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twenty five


xxv.
( r.a.b )





Harry despertó al día siguiente con un dolor de cabeza monumental.

A pesar de que la cicatriz había dejado de picarle hacia horas, la sien seguía palpitándole y el más mínimo movimiento le provocaban unas ganas inmensas de separar su cráneo de la base del cuello si así era capaz de apaciguar un poco la pesadez.

Se quedó más tiempo del debido bajo la ducha, permitiendo que el agua fría lo entumeciera si con eso lograba calmar el dolor. No le salió tan mal la idea, Harry podía dar más de tres pasos sin sentir que la cabeza le explotaría. En su camino escaleras abajo se encontró con Damon, quien solo vestía unos pantalones viejos de pijama y traía unas ojeras horribles bajo la cuenca de sus ojos.

—¿De dónde sacaste la ropa?—le preguntó. Harry había tenido que reusar el pantalón de vestir, solo para no verse en la necesidad de ir desnudo por la casa.

—Le pedí a papá que enviara nuestras cosas antes de la boda —explicó, bostezando abiertamente y estirándose, sacándose la pereza; la espalda le crujió mientras lo hacia y Harry hizo una mueca al escuchar el sonido —Solo por si sucedía algo así.

—Vale —ambos bajaron las escaleras y cruzaron el vestíbulo lo más despacio que podían, para no despertar el retrato de la señora Black. Descendieron a la cocina y tomaron asiento en la mesa —¿Alguna novedad de lo que pasa allá afuera?

—En la madrugada llegó un patronus del tío James —Damon cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, con el sueño estampado en su adormilada expresión —Todos están a salvo y se asegurarán de que a nadie se le pase por la cabeza aparecerse en Grimmauld Place.

—Nos conocen —la voz de Draco resonó en la solitaria cocina y el rubio atravesó el marco de la puerta. Él tuvo la misma idea que Harry, porque también traía aún el pantalón del esmoquín —Eso puede ser contraproducente.

—No nos delatarán, paranoico —Damon rodó los ojos, acomodándose en su asiento —Y de todas forman, no entrarán aquí. Ya deberías saberlo —Draco se encogió de hombros, sentándose junto a su primo y mirando calculadoramente a su alrededor —Hablemos de lo importante.

—Necesitamos un plan —Harry apoyó los codos sobre la superficie de madera, reprimiendo un bostezo —Si hay una posibilidad de que ese guardapelo este aquí, y nunca nos dimos cuenta...

—Desecharon todas las cosas de magia oscura hace dos veranos —Damon frunció el ceño, como si repasara mentalmente los objetos que los Black tenían en su posesión la primera vez que estuvieron en la casa—No sé si... —se quedó callado de pronto, captando la atención del rubio y el azabache al instante —Había un guardapelo.

—¿Qué?

—¡Había un guardapelo! —Damon sonrió, casi saltando en su asiento —Papá Sirius estaba ayudando a la señora Weasley con la limpieza y encontraron un guardapelo. ¿Harry, no lo recuerdas? Fue la primera vez que oímos a papá gritar...

—¿Por qué gritó tío Atlas? —pregunto Draco, que solo había estado en Grimmauld Place las últimas dos semanas de ese verano.

—Desprendía magia oscura —Harry asintió, él mismo lo comprobó al tener esa cosa en sus manos —Ellos discutieron un rato, porque la señora Weasley quería abrirlo y acabar con lo que sea que tenía dentro, pero papá no quería eso y papá Sirius lo apoyaba. Al final lo tiraron...

—Kreacher robó muchas de las cosas que iban a desechar —recordó Harry.

Los tres compartieron una mirada y se echaron a correr hacia el nido de sucias mantas viejas en las que el elfo doméstico había dormido una vez, pero ya no brillaban con las baratijas que Kreacher había recobrado. Lo único que había allí era una vieja copia de La Naturaleza de la Nobleza: Genealogía Mágica.

—Esto todavía no ha acabado—dijo Damon, levantó la voz y llamó—¡Kreacher!

