La propuesta
Narradora omnisciente:
El viento chocaba en su rostro, sus cabellos azabaches revoloteaban con gracias callendo sobre sus hombros. Sentada sobre el marco de la ventana de un edificios de 50 pisos. Se recostó hacia atrás con una sonrisa, apoyándose en uno de los laterales de la pared. El sol comenzaba a elevarse en el azul cielo, recién amanecía, seguro ya eran las siete.
La chica de orbes onix se levantó y se dirigió a la cama, allí yacía un lindo abrigo rosado pastel que seguramente le quedaría perfecto para la ocasión.
Lo agarró entre sus manos, más tarde ya estaba sobre su cuerpo. Se colocó el jean de mezquilla y los tenis blancos, posteriormente se miró en el espejo.
Tomó un labial y lo colocó sobre sus labios, era muy claro y hacia brillar sus labios.
Vio la mesita de noche, se acercó y agarró su teléfono, colocó allí sus audífonos blancos y luego en sus oídos puso música, aquella hermosa canción que por alguna razón se sentía identificada con ella, era extraño, no le había ocurrido nada parecido en su vida, al menos no en esta, si quiera había tenido una experiencia amorosa, pero no le importaba, solo no se cansaba de escucharla hasta en las noches más frías dónde no podía dormir.
¿Cuál era la canción?
Fácil... Saturno.
Vuelves, en cada sueño que tengo, caigo de nuevo en tu red.
Salió de su apartamento y se dirigió al elevador.
Sé que tarda un tiempo, curarme de ti de una vez.
Allí entró y se cerraron las puertas.
Tuve, tantos momentos felices, que olvido lo triste que fue... darte de mi alma, lo que tú echaste a perder.
El elevador abrió y la chica salió con prisa, se le estaba haciendo tarde. Cruzó el living y salió de la edificación, apreciando la acumulación de personas y el tráfico de la carretera.
Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte; y todos los besos que me imaginé, vuelven al lugar donde los ví crecer...
Fue al estacionamiento y allí se subió a su auto, luego tomó rumbo a la casa de su amigo y casi hermano Armin Alerth.
En Saturno, viven los hijos que nunca tuvimos, en Plutón, aún se oyen gritos de amor...y en la Luna, gritan a solas tu voz y mi voz, pidiendo perdón, cosa que nunca supimos hacer... peor.
Tienes, la misma culpa que tengo, aunque te cueste admitir, que sientes como siento, la almohada no suele mentir.
Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte y todos los besos que me imaginé, vuelven al lugar donde los ví crecer...
En Saturno, viven los hijos que nunca tuvimos, en Plutón, sin se oyen gritos de amor, y en la Luna, gritan a solas tu voz y mi voz, pidiendo perdón, cosa que nunca supimos hacer... peor.
La canción acabó y la chica se desmontó del auto al estacionarse. Cerró la puerta tras ella y caminó con las manos en sus bolsillos.
—Viniste, Mikasa—
Allí la saludaba alegre aquel chico de orbes azules y cabellos dorados.
—Buenos días, Armin— saludó con una sonrisa leve y en pequeño abrazo.
—Te vez muy hermosa— dijo al apreciar la vestimenta de la chica.
—Gracias— agradeció colocando un flequillo de su cabello tras su oreja.
—¿Cómo estás?— dijo mientras ambos pasaban a la casa del chico.
—Muy bien, ¿Y tú qué tál?—
—Muy bien jaja— dijo con una hermosa sonrisa, de esas que hacían alegrar a Mikasa.
—Bueno y... ¿Qué necesitabas tan urgente?— se sentó en el sofá blanco de la sala.
—Pues la tía de un amigo quería hacerte una propuesta— dijo sentándose a su lado.
—¿Una propuesta?— preguntó mientras observaba la enorme casa en la que se encontraba, realmente era bella, se veía que el chico estaba muy bien acomodado en la sociedad.
Mikasa había conocido a Armin por accidente, el chico se había perdido después de una fiesta, estaba en mal estado ya que había bebido. Mikasa lo encontró en la puerta de la cafetería donde trabajaba, luego lo llevó a su casa y lo cuidó hasta que estuvo bien. Posteriormente se hicieron amigos y se veían cada dos o tres días generalmente.
Armin pertenecía a la alta sociedad, trabajaba en una empresa que diseñaba y fabricaba zapatos de lujo, generalmente tacones de la marca Passioni, sin embargo, Mikasa pertenecía a la clase baja, trabajaba de mesera en una cafetería común y corriente y vivía en un apartamento de la ciudad, llevaba una vida normal pero aún así se llevaron cuales hermanos.
—Sí, aún no sé de qué se trata, pero dice que ganarás dinero—
La empleada del rubio sirvió algo de café en la pequeña mesita frente a ellos.
—Gracias— susurraron ambos agarrando las tazas blancas y delicadas dando un sorbo de su café.
—Bueno, mientras no me meta en problemas está bien ¿Quiere verme?—
—Así es, hoy en la tarde, a las tres y media en su casa— planteó el chico mientras dejaba el café a un lado.
—Ya veo, ¿Me das su dirección?— imitó su acción dejando la bebida.
—Claro, te la envío por email— agarró su teléfono e hizo lo dicho.
Una notificación llegó al teléfono de la pelinegra, la vio y sonrió.
—Gracias Armin— agradeció levantándose.
—No hay de qué, ¿Ya te vas?— dijo imitando su acción.
