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—Saturno es muy lindo, ¿no te parece? —aquella voz a su espalda la hizo saltar, con el corazón acelerado a mil por hora—. ¿Sabías que allí llueven diamantes? Lástima que es un gigante gaseoso que el hombre nunca podrá visitar, porque debería ser muy bonito e interesante tener un anillo con los diamantes de Saturno, ¿no crees? —continuó, mientras miraba aquella maqueta colgante de Saturno, con sus anillos y unas cuantas lunas a su alrededor, era tan grande que ocupaba una gran parte del techo y se podía recorrer por toda la habitación.
—Maldita nerd, este lugar está cerrado —dijo Jennie en tono brusco, llevaba limpiando allí poco más de una hora de las doscientas que tenía que cumplir, y desde hacía cuarenta minutos las luces se prendían y apagaban, escuchaba pasos y ruidos extraños que le hicieron rezar todas las oraciones que creía haber olvidado de pequeña, todo para resultar en aquella sabelotodo con corte de niña que se notaba que no tenía nada mejor que hacer un viernes a las diez de la noche que pasearse por un aburrido planetario—. ¿Cómo mierda entraste? Llamaré a seguridad.
—Oh, ¿quieres el número de Sooyoung? —ofreció aquella niña bonita de ojitos enormes.
—¿Quién?
—La mujer de seguridad, es mi amiga, se llama
Ha Sooyoung. ¿Eres nueva? —preguntó, ladeando su cabeza—. Soy Lali-
—Me importa un bledo, tienes que irte de aquí, está cerrado, tu amiga no debería dejarte pasar en primer lugar —la interrumpió.
—¿Cómo te llamas? —la otra parecía ignorar completamente su tono de voz amenazante.
—Kete.
—¿Kete?
—Qué te importa.
La chica nerd soltó una carcajada sincera, Jennie le miraba con el ceño fruncido.
—Eres graciosa —dijo, con una sonrisa que era muy hermosa.
—Jennie Kim —se presentó finalmente, en voz baja.
—Oh, qué lindo nombre, yo soy Lisa —hizo una reverencia—, soy una de las guías del planetario.
—¡¿Trabajas aquí?! ¿Por qué no me dijiste eso desde un principio? —ahora sentía vergüenza de echarla—. El lugar está cerrado igual. ¿Porqué estabas dando vueltas? ¿Para asustarme o qué?
—Oh, no quería asustarte, lo siento —Lisa le puso ojitos de perrito, a la mayor le molestaba que tuviera ojos tan bonitos—. Es que a la noche me gusta recorrer el planetario así me aprendo mejor todo el lugar para el día siguiente. A demás está muestra de Saturno es nueva entonces tengo que conocerla a la perfección para hacer la guía perfectamente.
Jennie frunció el ceño.
—¿Haces eso todas las noches? —preguntó.
—Bueno, no todas, a veces mamá me invita a cenar a un lugar especial y no me puedo quedar aquí hasta tan tarde, y los domingos el Planetario no abre, pero diría que unas cinco veces a la semana sí.
Jennie frunció aún más el ceño e hizo una mueca, aquella chica era bastante rara para su gusto, y decidió ir a limpiar a otra sala, escuchó a la joven despedirse con emoción pero ella ni siquiera se molestó en contestar.
Los días seguían pasando y pasando, ella iba a limpiar casi todas las noches, hacia mínimo tres o cuatro horas de servicio, así en alrededor de dos meses estaría libre de sus cargos.
Le parecía estúpido tanto tiempo solo por hacer unos graffitis, más estúpido era el hecho de que solo ella había sido atrapada mientras que sus demás amigas y compañeras de crímenes, Jisoo y Rosé, alias Las BlackPink, no habían tenido cargos.
A veces creía que lo hacían a propósito, pero eran sus mejores amigas, estaba más que segura que ella había corrido un poco más lento, o quizás no había cubierto bien su rostro de las cámaras cercanas.
De todas formas igual no importa ya, porque ya estaba teniendo su castigo.
Lisa estaba en el Planetario todos los días, si llegaba lo suficientemente temprano, cerca de las ocho de la noche, cuando el último turno de guías ocurría, podía encontrarla hablando de forma emocionada con un par de turistas curiosos.
Hablaba de cada planeta del sistema solar, dando datos de su densidad, su distancia al sol, cuántas veces da vueltas al sol para completar un año, y cualquier dato que considerará interesante. Luego seguía su charla hablando de nuestra galaxia, de la Vía Láctea.
—¿Sabían que tiene su nombre gracias a los Griegos? Ellos veían la estela de la Vía Láctea con tanta claridad que los envidio muchísimo, dicen que es tan blanca y brillante que pensaban que los Dioses habían derramando leche, luego de una temporada muy próspera, de allí su nombre —decía, siempre con las mismas palabras y la misma sonrisa encantadora—. Ellos no sabían que estábamos en esta galaxia, que es bastante pequeña para los estándares del universo, miren esta foto es comparada a Andrómeda, nuestra galaxia vecina —mostraba las imágenes con la facilidad de una presentadora de noticias, las fotos de las galaxias eran muy hermosas y coloridas—. Andrómeda es una galaxia más grande que la nuestra, ¿no se ponen a pensar en la cantidad de planetas tan especiales que podría haber allí? Es muy interesante —aquellos tres turistas asintieron, encantados con la emoción de Lisa para explicar—. Andrómeda es una galaxia muy linda también, y se acerca a nuestra galaxia cada vez más, ya que sus masas de gravedad son muy fuertes y se atraen entre ellas, hasta que bueno, colisionen en algún momento y la vida sea destruida por un sobre calentamiento de la galaxia entera y todos mueran.
Los turistas borraron su sonrisa casi al instante y pusieron una expresión de confusión.
—Oh, no se preocupen, el calentamiento global nos matará primero —dijo, con aquella sonrisa imborrable, Jennie rió a la distancia—. En fin, ¿sabían que la Vía Láctea es una galaxia espiral barrada porque la conforma un centro en forma de barra y dos brazos que giran a su alrededor? Eso es porque es una galaxia grande pero no tanto, Andrómeda es más grande y por ello es una Galaxia espiral, que tiene forma a cuando sacas el tapón de la bañera —giró su dedo en círculos, los turistas estaban sin palabras.
Para Jennie, Lisa hablaba mucho, demasiado, y eso le disgustaba, pero su voz era muy bonita, era suave pero algo rasposa, y contaba todo con tanta emoción que era imposible no escucharla.
—Hola, Jennie —Lisa la saludaba todos los días, ese día no era la excepción—, están por abrir una sala especial para Plutón, ¿quieres verla conmigo?
—Hola Lisa... No, gracias, no me interesa esas cosas —dijo, mientras recojia el montón de polvo en su pala y lo metía dentro de la bolsa de basura que arrastraba.
—¿Cómo no te gustan las cosas del universo? —sonaba indignada—. ¿No te detienes a ver las estrellas? ¿Es que no puedes mirar al cielo de noche y pensar qué es todo eso y qué hay?
—No —respondió simplemente, mirándola a los ojos—. Son solo puntitos brillantes. ¿Qué más dá?
Lisa estaba boquiabierta, parpadeó y tartamudeo, intentando entenderla, sin lograrlo.
—Pero- ¿En serio?
—En serio, Lisa.
