Parte 1
Nota: escuchen la canción de arriba mientras leen. 🥰
—Jimin, recapacita por favor, déjame hablar con Yoongi para que todo se arregle.
—No, Kookie, por favor respeta mi decisión, no hice yo...todo ese teatro para nada.
—Perdón Minnie, por favor no te alteres, no volveré a tocar el tema, pero si quiero que sepas que no estoy de acuerdo con todo esto.
El sonido de la puerta llamó la atención de los dos chicos evitando que Jimin le replicara a su amigo.
—Joven Park ¿cómo se siente el día de hoy? ¿el dolor cedió un poco? — preguntaba la enfermera mientras checaba sus signos vitales
—Hola Mina, só-sólo un poco, pero si ayuda e-el medicamento.
—Lo siento mucho pero es todo lo que podemos hacer— la enfermera lo miró con lástima y es que aún se preguntaba cómo aquél chico tan joven y lleno de vida podía estar postrado en una cama con una enfermedad que lo consumía por completo.
—Tranquila Mina, yo s-sé más que nadie, que es todo...lo que se puede hacer.
—No hables demasiado Jimin, guarda tus energías, te traeré tu comida en un momento, promete que esta vez intentaras comer un poco más.
—Lo intent…— la falta de aire impidió que Jimin terminara la frase, ahora era más difícil hablar. Mina se despidió de ambos y salió de la habitación para seguir visitando pacientes.
La enfermedad lo consumía demasiado rápido, hace apenas un mes que había dejado el tratamiento y ahora ya no podía ni siquiera levantarse de la cama por sí solo, su cuerpo dolía, no podía decir con exactitud en dónde, por qué todo le dolía, los huesos, los músculos, inclusive sentía que el correr de la sangre por sus venas era doloroso. Y no hablemos del alma por que esa estaba destrozada, rota desde que se alejó de cierto pelinegro que ama con locura, pero no podía ser egoísta, no cuando sabía que este camino por el cual él iba, era doloroso y no solo para él, si no para los que lo acompañaban, y lo lamentaba, por que arrastraba con él a su mejor amigo Jungkook, ese chico de ojos grandes y brillantes j lo miraba sentado desde sus pies; con la mandíbula apretada y los ojos acuosos intentando no llorar por la deplorable imagen de su mejor amigo. Él deseaba pasar por esto solo pero agradecía infinitamente que el menor estuviera ahí dándole su apoyo.
Aún lo recuerda como si hubiera sido ayer, lo mejor que le había pasado en su vida era haber conocido a su vecino, por que lo amaba como a nadie, le dolía el no tenerlo cerca y más haber dañado su corazón, por que aunque Jungkook no estuviera de acuerdo con lo que hizo Jimin, sabe qué fue lo mejor.
Aún recuerda todas las tonterías que hizo para llamar la atención del pelinegro, como este lo rechazaba siempre. Le llevó meses, miles de planes para que Yoongi aceptara una cita con Jimin. Llegó a esperar espiando por la mirilla de su puerta para saber en qué momento salir y emboscar al lindo pelinegro.
Jungkook siempre estuvo con él ayudándolo en todos sus planes fracasados, Riéndose de las veces que Jimin hacía el ridículo por Yoongi, como aquella vez que contrató una grúa para poder subir hasta el décimo piso y llevarle serenata hasta su ventana con una bocina, un micrófono y su linda pero desafinada voz; para que al final se equivocara de piso y le terminará llevando serenata a una viejita gruñona que le lanzó agua por molestarla, Mientras tanto Yoongi reía desde un piso arriba por el gran espectáculo que se había montado Jimin. Ese día Yoongi aceptó que el rubio se le hacía demasiado lindo y tierno como para no darle la oportunidad que tanto peleaba.
