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•Seven•

NamJoon se sentó en su oficina a punto de gritar de frustración. Tendría que haberse imaginado que el día en que necesitara terminar con todo y salir como el infierno de la oficina, todo el mundo decidiría que necesitaba algo.

Colgó el teléfono y se alejó de su escritorio, preparado para salir disparando cuando la señora Humphreys asomó su cabeza por la puerta.

―¿Sheriff Kim?

Se las arregló para evitar suspirar. A duras penas.

―Sra. Humphreys, pase. ¿Qué puedo hacer por usted?

Ella le ofreció una sonrisa y asió su bolso delante suyo mientras se acercaba y se sentaba en la silla delante de su escritorio.

―Me preguntaba si había encontrado algo sobre los cazadores detrás de mi casa.

NamJoon frunció los labios y reflexionó sobre cómo sería mejor proceder. La BG, Burocracia General, solía funcionar.

―Estoy trabajando en ello. Tengo algunas pistas que estamos siguiendo. Tan pronto como sepa algo se lo diré.

Ella le regaló otra sonrisa y alzó la mano para alisar un mechón de cabello plateado que se había escapado del moño.

―Oh, bien, eso es bueno. No me gusta pensar en pobres animales siendo disparados. Tengo que decirle que estuve buscando al guepardo, y como nunca escuché disparos, espero que haya escapado.

NamJoon se levantó de su asiento, las manos apoyadas sobre el escritorio.

―¿Qué guepardo, Sra. Humphreys? Nunca dijo nada acerca de un guepardo.

Un gesto desconcertado cruzó su rostro arrugado.

―Oh, pero estoy segura de que lo hice.

NamJoon negó con la cabeza.

―No, señora. Usted dijo león. No un león de montaña, sino un león.

―Bueno, había un león también. Antes del guepardo. Oh, Dios mío, tal vez olvidé mencionar el guepardo.

Mierda. Ahora tenía a alguien que había visto a Raina. ¿Podría ser peor?

―Hábleme del guepardo —dijo, volviendo otra vez al asunto entre manos.

—Bien, era temprano, siempre me levanto temprano. Salí a alimentar a Holly, y vi a dos camionetas dirigiéndose hacia los límites traseros de mi propiedad. Se detuvieron al final de la carretera con curvas pronunciadas y comenzaron a descargar un montón de cosas. Así que regresé adentro para buscar los binoculares. Vi que llevaban rifles y arcos. Y entonces, uno de ellos abrió la parte de atrás, y sacó una jaula. No pude ver qué clase de animal era, hasta que lo dejaron suelto. Ahora, aunque no podría jurarlo en la corte, como comprenderá, pero sin duda se parecía a un guepardo. Justo había estado viendo un documental sobre ellos la noche anterior en Animal Planet.

NamJoon dejó escapar el aliento y se pasó la mano por el pelo.

―¿Consiguió ver suficientemente bien a los hombres como para poder dar una descripción detallada? ¿Y los reconocería de nuevo si los viera?

―Oh, no lo sé. ¿Tal vez?

Él le sonrió amablemente.

―Está bien, Sra. Humphreys. Ha sido muy útil. Creo que debe mantener esta información solo para usted, sin embargo. No queremos que la gente tenga ideas de que un grupo de animales salvajes está deambulando por nuestras montañas.

Lo último que necesitaba era a un montón de hombres enfurecidos y armados con rifles de montaje de alta potencia buscando animales peligrosos. Sería lo más divertido que la ciudad de Elk Ridge había tenido desde que el viejo Park Jin-Young había jurado haber visto a Pie Grande.

―Por supuesto —dijo la señora Humphreys.

Fueron interrumpidos cuando TaeHyung asomó la cabeza por la puerta.

―Nam, te necesito un minuto cuando tengas tiempo.

La señora Humphreys se levantó del asiento y se volvió para sonreírle a TaeHyung.

―No hay problemas, joven. Yo ya me iba....

NamJoon se levantó.

―Gracias por venir, Sra. Humphreys. Agradezco la información, y quiero que sepa que estamos haciendo todo lo posible para asegurarnos de que los cazadores furtivos sean localizados y detenidos. Mientras tanto, si ve cualquier otra cosa, llámeme inmediatamente.

Ella asintió y se dirigió hacia la puerta cuando TaeHyung entró y se desplomó en la silla que ella acababa de dejar vacante. NamJoon miró a TaeHyung y trató de no demostrar su impaciencia.

―Entonces, ¿qué está pasando? —preguntó TaeHyung.

NamJoon parpadeó.

―¿Me vas a dar una idea de lo que quieres saber? ¿O quieres un informe detallado de toda mi mañana?

El menor arqueó una ceja.

―¿Alguien meó en tu cereal? Estoy hablando de ayer. Fuiste en busca de los cazadores, luego llamaste al despacho y pediste que se pongan en contacto con los hospitales locales para ver si alguien se había presentado con lesiones. Sin embargo, volviste solo, no llenaste otro informe con sospechas de caza ilegal. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que hay algo sospechoso como el infierno.