La vió hacer un puchero y fruncir el ceño, finalmente suspiró, rendida ante la ternura que crecía en su pecho.
—A ver, muéstrame la sala de Plutón —dijo, haciendo que la rubia sonriera enormemente, tomó su mano sin vergüenza y la llevó casi corriendo hacia la sala de Plutón, atravesando otras cuantas salas de otros planetas, las miles de exhibiciones de estrellas, galaxias, planetas, asteroides y toda cosa que estuviera en el espacio pasaron frente a sus ojos.
Si era algo impresionante.
Entraron a una sala que estaba a oscuras, Lisa cerró la puerta detrás de ellas pero podía guiarse perfectamente, encendiendo unos reflectores escondidos detrás de un telón, dejando ver al planeta colgante sobre sus cabezas, acompañado de una luna.
—Plutón ya no se considera un planeta, le dicen un planeta enano, en realidad su nombre ahora es un número, es el número 134340, pero suena muy feo. ¿Nunca pensaste en como se sentiría Plutón al respecto? Está solito junto con su única Luna, tan lejos del sol que no tiene nada de calor, y su órbita lo aleja de los demás planetas, es tan pequeño —vió sus grandes ojitos mirar la maqueta gigante del pequeño planeta—. Debe sentirse sólo, tan lejos y diferente a los demás —su tono de voz era más decaído de lo normal—. Pero mira, tiene un corazón aún —sonrió, señalando un punto de la maqueta, Jennie la
rodeó levemente para ver a qué se refería, pintado sobre la superficie se notaba la forma de un corazón—. Es muy bonito igual, ¿no?
—¿Plutón tiene un corazón? ¿De verdad?
—¡Sí es de verdad! Es muy lindo —Lisa fue casi corriendo a su lado para verlo, con una sonrisa amplia—. Mira, su Luna se llama Caronte, viene de Grecia porque era el barquero que llevaba las almas al Inframundo, y está hecha de hielo.
—Oh.
—Per en realidad Plutón es pequeño pero tiene cinco satélites que lo orbitan, incluyendo a Caronte, en realidad es impresionante que para su tamaño tenga tantos, la Tierra solo tiene uno, que es la Luna. ¿Sabes que la Tierra ha tenido muchos satélites temporales? Pero son atraídos por el cinturón de asteroides y también por la gravedad de Júpiter así que no duran mucho tiempo.
—¿Ah?
—Pero desde el 2016 hay un semi-satélite que ha sido el más estable hasta ahora, pero está muy lejos y es pequeño así que no se vé, quizás se acerque en algún futuro. ¿No crees que sería lindo un cielo con dos lunas?
—Eh... Sí.
Jennie no había entendido ni la mitad de las cosas que había dicho Lisa, a demás de que la menor hablaba muy rápido, era demasiada información para su cerebro, que lo único que sabía era como dar unos buenos golpes y como pintar un grafitti en tres minutos.
—Eres rara, Lisa —dijo sin intención de ofender, la menor parecía que estaba acostumbrada a aquellas palabras, porque su sonrisa flaqueó un momento.
—Bueno... Para mí soy normal —dijo—. Tú si eres rara.
—¿Yo?
—Sí. ¿Quien viene a limpiar este lugar todas las noches? Eso sí es de raros.
Jennie soltó una carcajada, porque a ella le parecía raro que Lisa se quedara hasta tarde para ver lo mismo una y otra vez.
—Estoy cumpliendo mi servicio comunitario, Lisa, tengo que limpiar este lugar por doscientas horas —dijo.
—Wow, pero eso te lastaimaria mucho tus manos... Y las horas de sueño, eso es mucho.
—No son doscientas horas seguidas, Lisa.
—Oh —dijo con simpleza—. ¿Por qué?
—Porque la policía me atrapó haciendo graffitis en una zona que no se podía —se encogió de hombros—. Algo estúpido.
—¿Me enseñas? —preguntó, en sus ojitos había un brillo emocionado.
—¿A hacer grafitti? —le preguntó, a lo que esta asintió—. Lo haría pero... Me metería en problemas de nuevo, y la policía no puede encontrarme otra vez, porque seguro me meten en la cárcel por unos meses.
—Claro... Eres una chica mala —dijo Lisa y Jennie rió con fuerza por aquella expresión.
—No, hacer graffiti no es malo, no hace daño a nadie —se encogió de hombros—. Pero qué más dá, te enseño, cuando quieras.
—Bien, yo te enseño a qué te guste el universo y tú me enseñas a hacer graffiti —Lisa extendió su mano hacia ella.
—Pero a mí no me interesa aprender del universo, Lisa, no tienes que-
—¿Ves? Eso vas a aprender, necesitas aprender del universo para quererlo, va a gustarte, te lo prometo.
Jennie sonrió con sus labios juntos, vió la mano de la menor extendida hacia ella, y la tomó en la suya, estrechandola, cerrando el trato de una vez, pasaron las semanas hasta que finalmente, luego de esperar a las once de la noche para salir y que las calles estuvieran vacías, Lisa tendría su primera experiencia con el vandalismo inofensivo.
—Esto se sacude un poco así —agitó el bote de pintura en aerosol—. Después aprietas aquí y pinta, no mucho más, si te acercas a la pared la línea es más fina y sólida y si te alejas se difumina más... Yo pinto con el bote de costado entonces queda una línea sólida de un lado y se abre más del otro, pero hace que la letra tenga distintos grosores —explicó, mientras escribía "BP" sobre aquella pared de una casa abandonada.
Jennie tenía su cabello oscuro cubierto con su capucha, en cambio Lisa estaba igual que siempre, con un vestido blanco, algo largo y sutil, mismo atuendo que usaba en el Planetario, Jennie le había dicho que no estaba vestida para la ocasión y le había dado su campera, que era enorme, y que también tenía capucha, tapando su rostro en parte.
—¿Qué significa eso? —preguntó, señalando las tres letras que había escrito.
—Son las iniciales de mi... Grupo —dijo, ya que no sabía si Lisa entendería la relación que tenía con su grupo de amigas, eran como hermanas, solo que se dedicaban más a hacer cosas malas que buenas, pero se apoyaban en todo, era una de las pandillas de las tantas en las ciudad—. Puedes hacer cualquier cosa, pero si tiene un valor significativo... Es más lindo, porque le da un sentido al graffiti.
—Oh, creí que solo escribían palabras raras en letras que no se entienden —dijo, tomando el bote de pintura color violeta, haciendo reír a Jennie.
La rubia lo pensó un momento, hasta que finalmente su rostro de iluminó, cuando Kim vió que podía controlar bien la pintura en spray se alejó un poco para contestar unos mensajes.
Eran de Jisoo, una de sus mejores amigas, y parte de su pandilla.
«¿Dónde estás Kim? Hace semanas que no te vemos, ¿sigues viva?»
«Estaba ocupada con el servicio, algunas tienen que obedecer a la ley aquí, Soo»
«No puedes estar enojada por ello todavía, Jen»
«No lo estoy, mira», sacó una foto de Lisa, que estaba muy concentrada en su graffiti.
«Cuando vuelva se las presentaré, le estoy enseñando las cosas del equipo»
—¡Mira Jennie, terminé! —Lisa le colocó la tapa a la lata de pintura en spray, para admirar su obra con una sonrisa.
Jennie soltó una sonora carcajada, Lisa había dibujado un planeta con unos aros a su alrededor.
—¿Enserio?
