•Fourteen•
El disparo de un rifle rompió la quietud de la mañana y sacudió a NamJoon de su sueño profundo. Sus ojos se abrieron cuando registró la proximidad del disparo. Se volteó automáticamente hacia Raina solo para sentir un espacio vacío a su lado.
Su sangre se heló.
Se tambaleó afuera de la cama y se puso el primer par de pantalones cortos que encontró. Corrió hacia la puerta y la abrió, moviéndose dentro del aire vigorizante. TaeHyung estaba apoyado en contra de su camioneta, levantando un rifle y enfocando un objeto distante. Cuando NamJoon siguió la dirección del cañón y vio a un guepardo acurrucado en el suelo, gritó y embistió a TaeHyung. Lo abordó en el momento en que TaeHyung se alistaba para otro disparo. El rifle salió volando cuando los dos hombres aterrizaron en un montón sobre el suelo.
—¿Qué carajo? NamJoon, ¿qué diablos estás haciendo? —gritó TaeHyung.
—Deja de hacer eso —gritó NamJoon mientras se levantaba rápidamente.
Corrió hacia el lugar donde había estado el guepardo, rezando para que TaeHyung hubiese fallado. A medida que se acercaba, vio que Raina ahora estaba desnuda en el suelo, temblando, curvada en una bola protectora. NamJoon cayó sobre sus rodillas, gritando su nombre. Pasó las manos sobre su cuerpo en busca de una herida, de sangre, algo. Cuando ella abrió los ojos y levantó la mirada hacia él, el alivio lo inundó. Le temblaban tanto las manos que ni siquiera podía hacer más que tocarla. TaeHyung podría haberla matado.
Finalmente logrando recobrar la compostura, levantó su cuerpo desnudo dentro de sus brazos y se dirigió hacia la cabaña. Ni siquiera le dirigió un vistazo a TaeHyung, quien estaba mirando a la mujer en los brazos de NamJoon con la miseria más absoluta. Ignorándolo, NamJoon entró en la cabaña y colocó a Raina en el sofá. Envolvió una manta a su alrededor y entonces la apretó en contra de su pecho.
—Estoy bien —ella murmuró.
Pero aún así, él no podía soltarla. Estaba reviviendo ese horrible momento cuando supo que TaeHyung iba a disparar, y no había absolutamente nada que pudiera hacer al respecto.
—¿Por qué estabas allí? —le preguntó con voz ronca—. Maldita sea, Raina, lo que hiciste fue una estupidez. ¿Estás tratando de conseguir que te maten?
Apretó los labios en contra de su cabello y cerró los ojos. Ella se meneó en su contra y se apartó. Lo miró directamente a los ojos.
—Fui a buscar una camisa en la camioneta. No tenía la intención de cambiar.
—¿Qué pasó? —le preguntó con suavidad.
Dios, no podía conseguir poner su ritmo cardíaco bajo control. Nunca había sentido tanto miedo en su vida.
—Escuché el ruido de la camioneta detenerse, y me escondí detrás de la puerta, pero luego él salió y vi que tenía una pistola, y me asusté. No lo pude controlar —le dijo en voz baja—. El guepardo se hizo cargo.
—¿Qué demonios está pasando? —TaeHyung espetó.
NamJoon levantó la vista para ver a TaeHyung en la puerta de la cabaña, rifle en mano, con una expresión feroz en el rostro.
—Baja el arma, TaeHyung. Ahora.
—No voy a bajarla una mierda hasta que me expliques qué demonios acaba de suceder allí afuera.
Contemplaba a Raina con una ostensible incredulidad y una profunda sospecha. Su mirada se disparaba de ida y vuelta entre ella y NamJoon, incluyendo a NamJoon con la desconfianza vacilando en sus ojos. El castaño suspiró, y se volvió de modo de proteger a Raina de TaeHyung. Ella deslizó la mano subiendo por su espalda, y pudo sentirla temblar. Le enfureció que sintiera miedo en el único lugar donde debería sentirse segura. Su casa.
