
twenty seven
xxvii.
( rosier manor )
Nyx llevaba huyendo 2 meses y medio. No era algo divertido de hacer.
No sabía como, ni cuándo, ni por qué, ni quién, pero Tom se había logrado enterar de que estaba viva, y la cacería no tardó en comenzar. Nyx estaba en Valle de Godric cuando la acorralaron, sola y sin algo de apoyo, recurrió a lo única cosa que le salía bien sin sus poderes: matar.
Trataba de no pensar mucho en ello, pero su vida era lo más importante en este momento y su alma ya estaba rota y manchada, no tenía sentido intentar repararlo, no mientras ellos aún la persiguieran. Así que aquí está, con un vacío en el estómago por la poca comida ingerida las últimas semanas, el cabello enmarañado, la ropa manchada de suciedad y sangre, desgarrada en algunas partes.
Ha pasado estos últimos dos meses con un solo objetivo en mente: llegar a Rosier Manor.
La antigua mansión era donde había sido criada, educada y, más importante, asesinada. Se estaba arriesgando y lo sabía, pero la desesperación y la necesidad podían con ella. En cualquier momento llegarían aquellos con los que no podría luchar, llegarían esos que se encargarían de llevarla con Tom, y allí, él seguramente la asesinaría, porque no estaba muy dispuesta a volver a cometer los mismos errores.
No después de todo lo que había hecho. Después de todo lo que había logrado.
No ahora.
—Se necesita de un ritual para obtener esos poderes y hacerlos tuyos —Harry le había dicho, desconcertado, sin estar seguro de por qué ella le había preguntado. Esa vez, él tenía los brazos envuelto en su espalda baja y no hacía más que afianzar su agarre en ella conforme lo decía. Y cuando hizo la pregunta que rondaba por su mente, se había alterado —El ritual es para que otro nigromante tenga los poderes, no para que el nigromante muerto los obtenga de vuelta.
Y luego, sin que ella lo hubiera notado en ese momento, había dicho las mismas palabras que Nyx pensaba cuando se trataba de todo el tema Harry/Voldemort. No quiero perderte.
Ella tampoco quiere perderlo.
Solo por eso lo hace. Solo por eso se obliga a si misma a avanzar hacia una posible muerte.
Le duele la cabeza, los ojos y la espalda, le truenan los huesos cada que intenta enderezarse y miles de púas invisibles se entierran en la suela de sus pies con los pasos que da, sosteniéndose de los árboles a su alrededor para no caer rendida sobre las hojas de las ramas que Otoño ha dejado caer.
La imponente y vieja estructura se alza en la profundidad del bosque de Dean; aunque dañada y descuidada, aún guarda ese ambiente aterrador y maligno que toma forma bajo las altas torres, las infinitas ventanas y la entrada en forma de arco, asemejándose a un castillo victoriano que ha sido olvidado y dejado de lado.
Los vestigios de una batalla sangrienta son más notables conforme se acerca, un escalofrío le recorre la columna vertebral y por primera vez en muchos meses, Nyx vuelva a sentir esa conexión con la muerte que había creído perdida. Puede ver los cuerpos repartidos, la sangre fresca manchando el suelo y las paredes de piedra, ahora nada más que manchas marrones que se camuflan entre la eterna destrucción. Hay escombros por todas partes y la torre más alta, la torre norte, está completamente caída, siendo el fantasma de su estructura los picos que sobresalen del resto.
La batalla de Dean*, Nyx escuchó de ella en Hogwarts. Así le habían llamado los magos a la primera de las más importantes batallas contra mortifagos por parte del Cuartel de Aurores Británico en la primera guerra mágica, en 1979. Todos en el castillo escoces parecen tener en el ojo del huracán a los Potter, sobretodo a Harry, así que por muy desagradable que a ella le parezca en las bocas cotillas nunca se dejaban los logros de James Potter como parte del escuadrón de Moody para desacreditar o hacer sentir mal a Harry.