—¡Es Saturno! Mi planeta favorito, dijiste que tenía que ser significativo. ¿Qué más significativo que el único planeta de nuestro sistema con aros visibles para nuestra simple vista?
Jennie intentaba contener su risa, qué podia esperar de esa chica.
—Está lindo-
Unas luces azules a lo lejos la distrajeron, viendo el coche de policía aún a unas cuadras.
—¡Corre! —tomó su mano para comenzar a correr lejos, a las pocas cuadras y con las sirenas sonando a sus espaldas, las risas las abordaron a las dos, mientras escapaban de la patrulla a todo lo que sus piernas daban—. ¡Por aquí! —solo de golpe sobre un callejón, escondió a Lisa primero detrás de un contenedor de basura, y ella se apretujo a su lado para que las luces no la alcanzaran, quedándose tan quietas de golpe, mientras cubrían sus bocas por sus respiraciones agitadas.
Las luces azules pasaron detrás de ellas, la patrulla seguía su camino y la sirena debía de despertar a los vecinos a su paso, pero pasó, sin verlas.
—Dejaste la pintura.
—Déjala, se puede comprar más, eran latas viejas —dijo Jennie, suspirando para retomar el aire—. Si volvemos quizás nos atrapen, no hay que encariñarse con esas cosas...
Se levantó con esfuerzo, una vez que la calle estuvo libre, extendió su mano hacia Lisa, quien la tomó para levantarse.
—Hay que irnos de aquí —habló la mayor—. En este barrio hay unos cuantos imbéciles.
—Oh. ¿Otros chicos malos?
—Si, Lisa —asintió—. Sí me ven me golpearía, mínimo.
—¿Por qué harían eso? Eso es muy malo —dijo con un puchero en sus labios.
—Bueno... Hemos tenidos disputas tontas pero, estos chicos son muy celosos y violentos, solo quieren molestar porque son muchos en su grupo, tantos que ni siquiera se llevan bien entre ellos —intentó explicarse Jennie—. Y Las BlackPink no somos de andar por el mundo dando golpizas pero hemos tenido que defendernos, así que tenemos algo así como una rivalidad.
—Oh, entiendo. A veces los otros guías me pelean también porque siempre me llevo a los visitantes antes que ellos.
Jennie volvió a reír, podía reír de tanto con Lisa, tenía una forma tan inocente y particular de ser que le daba ternura, y ganas de reír por esa rareza interesante e inofensiva que cargaba.
Cómo Jennie le había enseñado a hacer graffiti, al otro día Lisa estaba dispuesta a enseñarle a amar el universo.
La llevó hasta la parte exterior del Planetario, en el jardín habían instalado un domo, como una carpa gigante con forma de semicírculo, que tenía dos puertas para entrar y estaba completamente oscuro dentro.
—Espera, espera aquí —dijo Lisa dejándola en medio de aquel lugar frío y oscuro, al pasar los minutos tuvo algo de miedo.
—¿Lisa? ¿Estás por ahí?
De pronto la luz del lugar se iluminó de un color violeta y azul muy fuerte, parpadeó varias veces hasta que sus ojos se acostumbraron, cuando finalmente pudo ver, se quedó sin palabras.
Parecía que estaba en medio del espacio, rodeada de estrellas que alumbraban en pequeños puntitos, que todos juntos daban una imagen que le quitaba el aliento, incluso aquel brazo de la Vía Láctea, dónde las estrellas brillaban más por el conjunto de estás, o eso le había dicho Lisa, parecos que flotaba entre las constelaciones, o que estaba en el centro de la galaxia.
—Es muy bonita, ¿no? —escuchó la suave voz de la menor a su espalda, Lisa estaba admirando todo lo que la rodeaba también—. Es un Planetario móvil, pero es impresionante, te rodea trescientos sesenta grados... Es-
—Muy hermoso —completó Jennie.
Lisa se giró hacia ella con una sonrisa amplia, soltó una carcajada pura y fue hacia ella para abrazarla con emoción.
—¡Lo sabía, lo sabía! —giró en sus brazos y Jennie acompañó el movimiento—. ¡Sabía que te gustaría! Te lo dije, Jennie —se alejó para verla a los ojos, Jennie quedó boquiabierta, y la rubia la señaló con sus dedo—. Eres una
mujer difícil, Jennie Kim, pero te lo dije, no hay forma que no te guste el universo, y mira mientras más sabes del universo más te gusta, mira, mira, aquí te muestran las constelaciones... Esa es la de Virgo, no creo en el horóscopo pero las constelaciones si son reales... Bueno, son figuras idealizadas e imaginadas por los Griegos, ellos miraban muchos el cielo, no tenían internet, y las estrellas en realidad están tan lejos una de la otra que es absurdo que formen dibujos si están a miles de años luz de cada una, ¿sabes? Pero bueno son bonitas igual. Hablando de constelaciones, mira, esta es la Osa Mayor, y allí está la Osa Menor, pero tienen forma de sartén, no de Osos, pero la Osa Menor sirve como guía ya que siempre apunta al Norte, y del otro lado está la Cruz del Sur, que sí sacas la diagonal de estás estrellas con esta de acá y lo unes en el centro apunta exactamente hacia el Sur, ¿no es impresionante?
Lisa la seguía mirando con aquella sonrisa alegre, hermosa, y encantadora, su corazón latía adolorido de tanta belleza.
—¿Estás viendo las constelaciones, Jennie?
—Tú las tienes —murmuró.
—¿El qué? —Lisa no entendió.
—Tienes todas las constelaciones en tus ojos.
La menor no entendió, ladeó su cabeza y sus brillantes ojitos se relucieron aún más de ese brillo violeta de las luces, las miles de estrellas rebotaban en su iris y brillaban tanto o más que aquellas en el domo.
—Todas las estrellas están en tus ojos, Lisa.
Jennie estaba embobada de verlos, sus manos fueron hacia las mejillas de la otra, eran suaves y cálidas al tacto, Lisa no estaba ni un poco gorda pero sus cachetitos eran perfectos para apretar, tuvo que resistir el impulso de hacerlo, y sonrió como una tonta al verla tan de cerca.
—Eres bellísima, Lisa.
—G-gracias aamurmuró, estaba muy ruborizad-—. Tú también eres muy... Atractiva, Jen.
Jennie sonrió apenas, ante el pánico de la menor, de inclinó hacia ella para dejar un beso sobre su mejilla con suavidad, Lisa estaba casi petrificada de la sorpresa, pero se veía tan linda aún así.
—Me agradas —dijo la mayor, Lisa no tenía palabras—. ¿Qué más dices de las estrellas?
—Oh, sí, mira, esta es la Constelación de Orión, fue la primera que aprendí y es muy clara, mira esa es su cabeza, le siguen los hombros y después...
Lisa pasó mucho tiempo hablando de las constelaciones, el sistema del domo apagaba la luz cada una hora, y cuando quedaron a oscuras de nuevo, estaban abrazadas, con la rubia de espaldas, y Jennie rodeando su cintura con sus brazos, cálidas en aquel pequeño espacio del universo.
—Terminó —murmuró Jennie—. Creo que debería volver a casa —era casi media noche.
—Sí... Yo también, mamá está esperando —en silencio se separaron del abrazo y salieron del lugar, sin decir nada, Jennie fue a tomar sus cosas al interior del Planetario, Lisa la acompañó, estaba muy callada luego de todo.