—Termina con esto, TaeHyung. Baja esa maldita arma y sienta tu culo. Luego hablaremos.
TaeHyung demoró un largo rato antes de finalmente relajarse un poco y bajar el rifle. Todavía mantenía la mano curvada alrededor del gatillo, pero se sentó junto al hogar, sin apartar los ojos de Raina.
—Le disparé a un guepardo. No me imaginé puñeteramente esto. No había ninguna mujer. No le disparo a mujeres desarmadas.
TaeHyung sacudía la cabeza firmemente a medida que hablaba, sus palabras escuetas. NamJoon volvió la mirada a Raina, sus labios formaban una mueca de lamento.
—Tengo que decirle —le comunico en voz baja—. Tiene que saberlo, de modo que no se lo diga a nadie más. Confío en él, Raina. No te pondría en peligro. Pero si no le explicamos y esto se sabe, las cosas podrían ponerse feas para ti.
Ella asintió con la cabeza lentamente, y él odió el miedo en sus ojos. Levantó la mano para ahuecarle la mejilla. Con la otra mano, le acarició el pelo que caía sobre su cara en un gesto de ternura.
—Yo te protegeré, cariño. No dejaré que nadie te haga daño.
—Díselo entonces —indicó ella.
NamJoon se volvió y respiró profundo. Había sido bastante difícil para él aceptar la verdad acerca de Raina. No sería más fácil para TaeHyung.
—En primer lugar, TaeHyung, lo que viste hoy, lo que voy a decirte no debe salir de esta habitación.—Lo inmovilizó con una dura mirada—. Estoy pidiéndote esto como tu amigo.
La confusión parpadeó en los ojos del menor, y se inclinó hacia adelante, la preocupación arrugándole la frente.
—Está bien, hombre. Sabes que... sabes que puedes contar conmigo. Sea lo que sea, estoy contigo.
El castaño asintió con la cabeza y se relajó. TaeHyung era un hombre íntegro. Alguien en quien NamJoon podía contar cuando las apuestas eran altas. Habían pasado muchas cosas juntos, y él era una de las pocas personas en quien el castaño podía confiar implícitamente.
Volvió a mirar a Raina, se movió a un lado para que ella pudiera ver a TaeHyung, pero tuvo la precaución de acomodar la manta para proteger su desnudez. Se acurrucó a su lado entrelazándola mano alrededor de la suya y estrechándola de modo tranquilizador. Después de respirar, volvió su atención a TaeHyung que había dejado el rifle a un lado.
—TaeHyung, ella es Raina Gates. Tiene la habilidad... de transformarse en un guepardo.
Para crédito de TaeHyung, él no dijo una palabra, pero su expresión lo decía todo. Parecía como si NamJoon hubiera anunciado que había cambiado de sexo.
—Tú la viste, TaeHyung. Viste el guepardo. Le disparaste. Viste a la mujer que yacía donde el guepardo había estado momentos antes.
El pelinegro palideció cuando cayó en la cuenta del hecho de que le había disparado a una mujer vivita y coleando.
—Jesús —suspiró. Se frotó la mano por la cara—. Dios bendito. hyung, me estás diciendo...¿Qué demonios estás diciendo?
NamJoon no respondió. Simplemente dejó que lo asumiera y se quedó observando cómo TaeHyung luchaba contra la lógica de lo que NamJoon le estaba diciendo. TaeHyung sacudió la cabeza.
—De ninguna manera. No hay una jodida manera. Es una locura. La gente sencillamente no se convierte en animales.
Raina dejó escapar un sonido de impaciencia y se movió contra NamJoon. El tendió una mano para calmarla, pero ella se apartó y forcejeó con la manta para pararse delante del sofá. Cuando el resto de la manta cayó y se quedó desnuda delante de los hombres, NamJoon gruñó en protesta y tomó la manta. La mirada de TaeHyung estaba fascinada sobre Raina, y mientras que NamJoon no podía culparlo, estaba listo para darle una patada en el culo. La sorpresa y la confusión inflamaban el rostro de TaeHyung mientras miraba boquiabierto el cuerpo desnudo de Raina. Cuando un escalofrío bajó por su espalda, NamJoon se dio cuenta de lo que ella estaba haciendo.