Se oyó un audible crack y el elfo doméstico apareció de la nada delante del frío y vacío hogar. Diminuto, de la mitad del tamaño de un humano, con la pálida piel colgando de él en pliegues, el cabello blanco brotando copiosamente de sus orejas parecidas a las de un murciélago. Todavía llevaba puesto el inmundo harapo con el que lo habían conocido la primera vez, y la mirada despectiva que le dedicó a Damon demostraba que su actitud ante el cambio de dueño no se había alterado más que su vestimenta.

—Amo—graznó Kreacher con su voz de sapo, e hizo una profunda reverencia; murmurando contra sus rodillas— Otra vez en la antigua casa de mi ama con el traidor a la sangre Potter...

—Te prohíbo que llames a nadie "traidor a la sangre" —gruñó Damon. Decir que le agradaba a Kreacher era como decir que Umbridge era una santa merecedora de un pedestal —Tenemos una pregunta para ti y te ordeno que la respondas con veracidad. ¿Entendido?

—Sí, amo —dijo Kreacher haciendo otra reverencia. Harry vio que sus labios se movían silenciosamente, indudablemente articulando los insultos que ahora tenía prohibido pronunciar.

—Hace dos años—comenzó Damon—en el salón de dibujo del piso de arriba había un gran relicario de oro. Lo tiramos. ¿Tú lo recuperaste?

Hubo un momento de silencio, durante el cual Kreacher se enderezó para mirar a Damon directo a la cara. Luego dijo:

—Sí.

—¿Dónde se encuentra en este momento?—preguntó Harry, sin poder contenerse.

—Respóndele bien —ordenó Damon.

Kreacher cerró los ojos como si no soportara ver su reacción ante sus siguientes palabras.

—Robado.

—¿Robado? —Hizo eco Damon — ¿Que quieres decir con robado?— El elfo se estremeció y flaqueó—¡Kreacher!

—Mundungus Fletcher —graznó el elfo, con los ojos aún fuertemente cerrados— Mundungus Fletcher lo robó todo; los retratos de la Señorita Bella y la Señorita Cissy, los guantes de mi ama, la Orden de Merlín de Primera Clase, las copas con el escudo familiar, y... y...

Kreacher estaba tragando para conseguir un poco de aire: su hundido pecho subía y bajaba rápidamente, luego sus ojos se abrieron de golpe y profirió un horripilante grito.

—... y el relicario, el relicario del amo Regulus. ¡Kreacher hizo mal, Kreacher
falló en su encargo!

Harry reaccionó instintivamente: cuando Kreacher se abalanzó sobre el atizador que estaba sobre la rejilla, se lanzó sobre elfo, deteniéndolo. El grito de Damon se hizo oír sobre los de Kreacher:

—¡Kreacher, te ordeno que te estés quieto!

Sintió que el elfo se quedaba congelado y lo soltó. Kreacher yacía laxo en el frío piso de piedra, con lágrimas brotando de sus ojos hundidos.

—Kreacher, quiero la verdad—Damon se arrodilló junto al elfo —¿Cómo sabes que Mundungus Fletcher robó el relicario?

—¡Kreacher lo vio! —dijo entrecortadamente el elfo mientras las lágrimas corrían sobre el hocico y se le metían en la boca llena de dientes grisáceos—Kreacher lo vio salir de la alacena de Kreacher con las manos llenas de los tesoros de Kreacher. Kreacher le dijo al furtivo ladrón que se detuviera, pero Mundungus Fletcher se rió y huyó...

—¿Dijiste que el relicario era del "Amo Regulus"? —repitió Harry— ¿Por qué? ¿De donde provenía?

—Enderézate y cuéntale a Harry todo lo que sabes sobre el relicario, Kreacher—ordenó Damon, suavizando un poco el tono pero aún oyéndose firme.

El elfo se sentó derecho, se enroscó formando una pelota, colocó la cara mojada entre las rodillas, y empezó a mecerse hacia atrás y hacia delante. Cuando habló, la voz sonó atenuada pero bastante definida en el silencio, haciendo eco a través de la cocina.