—Bueno, nos vemos —saludó con su mano, en la entrada del lugar, Lisa asintió, sus mejillas estaban rojas, y sus ojitos miraban al suelo, se despidió con su mano tímidamente—. Lili.
La menor alzó la vista ante aquel apodo que nunca había escuchado nombrar, un pequeño grito fue ahogado en los labios de la mayor sobre los suyos, Jennie tomaba delicadamente su mentón con la punta de sus dedos, mientras besaba los dulces labios de la menor, después de tanto tiempo de dudarlo, en el beso encontró más seguridad de la que creía.
Lisa cerró sus ojos y de dejó llevar por el beso, su mano fue a sostener la de Jennie, y sus dedos se entrelazaron apenas un poco, mientras en su estómago sentía el vértigo de la expansión del universo, y el girar de las constelaciones, de pronto el campo magnético de la Tierra le daba cosquillas.
Con un leve sonido de beso de separó de la menor, que suspiró de forma enamorada, sus ojos llenos de todas las constelaciones la vieron una vez más, haciéndolas sonreír de forma honesta.
—Nos vemos mañana, Lili —murmuró, antes de finalmente marcharse.
Al día siguiente Lisa la recibió en el Planetario con emoción, ella siempre estaba feliz, pero ese día estaba aún más.
—Le conté a mamá y ella quiere conocerte, me dijo que te dijera que vengas a casa este domingo a cenar.
—¿En serio? —a Jennie le parecía divertido que había empezado allí por infringir la ley y ahora estaba siendo invitada por la mamá de la chica que llamó "Maldita nerd" el primer día.
—También le dije a Sooyoung, dice que te va a estar viendo por las cámaras.
—¿No es lo que siempre hace? —preguntó, porque Sooyoung era la encargada de la seguridad del lugar y se la pasaba en la sala de camaras, habían otros dos chicos más que solían rondar el lugar cuando estaba abierto, pero su turno terminaba en cuanto cerraba el Planetario.
—No, lo que siempre hace es dormir allí, pero ahora iba a estar más atenta por si haces algo malo.
—¿Cuando hice yo algo malo, Lili? —Jennie se llevó una mano al pecho de forma dramática.
—Eres una delincuente, Jen.
—Y tú también, hacer graffiti es ilegal y tú también lo hiciste —replicó con una sonrisa divertida.
—Pero, ¿quién está haciendo servicio comunitario?
—Te estás pasando, Lisa.
—Oh, lo siento —la rubia bajó la vista avergonzada.
—No, no, mentira, no me molesta —fue hacia ella para tomar su rostro y dejar caricias sobre su cabello—. No podrías molestarme nunca, Lili.
Pasan las horas hablando mientras Jennie limpiaba las salas del Planetario, tomaban descansos para ver los vídeos y que Lisa le explicara sobre el universo, hablando hasta por los codos, como siempre, pero su gran charla era solo parte de su encanto.
Cuando el domingo llegó, se presentó en la casa de Lisa con helado de postre para compartir.
La madre de Lisa era igual a ella pero con cabello más corto, y eso le parecía bonito, la mujer era muy dulce, no hablaba tanto como su hija pero tuvieron una cómoda conversación toda la noche.
—¿Y te dedicas a algo o estudias, Jennie?
—Jennie hace graffiti, mamá, te dije, es una vándala.
Kim rió, aún más cuando la madre de Lisa la regañó por hablar con esas palabras, ya que no tenía que juzgar a las personas.
—Estaba estudiando para ser profesora de música —dijo, quizás era la primera vez que lo mencionaba en años—. Me especializaba en violín y saxofón, pero mi familia empezó a tener problemas económicos y bueno... Mamá murió y fue difícil, cuando me di cuenta había faltado a la universidad todo un mes y mis notas decayeron mucho así que lo dejé —notó como la amena cena se había convertido en algo muy serio de golpe, intentó sonreír para hacer todo más relajado aunque no funcionó—. Y ahora estoy ocupada con el... Servicio comunitario, pero solía trabajar medio tiempo en una gasolinera, con una amiga, en el turno noche, pero me están cubriendo hasta el mes que viene.
La mamá de Lisa asintió levemente, sonriendo apenas, la tailandesa estaba con la mirada baja en su plato.
—Papá no murió pero es casi lo mismo, nos dejó y se fue —murmuró, de inmediato la mujer alzó la vista preocupada, ser madre soltera no estaba bien visto, y era entendible su reacción pero Jennie no podría decir nada malo de ninguna de las dos.
—Lisa —la cayó en un grito susurro, la menor alzó sus cejas como si no entendiera el regaño, la mujer suspiró—. Ve a buscar las cosas para el poste, amor —dijo, mientras recojia los platos que había usado en una pila, y con ayuda de Jennie, los llevaba hasta la cocina para lavarlos.
Allí hablaron de Lisa, de su gran interés por el universo, su madre confesó que desde muy pequeña leía libros enteros de astronomía, que su cuarto parecía un mini Planetario de la cantidad de posters que tenía, y que su sueño era trabajar en la NASA, hasta que consiguió un buen trabajo como guía del espacio y que se había enamorado de aquello.
—Lisa es especial, y en el Planetario la tratan muy bien, estoy muy orgullosa de ella.
—A Lisa la quieren mucho, es especial, sí, se hace querer. Me parecía rara al principio pero es una rara buena, es diferente y... Divertida —Jennie sonrió con ternura, Lisa hacía que cualquier ambiente se sientiera más bonito.
—Su padre nos dejó cuando vió que era diferente —murmuró la señora por lo bajo—. Pero me alegro mucho que la gente la quiera por cómo es.
—Lisa se hace querer, mucho.
—¡Jennie! ¿Quieres helado de chocolate o de crema? —se escuchó la voz de la menor desde el comedor.
—¡Ambos!
—¡Okay~!
Comieron helado mientras la rubia seguía hablando con emoción de cualquier cosa que se le ocurriera, como la lluvia de estrellas que vendría dentro de unas semanas, que iba a coincidir con una noche especial donde Saturno se podría ver a simple vista.
—Eso es muy lindo, Lisa, podías ir a verlo con Jennie —dijo su madre, con una sonrisa demasiado pícara, la mujer le hizo una seña para que le preguntara ella misma.
—¡Lili! —la mencionada alzó la vista de golpe por el grito de su nombre—. ¿Quieres tener una cita de estrellas conmigo?
—¿Una cita? —se ruborizó con esa palabra, sus ojitos llenos de estrellas miraron a su mamá con confusión, la mujer asintió—. S-sí, quiero.
Jennie sonrió con ternura, Lisa ablandaba su corazón con solo existir.
Hasta le había hablado de ella a sus amigas, Rosé y Jisoo, que la molestaron con que ahora era una
tonta enamorada, pero que de todas formas tendría que presentárselas un día, lo dijeron más como una obligación.
—No sé si Lisa querrá venir a esta cueva asquerosa —estaban en aquel estacionamiento abandonado, dónde habían juntado unos viejos sillones, perfectos para pasar el rato, y solo para ellas, era la cueva de las BlackPink, y practicaban grafittis en las paredes del lugar, se juntaban a beber y fumar de forma casual—. Lisa es una chica muy correcta.
—Nunca creí que tú podrías estar con alguien así—dijo Rosé, frunciendo el ceño con disgusto hacia ella—. Digo, eres el tipo que tiene agujeros en sus calzones.