—Sí, desgraciadamente debo irme, la cafetería me espera— dijo dándole un corto abrazo —Nos vemos—
—Sí, adiós, que vayas bien— sonrió y la chica se retiró de su propiedad. Se sentó otra vez y se quedó pensativo —¿Qué traerás entre manos ahora, señora Jeager?—
"Toc toc toc"
Se escucharon tres golpes en la puerta principal de la recidencia de la familia Jeager.
«Cielos, que casa tan anorme, es más grande que la de Armin» pensaba Mikasa parada frente a la enorme mansión.
Se escuchó el "crack" de cuando la sirvienta abrió la puerta, una chica de cabellos marrones y orbes de igual color.
—B-buenos días señorita— saludó sonriente la castaña —¿En qué puedo ayudarla?—
—A-ah necesito o más bien jaja, la señora de l-la casa me pidió venir para...—
—¡Ah! ¿Eres la señorita Ackerman?— sonrió —La señora Jeager la está esperando adentro— dice mientras abre más la puerta —Vamos pasa pasa— la empuja suavemente por la espalda haciéndola pasar.
—Graci...as— diría observando a su alrededor —Cielos es grande...—
—Vamos rápido— agarra sus manos y la lleva adentro, atravesando la sala —La señora Jeager es una pesadilla, si no vas rápido me mata, lleva un rato ya esperándote— dice mientras Mikasa se deleita viendo los adornos del lujoso lugar.
—¿Una pesadilla?— comienzan a atravesar el gran jardín, era totalmente hermoso, las plantas y flores tenían colores vivos que hacían juego con la casa blanca.
—Si si, se pone ansiosa por todo y...—
—¡Sashaaaa!— se escuchó una voz gritar desde unos metros no muy alejados de ellas —¡¿Dónde estás, y mi té?!— diría otra vez, no parecía de enfado, era la voz de una mujer, tranquila y con clase.
—¡A-aquí estoy señora Jeager!— llegó a su lado de inmediato —Mire, la señorita Ackerman lleg—
—¡Aaah! ¡Pero mira que belleza me han traído!— diría la azabache de orbes amarillosos viendo con emoción a Mikasa, quien la veía sorprendida y asustada levemente.
—Buenas señora—
—¡Por dios si es hermosa!— se le acerca y ve su rostro mientras toca su cabello —¡Sasha, tráenos algo de té!— le sonríe a Mikasa —Vamos siéntate siéntate— se sienta en la mesa en medio del césped y la chica acata su órden.
—¿Bueno usted tenía una propuesta para mí no?—
—¡Ay! Pero que apurada, ugh— hace una expresión de desagrado moviendo sus manos —Mira querida, vamos a beber algo antes—
En eso llega Sasha y con delicadeza coloca en la mesa dos tazas de té.
—Gracias— Mikasa le sonríe a Sasha y está imita su acción.
—Vete vete— La señora Jeager expulsa a Sasha de allí y esta se va ante su petición.
«Vaya que es una pesadilla, mira como trata a la pobre...»
—A ver, te pedí mediante Armin, el mejor amigo de mi sobrino que contactase a la chica más linda que conociese, al parecer acertó jaja— diría con un aire de superioridad observando a la azabache.
—¿La más linda que conociese? ¿Para qué?— diría confundida «¿Soy la más linda que conoce Armin?» pensó sorprendida.
—Pues necesito que hagas un trabajo, ganarás mucho dinero— dijo la de ojos dorados sonriendo como siempre hacía.
—¿Qué tipo de trabajo?—
—Mmm, quiero que te hagas asistente de un chico, no me preguntes quien es... lo conquistas, has que se enamore de tí, después te casas con él y lo dejas, desapareces— dice sonriendo.
—¿Qué?— la chica se ve sorprendida —Oiga no soy una prostituta o algo así eh— se levanta de su asiento.
—Oye pequeña, tranquila— dice pacíficamente— No es nada de eso, solo pido un romance normal—
—¿No me va a...tocar?— dice volviendo a sentarse.
—No no, eso no, ¿Quien te crees que es? Después de todo es Jeager también, está sangre trae clase y...— ve como Mikasa la observaba fijamente —Ay ya dije que es mi familia... Bueno en fin ¿Aceptas?— sonríe.
—¿Por qué lo haría? Ni que estuviera tan necesitada de dinero— cierra sus ojos suspirando.
—¿A no? ¿Y qué me dices del pago para la atención médica de la enfermedad de tu hermana menor?— sonríe y Mikasa se pone seria —Según me informaron no te da casi ya que es muy caro, tu hermana necesita una operación que no puedes pagar ¿Verdad? Si no la pagas pronto, se pondrá peor y será tarde —pone una cara fingiendo tristeza —Pobre, si tan solo su hermana aceptase dinero con una tontería de trabajo—
—¡Ya vale!— dice furiosa —Lo haré, seré la asistente de ese chico, lo enamoraré, ma casaré y desapareceré... pero debe pagar usted la cirugía de mi hermana, ¿De acuerdo?—
—Claro amor, claro —dice victoriosa — Ya el dinero está siendo depositado en tu cuenta bancaria—
—Vale...— se ve pensativa.
—Pero para que seas asistente de mi querido sobrino, debes de mejorar todo—
Mikasa la observa confundida.
—Si amor, te arreglaré el cabello, te compraré ropa, zapatos, todo. Ya verás jaja— sonríe y se levanta —¡Sashaaaa!—
—¡V-voy!— dice la chica saliendo al patio —Dígame—
—¡Nos vamos de compras!— dice con una sonrisa maliciosa observando a Mikasa quien la veía agobiada.
—Cielos, que mujer—
—¿Qué dijiste querida?— dice acercándose a Mikasa.
—Nada— sonríe.
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