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SATURNO

Otro año había pasado, el dolor de su corazón ya no era tan intenso, ahora podía convivir con él, inclusive ahora era un buen recuerdo, pero ese recuerdo fue el más bonito y doloroso, el momento en que la vida le demostró que no se puede tener todo.

Avanzando unos metros más encontró lo que tanto estaba buscando, allí entre tantas estaba, sencilla pero con un gran significado, limpiándola un poco y quitando las flores que se habían secado, dejó las más nuevas, un bello ramo de crisantemos blancos, el epitafio era sencillo pero significativo "Para la estrella fugaz más bonita, que ahora vive en nuestros corazones y en Saturno"

Sentado en el fresco pasto recién cortado, miraba directo al cielo, por su cabeza rondaban preguntas que quizás nunca fuesen respondidas, ¿Estás bien donde sea que estés?, ¿No estás solo?, ¿Sabes todo el amor que siento por ti?.


Entonces recordó todo lo bueno que le había pasado en la vida, así como el día que comenzó lo que por mucho tiempo, consideró una pesadilla.




......





La salud de Seokjin nunca había sido la mejor, había pasado tanto tiempo en el hospital, que fácilmente podría ser doctor, si, es cierto que no padecía nada grave, pero tener asma desde niño, había complicado su vida de muchas maneras, de la misma manera en que había salido beneficiado por ella, durante el instituto al no poder realizar ejercicios físicos demandantes, la hora de deportes era dedicada a prestar su ayuda  en cualquier cosa, desde limpiar toda clase de material ocupado, hacer recados entre maestros, y lo que más le gustaba, ayudar en la biblioteca.

Fue allí donde vio por primera vez vio a Kim Namjoon, un chico torpe, definitivamente con dos pies izquierdos, todo un cerebrito, pero con el más hermoso par de hoyuelos que pudiesen existir, el chico solía ir todas los días a la biblioteca y tomar el mismo libro, un día la curiosidad ganó a Jin y tomó el libro antes que el lindo joven con hoyuelos llegase, "Amor en cautiverio", el título era interesante, abriéndolo comenzó su lectura, estaba tan absorto en ella, que no notó cuando Namjoon llego a la biblioteca, una presencia frente a él hizo que alzara su vista, allí frente a él se encontraba el bonito moreno.

—Tienes mi libro—.  Fueron las primeras palabras del joven .

—No veo que diga tu nombre—. Contestó, mirándolo directamente—. Pertenece a la biblioteca.

—Pero yo lo estaba leyendo.

— ¿Y?, yo igual lo estoy leyendo ¿No ves?—. Rebatió con suficiencia.

—Déjame leer contigo—. Pidió.






Así comenzó una linda amistad, cada vez que Seokjin estaba en la biblioteca, Namjoon llegaba a hacerle compañía, el chico era interesante y muy inteligente, Jin podía escucharlo hablar durante horas sobre diferentes temas, compartieron cientos de almuerzos juntos, a pesar de que Jin era mayor por dos años, en su amistad no había diferencias, al salir del instituto ambos fueron hacia la misma universidad, ambos jóvenes estaban contentos,  Namjoon con su inteligencia había logrado saltar cursos y podían irse juntos, allí fue donde poco a poco, ambos jóvenes se enamoraron él uno del otro, comenzando una relación amorosa después de casi seis años de amistad, claro que su relación tuvo altos y bajos como cualquier pareja, sobre todo cuando a Namjoon después de terminar la carrera universitaria, le llegó la oferta de seguir estudiando, había pensado en rechazarla, debido a que lo que más deseaba ahora era empezar su vida junto a Jin, ya no como amigos, ni como novios, él deseaba pedirle matrimonio, pero tras demasiada insistencia de parte de Jin decidió aceptar la oferta, estudiaba lo más que podía para así terminar pronto y lograr su meta, así fue, ambos jóvenes se casaron el mismo día que Namjoon terminó sus estudios.

El inicio de su vida de casados fue algo complicado, pues con ella llegaron más responsabilidades, Namjoon estaba contento con su trabajo como profesor de filosofía en una pequeña universidad, Seokjin trabajaba como chef en un conocido restaurante, podrían decir que lo tenían todo, pero no era así.




Una mañana Jin había despertado sintiéndose muy mal, sentía que no tenía fuerzas y le estaba constando respirar, tenía mucho tiempo sin tener un ataque de asma, por lo que tuvo que presentarse al hospital, definitivamente se llevó una sorpresa, cuando el doctor después de unos cuantos análisis, le dio la noticia que le cambiaría la vida, sí, Jin estaba embarazado, el doctor lo había confirmado.