—Ya tiré esos calzones hace años, Rosie —aclaró Jennie—. Y Lisa es especial, habla muchísimo y los primeros días me preguntaba cuándo mierda se iba a callar... Pero ahora, me encanta escucharla, habla de cosas tan interesantes, que te atrapa, lo habla con tanta emoción, que no puedes ignorarla... Y tiene un sentido del humor también agradable, y es adorable. ¿Sabes que tiene los ojos tan brillantes que todas las estrellas se iluminan en estos? Es muy linda y, ah, me enseñó tantas cosas del universo... De todo. ¿Sabías que hay un campo magnético alrededor de la Tierra que hace que los rayos que vienen del espacio no puedan penetrar en esta?
—¿Esa no es la atmósfera? —preguntó Jisoo.
—No, no esto es otra cosa, tiene que ver con los imanes, los polos norte y sur, y el núcleo de la tierra que está en movimiento, entonces genera una carga magnética que da vueltas a la Tierra —hizo gestos con sus manos intentando explicarse—. Y otros planetas no lo tienen, como Marte, es más, Marte tenía uno hace millones de años que podía haber hecho que tenga vida, pero lo perdió porque su núcleo de endureció de más.
—¿Estás segura de eso? —preguntó Park—. ¿Cómo puede saberlo si nunca fue a Marte?
—Hay tipos que investigan estás cosas, y Lisa sigue a todos esos.
Jisoo y Rosé se miraron un momento para después voltear de nuevo hacia Jennie, quién no entendía las miradas raras de sus amigas.
—Si que estás enamorada —dijo Jisoo.
—Eres tan cursi como una canción romántica que escuchan las mujeres cincuentonas —se burló la menor de las tres.
—Oh, vayanse a la mierda —le arrojó latas viejas de cervezas vacías, solo para ocasionar risas por su sonrrojo, y aquellas dos siguieron tirando comentarios tontos sobre ella y su amorcito.
Lisa la acompañaba durante su trabajo, Jennie le habló de sus mejores amigas, y la tailandesa siempre decía que quería conocerlas.
—Pero son muy molestas, Lisa.
—Yo también soy molesta pero igual estás conmigo.
—¿Quien te dijo eso? —preguntó Jennie, la rubia se encogió de hombros—. Lili, tú no eres molesta, eres genial, y me encanta estar contigo.
Se acercó a ella para sonreírle de cerca, le gustaba cuando Lisa miraba sus ojos y luego sus labios repetidas veces, hasta ponerse muy roja, aunque Jennie no se resistía mucho a besarla.
La besaba con suavidad y cuidado, era la única persona que podría besar así.
No era la persona más suave del mundo, muchas veces era brusca y dura, en especial con palabras, pero eso había cambiado, al menos, había cambiado cuando estaba con Lisa.
Lisa había suavizado todas sus esquinas, la había convertido en amor.
Es que no podía evitar caer rendida con aquellos ojos, con esos labios suaves, su sonrisa humilde, y sus miles y miles de datos del espacio, podía escucharla hablar durante horas, solo para interrumpirla con un beso, nunca creía que iba a dar los besos que más había sentido en su corazón frente a una maqueta gigante de un planeta Marte, pero allí estaba, abrazada a la chica más linda del mundo.
Sooyoung las interrumpía a veces, hablando desde los parlantes del Planetario.
—¿Quieren que les ponga música de fondo? —decía, antes de poner una balada romántica, y Jennie le levantaba el dedo del medio hacia la camara, haciendo reír a Lisa.
—Quieta, quiero, está canción me gusta —la menor la rodeó en un abrazo por los hombros, mientras la obligaba a bailar con ella, Kim rodeó su cintura mientras ambas giraban en pasos de bailes con sus cuerpos pegados en un abrazo relajado—. Me gustas, Jennie —murmuró.
—Tú también me gustas, Lili.
—Nunca me había gustado nadie así, es raro.
—¿Cómo así?
—Pues... Pienso en tí mucho, más que en el universo, y me quedo hasta tarde para hacerte compañía en vez de recorrer las instalaciones todas las noches, hasta olvidé la masa de Júpiter porque use ese espacio para guardar la información de cuál era tu helado favorito.
—¿El McFlurry de oreo?
—Sí —concordó la menor—. Nunca me había gustado alguien así, tanto como tú.
Jennie sonrió, con el corazón latiendo acelerado.
—Digo lo mismo, Lili... Nunca me había gustado alguien tanto como tú —la escuchó reír como una niña pequeña y eso la derritió por dentro—. Tengo un regalo para ti, Lili, está afuera.
—¿Un regalo? ¿Para qué?
—Ya verás, mira, mira —Jennie tomó su mano y la llevó corriendo hacia afuera, dónde el auto de Jisoo, era algo viejo pero servía, y solía prestarselo de vez en cuando, en especial para cuando necesitaba llevar algo a algún lugar, como aquel día.
Fue hacia el maletero, abrió y sacó una caja bastante pesada y alargada, era al menos de un metro de largo, y Lisa lo reconoció casi enseguida, saltando de emoción.
—¡Un telescopio! ¡Jennie! —su sonrisa era enorme, la mayor se sentía tan completa de solo verla, lo dejó apoyado en el suelo para entregárselo, la rubia fue a abrazarla con fuerza y dejó un sonoro beso en su mejilla—. Pero Jennie, Jennie, no debías, es muy grande, debió ser muy caro, no tenías que hacer esto... —Lisa estaba sin palabras.
—No te preocupes, lo robé —dijo la mayor, la menor alzó sus ojitos hacia ella con sorpresa—. Mentira, mentira, Lili, lo compre de forma legal en una subasta, lo prometo —añadió, para luego reír.
—Igual me encanta, qué importa si es robado o no —abrazó la caja—. Va a servir para la lluvia de estrellas.
La lluvia de estrellas, su cita, estaban tan cerca, que cuando llegó Jennie no se sentía del todo lista, pero quería hacerlo una ocasión especial.
Le pediría a Lisa que fueran novias, estaba segura para dar aquel paso.
Había tenido otras "parejas" antes, pero no había sido nada formal, porque ella estaba dignada a qué si alguien iba a ser su novio o novia sería la persona definitiva, creía firmemente que sí uno establecía una relación era para casarse, sino, era una perdida de tiempo y de energías, y en ese momento estaba segura que Lisa era la indicada.
Le había prometido a su abuela, de pequeña, que ella se casaría con su primer amor, y Lisa era la única dueña de ese título.
Nunca nadie la había hecho caer tan enamorada.
Cuando llegó la noche la pasó a buscar con el auto de Jisoo por la casa de su madre, llevaban el telescopio en el maletero, unas cuantas bolsas de snacks, y unas botellas de gaseosa.
Jennie condujo hasta el límite de la ciudad, dónde no había tantas casas, mas bien grandes espacios verdes abiertos que estaban libres para su uso, ella se encargó de acomodar una manta en el pasto y dejar la comida allí, mientras Lisa posicionaba el telescopio.
—¡Mira, mira! ¡Están callendo! —gritó Lisa, asustándola, al ver al cielo unos cuantos segundos pudo notar la primera extrella fugaz, con su estela detrás surcando el cielo, haciendo a ambas sonreír.
—Es muy bonito, Lili —dijo, recostandose sobre la manta que habían traído para mirar el cielo.
