Saturn's Rings
El rey Sehun sabe que tiene un gran "problema" cuando, por su telescopio, mira al individuo que descansa sobre las rocas de los anillos de su planeta. Primero que nada, se puede dar cuenta de que es un forastero, anda sin ropa que le cubra la parte superior del cuerpo y su piel es de un color más llamativo, nada que ver con la apariencia de los habitantes del planeta, quienes son pálidos y siempre portan ropa blanca muy suelta. No se andan con nada de desnudez.
Es algo demasiado fantástico para el rey la forma tan etérea y distinta de aquel ser que duerme en los anillos de Saturno, no se parece a ningún otro ser en el planeta. Luce cálido, brillante y peligroso.
Su mandíbula es tan definida que a Sehun le parece esculpida por el mejor artista. Luego viene la boca, todo lo contrario, redondeada y abultada de un color tan espléndido como el de su piel que parece estar bañada por los rayos del sol. Su rostro está decorado también con bellas pestañas que producen cosquillas con tan sólo verlas.
Sería tan fácil para el rey estar todo el día parado frente a su telescopio observando a ese ser, nunca había estado tan fascinado por una persona.
—¡Peligroso! ¡es un ser peligroso! —exclama con fuerza su consejero real, Byun BaekHyun, así que el rey se ve obligado a prestarle atención—. Ordene que los caballeros lo empujen de los anillos, niño rey.
Definitivamente lo peor que pudo hacer fue contarle de la situación a su consejero, no lo deja de molestar.
—Sehun, simplemente debes llamarme Sehun —le pide amablemente mientras se dirige a su trono.
—Rey Sehun. Pida que echen a ese ser raro de sus anillos, rápido. Es peligroso, usted lo vio, su abdomen está marcado con seis cuadros y está a la vista, esas son señas de que es un guerrero osado y peligroso. Lleva un collar con el diente de algún animal, es un salvaje, no necesitamos seres salvajes y diferentes en este planeta de paz —Baekhyun termina de hablar y le mira con los ojos bien abiertos, intentando presionarlo y ponerle los pelos de punta.
—El concepto de «planeta de paz» no combina con tu orden de «echen a ese ser raro de sus anillos» —eso es lo que dice el rey mientras se mira las uñas—. Las contradicciones no quedan con los consejeros, Baekhyun.
El bajito gruñe y antes de que pueda decir alguna otra cosa Sehun levanta la mano, en advertencia.
—Dile a los guardias que lo traigan al castillo, yo abriré el portal para que lleguen a los aros.
Claro que necesita traerlo al castillo, no puede pasar todo el día viendo al pobre hombre por el telescopio y menos puede aguantar el escándalo de Baekhyun sobre el forastero.
—¿Luego va a la guillotina?
—Quiero hablar con él —dice ignorando la pregunta de su consejero y recordando el bello rostro del muchacho que descansa en lo anillos.
—¿Después de que hable con él, se irá a la guillotina? —insiste el bajito.
Sehun rueda los ojos y le hace señas a su consejero para que se apresure a llevar su mensaje a los guardias y deje de molestar con con su exageración, así podrá observar por un corto rato más al forastero etéreo.
(...)
La espera para ver al muchacho frente a frente no es larga. Sehun al ser el rey proviene de un linaje único que tiene el poder de manipular el espacio para crear portales, de esa forma ocho caballeros de la guardia real pueden llegar hasta los aros de saturno.
Sí, al contrario de los habitantes comunes del planeta, la familia real puede crear portales, pero no poseen la eterna juventud de los demás e incluso son especialmente delicados. Su padre le dijo una vez que es para cumplir esa ley no escrita pero aceptada por todos, esa que deja que una mente de paso a otra para gobernar, ver nuevas ideas y progresar, está demasiado en su sangre eso de ser realeza que cuida un gran reino. Aunque realmente Sehun no cree que el pueblo progrese mucho, al mirar los libros y leer sobre su propia cultura se puede dar cuenta que hace más de 400 años que actúan igual. Y les gusta demasiado actuar de esa forma.
El rey se desparrama sobre su trono y contempla como su consejero entra a la habitación murmurando insultos hacia el líder de la guardia, Chanyeol. Se queja de lo que tardan y de que en sus doscientos años de vida nunca había visto a un ser tan tonto. Extrañamente cuando está frente a él se comporta mejor que nunca, incluso asume un personalidad un poco aduladora.
Loco pero gracioso. Eso es lo que piensa Sehun de su consejero.
Tal vez por eso su abuelo, su padre y el abuelo de su padre decidieron conservarlo como consejero, porque es divertido verlo molesto y no es un consejero de personalidad plana que sólo habla poco y siempre permanece analizando todo.