No habían hablado de formar una familia, pero Jin no cabía de felicidad, no había pensado en la posibilidad de ser padre, pero tampoco rechazaba la idea, solo bastaron dos minutos para amar al pequeño ser, que crecía dentro de él.

Los nervios lo tenían al borde, había organizado una cena, para sorprender a sus esposo y allí pode darle la noticia, miraba una y otra vez su reloj, comprobando que cada vez los minutos para que Namjoon regresara a casa eran menos.


—Jin, llegue ¿Donde estas?—. Escuchaba la voz de su marido, llamándolo, limpiando sus manos en la servilleta de cocina, salio de donde estaba.

—Llegas a tiempo, hoy cocine tu comida favorita—. Dijo sonriendo, mientras aceptaba gustoso el pequeño beso que Nam dejo en sus labios.

La cena transcurrió tranquila, hablaron de su día, de las cosas que tenían pensado hacer, de sus próximas vacaciones y de la familia de ambos.

—Estas nervioso Jin, te conozco, ¿Que tienes?—. Cuestiono.

—Yo, estaba preguntándome, sobre que pensarías  dejar  si dejáramos de ser solo tu y yo en esta casa—. Respondió tímidamente, desviando la mirada para no toparse con los ojos de Namjoon.

—Se mas claro Jinie—. Pidió el moreno.

—Estoy embarazado Nam—. Soltó sin más.

El silencio que se expandió en el lugar, fue ensordecedor, pero Jin no podía ver la sonrisa que poco a poco se formaba en la cara de su marido, ya que tenia la cabeza gacha viendo sus manos como si fuese lo más interesante que existiera en el mundo, el corazón se le partió cuando vio que Namjoon se levantaba de la mesa, las primeras lagrimas resbalaron por sus mejillas, unas manos en sus hombros lo hicieron ver hacia arriba, allí estaba Namjoon, dándole una de esas sonrisas cegadoras que dejaban ver esos hoyuelos que tanto amaba, Nam le tendió la mano para invitarlo a levantarse, cosa que Jin enseguida acepto, siendo recibido por los fuertes y cálidos brazos de su esposo.


— ¿Por qué lloras cariño?, ¿No estás feliz?—. Pregunto, separándose del abrazo y viendo sus hermosos ojos castaños, que se encontraban llenos de lágrimas.

— ¿No estás molesto?, se que no habíamos hablado sobre esto, tal vez es pronto y no estamos listos, pero no fue al propósito, yo lo ju... —. La mano del moreno había tapado su boca para que dejase de hablar.

— ¿Porque estaría molesto?, mi deseo siempre ha sido construir una familia contigo—. Dejando un casto beso en su frente, lo volvió a envolver entre sus brazos.

—Gracias Nam, vas a ver que seremos una hermosa familia, no sabes cuánto te amo—. Confeso, mientras una bella sonrisa se formaba en su rostro. 

—Te amo Jin.








Las semanas pasaron rápido y con eso también un par de meses, el bulto en el vientre de Seokjin, apenas era visible, estaban felices, añoraban la llegada de su bebé, Jin se cansaba muy a menudo, había reducido sus horas de trabajo, para así poder descansar y sentirse bien, lo pensaba demasiado, porque él asma que padecía era algo que le jugaba en contra, pero mantenía la fe en que todo iría bien, siempre y cuando siguiera las instrucciones del médico al pie de la letra.

Así llegó el tan esperado cuarto mes, por fin la pareja podría saber el sexo de su bebé, lo ansiaban tanto y estaban a nada de saberlo, esa mañana ambos despertaron más felices de lo normal, hicieron su rutina de todos lo días, con la diferencia de que ninguno de los dos saldría de casa para ir a su trabajo, irían directo a la clínica.





—Señores Kim, es un varón—. Esas fueron las palabras del doctor.

La pareja no podía estar más alegre, no evitaron derramar lagrimas de felicidad, muy pronto podrían sostener en sus brazos a su pequeño niño, con el conocimiento de que el futuro bebé sería un hermoso varón, se dieron a la tarea de buscar un nombre, resultando elegido Kim Dae-hyun.






