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•Ten•

Raina despertó con una sensación de pérdida. La cama se sentía fría. Vacía. Alargó una mano para apoyarla en la ligera huella que dejó NamJoon cuando se levantó para ir al trabajo.

Tembló y levantó más arriba las mantas, pero rápidamente las apartó otra vez cuando el material le arañó la piel como agujas. Su cuerpo reptaba por la necesidad de cambiar. El guepardo rodó en su interior, protestando por su cautiverio.

Salió de la cama y se paseó en un esfuerzo por desprenderse de la tensión nerviosa.

Una ducha. Tomaría una ducha caliente y con suerte calmaría el salvajismo que manaba dentro de ella.

El agua quemó su piel cuando dio un paso bajo el rocío unos minutos después. Sin embargo, se quedó bajo el calor y giró su cabeza hacia arriba mientras el agua corría sobre su cuerpo.

NamJoon. Ya lo extrañaba por más absurdo que eso sonara. No deseaba un día entero sin él nuevamente. Incluso no estaba segura de poder mantener su forma humana hasta que volviera. Y cuando lo hiciera, iba a tener que salir y dar rienda suelta al guepardo.

Se tensó y luchó contra las imágenes del guepardo. Control. Podía hacer esto. Era imperativo recuperar su dominio. Con el pecho jadeante por el esfuerzo, salió de la ducha y rápidamente se secó con la toalla, hizo una mueca cuando el material le raspó la piel. Caminó desnuda hasta la sala de estar, incapaz de soportar la idea de algo tocándole la piel.

Los carbones opacos brillaban en la chimenea, y los restos carbonizados de madera se encontraban en varios ángulos. Se apresuró para añadir más leña al fuego y observó cómo las llamas lamían sobre la madera seca.

El calor la alcanzó y se envolvió alrededor de su cuerpo, acariciando y relajando.

El teléfono inalámbrico estaba sobre la mesita de café y lo miró fijamente mientras se relajaba en el sofá. Su boca se secó, y su pulso latió un poco más fuerte. Mamá.

Apoyó la cabeza en el sofá, y una lágrima caliente resbaló por su mejilla y desapareció en el cojín. Extrañaba a su familia. Extrañaba estar con personas con las que no tenía que ocultar su verdadera naturaleza.

Incluso tan bien como NamJoon había tomado el hecho de que era una guepardo, todavía lo sorprendía mirándola cuando él pensaba que no lo estaba mirando. Había una mezcla de asombro e incredulidad en sus ojos marrones.

Estiró una mano temblorosa, tomó el teléfono de la mesita y se lo llevó en contra de su pecho. Su pulgar temblaba sobre el botón y finalmente lo presionó.

El tono de llamada sonó fuerte en el silencio. Se quedó mirando fijamente antes de marcar el primer número. Los otros siguieron en secuencia. Cuando había terminado, las lágrimas surcaban sus mejillas.

Puso el teléfono en su oído y escuchó cómo sonaba. Cuatro. Cinco. Seis veces. Su corazón dio un vuelco mientras continuaba sonando. No estaban en casa.

El contestador automático sonó y dio el saludo estándar con la alegre voz de su madre. Raina alejó el teléfono de su oído y gentilmente presionó el botón de apagado. Luego volvió su rostro contra el sofá mientras sus lágrimas empapaban el material.

NamJoon dobló los mapas y los metió en su guantera antes de salir de su camioneta. El helicóptero aterrizó a cincuenta yardas de distancia, y un oficial estatal de Vida Silvestre salió de un salto y se apresuró hacia NamJoon.

NamJoon se reunió con él a mitad de camino y estrechó su mano.

—¿Estás listo? —gritó Min YoonGi sobre el ruido.

NamJoon asintió y lo siguió al helicóptero. Subieron, y YoonGi le entregó un juego de auriculares. Cuando NamJoon los deslizó sobre sus oídos, la voz de YoonGi sonó.