—¡Raina, no!
Ella se volvió, sus ojos brillando ya con el cambio. Las ranuras verticales de sus ojos de gata le devolvieron la mirada.
—Es la única manera —le susurró—. No tenemos tiempo para convencerlo.
Con eso, cayó al suelo, y TaeHyung se adelantó como si fuera a ayudarla. NamJoon se lo impidió con la fuerza de su mirada.
—Permanece condenadamente lejos de ella —le dijo de modo amenazante.
NamJoon observaba impotentemente cómo Raina se retorcía y contorsionaba. Los ojos de TaeHyung estaban muy abiertos con el horror, y se había quedado con la boca abierta en una muda exclamación al ver a una gata dorada levantarse donde había estado la mujer. El guepardo se levantó un poco inestable al principio, luego recuperó su equilibrio y caminó lentamente hacia TaeHyung.
—No hagas ningún movimiento amenazador —advirtió NamJoon—. No te hará daño. Es consciente de sus acciones.
—¡Mierda! —susurró TaeHyung—. ¡Mierda!
El guepardo se detuvo delante de TaeHyung y lo miró fijamente. Cuando ella movió la cabeza para frotarse en contra de su pierna, él se encogió alejándose y levantó las manos como una medida de protección. El felino continuó frotando la cabeza contra su pierna, y poco a poco, TaeHyung bajó la mano,tocando ligeramente el mechón de pelo sobre su cabeza. Ella sacudió la cabeza hacia arriba y le lamió la mano, se volvió y caminó de vuelta a donde NamJoon estaba sentado en el borde del sofá. Saltó sobre el sofá junto a él y se frotó en su contra con cariño. Un ronroneo se desprendió de su garganta y vibró en el hombro de NamJoon, mientras ella continuaba frotándose contra él. NamJoon le acarició el pelo, y ella se agachó debajo de su mano y le lamió la mejilla, y luego se limitó a acostarse en su regazo, su ronroneo satisfecho llenando la habitación.
—Jodidamente increíble. —TaeHyung se quedó mirando a NamJoon estupefacto. Se acercó hacia adelante, con cautela, sus movimientos lentos y calculados—. ¿Puedo... puedo tocarla?
NamJoon miró hacia abajo mientras seguía acariciando detrás de las orejas al guepardo. Cuando ella continuó contemplándolo con ojos perezosos y felices, y un ronroneo se desprendió de su garganta, asintió con la cabeza a TaeHyung.
TaeHyung puso la mano sobre el hombro del felino y la retiró hacia atrás cuando el guepardo volvió la cabeza para mirarlo. Ella olfateó el aire en la dirección de TaeHyung, pero no hizo ningún intento de moverse. El pelinegro dejó escapar una risa nerviosa y extendió de nuevo la mano para tocar su piel. La acarició tímidamente, pero dado que ella no hizo ningún movimiento agresivo, se envalentonó, acariciándole el cuello y bajando por su cuerpo. Los labios de NamJoon estaban apretados.
¿Qué tan loco de la cabeza estaba él que no quería que TaeHyung siguiera tocando al maldito gato? Raina era suya, ya sea en forma de guepardo o humana, no le importaba un comino. No quería las manos de otro hombre sobre ella. Cuando sintió que un estremecimiento recorría el cuerpo de ella, miró hacia TaeHyung.
—Suficiente.
TaeHyung se detuvo, y NamJoon se deslizó por debajo del gato y giró protectoramente para escudarla de la vista de TaeHyung cuando ella comenzó a transformarse nuevamente en humana. Pronto ella yació sobre el sofá, con los ojos cerrados, su respiración agitada saliendo de forma entrecortada. NamJoon rápidamente la cubrió con una manta y la tomó en sus brazos. Sin importarle la presencia de TaeHyung, la levantó y se volvió para poder sentarse en el sofá y sostenerla en su regazo. NamJoon varios minutos la abrazó, meciéndose ligeramente, los labios apretados sobre su pelo cuando ella recuperó el control. Levantó la vista para encontrar que TaeHyung estaba mirándolos a ambos con asombro.