—El Amo Sirius huyó, fue bueno librarnos de él, ya que era un mal muchacho y le rompió el corazón a mi Ama con sus modales desenfrenados. Pero el Amo Regulus tenía la disposición apropiada; conocía las obligaciones que implicaba el apellido Black y la dignidad de su sangre pura. Durante años habló del Señor Oscuro, que sacaría a los magos de su retiro para gobernar a los muggles y a los nacidos muggles... y cuando tuvo dieciséis años, el Amo Regulus se unió al Señor Oscuro. Cuan orgulloso, cuan orgulloso, tan feliz de servirlo...Y un día, tras un año de haberse unido, el Amo Regulus vino a la cocina a ver a Kreacher. Al Amo Regulus siempre le gustó Kreacher. Y el Amo Regulus dijo... él dijo...—El viejo elfo se meció más rápido que antes—... dijo que el Señor Oscuro requería un elfo.

—¿Voldemort necesitaba un elfo? —repitió Harry, mirando a Draco y Damon, que parecían tan confundidos como él.

—Oh sí —gimió Kreacher—Y el Amo Regulus había ofrecido voluntariamente a Kreacher. Era un honor, dijo el Amo Regulus, un honor para él y para Kreacher, que debía asegurarse de hacer cualquier cosa que el Señor Oscuro le ordenase... y luego volver a casa.

Kreacher se meció aún más rápidamente, respirando en sollozos.

—Así que Kreacher fue con el Señor Oscuro. El Señor Oscuro no le dijo a Kreacher lo que iban a hacer, pero llevó a Kreacher con él a una cueva cerca del mar. Y adentrándose en la cueva había una caverna, y en la caverna había un gran lago negro...

A Harry se le erizaron los vellos de la nuca. Los graznidos de Kreacher parecían llegarle como atravesando el agua oscura. Vio lo que había pasado tan claramente como si hubiera estado allí presente.

—... Había un bote...

Por supuesto que había habido un bote; Harry conocía el bote, de un verde fantasmal y pequeñito, embrujado para llevar a un mago y a una victima hasta la isla que había en el centro. Entonces, así había sido como Voldemort había puesto a prueba las defensas que rodeaban el Horrocrux, tomando prestada a una criatura que consideraba prescindible, un elfo doméstico...

—En la isla, había un p-pedestal con una vasija llena de poción. El S-Señor Oscuro hizo que Kreacher la bebiera...—El elfo se estremeció de la cabeza a los pies—Kreacher bebió, y mientras bebía, vio algo terrible... El interior de Kreacher ardía... Kreacher gritó para que el Amo Regulus lo salvara, gritó llamando a la Señora Black, pero el Señor Oscuro solo rió... hizo que Kreacher bebiera toda la poción... dejo caer un relicario dentro de la vasija vacía sobre el pedestal... y lo llenó con más poción.Y luego el Señor Oscuro se alejó en el bote, dejando a Kreacher en la isla...

Harry podía ver como sucedía. Observó la cara blanca de serpiente de Voldemort desvaneciéndose en la oscuridad, los ojos rojos despiadadamente fijos en el derrotado elfo cuya muerte se produciría en pocos minutos, cuando sucumbiera a la desesperante sed que el ardiente veneno provocaba en sus víctimas... Pero, la imaginación de Harry no llegaba a tanto, por lo que no pudo ver como había escapado Kreacher.

—Kreacher necesitaba agua, se arrastró hasta el borde de la isla y bebió del lago negro... y manos, manos muertas, salieron del agua y arrastraron a Kreacher debajo de la superficie...

—¿Cómo escapaste? —preguntó Harry, y no se sorprendió al notar que había hablado en susurros.

Kreacher levantó la fea cabeza y miró a Harry con sus grandes ojos, inyectados en sangre.

—El Amo Regulus le dijo a Kreacher que regresara—dijo.

—La magia de los elfos es más compleja que la de los magos —Draco carraspeó y cruzó los brazos sobre el pecho, manteniéndose impasible —Tenía que seguir una orden, eso hizo.

Harry no quería saber más. Entendía muy bien lo que los elfos domésticos podían hacer. Él, después de todo, tenía uno propio.

—¿Entonces qué pasó cuando regresaste? —Preguntó Damon— ¿Qué dijo Regulus cuando le contaste lo que había pasado?

