Capítulo 1
El viento golpeaba su rostro con fuerza. Ramas de plantas y árboles que no se detuvo a identificar azotaban diferentes zonas de su cuerpo, haciéndolo lagrimear aún más. Por más que corría y corría, lo sentía cada vez más cerca. Lo acechaba y, para su desgracia, se encontraba demasiado cansado y abatido como para cambiar a su forma lobuna.
En un descuido, se torció el tobillo y cayó de bruces al suelo. Este sería su final, pero no era algo que lo sorprendiera, había sobrevivido demasiado ya era hora de que su suerte se acabara.
El horrible aroma de ese foráneo lo atacó de lleno. Sus sentidos se vieron opacados por lágrimas nuevas y la bilis le subió de repente.
—¿Qué hace un omega tan bonito como tú rondando solo? —le susurró el alfa tan cerca de su rostro que incluso pudo sentir lo pestilente de su aliento.
—Hijo de puta... —le respondió a cambio y aunque tanteaba en sus bolsillos, no podía dar con el cuchillo que solía traer consigo. Debió haberla dejado en la bolsa.
Jadeó cuando la garra que había dejado crecer el alfa le cortó parte del rostro, justo sobre el pómulo derecho.
—Oh... no creo que estés en posición de chillar de esa manera, pero te prometo que seré rápido.
Se quedaba sin aire. Su trasero fue tanteado por el espécimen que se cernía sobre él y su cuello atacado con mordiscos. Lo marcaría y ahí sí que querría morir o incluso él mismo le daría fin.
Cerró los ojos, dejándose llevar por el que sería su fatídico final cuando de repente el peso adicional abandonó su cuerpo.
Se arrastró por el suelo hasta que su espalda dio con un tronco cercano y cubrió sus oídos con fuerza, buscando opacar el sonido de los gruñidos. No estaba seguro de que sucedía frente a sus ojos, pero definitivamente el alfa que lo había atacado estaba sufriendo un final mucho peor que el que podría haber sido el suyo.
Cuando dejó de oír los jadeos y gruñidos, destapó sus oídos y abrió los ojos. Allí, frente suyo, se encontraba un enorme lobo con el hocico lleno de sangre y lo que parecía ser un poco de piel. Llevó uno de sus dedos al filoso colmillo que sobresalía, este le pinchó y rápidamente se lo llevó a sus propios labios para apaciguar el ardor.
Sin lugar a dudas por el tamaño y aroma del lobo podía afirmar que se encontraba frente a un alfa y lejos de sentir miedo, una especie de respeto se abría paso a través de su pecho.
Frunció el ceño cuando el lobo torció un poco la cabeza, tal vez confundido. Sin embargo, toda su atención volvió a centrarse en el dolor punzante que le atacaba la zona del tobillo. Estaba hinchado y no dudaba que en breve tomaría una tonalidad morada y desagradable.
El lobo se acercó lentamente y olfateó la zona. Segundos después, huesos tronaron y el pelaje desapareció.
Definitivamente es uno de los alfas más hermosos que alguna vez vi, pensó cuando un joven de grandes ojos y cabello oscuro se presentó ante él. Su expresión rozaba lo preocupada, incluso su aroma había mutado levemente por la emoción.
—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que el alfa dijo.
—Yo... —no puedes decirle que no tienes manada, cruzó por su mente.
—¿Te perdiste? no luces como alguien del norte.
Sus cejas se dispararon al oír eso. Si ya se encontraba en el norte significaba que había caminado demasiado. Estaba a salvo. Lejos de su antigua manada.
—Eres un foráneo, ¿no es así?, no perteneces a ninguna manada.
—¡Por favor, no me hagas nada! prometo seguir mi camino sin interrumpir el tuyo —el pánico se apoderó de él rápidamente.
No era común oír de lobos sin manadas, era algo sumamente extraño y más aún si se trataba de un omega como él. No estaba orgulloso de su final pero así se habían dado las cosas y lo que menos quería ahora era enfrentarse a un alfa que lo doblaba en tamaño y que por su expresión no iba a dar el brazo a torcer con facilidad.