—Estoy intentando encontrar a Saturno pero la rotación de la tierra va muy rápido. ¿Sabías que la Tierra gira a una velocidad de 1.670 kilómetros por hora?
—Wow.
—Y eso hace que todo sea muy difícil para ubicar los planetas porque están cambiando continuamente... Y ahh.... Dios y todos los astros.
—Tranquila, Lili, tú puedes, nadie sabe más que tú —la alentó, la rubia de estaba frustrando—. ¿No quieres pedir unos deseos a las estrellas?
—Dedo encontrar a Saturno, mi planeta favorito, con el mejor telescopio del mundo, y no puedo verlo —Lisa hizo un puchero, Jennie soltó una carcajada.
Finalmente sintió que era el momento. Cerró sus ojos con fuerza, y tomó valor.
—Oh, estrella fugaz... Deseo que Lisa sea mi novia.
Ante el silencio entre abrió sus ojos para ver a la menor, esta estaba con los ojos muy abiertos, el cielo se reflejaba en ellos, siempre tan grandes y bonitos que hasta tenía estrellas fugaces en estos.
—¿Por qué se lo pides a la estrella? ¿Por qué no me lo pides a mí? —preguntó, sus mejillas estaban evidentemente muy rojas, Jennie rió.
—Lisa, ¿quieres ser mi novia?
—Sí, sí quiero —respondió, en una voz tímida y pequeña que le dió ternura a la mayor, tanto que tuvo que levantarse para ir hacia sus labios, las manos de la tailandesa fueron hacia las mejillas contrarias, acunando su rostro mientras se
dejaba llevar por el beso, quería que la besara para siempre, que no se vaya nunca.
Bajo la lluvia de estrellas, abrazó la cintura de la menor pegando sus cuerpos, ladeó su cabeza y Lisa le permitió la entrada a su lengua, soltando un ruidito de sorpresa cuando Jennie intensificó el beso, dominando sobre su boca y haciendo que un escalofrío recorríera su columna.
Los chasquidos entre sus labios iban creciendo mientras las respiraciones se hacían pesadas, y las estrellas corrían el cielo, las manos de la menor seguían sosteniendo su rostro para que no se alejara.
—D-dios... —Jennie cortó el beso para tener aire, Lisa respiraba agitada, apoyó la frente sobre la de la extranjera—. Te quiero tanto, Lisa.
Lisa sonrió con honestidad, sentía las mariposas en su estómago de la que su madre le había hablado tantas veces.
—Te amo, Jen —dijo tan directa como siempre, la miró con esos ojitos con estrellas fugaces y Jennie estaba sin palabras de tanta belleza.
Iba a corresponder, pero su celular sonó, lo tomó de su bolsillo y vió el nombre de Jisoo en la pantalla, rodó los ojos y suspiró sin ganas, antes de atender.
—Jisoo, más vale que sea importante porque estoy en medio de-
—Necesito que vengas, ya, y trae el auto, te mando mi dirección, pero ven ahora mismo.
—Ya, ¿qué te pasa? —Jennie se separó para hacerle señas a Lisa, tomando las llaves del auto subieron al coche.
—Unos idiotas vinieron a golpearnos, Rosé esta lastimada, y nos están siguiendo, sácanos de aquí.
—La puta madre, Jisoo —entró rápidamente, Lisa la siguió, sentándose en el lugar del acompañante, hizo marcha atrás sin cuidado, dejaron el telescopio y todas las cosas de su cita allí mismo.
—¿Están bien?
—Creo que me rompieron la nariz, no respiro —escuchó la voz de Rosé—. Ugh... Le voy a romper el hueso del pito.
—Estamos bien, pero ven rápido —Jennie aceleró, Jisoo le pasó su ubicación exacta y en menos de cinco minutos estaban allí, las dos estaban escondidas en una casa abandonada, vió a Rosé caminar con dificultad, su nariz sangraba y manchada su ropa, tenía un ojos muy amoratado, Jisoo tenía el labio partido, igual que la ceja, pero estaba más entera.
Era entendible que Jisoo se había defendido mejor, ya que su pasatiempo era hacer boxeo, en cambio Rosé, había ido a un par de clases de karate de niña y no tenía mucha fuerza.
—Chicas, la puta madre... ¿Qué mierda hicieron?
—Nada, absolutamente nada —habló Park, mientras se subía al asiento trasero.
—Dijeron que estábamos marcando su zona —dijo Jisoo—. Pero llevamos haciendo graffitis en aquel lugar desde que Rosé estaba en pañales, y eran un montón de niños.
Jennie arrancó el auto, manejando en dirección al hospital más cercano.
—Era el hermano de Taeyang y sus amigos —dijo Rosé—. Cree que como su hermanito es malo él está en todo su derecho a molestar también, tiene catorce años, que vaya a descubrir lo que es masturbarse y dejé de tocarme las pelotas.
Jisoo miró por el espejo hacia la neozelandesa, de forma seria, para que controlara sus palabras.
—Oh, tú debes ser Lisa, es un placer —Rosé extendió una mano hacia ella, la tailandesa la tomó sin darle importancia a qué estuviera manchada con pintura en spray y quizás algo de sangre—. Esta bajita es Jisoo, soy Rosé.
—Soy Lisa —se presentó con voz dulce y amable—. Tu nariz está sangrado.
—Está rota, bombón.
—Rosé —advirtió Jennie.
—Toma, tengo un pañuelo limpio —le dió un pañuelo que casi nunca usaba, pero estaba acostumbrada a llevarlo, tenía su nombre bordado—, podría infectarse y eso es feo, porque una invasión de agentes patógenos puede ponerse muy grave, claro que sí te has vacunado con la antitetánica estás bien protegida, pero debe renovarse cada diez años. ¿Cuando fue la última vez que te vacunaste?
—Probablemente cuando nací —Rosé se encogió de hombros—. ¿Y tú?
—El invierno pasado, contra gripe, esa vacuna es anual, así que me la doy siempre para evitar enfermarme en la temporada fría.
—Tiene sentido —dijo Rosé, asintiendo, mientras el pañuelo de tela de Lisa se iba llenando de sangre de su nariz—. Jen, ese auto nos está siguiendo desde hace tres cuadras.
—Ya veremos —dijo Jennie, girando en la próxima esquina, el auto giró con ellas, volvió a hacer lo mismo a la siguiente, y a la siguiente, dando toda una vuelta a la manzana—. La puta madre —el auto seguía detrás de ellas, el conductor subió las luces y apretó el acelerador, tocando la parte trasera del auto en el que iban, haciéndolas saltar, Lisa soltó un gritito—. Hijo de puta, agarrense —pisó el acelerador y avanzaron de golpe, pegandose a los asientos.
—Es el hijo de puta de Taeyang —dijo Jisoo, reconocería aquel cabello de color rojo vino incluso con las luces altas cegándola—. Seguro fue porque le pegaste a su hermanito, Rosé.
—Un mocoso de catorce no va a romperme la nariz y salirse con la suya.
—Chicas, la puta madre, les recuerdo que todavía estoy cumpliendo mi servicio comunitario y ustedes me tienen manejando a ochenta en una calle de los suburbios —se quejó Jennie, quieriendo golpear a alguien.
—¿Llamo a la policía? —preguntó Lisa.
—¡¡No, no, no! —dijeron las tres al mismo tiempo.