El día que la pesadilla de Seokjin empezó, era completamente normal, acaba de cumplir las veinte semanas, esa mañana se encontraba solo en su hogar,  Namjoon tenía que impartir clases a primera hora, él tenía el día libre, por lo que decidido a sacarle provecho al máximo, ignoró la alarma y se concentró en seguir durmiendo, un ligero dolor en su vientre lo despertó, removiéndose incómodamente en su cama, tomó respiraciones profundas, la preocupación empezaba a recorrer cada célula de su cuerpo, la leve molestia poco a poco fue disminuyendo, haciendo que él se sumiera en un profundo sueño, sueño que no duro mucho, porque un intenso dolor en su vientre lo despertó de nuevo, sus respiraciones eras rápidas por el dolor, el pecho le dolía,  sentía que pronto tendría un ataque de asma, lo peor llego cuando sintió un líquido caliente escurrir entre sus piernas, no quería alzar las mantas y mirar hacia abajo, porque sabía lo que encontraría, en medio de su desesperación, tomó el teléfono y llamó al primer número que se le ocurrió, no fue a Namjoon, a esa hora él debía estar aún dado clases, por lo que la opción más segura era su hermano Taehyung.

—T-Tae—. Dijo con voz temblorosa y presa del pánico—. Po-porfavor, ven a buscarme, creo que algo malo le pasa al bebé.

— ¿Jin? ¿Qué pasa?—. Cuestionó Taehyung del otro lado de la línea—. Me estás asustando.

—Me du-duele, creo qué hay sangre, ven por favor—. Su voz sonaba rota por el llanto, el terror impregnado en ellas, era evidente—. Apresúrate.

—Estoy saliendo Jin, no tardo en llegar, por favor no te muevas.











Inconscientemente sabia donde estaba, ese era el motivo por el que se negaba a abrir sus ojos, deseando que el sonido de aquellas maquinas fueran un sueño, uno muy malo, pero a cada minuto que pasaba, todo se hacía aun mas real, aun con los ojo cerrados llevo una de sus manos a su vientre, pero el pequeño bulto que lo había acompañado los últimos meses, ya no estaba, el lo sabía, lo supo desde el momento en que vio la sangre, el dolor que sentía en ese momento, no se compraba a ningún otro, lloraba en silencio, un llanto desde lo más profundo de su alma, negándose a la idea, no podía ser, debía ser un error, un sueño, preguntándose en silencio ¿Porque yo?, ¿En que falle?, ¿Que hice mal?, pensando que no había sido suficiente, que algo tan simple como cuidar de su bebe no pudo, sintiendo el odio hacia el mismo apoderarse de cada fibra de su cuerpo y alma, el desprecio por ser tan débil, deseando haberse ido de la misma manera, porque no había manera de continuar ahora, no si había perdido el corazón.


Escuchaba los pasos acercarse al lugar donde estaba, sabia de quien se trataba, el olor del perfume le indicaba que era Namjoon, pero seguía sin querer abrir los ojos, ¿Como lo miraría a la cara?, ¿Estaría enojado?, ¿Cómo explicaría que fue su culpa?, ¿Namjoon sería capaz de perdonarlo?


—Jinie, se que estas despierto, por favor mírame—. Podía sentir el calor de la mano ajena, tomando la suya, escuchaba lo apagada que estaba la voz de Namjoon—.  Abre tus ojos y mírame.

Negó con su cabeza, no podía hacerlo, no quería ver la decepción en la cara de su esposo.

—Por favor Jin, te necesito, háblame, te lo suplico.

— ¿Que quieres que te diga Namjoon?—. Se atrevió a hablar por primera vez, abriendo sus ojos, pero aun sin mirarlo a la cara.

—¿Como estas?, ¿Que paso?, Yo, yo no entiendo, en la mañana todo estaba bien y Tae me hablo desesperado, me dijo que estabas en el hospital, Jinie, lo sie-siento tanto—. Susurro, con el dolor llenando su voz y lagrimas rebeldes escapando de sus ojos.

—Preguntarme como estoy, creo que es lo más estúpido que puedes hacer—. El filo se sus palabras era claro, pero se encontraba tan herido que no media lo que salía de su boca—. Acaba de perder a mi hijo ¿Cómo crees que estoy?, ¿Acaso feliz?

—No Jin, no me malentiendas, es que no lo entiendo, ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal? También era mío.

—Entonces estás diciendo que es mi culpa—. Espeto con molestia—. ¿Tú crees que yo quería esto?, ¿Que a caso no me conoces?

—Estas mal interpretando todo Jin, no te estoy echando la culpa—. Dijo, mientras tomaba  las manos de su esposo—. Solo digo que , si te sentías mal me lo debiste haber dicho.