Así comenzó su linda historia de amor, por que Yoongi se enamoró perdidamente de él en tan sólo un mes de salir, y es que como no amar a la bolita de arroz que era Jimin, si para los ojos de Yoongi era perfecto, le encantaba esa energía que siempre tenía el rubio para todo, sus clases, sus prácticas de baile, salir con él y todavía ir al gimnasio. Parecía un niño que había consumido demasiada azúcar, nunca se cansaba y siempre encontraba algo que hacer. A Pesar de que Yoongi era todo lo contrario a él amaba como lo sacaba de su zona de confort. Eran la pareja ideal a ojos de muchos, incluido Jungkook, pues a pesar de ser tan diferentes se complementaban tan bien, eran como el yin y el yang.
Su cuento de hadas como lo llamaba Jimin era perfecto, sólo esperaban algún día irse de corea para poder casarse y adoptar a un par de niños para formar su familia, Yoongi sería un famoso y exitoso arquitecto mientras Jimin sería un maravilloso y talentoso bailarín, tendrían una hermosa casa, con un hermoso jardín, un perrito llamado Holy, un niño llamado Taehyung y una niña llamada Sana jugando en el patio. Todo estaba planeado para ejecutarse, pero desgraciadamente la vida les mandó un visitante que no sólo terminaría con su relación, si no que también se llevaría a uno de ellos.
Una noche, mientras tenía relaciones con Yoongi, la nariz de Jimin comenzó a sangrar, creyó que era un simple hemorragia pero la sangre no paraba, Yoongi se asustó demasiado y le pidió que fueran a urgencias para que lo valoraran, pero Jimin no le tomó importancia y decidió dejarlo de lado. Los sangrados de la nariz seguían, cada vez eran más frecuentes, a veces venían acompañados de mareos.
Todo lo adjudicaba a que no descansaba correctamente. Pasaron varios meses y los síntomas no cedían, ahora también se sentía demasiado fatigado, no rendía como antes, su cuerpo también comenzó a cambiar, estaba bajando de peso considerablemente, le aparecían moretones en el cuerpo que aseguraba eran por que se golpeaba sin darse cuenta, su apetito fue disminuyendo. Y no fue hasta que una tarde durante sus prácticas que el sangrado de su nariz era abundante y no paraba que comenzó a preocuparse. Jungkook muy asustado lo llevó hasta la sala de emergencias.
Lo primero que hicieron fue atender su sangrado, una vez controlado pasó a revisión con un médico, este le hizo un examen físico exhaustivo para después mandar a hacer exámenes de sangre. Días después lo llamaron para ver sus resultados. Llegó al consultorio acompañado de Jungkook, Yoongi no había podido acompañarlo pero le prometió esperarlo en su casa.
Esa tarde Jimin sintió su mundo acabarse, las lágrimas bajaron por sus robustas mejillas y comenzó a sollozar tratando de negar sus resultados.
—Te lo diré de una manera que sea más fácil para ti entenderlo, tus análisis dieron positivó para leucemia. Lo siento pero si queremos saber qué tipo de leucemia es y en qué etapa está, es mejor apresurarnos y hacerte otros estudios, al parecer esta es una leucemia mieloide, está alojada en tu médula ósea.
Jimin no podía entenderlo, no quería aceptarlo, ¿en qué momento su vida se redujo a una leucemia que podía matarlo? Esa tarde Jimin no fue a casa de Yoongi, no lo llamó, sólo le envió un mensaje diciéndole que todo estaba bien. Pero esas palabras estaban muy alejadas de la realidad, se refugió en su sofá y en los brazos de su mejor amigo, lloró hasta que sintió que sus ojos se secaban, se sentía tan solo, tan destrozado, no había a quien llamar, su padre los había abandonado cuando supo que su madre lo esperaba y su madre murió de cáncer de mama cuando él tenía 13 años, dejándolo solo con sus abuelos, los cuales vivían demasiado lejos, y estaban muy viejos para molestarlos, pensaba Jimin.
Los días pasaron y Yoongi no sabía absolutamente nada de Jimin, lo llamaba y no contestaba, no iba a sus clases de baile y a la universidad tampoco, no sabía que pasaba, le preguntaba a Jungkook y este sólo le contestaba que le diera tiempo y Jimin le explicaría todo. Yoongi presentía que había algo que le ocultaban. No podía concentrarse pues su mente estaba llena de Jimin. Preocupado era poco para describir cómo se sentía el pelinegro, por que a pesar de que vivían tan cerca no podía ver a Jimin, por que este nunca le abría ni lo veía salir del apartamento.