La pregunta ¿Qué se siente ser un auror de gran renombre si tienes un hijo mortifago? nunca faltaba cuando él hacía acto de presencia en el comedor, a cualquier hora del día.
Trata de alejar esos pensamientos y sube las escaleras en forma de caracol, saltando los escalones falsos y los destrozados.
—El ritual es muy riesgoso —le dijo Atticus, jugando con una pequeña navaja en su mano —Estoy seguro de que lo sabes bien, altar a la diosa. Pero aún así seré generoso y te lo explicaré. Si haces esto —y literalmente se pincho el dedo con la navaja, creando una pequeña y superficial herida del que brotaron solo unas cuantas gotas de sangre —Pierdes solo una pequeñísima parte de ti, absorbiendo la del resto. Pero si lo agrandas, como sé que mi padre hizo que lo hicieras... —y haciendo presión se paso el filo de la navaja a través de la palma, desde el inicio de su dedo pequeño hasta la base del pulgar—Probablemente te volverás ese demonio que estoy seguro que eras después de tanto succionar a los demás. Casi suenas como un vampiro, Nyxiara.
—¿Por qué diablos me cuentas esto? —había dicho ella, tratando de no hacer caso de la poca importancia que Atticus daba a la profunda herida del que brotaba sangre a grandes cantidades.
—Solo quiero que estés segura si lo harás. Era demasiado poder. No me gusta admitirlo, pero si no me hubieras permitido asesinarte... —Atticus hizo una mueca, luchando contra su orgullo para hablar y colocando su mano sangrante bajo el chorro de agua del grifo. Si eso le causo algún malestar, no lo mostró —no te habría hecho ni cosquillas. Pero en fin. Demasiadas vidas quitaron para honrar la tuya y demasiado poder tenías. ¿Estás segura de que los quieres de vuelta?
Mejor ella que alguien más. Mejor ella que Tom. Mejor ella que cualquier idiota que conociese el secreto.
Se lo repite, constantemente, solo para mantener relajado su corazón, solo para evitar que continúe latiendo de manera incontrolable. Sabe que debe estar segura o algo saldrá mal. No es una banshee, pero Nyx no necesita de serlo para notar la carga de muerte encerrada en las paredes. No solo de aquellos que se sacrificaron en su honor, también de los perecidos en la batalla de Dean, cuando luego de 11 años, alguien hizo por lo gemelos Carstairs lo que todos perdieron la esperanza de lograr.
Era triste.
Respira hondo y trata de rememorar lo que ellos hacían cuando era pequeña. Cuando Nyx lo vivió por primera vez, había estado tan asustada de lo sucedido que temió por su cordura y se encerró en su habitación, en lo alto de la torre norte, negándose a salir y atacando a cualquiera que intentara llegar a ella.
Nyx era muy niña para comprender que era lo que pasaba, pero John, como casi siempre, logró mantenerla relajada mientras ese horrible ritual se completaba.
—Canta —le recomendó esa vez, peinando su cabello una noche de luna llena, mientras los lobos aullaban a la luna y los niños se fundían en sus más horrendas pesadillas —A ellos les gusta que cantes.
—Pero canto horrendo —ella había protestado, decepcionada de no ser de ayuda para esas pobres almas atormentadas —No les gustaran los cantos horrendo.
—No lo haces —John negó con la cabeza, forzando una sonrisa mientras Nyxiara, tan inocente, tan ignorante, se giraba a verlo, permitiendo que le acomodara su vestido de pijama y le desenredara el cabello —Sé que amarán oírte cantar.
Nyx sí cantaba horrible, o al menos así lo hacía. A pesar de sus cortos 5 años, no quería que los sacrificios volvieran a sentir tal dolor durante el ritual, el dolor que había visto mientras se desangraban a sus pies.
Estaba segura de que en esos primeros rituales luego de la decisión había causado más dolor que confort, pero mejoró con el tiempo, y pudo comenzar a notar como morían sin sentir nada, concentrando sus sentidos en el suave canto que salía de sus labios, las melodías que creaba con sus cuerdas vocales y las armonías que se esforzaba en hacer, manteniéndoles hipnotizados y libres de cualquier otra sensación.