— ¡No lo sabía Namjoon! ¡¿Crees que si lo hubiese sabido no hubiese hecho nada?!—. Seokjin gritaba, mientras lloraba, ya no era un llanto silencioso, era fuerte y desgarrador—. ¡Era mi bebe, hubiese hecho lo que sea!

— ¡Entonces desde el primer momento debiste de haber venido al hospital!, ¡Debiste de haberme llamado a mí!—. Grito en respuesta el moreno.

— ¡Lárgate de aquí Namjoon!, no te quiero ver, vete—. El moreno estaba clavado en su lugar, no se movía— ¡Lárgate!



Dando media vuelta Namjoon abandono la habitación, no quería alterar más a su joven esposo, reconoció que sus palabras tal vez no fueron las correctas, pero necesitaba respuestas, y nadie se lo daba, el también estaba herido,  los doctores decían que fue espontaneo, que nada se podría haber hecho contra eso, nada pudo haberlo evitado, pero tampoco sacaba de su cabeza el hecho de que, sin tan solo esa mañana se hubiese quedado en casa, tal vez las cosas no hubiesen sucedido de esa manera, podría haber protegido a su familia, su pequeño bebe pudiese podido estar a salvo.








Habían pasado algunos días, realmente Jin no sabría decir cuántos, a su alrededor todo sucedía en cámara lenta, Taehyung no se había apartado de su lado, dándole apoyo, sabía que Namjoon había estado afuera de la habitación, sin moverse ni ir a su hogar, pero seguía negándose a verlo, estaba sumamente avergonzado de haberlo tratado tan mal, también recordaba a Jimin entrando a la habitación,  igualmente se había portado grosero con el, verlo solo le hacía recordar lo que él había perdido, sus mellizos de apenas seis meses, eran el contante recuerdo de lo que nunca podría recuperar, ni experimentar.

Los doctores habían hablado con él una y otra vez explicándole que la situación no pudo haberse evitado, pero la mayoría de las veces había terminado alterado, y los doctores se habían visto en la necesidad de inyectarlo para que se calmara, no comía, no dormía, no hablaba, ya no encontraba el sentido de estar viviendo, simplemente quería cerrar los ojos y nunca abrirlos de nuevo.











Después de una semana más en el hospital, por fin se le permitió regresar a casa, siendo esta la primera vez que tuviera que estar solo en compañía de Namjoon, aún no se sentía listo para verlo, pero sabía que tenía que enfrentarlo en algún punto.

—Te traje el almuerzo Jin—. Esa voz, era su Namjoon, solo escucharla hacia que los ojos se le llenasen de lágrimas, como podría verlo, como hacerle saber a Namjoon que él no deseó nada de lo que sucedió, como explicarle que algo fallaba en él y su cuerpo era débil—. Quisiera verte comer aunque sea un poco, me han dicho que no lo estabas haciendo, te suplico que comas aunque sea un poco.

Jin aceptó la comida que Namjoon le ofrecía, comió lentamente y en silencio, pequeños bocados, sentía la pesada mirada de Namjoon, pero no se atrevía a mirarlo, por lo que a duras penas se obligó a comer el contenido del plato, trancando de alargar el momento en el que
tuviera que enfrentarse a su esposo.

—Qué bueno que comiste Jin, me estaba preocupando, Taehyung igual está muy preocupado—. Expresó el moreno, regalándole una pequeña sonrisa—. Se que es tonto preguntar, pero, ¿Como estas?

—Cre-creo que bien—. Contestó, no pudiendo evitar que una cuantas lágrimas escapen de sus ojos, ¿Porque Namjoon no le estaba reclamando?, esa pregunta rondaba en su cabeza, pero no obtenía respuestas.

Necesitaba a su esposo, necesitaba de los brazos que lo habían consolado miles de veces en el pasado, aquellos que lo habían protegido a través de los años, por lo que estirando sus brazos, en el lenguaje que solo ellos conocían, pidió silenciosamente un abrazo, cosa que Namjoon comprendió a la primera, y se acercó rápidamente a la cama.

En los brazos de Namjoon, por fin después de muchos días, se sintió protegido y a salvo, recordando que ese hombre era su hogar, que podía contar con él, que prometieron amarse tanto en las buenas como en las malas, que él no era el único que perdió un hijo.

—Lo siento tanto Jin—. Le dijo entre lágrimas—. Yo no te quería dejar solo, pero tenía tanto miedo de lastimarte y no decirte lo correcto, porque igual a mi me duele cariño, era nuestro Dae, y ya no está mas.