—¿Entonces qué haremos? ¿Conducir hasta que se acabe el combustible? —preguntó, recibieron otro golpe en la parte trasera del auto, que hizo el coche tambalear.
—Hijo de puta, el paragolpes está como nuevo —murmuró Jisoo.
—Los perderemos —habló Jennie, apretando el volante—, Lisa, ponte el cinturón —la menor obedeció, apresurandose a engancharlo en el seguro de este.
Jennie giró en la siguiente esquina, era tanta la velocidad a la que iban que la cola del auto tardó en girar, y casi termina sobre Lisa por la inercia, sin importar nada pisó el acelerador y continuó el camino, pero el auto de atrás no la dejaba en paz.
Hizo lo mismo varias veces, girando en un intento de perderlo, maldijo a Jisoo y al auto viejo por no tener la potencia que estaban necesitando en ese momento.
Taeyang seguía golpeando la parte trasera del auto repetidas veces, haciendo que perdiera el control en algunos momentos.
—¡Va hacia el costado, Jennie! —gritó Jisoo, viendo el frente del coche adelantarse.
—Quiere empujarnos el maldito —maldijo Rosé, el auto chocó contra ellas, las ruedas se desviaron del centro y el coche se ladeó, escuchó los insultos de las demás, pisó el acelerador con fuerza y cambió a la última velocidad que el coche tenía, aunque no creía que hiciera diferencia, de milagro el coche avanzó lo suficiente para alejarse, una calle importante, más concurrida e iluminada estaba a pocos metros, Taeyang no iría hasta allí porque podría estar la policía y haber cámaras, pero era la única salida que podrían tener.
—Iremos a esa calle.
—Jennie, nos van a arrestar.
—No con seguridad, pero vamos a perderlo.
Aceleró de nuevo, viendo como el auto se quedaba atrás, sonrió ampliamente y entró en aquella avenida con confianza, demasiada.
No vió ni escuchó nada, de pronto un golpe por la derecha del auto las aturdió, ni siquiera llegó a clavar los frenos, pero no hubieran servido de nada, el auto giró sobre sus ruedas, hasta marearlas, cerró sus ojos con fuerza, hasta que el auto se detuvo al golpear contra uno de los árboles de la vereda.
Su cabeza daba vueltas y le costaba ver a su alrededor, sentía el humo cosquilleando sobre su nariz.
—Jen... ¡JENNIE! ¡Hay que salir del auto! —escuchó golpes en su puerta, y está se abrió, al ver que era Jisoo se levantó y cayó en sus brazos, mientras la mayor la arrastraba afuera, estaba mareada para mantenerse en pie pero se obligó a reaccionar—. ¡Vete! —sus oídos estaban aturdidos, escuchaba un pitido, y no entendía nada—. ¡Puede explotar, Jen, vete!
Con esas palabras reaccionó, vió el fuego en la parte del motor, y el gran golpe a un lado del auto, a unos cuantos metros de dónde estaban otro coche tenía el frente arrugado como un acordeón.
—Lisa...
—Jen, no, no, vete —Jisoo la apartó, pero Jennie la empujó lejos, entrando de nuevo al auto, su alma cayó a sus pies.
El golpe había sido del lado donde Lisa estaba sentada, la ventana había estallado y el metal del carro estaba hacia adentro, el cuerpo de Lisa estaba allí apoyado contra todo aquel desastre, cubierta de sangre, aún con el cinturón puesto, su cabeza estaba hacia atrás sobre el asiento, en un ángulo horrible.
—Jennie, yo la saco, vamos —sus ojos se llenaron de lágrimas, dejó de escuchar a su amiga.
—Lisa, ¡Lisa! —con manos temblorosas fue hacia ella, desabrochando el cinturón con dificultad, mientras todo se llenaba de humo, la tomó en brazos y la arrastró con ella, mientras el llanto llenaba su pecho—. Lisa... Lili reacciona...
Al salir Jisoo la ayudó a cargar a la tailandesa, estaba muy herida, la llevaron lo más lejos del auto que pudieron, Rosé estaba allí, esperando herida sobre la calle, quería ayudar pero su hombro dolía demasiado, estaba segura que estaba quebrado en algún lugar.
—Jen, déjala en el suelo, ¡déjala! —le gritó, dejando a la menor boca arriba sobre el cemento de la calle—. No la toques, la puedes lastimar más.
—Jisoo... No respira, no está respirando —el miedo crecía sobre su pecho, quería gritar, comenzó a temblar y a llorar cada vez más fuerte, Rosé tuvo que ir hacia ella para sostenerla con su brazo sano.
—Jennie, está respirando, te prometo que sí lo está —dijo Jisoo, tenía un golpe en su cabeza y la sangre caía sobre su costado hasta su hombro, pero parecía que estaba bien—. Estará bien, Jennie, déjala.
Esuchanan las sirenas a lo lejos, solo debía calmar a Jennie hasta que la ayuda llegara.
—No, no... No ¡Lisa! ¡Reacciona! —se escapó del agarre de Rosé, que no era muy fuerte, porque también estaba muy lastimada, fue hacia la rubia para tomarla de sus hombros, de su rostro, buscando una señal de vida, algo—. Lisa, despierta, por favor...
Las lágrimas apenas le dejaban ver, pero notó el aleteo de sus párpados y cuando sus ojitos llenos de estrellas, que ahora estaban medios apagados, se entre abrieron.
—M-mira... Se ve Saturno.
Sonrió y un sollozo interrumpió lo que debía ser una sonrisa.
—Sí, amor, se ve Saturno, hablame de Saturno, por favor, háblame...
—Saturno tiene... Anillos, son miles de asteroides acumulados y forman... Hasta seis c-capas... D-de anillos, y-y se dividen por sus den-densidades... Ay, duele... —hablaba con dolor, y sus ojitos estaban perdidos en aquel punto brillante en el cielo sobre sus cabezas.
—¿Qué más tiene Saturno, amor? —preguntó, vió a sus párpados empezar a caer—. No, no, no... Lisa, dime más de Saturno. ¿Que tienen las capas de anillos? ¡Lisa!
Un estruendo la hizo alzar la vista, era del coche, ahora envuelto en llamas, el calor llegaba hasta donde estaban, la explosión la distrajo un momento, mientras sus lágrimas seguían mojando sus mejillas.
—Lili... —vió a la menor, debajo de ella, sus ojos estaban abiertos pero no tenía estrellas, sus labios estaban entreabiertos, como si estuviera a mitad de una palabra—. Lisa —llevó sus manos hacia su pecho, no sentía nada, no habían latidos, no había el sube y baja de la respiración—. ¡Lisa!
Fue tomada de los brazos por detrás, separándola de la menor, escuchó las esposas cerrándose sobre sus muñecas.
—¡No! ¡No yo no hice nada! ¡Lisa! —intentó liberarse, pero a los dos policías que la retenían se le sumaron otros más, fue levantada del suelo y vió al cuerpo de la menor tendido sobre la calle, cada vez más lejos de ella—. ¡Ayúdenla! ¡No respira! ¡Necesita ayuda!
No escuchó respuesta, no escuchó nada, y de nuevo, fue metida dentro de una patrulla y la puerta se cerró con fuerza frente a ella, solo para ver a Lisa allí, sola, en medio de la calle, antes de desmayarse.