No había cantado en mucho tiempo.
La voz la sentía ronca y la garganta reseca, hizo más carraspeos que melodías y la sensación de causar más malestar que placer que tenía durante los primeros rituales la volvió a embargar. Era ridículo.
— Ven pequeño niño —tarareo, esquivando los cuerpos que visualizaba y saltando encima de los restos. Todo era, claro, una alucinación nada más; allí no había más que escombros y manchas, pero la muerte la había llenado y sus ojos nigromantes podía verlo todo sin haber estado presente cuando sucedió —te llevaré a un lugar lejos.
Las sombras se agitaron a su paso al llegar al salón, ubicado en el segundo piso. A pesar de los años pasados, el polvo, las posibles ratas y las telarañas, seguía exactamente igual a como ella lo había dejado. Estanterías altas, espejos de cuerpo entero, sillones, decoraciones plateadas, madera negra, la chimenea con llama eterna encendida en el fondo, libros de nigromancia y alguno que otro vial con contenidos de muy dudosa procedencia.
Nyx cerró los ojos, sintiéndose en casa.
—Es tiempo de jugar —siguió entonando, acercándose al único libro que había sobre la repisa de la chimenea. A su lado, algunos cuchillos con Hechizo Adhesivo de Permanencia que nunca pudieron ser removidos de su sitio, por mucho que los aurores se esforzaron luego del asalto a la mansión. James se lo había explicado —Aquí en mi jardín de sombras.
Ella no creyó necesario explicarle a James que puso esos hechizos ahí solo porque no quería que los mortifagos siguieran la formación de Atticus luego de su muerte, no al menos con los conocimientos que ella y John poseían.
Puso sus manos sobre el libro y lo alejo de la repisa. Forrado en cuero, piel de dragón, con varillas metálicas que mantenían el libro cerrado. Soplo el polvo, y deslizo sus dedos sobre una de las varillas. Ésta crujió y se abrió al instante, pasando los páginas por si solo hasta que llegó a la del ritual en particular.
Aspiró hondo y salió de la sala, con el corazón latiendo a mil. Es ahora o nunca.
♤
Es ahora o nunca, los únicos pensamientos que cruzaban en la cabeza de Harry.
Él, Damon y Draco habían estado buscando posibles ubicaciones de los horrocrux durante esos 2 meses; con unas cuantas visitas del más allá descubrieron que solo venenos tan poderosos como el veneno de basilisco o incluso fuego maldito podían destruir un horrocrux, por lo que, a sabiendas de que Draco sabía crear fuego maldito, pero no contenerlo, y de que poseían un trio de elfos domésticos (Dobby y Clovi habían aparecido en Grimmauld Place una noche muy extraña a mediados de Septiembre), se habían hecho de los colmillos de basilisco que poseían los restos de la cámara secreta en Hogwarts luego de mandar a los tres elfos y lograron destruir el relicario.
Pero, en otra visita del más allá, fueron informados de que el estúpido cara de serpiente sabía que la novia fugitiva de Harry y ex mano derecha había vuelto a la vida, e inicio una cacería en su contra que terminaría muy mal para ella si lograba encontrarla.
Así que, Harry, Damon y Draco se hicieron a la tarea de encontrarla ellos primero.
No les fue muy difícil lograrlo, o al menos, seguirle el rastro, que era más de lo que los mortifagos habían logrado. Voldemort se estaba dando cuenta a la mala de que la chica ya no era la misma que él conoció y vio crecer, lo que solo le causaba una cierta satisfacción a Harry que solo se borraba cuando pensaba en lo que Nyx estaba arriesgando.
Aún así, ella estaba siendo bastante escurridiza.
—Wiltshire—Damon frunció el ceño levemente, rascándose la nariz con pereza. En la mesa habían desplegado dos mapas, uno muggle y otro mágico, el mágico era trasparente y estaba encima del muggle, mostrándoles Reino Unido entero y sus alrededores.