—Fue mi culpa Nam—. Contesto con voz rota—. Yo, yo lo mate,  debí poder protegerlo, pero no fui suficiente.

—Seokjin, jamás, esto nunca será tu culpa, ¿Lo has escuchado cariño?—. Con ambos pulgares limpiaba las lagrimas que resbalaban por las mejillas de su esposo—. No sé cómo, ni cuando, pero te prometo que saldremos de esta, te amare siempre, sin importar que, me quedare a tu lado, porque si tu caes yo caigo contigo, pero nos levantamos juntos.





En la cara de Jin, se pinto una pequeña sonrisa, casi imperceptible, claro que estaba triste, su llanto silencioso lo decía, pero las palabras de ese hombre, que estaba tratando de ser fuerte y amar por los dos, le recordaron que su corazón podía sanar en algún momento, que tenia alguien porque luchar,  por fin sintió un poco de calor en el frió invierno que estaba pasando su corazón.





Hicieron una pequeña ceremonia simbólica en nombre de Kim Dae-hyun, porque a pesar de lo que muchos pensaran Kim Namjoon y Kim Seokjin, habían sido padres,  siempre lo serian, la ceremonia no fue grande, solo familia directa y amigos cercanos, tal vez se recordaba el paso de una estrella fugaz por sus vidas, pero se estaba recordando el amor que le tuvieron, a pesar de no poder sostenerlo en brazos, a pesar de que no sabrían a quien se parecería, de que no verían sus primeros pasos ni sus primeras palabras.

Vistieron de blanco y las flores fueron de color amarillo, purpura, rojas, azules y rosadas, se dijeron hermosas palabras, no fue algo largo, fue sencillo, ambos hombres se tomaron de las manos fuertemente, lloraron en los brazos del otro, aceptaron abrazos de todos y palabras de apoyo, fue doloroso, pero al mismo tiempo reconfortante, sabían que tenían que dejar ir, ese sería el primer paso.





Llego el turno de guardar las cosas que habían comprado para su llegada, poco a poco, Seokjin metió las pequeñas ropitas en cajas, avanzaba por el cuarto lentamente, dando una última mirada, tomo los peluches que habían comprado y guardo el pequeño par de zapatitos que Namjoon con tanta ilusión compro para su pequeño, todo esto con pequeñas lagrimas resbalando por sus mejillas, porque dolía y no sabía si en algún momento lo dejaría de hacer.

— ¿Necesitas ayuda?—. La voz a sus espaldas hizo que mirara hacia atrás, encontrándose con los ojos de Namjoon, había perdido un par de kilos, y en su cara se notaban las ojeras, no estaban pasando buenos tiempos, pero el uno al otro se empujaban para poder seguir.

—Entra Nam, ¿Puedes ayudarme con esto?—. Mencionó señalando una caja en el piso, esta caja venía llena de algunos biberones y pequeños juguetes, además de una manta que Jin con tanto esmero se esforzó a bordar con el nombre de su pequeño.

Para Nam fue inevitable no avanzar unos cuantos pasos mas y abrazar el frágil cuerpo de su esposo, paso sus brazos por la cintura de Seokjin, posicionando su cabeza en uno de los hombros de este.

—Kim Dae-hyun, siempre vivirá aquí—. Le dijo apoyando su mano en el pecho de su esposo.

Jin sonrió automáticamente, aun con lágrimas en los ojos, pero lo hizo, había pasado algunos meses sin hacerlo y sabía que era algo bueno hacerlo y no sentir tanta culpa.






Nada había sido fácil, a pesar de que el tiempo pasara, la herida ardía como si fuese reciente,  había personas bien intencionadas que le decían que podía intentarlo de nuevo, pero esas palabras dolían mas, porque él no estaba intentado remplazar a nadie, solía molestarse con todos rápidamente y decir cosas hirientes, el insomnio se había hecho presente, y sabia que en algún momento necesitaría ayuda extra para seguir avanzando.

—Cariño ¿Podemos hablar?—. Pregunto Namjoon, a lo que el solo asintió—. Creo que es hora de que busquemos ayuda para ambos, te amo y quiero lo mejor para ti, hemos avanzado, pero necesitamos ayuda, no podemos solos, esta es una herida profunda, tú me vez como tú ancla y lo soy, al igual que tú eres la mía, pero también tenemos que poder solos.

—Lo sé Nam, pero es muy difícil—. Un leve sollozo escapó de sus labios—. Hay días que duele mas que otros, donde siento que nunca podre, se ha vuelto un circulo vicioso, creo que jamas podre ser yo mismo de nuevo.