Maldita sea. Ni siquiera se había detenido a pensar lo que implicaría pedirle al despacho que notificara a los hospitales locales. Tomó una profunda respiración y reprimió su agitación. TaeHyung era su amigo y un muy buen policía. No se merecía la impaciencia de NamJoon.

―Creo que uno de ellos resultó herido —dijo lentamente―. Estaban siguiendo a una presa.

―Así que viste sangre. ¿Qué te hizo pensar que no era la sangre del animal?

―Es una idea ―comento NamJoon brevemente―. Estoy cubriendo todas las bases.

TaeHyung lo miró sospechosamente.

―Estás hablando conmigo, hombre. ¿Qué es esta mierda?

NamJoon casi gimió. Él y TaeHyung se conocían muy bien. Ambos se habían criado aquí y sentían una profunda lealtad hacia la ciudad y las montañas. No, nunca le había mentido a TaeHyung. Nunca había habido necesidad. Pero no estaba dispuesto a compartir con nadie a Raina.

¿Y quién diablos le creería de todos modos?

NamJoon tomó el teléfono con alivio cuando sonó. Después de unos momentos, colgó y volvió a mirar a TaeHyung. Por lo menos ahora podía hacer algo más que sentarse aquí, mientras TaeHyung lo miraba como a un insecto bajo el microscopio.

―Parece que su presa ha sido encontrada. Unos exploradores del pueblo encontraron a un león muerto a una milla de la montaña en el cruce de Turner Creek.

―¿Un león de montaña?

―No. Un león —menciono NamJoon de manera uniforme.

―¿Te refieres a un león de mierda como en El Rey León? 

NamJoon asintió con la cabeza.

―Santa mierda. Así que tal vez la señora Humphreys no estaba fuera de sus casillas, cuando dijo que vio a un guepardo.

El sobresalto hormigueó por la espalda de NamJoon.

―¿Has oído eso?

―Sí, llegué sobre el final de la conversación. ¿Qué demonios está pasando, Nam?

NamJoon se echó hacia atrás en su silla y puso sus manos detrás de la cabeza. Confiaba en TaeHyung. No había ninguna duda al respecto. No, no quería hablar con él sobre Raina, pero eso tenía más que ver con la posesiva necesidad arrastrándose por sus venas. La necesidad de mantenerla para sí mismo, protegida del resto del mundo.

Pero todo lo demás, podía confiárselo a TaeHyung.

―Al parecer nuestros cazadores furtivos están importando animales exóticos dentro de los Estados Unidos y los traen para ser cazados aquí en Elk Ridge. ¿Por qué no sales conmigo y te pondré al día rápidamente sobre lo que sé?

NamJoon se levantó, recogió su chaqueta y salió de la oficina, TaeHyung iba sobre sus talones.

Subieron a la camioneta de NamJoon y se dirigieron a Turner Creek.

Viajaron en silencio durante mucho tiempo. La frustración subió por el cuello de NamJoon y se apoderó de su mandíbula. Cuanto más tiempo le llevara recorrer en busca de pistas, más tiempo Raina se quedaría sola en su casa. Estaba en un infierno de posición. No podía tenerla con él mientras trabajaba para tratar de localizar a los hombres que la habían cazado, pero se sentía inquieto por haberla dejado sola durante tanto tiempo, sin su protección.

―¿Estás bien? —Inquirió TaeHyung.

NamJoon miró a su amigo.

―Sí, estoy bien. Cansado. Moví el culo por toda la maldita montaña ayer en busca de los malditos cazadores furtivos.

La expresión de TaeHyung se ensombreció.

―Los quiero fuera de nuestras montañas, Nam.

NamJoon asintió con la cabeza.

―Yo también. Lo último que necesitamos es a un montón de forasteros disparando por los malditos bosques y perder animales como los leones. Si los lugareños se enteran de esto, van a armar una pandilla y perseguir a los cazadores furtivos por sí mismos.

A medida que se acercaban al cruce de Turner Creek, vieron a dos camionetas estacionadas a un cuarto de milla más adelante en la carretera. NamJoon se estacionó detrás de ellos y bajó.

Él y TaeHyung se acercaron donde Kim SeokJin y su hijo, JungKook, estaban con Park Jimin. Ellos levantaron la vista.

―Sheriff —dijo SeokJin con un asentimiento de cabeza.

NamJoon bajó la mirada al león muerto. Un gran macho adulto. Una herida de bala detrás del hombro izquierdo. La rigidez se había establecido y la temperatura corporal era fría, no caliente, cuando NamJoon tocó el cuerpo tieso. Probablemente le habían disparado ayer por la tarde o, posiblemente, esta mañana temprano.

Miró a los tres hombres que estaban reunidos alrededor del león caído.

―Ustedes, chicos, ¿Vieron a alguien alrededor?

Ellos negaron con la cabeza.

―¿Qué está pasando, sheriff? ―preguntó Jimin―. ¿Qué está haciendo un león por aquí?