El rastro que tenían de Nyx iba desde el límite entre Inglaterra y el Mar Céltico hasta Escocia y el Mar del Norte. Ella se movía rápido.
—Estaba casi en Escocia la última vez que se dejo ver —Draco comentó, recostado en la silla con expresión concentrada, la punta de la varita puesta sobre el labio, los ojos entrecerrados y las cejas un poco juntas —Ahora está casi en Wiltshire. Demasiado al sur. ¿Por qué? No hay nada en Wiltshire que podría serle de interés.
—¿Qué hay en los alrededores de Wiltshire? —preguntó Harry, creyendo lo que Draco decía. Él creció allí, de cualquier modo, pero el nombre le sonaba de algún lado y no era exactamente por eso.
—Eh...—Damon se inclinó y miró el mapa sobre la mesa—Al norte tiene a Gloucestershire, al este a Oxfordshire y Berkshire, al sureste a Hampshire, al sur a Dorset y al oeste a Somerset.
—Gloucestershire —repitió Harry, pensativo. Lo tenía en la punta de la lengua... ¿qué era? —¿Algo de importancia en Gloucestershire?
—El Bosque de Dean —Draco alzó la cabeza, como si una lucecita se hubiese encendido sobre los cabellos rubios con la información que Harry no había logrado conectar hasta que lo menciono.
—¡La batalla de Dean! —Damon abrió la boca y movió la varita, mágicamente, el condado de Gloucestershire se agrandó ante sus ojos —¡Rosier Manor! Pero ¿Qué busca...?
—Allí murió —Harry sintió la lengua picarle. ¿Cómo no se había dado cuenta? —Estúpido que soy, lo tuve frente a mi y hasta ahora... ¡Busca sus poderes de vuelta!—Damon y Draco se miraron, sin entender. Harry resistió el impulso de torcer los ojos—Hay un ritual nigromante para tener los poderes de otro que está muerto —explicó, impaciente —Como si le succionara...
—Cada vez suenas más como un vampiro, Harry —advirtió Damon, con una mueca. Harry sabía lo mucho que odiaba hablar de nigromancia.
—Puede ser. Este ritual se uso bastante en el del altar a la diosa —sí, Harry había investigado de esa estúpida leyenda los últimos meses. Si era real (posiblemente, muy posiblemente, lo sea), y Nyx era uno de esos altares... bueno, ahora tenía sentido porque Voldemort la querría de su lado —Pero es peligroso, y no es para que el nigromante muerto los obtenga de vuelta. Se lo dije pero... si está desesperada, lo hará.
Porque estaba desesperada cuando se dejo morir.
Y así los 3 chicos terminaron en el Bosque de Dean, a las afueras de Rosier Manor. Todo estaba demasiado tranquilo para sus gustos, y justo cuando se pusieron alerta, a tiempo cuando sacaron sus varitas... La pelea comenzó.
Las explosiones se hicieron escuchar, los hechizos volando de un lado a otro. Los tres entraron a la vieja mansión, y vieron al escuadrón de mortifagos en la sala. El tiempo paso volando desde allí. Harry solo recordaba haberse alejado de los chicos y enfrascarse en un duelo él solo con el que parecía el líder del grupo de mortifagos cuando todo sucedió.
Los muertos volvieron a la vida, y no era exactamente por ordenes de Harry.
A su alrededor, saliendo de las paredes, del suelo, de todos lados. Los cadáveres no se derrumbaron a los hechizos, los inferi poblaron el mundo y no dudaron en saltar sobre los mortifagos.
El humo negro que lo rodeaba era demasiado denso, demasiado potente, y Harry solo atino a cubrirse con el propio rojo para no terminar en la absoluta y vulnerable oscuridad. A través de la niebla roja podía ver la bruma ajena serpenteando a sus alrededor, como látigos, como dagas, atravesando y cortando, arañando, hiriendo, destruyendo, creando muerte.
