego, junto a un sentimiento de nostalgia.
Chara se había despertado primero que tú. El castaño se levanto para haciarse y cambiarse.
Hoy era sábado así que tenía un compromiso con su hermano, Asriel. Ambos irían de compras, como todos los sábados.
El castaño tomó un taxi y se dirigió directo al centro comercial, donde efectivamente, el peliblanco lo estaba esperando.
—Hey, Chara.
—Asriel.
Ambos se abrazaron.
—¿Y Frisk?—preguntó por el pequeño.
—Durmiendo.—respondió.—digamos que fue, una semana agitadora.—sonrió.
—Me imagino.
El peliblanco miro curioso a su hermano.
—Chara, ¿estas bien?
—¿Me estas jodiendo?
—No, es solo que, te ves distinto. Como más puro.
Chara frunció el ceño.
—Tal vez es porque me bañe.—bromeó.
—Nah. Lo dudo.—sonrió el peliblanco.
Los hermanos se dirigieron a comprar todo lo que tenian en una lista. A parte de que la madre de Asriel quería ciertos artefactos de cocina.
Al terminar, Asriel propuso desayunar algo en la cafetería, Chara accedió sin más.
—¿Y?
—¿Que?
—¿Has vuelto a ver a tu amigo? Si sabes a quien me refiero.
—Ah.—trago saliva.—Si, lo he vuelto a ver.
—¿Y que pasó?
—... Nada relevante.—dijo un poco nervioso.
—Si, nada relevante.—dijo sarcástico el mayor.—¿Que desicion tomaste?
Chara sólo se quedó pensativo ante ello.
—Es extraño.—respondió, pero de manera insegura.—Es algo nuevo para mí, así que no me acostumbro, pero, se siente bien, tenerlo cerca. Su cambio me agrada.
—Ya veo.—susurro.—¿Lo perdonaste?
—¿Es necesario?
—El perdón es el primer paso para rechazar el odio. No serás más débil por eso, claro, si es eso lo que te preocupa.—bromeó con lo último.
—No es eso. Es solo que... No se.
—Chara,—Asriel tomo sus manos.—si amas a alguien, aceptas todo de él, hasta lo malo.
—¿Y si es totalmente malo?
—Pues cambialo. Cambia a esa persona.
Entonces en la televisión colgante de la cafetería, pasaron una noticia, aquella noticia le erizo la piel al castaño. Para su suerte él estaba del lado donde él podía ver la tv y Asriel no, ya que la tele tenía el volumen en cero.
En las noticias pasaban tú desaparición. Tus amigos de tu trabajo de medio tiempo en la pequeña cafetería, habían reportado tu desaparición.
—Hey, Asriel.—sus labios temblaron por lo que iba a decir.—¿Yo soy una mala persona?
—¿Porque me preguntas eso?—dijo sorprendido el mayor.
—Solo dime.
Asriel solo suspiro y rasco su mejilla.
—Yo no creo en gente buena, Chara. Y si no creo en gente buena, no puedo creer en gente mala tampoco. La gente sólo toma decisiones, porque son libres, y son como son, porque son libres. Pero ellos mismos se esclavizan.
Chara para quitarle un poco de dramatismo al momento, dijo:
—Tú siempre creyendote filoso.
—¿Eh? ¿Perdón? Supongo.—rio nervioso.
“—Perdonar es el primer paso para dejar de odiar.—”.
Chara es consciente de que no es un mesías, ni un profeta ni un cordero de Dios como para poner a Prueba esas palabras.
Pero algo en él le decía que ya no era necesario.
“—Yo te amaba.—”
“—¿Sientes?—”
“—Te ves diferente.—”
Tal vez sea verdad. Tal vez él haya cambiado, desde ese momento, cuando tuvo sexo contigo, se sintió limpio, se siento extraño, una sensación de libertad...
“—Ahora eres víctima del odio.—”
—Tal vez si lo era.
El castaño llegó a la cabaña, entró a la habitación, pero el joven Chara explotó como un volcán al no verte en ningún lado.
Chara chasqueo sus labios.
—Confíe demasiado en él.
—¿En quien?—apareciste de repente.
—Pensé que te habías ido.—dijo Chara sin creer todavía que no aprovéchaste para escapar.
—¿Con esta pierna? Estas loco.—bufo.—Hey, supongo que hoy es cuando muero, ¿no?