NamJoon se levantó y se pasó la mano por el pelo.

―Me gustaría saber. Parece que tenemos un anillo de caza furtiva.

Los rostros de los hombres se endurecieron de cólera.

―Ya es bastante malo que tengamos que aguantar a tantos malditos cazadores forasteros cada otoño ―murmuró SeokJin―. Ahora, ¿están compitiendo por animales ilegalmente?

NamJoon suspiró y sacó su teléfono celular para comprobar su señal. Una barra. Podría salir una llamada. Marcó el número del doctor Jung, esperando esta vez realmente conseguir que el hombre contestara.

Después del cuarto ring, la voz alegre del doctor se escuchó a través de la línea.

―¿Qué puedo hacer por ti, NamJoon-ah? ―preguntó el doctor―. Siento, no haberme puesto en contacto contigo anoche. Eran malditamente cerca de las dos de la mañana cuando llegué. Tuve que ocuparme de un parto difícil donde los Min.

―No hay problemas. Mira HoSeok, si no estás ocupado, podría necesitarte.

―Claro, ¿qué pasa?

―Necesito que le hagas una autopsia... a un león.

―¿Un león de montaña? ¿Para qué?

―No, HoSeok, un león. Un león africano. Tengo uno muerto en Turner Creek. Te necesito para preservar las evidencias que puedas encontrar, recuperar los fragmentos de bala y para que hagas un informe detallado de tus hallazgos.

―¿Lo traerías o quieres que yo vaya a recogerlo?

―Voy a pedir a mis ayudantes que te lo lleven —Demando NamJoon.

―Voy a estar esperando. Ah, y NamJoon, ¿qué era lo que necesitabas ayer por la noche? Sonabas perturbado.

NamJoon hizo una pausa.

―Nada. No era importante.

El doctor Jung refunfuñó.

―Como quieras. Voy a estar en la clínica.

―Gracias, HoSeok.

NamJoon colgó y miró a TaeHyung.

―¿Puedes encargarte de todo aquí?

TaeHyung asintió con la cabeza.

―¿A dónde vas?

―Necesito ir a la oficina y estudiar algunos mapas. Si puedo conseguir un helicóptero mañana por la mañana podríamos hacer un reconocimiento aéreo de la zona. A ver si tenemos suerte.

―Buena idea. Por lo menos, podemos descartar una gran cantidad de terreno que cubrir a pie. Voy a llamar a la oficina por radio y que envíen un ayudante fuera de servicio. Me dirigiré a la ciudad con él cuando vuelva de dejar el león donde HoSeok.

―Gracias, TaeHyung. Te lo agradezco.

El menor lo miró con curiosidad.

―Es mi trabajo.

―Sí, lo sé, pero gracias de todos modos.

―NamJoon, ¿estás seguro de que todo está bien? Todo esto te está resultando terriblemente difícil.

La preocupación y la curiosidad ardían en los ojos de TaeHyung, y NamJoon sintió una oleada de culpa. No era propio de él guardar secretos. Raina, sin embargo, era un secreto que bien valía la pena mantener. Sobre todo si eso la mantendría en sus brazos un poco más.

―Estoy bien hombre. Mantenme informado.

NamJoon regresó de nuevo a su camioneta. Trató de ver la muerte del león como lo haría con la desaparición de cualquier otro animal, pero él siguió imaginándose a un guepardo de ojos dorados sin vida en el suelo.

Podría haber sido Raina. Habría sido Raina, si él no la hubiera encontrado cuando lo hizo. La idea de que corría por su vida, impotente contra los cazadores que la seguían, envió escalofríos por su espalda. Mientras viviera, nunca olvidaría la visión de Raina desnuda, titiritando de frío y tendida en el suelo de su cuartito, una flecha sobresaliendo de su muslo.

Quería volver con ella. Asegurarse de que estaba a salvo. Que no estaba herida. Pero primero tenía que hacer todo lo posible para asegurarse que los cazadores ya no fueran una amenaza para ella.

Estaba ansioso como el infierno por ver a Raina de nuevo, y sabía que tenía poco que ver con los procedimientos policiales, la investigación, o cualquier otra cosa.

Quería tocarla. Pasar las manos sobre su cuerpo.

La ingle creció de golpe, y un dolor comenzó cuando su polla se puso rígida. Se subió a la camioneta y bajó la mirada disgustado al bulto en su entrepierna. Luego se acomodó en un esfuerzo por aliviar el malestar. Todo el camino a casa, pensó en la nieve que se acercaba. Hielo. Heladas. Duchas de agua fría. Cualquier cosa que hiciera que fuera menos propenso que entrara a su cabaña con una erección del infierno.

Por otro lado, podía imaginar mejores formas de aliviar el dolor que pensar en icebergs y pingüinos. Como sumergirse en un coño caliente.




Ni modo, dije que hoy andaba inspirada así que desde hoy  empezamos con la maratón 1/4 jsjsjs

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