—El Amo Regulus estaba muy preocupado, muy preocupado —graznó Kreacher— El Amo Regulus le dijo a Kreacher que permaneciera escondido y que no saliera de la casa. Y luego... fue un tiempo después... el Amo Regulus vino a buscar a Kreacher a su alacena una noche, y el Amo Regulus estaba raro, no parecía el de siempre, perturbado en la mente, igual que cuando tenía 14 años, Kreacher se dio cuenta... y le pidió a Kreacher que lo llevara a la cueva, la cueva a la que Kreacher había ido con el Señor Oscuro...

Y así partieron. Harry podía visualizarlos bastante claramente, el asustado viejo elfo y el delgado y moreno buscador que tanto se había parecido a Sirius... Kreacher sabía como abrir la entrada oculta que llevaba a la caverna subterránea, sabía como alzar el pequeño bote: esta vez era su amado Regulus el que navegaba con él hacia la isla donde estaba la vasija con veneno.

—¿Y te hizo beber el veneno? —preguntó Harry, asqueado.

Pero Kreacher sacudió la cabeza y lloró. Damon, Draco y Harry sintieron el corazón golpear sus costillas al entender.

—El A-Amo Regulus sacó del bolsillo un relicario igual al que tenía el Señor Oscuro, —dijo Kreacher, con las lágrimas corriendo a cada lado de su nariz en forma de hocico—Y le dijo a Kreacher que lo tomara, y que cambiara los relicarios cuando la vasija estuviera vacía...

En ese momento los sollozos de Kreacher se volvieron sonidos estridentes; Harry tuvo que esforzarse firmemente para poder entenderlo.

—Y le ordenó... a Kreacher que se fuera... sin él. Y le dijo a Kreacher... que se fuera a casa... y que nunca le dijera al Ama... lo que había hecho... pero que destruyera... el primer relicario. Y bebió... toda la poción... y Kreacher cambió los relicarios... y observó... como el Amo Regulus... pedía perdón... pedía perdón... y luego... luego lo arrastraban debajo del agua... y...

El elfo se quedó tendido en el piso, jadeando y temblando, con el hocico brillando con un moco verde y los ojos hinchados e inyectados en sangre bañados en lágrimas. Harry nunca había visto nada tan lamentable.

—Así que trajiste el relicario a casa ¿Y trataste de destruirlo?

—Nada de lo que Kreacher intentó hizo mella en él—gimió el elfo— Kreacher lo intentó todo, todo lo que sabía, pero nada, nada funcionaba... Conjuro muchos poderosos hechizos sobre la cubierta, Kreacher estaba seguro que la forma de destruirlo era metiéndose dentro de él, pero no se abría... Kreacher se castigaba a sí mismo, y lo intentaba de nuevo, se castigaba a sí mismo y lo intentaba de nuevo. Kreacher fracasó al obedecer las órdenes, ¡Kreacher no pudo destruir el relicario! Y su ama estaba loca de pena, porque el Amo Regulus había desaparecido y Kreacher no podía decirle lo que había pasado, no, porque el Amo Regulus le había p-p-prohibido decirle a nadie de la familia lo que había ocurrido en la cueva...

Kreacher empezó a sollozar tan fuerte que no hubo más palabras coherentes.

—Kreacher, —dijo Damon después de un momento— Cuando te sientas mejor, er... por favor siéntate.

Pasaron varios minutos antes de que Kreacher hipara hasta quedarse en silencio. Luego se alzó a sí mismo hasta estar sentado nuevamente, frotándose los ojos con los nudillos como un niño pequeño.

—Kreacher, voy a pedirte que hagas algo—Damon parecía estar luchando por parecer amable —Kreacher, quiero que por favor, vayas a buscar a Mundungus Fletcher. Tenemos que averiguar donde está el relicario... donde está el relicario del Amo Regulus. Es muy importante. Queremos terminar el trabajo que el Amo Regulus comenzó, queremos... er... asegurarnos de que no murió en vano.

Kreacher bajó los puños y levantó la mirada hacia Damon.

—¿Encontrar a Mundungus Fletcher? —graznó.

—Y traerlo aquí, a Grimmauld Place—completó Damon— ¿Crees que podrías hacer eso por nosotros?

Cuando Kreacher asintió y se puso de pie, Damon se sintió generoso, porque escarbó en su bolsillo y sacó el relicario sustituto en el que Regulus había depositado la nota para Voldemort.