Entonces retrocedió, volvió a su creador. En la entrada del arco de piedra, parada como si de una misma reina se tratara, como una diosa, se hallaba Nyx. La bruma regresaba a sus manos y subía por sus brazos en forma de venas negras, que cubrían su piel pálida y la hacían ver como la muerta viviente que ella era.
Sus ojos, tan rojos como la sangre fresca, no dejaron de brillar cuando el cadáver de uno de los propios mortifagos arrastró al que Harry llamaba el líder. Este forcejeaba, intentaba escapar, pero no podía. La muerte era más poderosa que él.
Nyx era más poderosa que él.
Las venas negras no dejaron de resaltar incluso cuando viajaron por su cara, atravesándola de un lado a otro, descomponiendo la expresión que Harry recordaba. Un escalofrío lo invadió al notarlo.
Ella movió su dedo índice, y la bruma negra pareció entrar en cualquier poro abierto del mortifago, que se retorció de dolor y gritó.
Y Nyx solo rió.
—¿Enserio creías que podrías vencerme? ¿A mi? ¿En mi propio territorio? ¿Tom fue tan tonto para mandar a sus súbditos por mi? —se burló, se regocijó, acariciando el rostro pálido de su creación. El mortifago muerto también tenía esas horribles venas cubriéndole la piel, aunque ésta era gris, y la cuenca de sus ojos inundado de la bruma negra de Nyx, que hizo un puchero, aún más que divertida ante el miedo del líder—Esperaba más de él.
Sin remordimiento alguno, miró a su creación:
—Mátalo.
Eso hizo. Le retorció el cuello hasta que el crack resonó en la estancia y el mortifago dejo de luchar. El resto que tenía la desgracia de estar presente, inmovilizados e incluso muertos, gracias a los tres chicos, no tuvieron ni tiempo de respirar cuando Nyx dio otra orden, sin siquiera mirarlos:
—Mátenlos —y las almas atormentadas tuvieron su venganza, cuando ella les dio el permiso de tenerla.
Y lo vio. Vio a Harry. Los orbes dejaron de brillar en rojo y la bruma desapareció por completo, regresando a ella, a su dueña, al altar a la diosa. Nyxiara avanzó hacia él a paso lento, estudiándolo, esperando alguna reacción.
Harry no hizo más que mirarla.
—¿Es eso decepción lo que veo en tus ojos, Harry Potter? —murmuró, siseó, demandó saber. Sus labios hicieron un movimiento tan mínimo que Harry pensó por un momento que la escuchó en su mente —¿Consternación? ¿Asco?
—¿Estás matando por placer o por tu salvación?*
Nyx se detuvo. Harry fue el que avanzó, incitándola, retándola. Porque todo lo que Harry veía al verla, era a la chica de la que estaba enamorado.
—¿Sigues queriéndome después de esto?
—Sigo amándote, Nyxiara Vikram, y esto no lo cambia en lo absoluto—corrigió, sin pensarlo. Le salió hacerlo. Tan natural. Cortar el espacio que les separaba, arrinconarla, entre él y sus miedos. Le rodeo la cintura con un brazo y le miró a los ojos, sin dejar de decir, de entregarle sus sentimientos en bandeja de plata, solo porque sabía que ella también lo hacía con él —Te amo, y debí habértelo dicho hace mucho.
La beso, y lo único en que podía pensar era que sus labios sabían jodidamente bien.
*: En el capítulo 2 de Banshee hay una batalla narrada por James, de aún 18 años, entre el cuartel de Aurores y los mortifagos; durante la cual encontró y conoció a Lyra y Atticus, que contaban con 16. Esa batalla es lo que, 20 años después, se le conoce como Batalla de Dean.
El bosque de Dean está localizado en el oeste del condado de Gloucestershire en Inglaterra, que limita al sur con Wiltshire. El bosque de Dean es un bosque muggle y esa la razón por la que se dice que la ubicación es "cerca de Wiltshire" pues el mapa no ubicaba terrenos muggles.
*: ¿Estás matando por placer o por tu salvación?
Ésta es una frase de Marina en Savages, canción del que tome inspiración para la creación de ésta historia.
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