Mientras tanto Jimin lloraba por la desesperación de no saber qué pasaría con él, días antes le tomaron unas pruebas de la médula ósea y sus resultados arrojaron que padecía una leucemia mieloide aguda del tipo m7, la más agresiva, para su mala suerte ya demasiado avanzada, le recomendaron atacarla con medicamento y quimioterapia esperando que aún pudiera funcionar pero no guardaba falsas esperanzas. El trasplante de médula ósea era una opción viable pero al no tener parientes directos tendrían que esperar a que encontraran un donante compatible.
Yoongi tocaba y gritaba del otro lado de la puerta todos los días, suplicando a Jimin que le abriera, que sólo quería saber que estaba bien. Pero Jimin nunca abría, sólo lloraba desconsolado en el sofá mientras Jungkook lo miraba molesto por lo que hacía con Yoongi. Jimin pensaba y pensaba en una manera de alejar a Yoongi de él, no lo quería a cerca, por que no quería que sufriera como él lo hizo con su madre. Deseaba que se quedara con la mejor versión de él.
Conocía a Yoongi mejor que nadie y sabía que cualquier cosa que le dijera no lo haría alejarse de él a menos que haga que lo odie y eso hizo.
Una tarde el pelinegro llegaba a su apartamento y como todos los días pasó al departamento de Jimin para ver si esta vez corría con suerte y le abría la puerta, para su sorpresa esta estaba entreabierta así que sin pensarlo entró, una vez adentro escucho ruidos que provenían de la habitación de Jimin, sonidos que él conocía perfectamente y que rezaba para que no fuera lo que él estaba pensando, y es que los gemidos que salían de aquella habitación daban por sentado lo que estaba pasando adentro; con las manos sudando y su corazón latiendo al máximo abrió la puerta descubriendo a Jimin debajo de un chico que jamás había visto, los dos completamente desnudos teniendo relaciones o eso es lo que él creía pues ambos chicos estaban tapados hasta el torso.
Yoongi con lágrimas en los ojos mandó al diablo a Jimin y salió del apartamento para nunca más volver. Una vez fuera Yoongi, el moreno que estaba encima de Jimin se quitó de él, se colocó su camisa y los calcetines, lo cual era lo único que les faltaba de ropa a ambos. Jimin sin dejar de llorar hizo lo mismo mientras Jungkook entraba a la habitación molesto por el absurdo plan de su amigo. Se acercó y lo abrazó dejándolo llorar mientras Jimin repetía una y otra vez que lo había perdido.
Las semanas pasaron y Jimin no volvió a saber nada de Yoongi, días después de montar tal escena en su apartamento el pelinegro se mudó.
No había día en el que Jimin no llorara por su desafortunada vida y por haberle roto el corazón al amor de su vida, pero eso era mejor que vivir el infierno al que estaba destinado a llevarlo consigo si no lo alejaba.
Tres meses exactos pasaron desde que comenzó su tratamiento, tocaba cita con el médico después de su examen de la médula ósea. Y como los médicos lo esperaban, el tratamiento no estaba funcionando.
—La leucemia se ha esparcido a tu hígado y vasos, el tratamiento no está funcionando, a estas alturas ya no hay nada que se pueda hacer, puedes seguir con el tratamiento pero sólo mermará tu calidad de vida, si decides dejar el tratamiento te daremos medicamento para que soportes el dolor y puedas llevar una vida lo más normal que la enfermedad te permite hasta el día de tu muerte.
—¿Cuánto tiempo, doctor? ¿cuándo moriré?
—No lo sé, Jimin, puede ser en meses, semanas o días. Lo siento mucho, sólo queda esperar a que pase; o en todo caso rezar por que encontremos un donante para ti a tiempo.
—Está bien, quiero dejar el tratamiento y que sea lo que tenga que ser.
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