La imagen de Lisa en su mente la persiguió cada segundo luego de aquello, en el hospital, la comisaría, donde sea que iba, cerraba los ojos y sólo podía verla a ella.
Días después, cuando le dieron el alta del hospital, fue el día en que Lisa despertó.
Fue hacia la sala de la menor, allí estaba ella y su madre, no había nadie más.
Jennie no tenía más que unos puntos sobre su cabeza, un par de vendas en algunas partes, pero estaba viva, y se curaría en pocas semanas.
Lisa la miró al entrar a la habitación, una venda cubría su cabeza, tenía un yeso sobre su brazo, la manta de la cama del hospital cubría del torso para abajo, pero sabía que allí solo estaba peor.
—Hola, Lisa —dijo, con una sonrisa que le dolía, mientras se acercaba a su cama.
—Hola —respondió la chica, sus ojitos brillantes seguían allí, su rostro estaba arañado por los cristales, pero ya estaban cicatrizando.
—¿Cómo estás?
—Estoy bien, pero mi mano derecha está en este yeso, así que no puedo escribir, ni dibujar, no sé qué haré para no morir de aburrimiento —dijo—. Tendré que aprender a usar mi mano izquierda y seré ambidiestra.
Jennie rió un poco, Lisa seguía siendo Lisa, y eso la hacía sentir aliviada.
—Y tendré que usar eso —señaló una silla de ruedas, que estaba en una esquina—, hasta que mis piernas se recuperen, pero debe ser divertido.
Jennie no supo qué decir, miró a la madre de la Lisa, que tenía una expresión triste, pero que aún así la miraba con cariño. Jennie no entendía...¿Cómo podía mirarla así? ¿Cómo después de que había sido ella quien lastimó a su hija así.
Ella era la que iba manejando, ella era la responsable de todo esto, ella había matado a Lisa por dos enteros minutos que tardaron en traerla de nuevo, ella había dañado a sus amigas
también, más de lo que ya estaban, ella había ocasionado un choque horrible.
Se sentía tan culpable de todo, que no podía tolerar que la miraran de aquella forma, amable, ella no merecía esa amabilidad.
No podía perdonarse, y no se perdonaría nunca.
—Lisa tiene una contusión cerebral según los médicos, no es tan grave, pero... No ha sentido sus piernas desde que despertó —dijo la mujer, y el corazón de Jennie cayó a sus pies.
—Pero siguen ahí mamá, ya van a despertar también, solo están dormidas —respondió la rubia.
La mujer cubrió su rostro para llorar en silencio, fueron apenas un par de minutos, para luego secarse sus lágrimas y volver a mirar a su hija.
—Tienes razón, Lisa... —la mujer tomó su mano para apretarla, con una sonrisa, al final, lo que importaba era que su hija estaba viva.
—Mamá.
—¿Sí, Lisa?
—¿Quién es ella? —señaló a Jennie, sus ojitos brillantes la miraron con curiosidad.
Eso había sido más que suficiente para terminar de romperla, su sonrisa se fue, y su alma se estrujó en su pecho.
Quizás era el karma, quizás era el universo que había puesto todo en equilibrio, todo el dolor que había causado ahora tenía su consecuencia, y le quemaba el alma.
Lisa, su primer y único amor, no la recordaba.
Parpadeó para borrar sus lágrimas, hasta que se dió cuenta que quizás... Eso era lo mejor.
Lo mejor era que no supiera quién era, y así se alejara de ella, le había dado muchos problemas.
¿Cómo podría creer que un amor con alguien como ella y alguien como Lisa pudiera funcionar?
—Ella se llama-
—Saturno —completó Jennie—. Me llamo Saturno.
—Oh, es mi planta favorito. ¿Sabías que tiene anillos acomodados en seis capas según su nivel de densidad?
Jennie comenzó a llorar en silencio, la madre de Lisa también, pero ambas se encargaron de ignorarlo, la mujer no entendía qué era lo que la joven quería hacer, pero la dejó seguir.
—No, no sabía —dijo, en voz baja—. Fue un gusto conocerte, Lisa —finalizó, antes de salir de la habitación, sin llegar a escuchar la respuesta de la menor.
Corrió fuera del hospital, Jisoo la estaba esperando afuera, y fue directamente a abrazarla, escondiendo el rostro sobre su hombro.
—N-no me recuerda.... —murmuró, quebradose en los brazos de su amiga.
—Oh, Jen.. Lo siento mucho —Jisoo la abrazó con firmeza—. Ella ya te va a recordar, no te preocupes, dale un tiempo y-
—No... No... —dijo—. Está mejor sin mí.
—Pero, la amas, ella te ama.
—Ella ya no sabe quién soy, y yo... Le hice mucho daño —murmuró—. Puede vivir sin mí.
Jisoo no tuvo palabras unos cuantos segundos.
—¿Y tú sin ella?
Jennie no respondió, justo la puerta del hospital se abrió y salió Rosé, con un pañuelo sosteniendo el brazo que se había fracturado, y una venda sobre su nariz.
—¿Están teniendo un abrazo grupal sin mí? Malditas desgraciadas les robaré la billetera y me compraré mejores amigas con su dinero —dijo, mientras se abalanzaba sobre ellas para abrazarlas con el único brazo bueno, haciéndolas reír débilmente.
Finalmente ellas tres, tomaron un taxi hasta el McDonald's, para comer algo juntos, e intentar animarse, y por más que Jennie sonrió, rió y en serio disfrutó estar con sus amigas, porque las amaba, un vacío en su pecho la hizo sentirse triste y sola, por más que sonriera, no era sincera, y aquel sólo fue el primer día de su sufrimiento.
Desde entonces Jennie mira a Saturno, aquel planeta favorito, como un sueño, dónde allí vive el amor que no pudo ser, los besos que imagina cada noche, los abrazos que faltaron, el amor que tuvo, y desperdició y la vida junto a su único y definitivo amor que nunca pudo ser.
En Saturno vive todo lo que nunca tuvo.
Mucho tiempo después, se encontró con Lisa de nuevo, Jennie visitaba el Planetario casi todos los días, pero se quedaba afuera, mirando, hasta que un día apareció, aquella cabellera rubia que reconocería a kilómetros de distancia.
Lisa estaba en silla de ruedas, un recordatorio de lo que ella le había hecho, una prueba más de por qué no debía nunca haber entrado en su vida.
En cuanto Lisa volvió pasaba aún más tiempo, mirando desde el exterior del lugar, a bastante distancia para que ella no la viera.
La vió llegar en silla de ruedas muchos meses, luego en muletas, luego con un bastón, y luego de la mano de alguien más.
Se notaba en el brillo de sus ojos, en sus manos unidas, en aquel abrazo de despedida, en aquellos besos en las puertas del lugar.
Lisa había encontrado otro amor.
De lejos secó sus lágrimas sólo, aún la amaba, no podría olvidarla nunca y no era su intención, habían pasado cosas tan felices juntas que se olvidaba que todo había sido triste.
Lisa había amado por primera vez con ella, Jennie amaría para toda su vida.
Pero estaba lista para dejarla ir, así que luego de verla con aquel hombre, fue cuando se dijo a si misma que la tenía que dejar ir, al menos de la forma que pudiera, porque nunca podía sacarla de su corazón, por ello, no volvió al Planetario nunca más.
Fin
Antes de que sigan llorando, ¿conocen los finales alternativos?
Wuajaj, espérelo.
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