—¿Qué estamos viendo, NamJoon?

NamJoon rápidamente le explicó sus sospechas sobre el anillo de caza furtiva ilegal, así como el altercado con los cazadores y el león muerto.

El ceño de YoonGi se profundizó con cada palabra. YoonGi había trabajado con la División de Vida Silvestre de Colorado desde que NamJoon había tenido la edad suficiente para cazar. Había sido un buen amigo del padre de NamJoon y a menudo se les unía durante la temporada de caza. El anillo de caza furtiva lo enojaría, y estaría malditamente deseoso de romperlo.

—Vamos a ver qué podemos encontrar desde el aire —dijo YoonGi—. Si podemos limitar el área de búsqueda, tendríamos más facilidad cuando vayamos caminando.

NamJoon asintió con su cabeza.

Después de varias horas de barrer la zona que rodeaba a Elk Ridge y la región donde NamJoon se había topado con los cazadores, no consiguieron nada.

El piloto señaló que estaban quedándose sin combustible y que tendrían que volver.

NamJoon miró hacia abajo al terreno con frustración. Había esperado que de la búsqueda aérea resultara algo. En cambio había perdido la tarde completa sin nada que demostrara sus esfuerzos. No estaba más cerca ahora de encontrar a los cazadores de lo que había estado hace dos días.

Aterrizaron, YoonGi bajó y caminó con NamJoon hasta su camioneta.

—¿Cuál es tu próximo movimiento? —preguntó YoonGi—. ¿Qué puedo hacer para ayudar?

NamJoon sacudió la cabeza con tristeza.

—No estoy seguro todavía. Voy a comunicarme con TaeHyung y mis otros ayudantes. Trabajaremos juntos y trazaremos un plan de búsqueda. Los hijos de perra están ahí afuera.

—Sabes que puedes contar conmigo para ayudar. Puedo juntar algunos de mis hombres. Sé que probablemente no quieres a los federales arrastrándose por todas tus montañas, pero ya sea que los llames para ayudar a apresar a los cazadores furtivos o después de abatirlos, de una manera u otra manera, van a estar involucrados. Esos hijos de puta han quebrantado todo tipo de leyes federales con la mierda que están tirando.

—Sí, lo sé —suspiró NamJoon—. Prefiero esperar el mayor tiempo posible. Si no podemos hacer algo para mañana, tendremos que llamarlos. No quiero arriesgarme a que estos cabrones se escapen, o peor, que continúen trayendo animales para cazar.

YoonGi le dio una palmada en el hombro.

—Me tengo que ir. El piloto me está esperando. Llámame si me necesitas.

—Gracias, YoonGi. Lo haré.

NamJoon observó como el hombre mayor volvía al helicóptero. Mientras despegaba, NamJoon se subió a su camioneta para comenzar el viaje de regreso a la ciudad.

Su mente estaba llena de lo que sería su próximo plan de acción. Estaba oscureciendo, lo que impedía cualquier búsqueda hoy, pero mañana continuaría. Reuniría a TaeHyung, a sus ayudantes y llamaría a YoonGi y a algunos de sus hombres, y comenzaría una búsqueda por tierra en las áreas más densas que no pueden ser vistas desde el aire.

Por ahora... iba a volver a su cabaña... y a Raina.

Primero se detuvo en la pequeña tienda de víveres en Main Street y eligió unos pantalones, algunas camisas, y un par de botas para ella. El dependiente levantó una ceja, pero no cuestionó las compras de NamJoon, un hecho por el que estaba agradecido. Cuando la ropa estuvo empaquetada y pagada, NamJoon regresó a su camioneta, listo para volver a su casa después de otro día largo.

La impaciencia con la que condujo a su cabaña era extraña. Había pasado un tiempo desde que había sentido tanta intensidad hacia una mujer, y nunca de esta manera.