—No... claro que no, no quiero hacerte daño —el alfa retrocedió un par de pasos cuando notó la incomodidad en el ambiente— mi nombre es Zayn, de la manada Trix. No me temas, omega.
Un suspiro escapó de entre sus labios. Había oído vagamente sobre la manada que a la que el alfa pertenecía, se caracterizaban por ser violentos y sanguinarios. Recordaba a los ancianos de su antigua manada quejarse de sus costumbres peculiares. Allí veneraban a los omegas, los protegían y se decía que en ese sitio no existían las jerarquías, algo impensado en el lugar al que pertenecía. De igual manera, no utilizaban aceites para cubrir sus aromas sino que se olfateaban unos a otros sin pudor y andaban desnudos sin importarles el que dirán.
—¿Tu nombre? —se ve que el alfa había estado intentando hace tiempo llamar su atención.
—Louis —murmuró apenas— realmente agradezco que me hayas quitado a ese de encima, y aprecio tu atención, pero lo mejor será que siga con mi camino y que tú regreses a tu manada como si nada hubiera pasado.
Se intentó poner de pie a duras penas, pero ni siquiera llegó a intentarlo. Gimió en alto del dolor que le provocó el mínimo movimiento mientras apresaba la articulación entre sus manos y presionaba para que se mantuviera en su lugar. Volvió a intentarlo y luego de los primeros pasos terminó trastabillando y de no haber sido por las manos del alfa en su cadera, hubiera terminado estampado contra el suelo.
—Omega, déjame ayudarte —prácticamente le rogó— puedes venir conmigo, te presentaré al alfa e intentaremos llegar a un acuerdo. No puedo dejarte aquí solo, mis instintos no me lo permitirían.
Iba a replicar algo cuando un sonoro aullido se escuchó de algún punto del bosque. Era agudo y le caló en lo profundo de los huesos, haciéndolo estremecer por completo.
—Ese es mi omega... por favor, ven conmigo. Prometo que podrás irte apenas estés mejor de tu tobillo, nadie en mi manada te retendrá en contra de tu voluntad.
Meditó durante un par de segundos todas las opciones con las que contaba. Se le había acabado la comida hace un par de días, obligándolo a sobrevivir a base de ardillas crudas y hortalizas, su aroma era cada vez más fuerte ya que los aceites se habían agotado hace tiempo y sus armas eran inútiles. También, por la poca energía y su continuo estado de alerta, no había podido transformarse y por consecuente sus métodos de defensa habían bajado. No se oía mal lo que le proponía, comería un poco, descansaría y seguiría su camino.
—Está bien, acepto irme contigo, pero solo por unos días en lo que mi tobillo sana.
La sonrisa contrario lo cegó, eran tan grande y brillante que le calentó el alma desde dentro.
—Deberás montarte en mi lomo, sino tardaremos días en recorrer lo que falta.
Asintió de acuerdo. De igual manera no podía caminar como estaba y mucho menos tomar su forma animal.
El alfa volvió a transformarse, se agachó y con ayuda de su hocico ahora estaba trepado a su lomo. Era suavecito, olía bien e irradiaba calor.
Empezaron a andar despacio, cómo para que se acostumbrara, pero poco después el alfa trotó y luego corrió rápidamente. Tuvo que aferrarse al pelaje para no caer y esconder su rostro entre ellos para evitar el viento gélido.
Tiempo después se sintió relajar por completo, por fin luego de meses su estado de alerta era casi nulo y podía sentir un poco de protección. Cuando menos quiso darse cuenta, había caído en un profundo sueño.
Lo despertaron voces a su alrededor, eran muchas, demasiadas, casi todas curiosas y alguna que otra alerta. Abrió los ojos con suavidad y descubrió que su medio de transporte ya no se encontraba en movimiento, por el contrario, había detenido su andar en totalidad y ahora ambos estaban delante de una puerta de madera tallada. Louis no podía llegar a calcular su tamaño, pero definitivamente sería muy complicado de penetrar.