—Kreacher, yo, er, quisiera que tuvieras esto—dijo, presionando el relicario contra la mano del elfo— Perteneció a Regulus y estoy seguro que él querría que tú lo tuvieras como una muestra de gratitud por lo que...

—Estás exagerando —dijo Draco, mientras el elfo le echaba un vistazo al relicario, dejaba escapar un alarido de conmoción y desdicha, y se volvía a tirar al suelo.

Les llevó casi media hora calmar a Kreacher, que estaba tan abrumado ante el ofrecimiento de que conservara una reliquia de la familia Black, que se le pusieron las rodillas tan flojas que no podía mantenerse en pie correctamente. Cuando finalmente fue capaz de dar unos pocos pasos tambaleantes todos le acompañaron a la alacena, le vieron dejar a salvo el relicario entre las sucias mantas, y le aseguraron que la primera prioridad para ellos sería la protección del relicario mientras él estuviera ausente. Luego hizo tres grandes reverencias en dirección a Harry, Damon y Draco, antes de desaparecerse con el acostumbrado y ruidoso crack.

Harry agradecía el silencio de la casa Black, la tranquilidad le ayudaba a pensar; aunque Damon y Draco no estaban ayudando a mantenerlo.

—¿¡Quieres parar de una vez!? ¡Estoy intentando leer este estúpido libro para niños y entender por qué Dumbledore lo dejo para mi!

—¿¡Ah sí!? ¡Adivina, primo! ¡Dumbledore me dejo este maldito apaga luces para usarlo! ¡Así que eso hago!

Harry, que estaba un piso arriba dentro de la habitación de Regulus, tratando de hacer algún contacto con el adolescente muerto en el otro lado, rodó los ojos por enésima vez en el día y provocó que algunas cuantas calaveras que servían de decoración en la tétrica sala los atacaran para que dejaran de gritarse el uno al otro.

—¡Ya cierren la boca de una vez, por amor a Morgana!

Entonces, se despertó la señora Black. Comenzó a gritar como siempre hacía, insultando a cada una de las personas que estaban en su campo de visión, condenando a todo su árbol genealógico por ser repugnantes, una inmunda peste, y por dejar que ellos existieran. Damon, no falta, le respondió con la misma intensidad de gritos, maldiciendo el momento en que alguien creyó buena idea hacer un retrato de la vieja y. decrépita arpía cuando ésta murió.

Así se acabó la calma en Grimmauld Place y la concentración de Harry; a parte de sus ganas de seguir tratando de encontrar a Regulus.

Soltó el anillo que alguna vez le perteneció al hermano muerto de Sirius y empezó a pasearse por la habitación, viendo los periódicos viejos sobre Voldemort con el ceño levemente fruncido y una sensación de asco creciente. Sensación de asco que solo se incrementó a un nuevo nivel desconocido cuando se encontró una edición original del Daily Prophet de 1976, para ser más específico, 4 de Enero de 1976. Junto al amarillento papel había un pedazo de pergamino, el retrato mágico de una chica de gafas hecho con carboncillo.

—Ellos estaban juntos —Holly relució junto a él y sonrió enigmática al sentir sus ojos sobre ella—O eso creo. Ella quiere mucho, por lo que puedo darme cuenta, y es bastante notable que él la apreciaba lo suficiente para quedar trastornado con su muerte.

—¿Regulus tenía 14 cuando ella murió?—las palabras de Kreacher hicieron eco en su cabeza mientras doblaba el retrato y lo guardaba en el bolsillo de su pantalón—Hol ¿Puedes estar en lugares no conectados a ti?

Ella se vio sorprendida por un momento, de la misma manera que Harry al darse cuenta de lo que había dicho. Hol. Sonaba raro, pero de igual manera parecía correcto. Hol. El apodo dejaba de sentirse extraño en su lengua cuando lo repetía mentalmente.

—Si tengo un enlace en dicho lugar, puedo ¿Por qué?

Sonrió. Al menos algo saldría bien de toda esa situación.

—Tienes el enlace perfecto, hermana.



























este podría considerarse cap de relleno but en realidad es bastante importante, jsjsjs
Idk el lunes entró a la escuela y ya me quiero matar help







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