Esta noche, no hubo vacilación cuando entró en la puerta. La buscó y la encontró caminando por la cocina, desnuda, la agitación irradiaba de ella.

—Raina —dijo suavemente.

Ella giró, sus ojos parpadearon, sus pupilas se agitaron y cambiaron de forma. Frotó sus manos de arriba abajo por sus brazos desnudos en una clara señal de angustia, y luego con un pequeño grito, se lanzó hacia él, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura y enterrando la cara en su pecho.

La agarró contra él y la abrazó mientras le pasaba la mano por su cabello.

—Raina, cariño, ¿Qué te pasa? ¿Te duele?

La inquietud le picaba en el cuello. La apartó de él para poder mirarla con más atención.

Ella se frotó las manos por sus brazos nuevamente y tembló ligeramente. Una pequeñísima piel de gallina le salpicó la piel.

—Necesito... necesito cambiar de forma por un tiempo. No lo puedo controlar más.

Él estaba sacudiendo la cabeza antes de que terminara.

—De ninguna manera. Raina, es una locura y lo sabes. De ninguna manera nos podemos arriesgar. Hay cazadores furtivos detrás de ti, por no mencionar que puedes ser vista por muchas otras personas. Todos por aquí están ya inquietos debido a los animales extraños que han sido vistos.

Ella cerró los ojos, entonces volvió a abrirlos y bloqueó la mirada con la de él.

—Sé que es una locura, pero si no salgo pronto, no seré capaz de controlar cuándo y cómo cambiar de forma. Tenía la esperanza de que conocieras algún lugar al que podríamos ir donde la posibilidad de que me vieran sea pequeña si fuéramos tarde, después del anochecer, y sería cuidadosa. Es solo que he pasado tanto tiempo en mi forma cambiada que el guepardo es dominante. Me estoy volviendo más débil, y necesito el rejuvenecimiento que estar en mi forma de guepardo me traerá.

—Raina... —Todavía seguía sacudiendo su cabeza. Ni siquiera pudo expresar lo suficientemente rápido su protesta.

—No necesito tu permiso, NamJoon —dijo suavemente—. Pero me gustaría tu apoyo. Y tu protección. Pero si me niegas ambas cosas, no tendré otra opción que buscar un lugar por mi cuenta. No es inteligente. Lo sé. Podría ponerme en mucho de peligro. Lo sé también. Pero no puedo evitar el cambio por mucho tiempo.

—¿No lo puedes hacer aquí? —preguntó, extendió su mano por el interior de la cabaña.

—Necesito correr. Necesito ser libre de una manera que no he sido libre en seis meses. Necesito recuperar mi fuerza. Me pongo más inestable conforme pasan los minutos.

Joder. No le gustaba esto. Incluso cuando ella tenía razón, no le gustaba ni un poco.

—Seré cuidadosa.

Soltó su respiración en un largo silbido.

—Te quedarás en el camión fuera de vista hasta que salgamos de la ciudad. No te quiero cerca de aquí cuando hagas tu cosa de guepardo. Iremos hacia el sur, una hora más o menos.

Envolvió los brazos alrededor de él nuevamente mientras se acurrucaba en su abrazo.

—Gracias —dijo mientras lo apretaba.

Él dejó caer sus manos sobre la espalda de ella, y frotó hacia arriba y abajo antes de poner una mano en su cuello, el otro brazo alrededor de su cintura y abrazarla.

—Primero te vas a vestir. Traje algo de ropa para ti de la ciudad. Luego haremos esto rápido —gruñó—. Esta cosa me pone nervioso.

4/4 y con esto terminamos la maratón, la verdad es que este capítulo sí me ha costado un poco más de escribir, pero yo no tengo limites. Además después de el concierto me he inspirado un poquito más, Nam se veía precioso al igual que los demás chicos ¿A ustedes que les pareció? Yo lo amé.

Espero que lo disfruten. Nos vemos pronto<3

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