La boca de TaeHyung formaba una perfecta letra O mientras la comprensión emergía. NamJoon vaciló solo un momento y asintió rápidamente con la cabeza. Comprendiendo que la observación de TaeHyung era cierta. NamJoon estaba marcando su reclamo.
—Lo siento —gruñó TaeHyung—. Dios, lo siento. Podría haberte matado.
Raina se agitó en sus brazos y fijó su mirada en TaeHyung.
—No lo sabías, —le dijo simplemente—. Me asusté y enloquecí. Por lo general tengo un mejor control. Los últimos seis meses han sido difíciles para mí.
Los brazos de NamJoon se apretaron a su alrededor. Ella exasperaba cada uno de sus instintos protectores. Quería esconderla, donde estuviera a salvo, donde pudiera protegerla y cuidar de ella. Su pecho se oprimió incómodamente, y un dejo de pánico creció ante el pensamiento de que se iría tan pronto como fuera capaz de hacerlo. ¿Dónde iría? ¿Estaría segura? ¿Quién la protegería? ¿Cuidaría de ella? ¿La mantendría caliente y la vestiría después de sus cambios?Frunció el ceño de nuevo al recordar una vez más que ella no había hecho ningún intento de llamar a su familia. Era un tema que tenía intención de hablar con ella tan pronto como estuvieron solos de nuevo.
—¿Por qué saliste tan temprano? —le preguntó a TaeHyung.
El pelinegro pareció momentáneamente sorprendido por la pregunta, como si hubiera olvidado por completo la razón de su venida. Luego sus labios hicieron un gesto de disgusto, y una intensa luz entró en su mirada.
—Recibí información acerca de los hombres sobre los que pusiste una orden de captura. Se les vio en una farmacia en Hollis ayer por la noche. Uno de ellos lucía una lesión bastante interesante en su mano. La recepcionista nos dijo que parecía como si la hubiera metido dentro de una picadora de carne.
—Es él —dijo NamJoon—. Es el que disparó el rifle hacia mí.
TaeHyung levantó la cabeza sorprendido.
—No me habías dicho nada de eso, hyung.
El mayor suspiró.
—No lo hice porque en ese momento tenía a un guepardo en mi camioneta con una flecha en la pata. El cazador intentaba hacerse con la piel del guepardo, mientras que yo estaba tratando de arrastrarla fuera del peligro, y ella lo atacó.
—Supongo que no sabías que ella era un ser humano en este momento —supuso TaeHyung secamente.
NamJoon se aclaró la garganta con incomodidad.
—No, eso no llegó hasta más tarde.
Raina todavía estaba silenciosa en sus brazos. Demasiado silenciosa. Bajó la vista para ver una mirada profundamente perturbada en su rostro.
—¿Qué pasa, cariño?
—No es seguro para mí permanecer aquí —dijo ella en voz baja.
No, no lo era, pero la alternativa era que se fuera, y él no quería pensar en eso. Odiaba el hecho de no poder garantizar su seguridad.
—Demonios, no es seguro para ti en ningún lugar —murmuró TaeHyung—. ¿Cómo podría serlo?
NamJoon rápidamente le relató cómo Raina había llegado a las montañas de Colorado, pero incluso él sabía que los detalles eran escasos, careciendo de una buena parte de la historia, como de qué manera Raina había llegado en primer lugar, y si había otras personas como ella.
TaeHyung sacudió la cabeza impresionado.
—¿Qué es lo que haremos, NamJoon? No podemos permitir que esos hijos de puta sigan adelante con lo que han estado haciendo. Y joder, si Raina es un guepardo, entonces ¿qué pasa con todos los otros animales que ellos cazan? ¿Son seres humanos también?
Raina sacudió la cabeza con un dejo de tristeza.
—Han quedado muy pocos de nosotros.