—... Si.—respondió.—Sigueme.
—Ok.
Chara te ayudo a caminar ya que aún seguías herido en tu pierna.
Chara te llevaba a un lugar colina arriba. El lugar que dio origen a los cuentos de terror de aquel sitio. Ya que la cabaña de Chara era en el Monte Ebott, si, el tan famoso Monte, conocido por el hecho de que ejecutaban condenados a muerte ahí.
Y a Chara de pequeño le encantaban esas historias.
Pero Chara en el fondo se cuestionaba si debía de matarte.
—Aquí es.
—¿Aquí? Vaya sitio.—comentaste irónico.
El lugar parecía el típico sitio donde lo te atreverías a acampar por lo sucio y tóxico que estaba. Con basura por todos lados y químicos extraños.
—Aquí mataban criminales condenados a muerte.—dijo Chara.—La naturaleza se alimentaba de los cadáveres y crecía constantemente. Pero ahora, lo han arruinado. Pero lo bueno es que sólo fue esta parte.
—¿Te gusta este lugar?
—Me causa nostalgia, eso es todo.—Chara suspiro.—Es hora de acabar con esto, _________.
Chara sacó una pistola. El menor lentamente te apuntó con ella, con algo de frenesí, ya que, no quería acabar con tu vida.
Ya no queria.
—¡Chara! ¡Espera!
—¿Que sucede?
—Sabés... Me gusta bastante el nombre que me pusiste cuando perdí mi memoria.
—Gracias.
Chara apuntaba, pero ¿que era lo que lo retenía?
Sus manos no dejaba de temblar, sus piernas tampoco.
El castaño sintió histeria aumentar con los segundos. Enojo ya que no que no podía, simplemente no podía.
—Chara,—el mencionado miro.—¿que sucede?
Chara entonces recodo lo que vio en la televisión, el reporte que dieron tus amigos sobre tu desaparición. El castaño también recordó lo que dijiste, aquella vez.
“Nunca tuve amigos verdaderos...”
“No hay razón para vivir.”
Chara, no pudo evitar verse reflejado en ti por unos segundos.
—_________.—miraste.—...Largate de aquí.
Lo que el castaño dijo, te sorprendió.
—¡Pero Chara-!
—¡Tienes amigos esperándote, ________! ¡Ellos reportaron tu desaparición!
—.... ¿Que?
—... El único que debe de morir aquí, soy yo. Pero... No lo haré, ahora no.
Al oír aquello te acércate rápidamente a Chara le abrasaste, y comenzaste a llorar en su hombro.
Chara sólo quedo cabizbajo y correspondió a tu abrazo.
—Ya fue suficiente, _________. Debes irte.—dijo.—Te perdono.
Aquellas palabras te quitaron un gran peso de encima, tantas veces que te disculpaste con él, tanto que le rogaste, pero ahora... Ahora por fin puedes decir que te has redimido de tus pecados del pasado.
—Ven, te llevaré.
...
Después de los sucedido, Chara te llevó con tus amigos de la cafetería, la policía investigo a Chara quien confesó todo.
...
2 años después.
—Chara, tienes una visita.—dijo aquel oficial.
Ya habían pasado dos años. Aquellos dos años Chara las pasó en la cárcel y muchos años más le esperan.
Dos años...
Chara recuerda los rostros de sus serer queridos, sorprendidos, anodados.
“¿Como?”
“¿Porque?”
“¿Cuando?”
Tantas preguntas y el castaño solo permanecía siempre escuchando, sin dar respuesta alguna.
Asriel lo ha visitado un par de veces. Pero el que más ha ido a verle, has sido tú.
—¡Hey, Chara!
—________.
—Te ves, eh, ¿bien?
—No seas tonto.—sonrió el castaño.
—Mira, te traje chocolate.
—Gracias.—le pasaste un barra.—¿Y como te ha ido?
—Nada nuevo. ¿Y tú?
—Aburrido. Y todos aquí son agradables, como te he dicho.
—Bueno, aburrido, pero aunque sea es mejor que el corredor de la muerte, ¿no?
—Si.—sonrió.—Y también es mejor que estar contigo.
—¡Hey! ¡Yo no soy tan malo!
—Deberías de ver tu pasado entonces. —bromeó.
Ambos solo rieron a carcajadas.
Sí, creo que se puede perdurar, esos momentis de paz.
Fin.
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