Zayn lo incitó a bajar y poco después se transformó. Tuvo que apartar la mirada con vergüenza cuando la desnudez del alfa se presentó ante él en todo su esplendor. Las puertas se abrieron delante de ellos y una horda de personas salieron a su encuentro, sin embargo, al notar su presencia se detuvieron de forma abrupta.
—¡Alfa! —un joven hermoso de baja estatura y ojos hipnotizantes se lanzó a sus brazos, lamió su mejilla y cuello y luego se mantuvo abrazado a él mientras le dirigía la peor de las miradas al extranjero— ¿Quién es él?
—Cariño, no es el momento de hacer esa clase de preguntas —respondió un tanto serio, pero permitió que su omega lo siguiera marcando con su aroma ante la amenaza que creía tener a un lado— hazme el favor y ve en busca de Harry, ¿quieres?
El rubio asintió apenas y luego de un beso en sus labios salió despavorido.
—Siento eso, mi Ni puede llegar a ser muy territorial si se lo propone —Zayn rio apenas— ¿sucede algo?
—Yo... ¿ustedes siempre están desnudos? —murmuró con las mejillas calientes— quiero decir...
—Sí, omega, es normal, si nos transformáramos antes de quitarnos la ropa, la romperíamos por completo.
—Entiendo.
Iba a continuar hablando cuando una imponente figura surgió de entre la muchedumbre. Si Louis no se había desmayado antes, estaba seguro de que ahora podría hacerlo. El hombre frente a él lucía tan poderoso, con unos rulos definidos casi por completo, musculatura ancha y profundos ojos claros. Tembló en todos los sentidos.
—Alfa —realizó una pequeña reverencia que él imitó torpemente.
—¿Quién es él, Zayn? —preguntó en un tonó firme y sin titubeo— tú más que nadie sabe que los foráneos no son permitidos en nuestra manda.
—Lo sé, pero no podía dejarlo en el bosque vagando, está lastimado, no puede transformarse, ¡prácticamente tendría que haberlo dejado morir allí!
Los murmullos a su alrededor se intensificaron y las miradas se sintieron quemar en la piel del pobre omega ojiazul. Comenzaba a pensar que había sido una terrible idea seguir al morocho allí. No era bienvenido y el propio alfa de la manda se lo había hecho saber.
—Silencio —bramó y todas las voces se detuvieron— Katrin, ve con Finn y Arau y que preparen una de las camas. El resto, a sus labores.
Y tan rápido como habían llegado, la muchedumbre se disipó.
—El omega puede quedarse en lo que mejora luego deberá seguir su camino —el alfa, Harry, avanzó un par de pasos y lo olfateó sin pudor alguno— no quiero problemas, Zayn, está bajo tu cuidado. Iré a hablar con ambos en unas horas.
—Que la luna se lo recompense, alfa.
El rizado asintió una sola vez antes de fijar su mirada en él y darse la vuelta dejando detrás de sí un aroma amaderado y humeante que encendió algo dentro del omega.
—Bien, te llevaré a la casa de los aprendices de medicina, allí te atenderán y darán lo que necesites. Por favor, no causes problemas o me colgaran de uno de los árboles de la plaza central.
Asintió en un murmullo y ambos ingresaron. Dentro era todo enorme, movimiento, risas y correteo.
¿En qué se había metido?
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HOLAAAAA, Diosss no saben lo mucho que deseaba y necesitaba volver. Si son alguno de mis antiguos lectores, sabrán que wattpad para mi siempre fue, es y será una vía de escape y en este momento estoy pasando por una terrible situación que me empujó a plasmar algo de todo eso en mis personajes, así que si ven a Lou algo triste, ermitaño e inseguro; sepan que refleja algo de mi jajjajaja.
Pese a eso, amaría mucho que compartan la historia así llega a más gente y agradezco todo el tiempo que me esperaron. Las actualizaciones serán lentas porque estoy en plenos exámenes finales de la universidad, quien diría que estoy terminando mi segundo año de Derecho!!
Siéntanse libres de comentar, tanto acá como en el muro, que les pareció el primer capítulo y de darle mg. Lxs amo mucho familia!!
Nos leemos pronto,
A.
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