NamJoon de repente lamentó que no estuvieran solos, porque él quería saber todo lo que había que saber sobre ella, y sintió por primera vez que ella confiaría lo suficiente en él como para contarle. Volvió su atención de mala gana hacia a TaeHyung.
—Fui con YoonGi en el helicóptero ayer. No vi nada. Vamos a tener que ir a pie. —Vaciló por un momento—. Necesito mantener esto tan secreto como sea posible, por Raina. Si somos capaces de reunir a los hombres necesarios para acabar con el círculo por nosotros mismos entonces esa es mi preferencia. Sin embargo, si no podemos encontrarlos o se hace demasiado arriesgado, no tendré más remedio que llamar a la policía federal.
Miró a Raina mientras hablaba.
—No dejaré que esto te comprometa —le dijo suavemente—. Te doy mi palabra.
—Yo podría ayudar —dijo en voz baja.
—No —NamJoon respondió con firmeza—. Absolutamente no.
Ella apretó la manta a su alrededor y se inclinó alejándose de él para así poder mirarle a los ojos.
—El guepardo podría ayudar, NamJoon. Yo no podría conducirte hacia adonde fui retenida, pero ella podría. Conoce sus olores. Soy rápida y tengo cuidado. Solo me mantendría en forma de guepardo el tiempo suficiente para guiarte a los cazadores, y me podría quedar atrás, donde sea que me pusieses. No tengo ningún deseo de ponerme en peligro más de lo que tú me pondrías, pero esto es algo que podría hacer con un riesgo mínimo.
—Ella tiene razón, hyung —dijo TaeHyung pensativo—. Si yo encabezo el equipo de nuestros hombres con YoonGi, tú y Raina podríais ir adelante, siguiendo el rastro de la ubicación y comunicándolo por radio. De esta manera ella permanece fuera de la vista.
Raina tocó con las manos y la cara de NamJoon y lo miró fijamente, sus ojos dorados hirviendo de emoción.
—Quiero hacer esto, NamJoon. Ellos me robaron. Me robaron mi libertad. Se robaron a los otros animales del hogar adonde pertenecen. Algunos de ellos están muertos. Si esto puede hacerse sin peligro, me gustaría ayudarte a encerrarlos. Él le capturó mano y volvió la cabeza para que los labios hicieran contacto con sus dedos.
—Te quiero aquí —dijo con voz ronca—. Donde sé que estarás a salvo.
Ella acarició con los dedos ligeramente sobre sus labios y luego le ahuecó la mejilla en su mano. Encogió su cuerpo más cerca de él, acurrucándose en contra de su pecho.
—Pero estaré contigo, NamJoon. Y ese es el lugar donde me siento más segura. Contigo. Tú sabes lo que soy. No permitirás que nadie me haga daño. Confío en eso.
La resuelta creencia en su voz, le humilló.
—No voy a permitir que los otros se acerquen a ti, hyung —aseguro TaeHyung—. Me transmites por radio tu posición. Te diré por radio en cuanto entremos. Eso te dará tiempo de sobra para asegurarte de que Raina se encuentre en un lugar seguro.
El plan tenía sentido, y podría funcionar. La idea de que Raina estuviera en peligro lo enfermaba. Mientras los cazadores estuvieran allí, ella no estaría segura.
—Está bien. Hagámoslo. No me gusta, pero hagámoslo.
Miró a Raina y la besó con ternura, sin importarle que TaeHyung estuviera sentado a unos metros de distancia.
—Harás lo que digo. No te pondrás en peligro ni tomaras riesgos innecesarios. En todo caso, y me refiero a si algo me pasa o a si las cosas salen mal, deberás sacar tu culo de ahí.
Ella envolvió los brazos alrededor de su cuello y lo besó con fuerza.
—Nada te pasará. Me aseguraré de ello.
Ya sé, les mentí. Pero en mi defensa este capitulo ya lo tenia mas planeado que el anterior, solo acomode unos cuantos puntos y pulí otros. Ahora sí, nos vemos hasta el siguiente fin<3
Los quiere: Majito
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