—Yo se que tú tienes la fuerza necesaria dentro de ti para sobrevivir, al igual que yo, tú no me necesitas para hacerlo—. Se detuvo mientras tomaba aliento y cerraba sus ojos para contener sus lágrimas.

—Lo haremos Nam, por ti, por mi y por nuestra pequeña estrella—. Contestó.






No fue fácil, muchos miedos salieron a relucir, vinieron muchas más lágrimas, pero se aprendieron cosas importantes, como el hecho de que la vida es un regalo que en algún momento se devuelve, algunos más pronto que otros, que el amor jamás muere, que puede estar en nuestra tristeza, pero que esa tristeza la podrían transformar en algo más, como un bello recuerdo, de los momentos más difíciles, pero también de momentos que estuvieron llenos de amor y felicidad, en algún momento podrían recordar esos momentos de una manera menos dolorosa, que debían dejar que el tiempo haga su trabajo y que era completamente normal tener días malos, pero al día siguiente podrían levantarse y seguir el camino, sin tener que mirar atrás y arrepentirse, que era bueno expresar sus pensamientos y sentir en vez de guardarlos, y que cada lucha ganada era un paso más hacia la recuperación.




......





Escucho como las hojas secas se rompían bajo los pasos de alguien, al mirar hacia atrás halló al hombre que más admiraba, los años se empezaban a notar pero el amor que sentía hacia él no había cambiado.


—Papa Nam, ¿Por qué no me esperaste?—. Allí estaba el segundo regalo que le dio la vida, con doce años Soobin, era intrépido y muy inteligente, la mezcla perfecta de Namjoon y Seokjin.

Llegó algunos años después, fue inevitable no sentir miedo, no fue un embarazo tranquilo, pasaron muchas horas en el hospital, con preocupaciones y miedos que regresaron, pero con apoyo profesional, amor incondicional de amigos y familiares,  el inmenso amor que se tenían, una fría mañana de diciembre, en específico el día cinco del mes, llego Kim Soobin a sus vidas, el miedo de sentirlo como un remplazo, se esfumo, con los años y la terapia, aprendieron que nunca podría ser de esa manera, la crianza no fue fácil, pero lo que siempre le dijeron a Soobin, era que, su hermano mayor lo estaría cuidando, que la estrella más brillante que viera en el cielo, ese era el iluminando su camino, que nunca se olvidara de él, tal vez eso estaba mal a la vista de algunos, pero para ellos era una manera de no dejar morir su amor.

—Tardaron en llegar—. Dijo Seokjin, mientras con la palma de su mano les indicaban que tomen asiento a su lado.

—Fue culpa de papa Nam, estaba discutiendo con tío Jungkook, le dijo que no debería comprarle tantos bombones con chocolate a tío Taehyung—. Acusó el menor—. Papá dice que su bebé saldrá con cara de bombón si se los sigue dando, pero tío Yoongi dice que es mentira, si no, Yeonjun y Jihoon, hubiesen salido con cara de limón agrio.

Seokjin no hizo más que reírse, amaba a su familia, un cómodo silencio se instaló en ellos, los tres disfrutaban del momento, contando anécdotas e historias que se llevaba el viento, sintiéndose completos y en paz.


—Papi Jin, ¿Podemos poner más flores de este lado?—. Cuestionó Soobin, mientras señalaba un espacio vacío en aquella piedra tallada—. Que sean amarillas y naranjas, así será cálido.

—Claro Soo, puedes traerlas con papá Nam la próxima semana.

—Papá Nam, cuéntame la historia de Saturno de nuevo, quiero escucharla, y que Dae-hyun también la escuche.

Namjoon sonrió, mirando a Jin, quien también sonreía, se sentía en paz, allí con su familia, sabía que todo lo que habían pasado a pesar de ser doloroso, pudieron superarlo y seguir adelante, porque perder algo que  se ama nunca será fácil, pero se puede avanzar con trabajo y esfuerzo, resbalándote en el camino, sintiendo que no puedes más, pero saliendo vencedor al final.

—Te la he contado mil veces—. Contestó Namjoon—. Pero lo haré de nuevo—. Tomando un profundo suspiro continuo—. "Dicen que el cosmos está formado por siete esferas planetarias, siendo la más baja la Luna, la cual marca el ingreso de un alma al mundo material, y la más alta la de Saturno, la cual marca el regreso de un alma al mundo espiritual...."








Fin

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