—Ya calla, Byun, ya vienen de regreso —avisa el rey cuando siente su fuerza siendo usada, lo que significa que están pasando a través del portal.
La llegada del extraño no es glamurosa, ni callada, es más bien lo contrario. Los primeros en pasar son el líder de la guardia Park Chanyeol y el guardia Zhang Yixing, quien lo sostiene porque parece que se ha herido.
—¡¿Qué pasa aquí?! —exclama Baekhyun y Sehun ve como en unos segundos se mueve rápidamente de un guardia a otro y luego termina frente a Park—. ¡Chanyeol! —grita, como si el más alto estuviera muriendo—. ¡Se lo hizo, eso! ¡guillotina! ¡guillotina! —repite mientras señala al forastero que está retenido por dos guardias.
La aguda voz de Baekhyun se borra de la mente de Sehun en lo que sus ojos caen el muchacho cabizbajo que los guardias sostienen con fuerza por ambos brazos. Su garganta se seca y de verdad tiene deseos de tocar esa piel tan diferente.
Como si el muchacho pudiese sentir la mirada del rey sobre él, levanta poco a poco la cara y sus ojos ven directamente los de Sehun.
El rey abre la boca para decir algo, pero las palabras se pierden en los ojos feroces del desconocido. Está abrumado por su presencia pero eso le gusta.
—¡Sehun, niño rey! —llama Baekhyun tirando de su ropa para traerlo a la realidad—. Viste lo que le hizo a Chanyeol, no podemos tener a un ser peligroso acá. Lastimó todo su brazo, lo quemó.
—Él me asustó —dice con la voz rota el muchacho y todos los presentes fijan su atención en él—. No lo pude controlar, el tocó mi rostro mientras dormía y yo... simplemente le hice daño... lo siento.
Sehun mira preocupado a su guardia y ve como sujeta con fuerza su brazo mientras suelta quejidos. No ha perdido el color del rostro ni parece que se fuera a desvanecer, no es un daño tan grande como lo pinta Baekhyun. Quiere creerle al muchacho eso de que no lo ha hecho con intención y cuando mira fijamente su rostro, ve que toda esa ferocidad y revuelo que observa en sus pupilas solo es... miedo.
Baekhyun sigue vociferando cosas sobre la guillotina y chillando el nombre de Chanyeol; cada palabra enciende un remolino de miedo más dentro de los ojos del forastero y ni Sehun tolera el ruido. Mucho menos tolera ver como a un ser como ese frente a él se le cae la confianza propia a pedazos.
—Suelten al muchacho —ordena fríamente y ambos guardias que lo retienen se miran entre ellos y luego observan a Baekhyun, quien contempla a Sehun horrizado—. ¡Acabo de decir que lo suelten!
Ambos guardias dejan ir lentamente su agarre y el muchacho se queda quieto, con su mirada fija en el suelo y sus manos sosteniendo el comienzo de sus pantalones.
—Baekhyun, ve con Chanyeol a que le curen la herida de su brazo. Gracias a todos por cumplir con mis órdenes, han hecho un buen trabajo.
—¡Estás loco! —exclama Baekhyun y Sehun lo mira fríamente pero a su consejero no le importa—. ¿Te quedarás solo con eso? ¿y si te mata?
—Si quisiera matar a alguien, te habría matado a ti en el minuto en que lo soltaron, eres el que no para de decir que lo mande a la guillotina, ahora vete, cuida de Park.
—Rey, soy su consejero, siga mis consejos, encierrelo antes de que le haga daño.
Sehun presiona sus labios y observa a los guardias que tampoco se han movido.
—Zhang, llévate a Baekhyun, por favor.
El guardia asiente y en unos rápidos movimientos toma al pequeño consejero y se lo echa al hombro como si se tratara de un saco de cebollas.
—¡Sehun, niño Sehun! —se queja mientras el guardia se lo lleva.
—Te dije que solo me digas Sehun —le recuerda y se despide con la mano haciendo enojar más al consejero.
Rápidamente la sala queda casi vacía, solo Sehun y el forastero permanecen en ella.
El rey lo analiza lentamente, como solía hacer cuando lo veía con su telescopio, pero ahora es mil veces mejor. Tiene en su cabeza mil y una descripciones para él, pero sigue siendo a la vez tan etéreo.
—Me llamo Oh Sehun —dice el rey extendiendo su mano derecha.
—Soy Jongin —responde el forastero y con miedo toma su mano para luego ver al rey directo a los ojos.
Es raro la manera en que se miran, ninguno se imagina el momento de romper el contacto visual. Es extraño que se sienta tan cómodo, como si mirarse tuviera que ser una tarea destinada. Se escucha ridículo, pero ninguno puede dejar de analizarse como si buscaran algo que les perteneciera en el otro.
Jongin termina el contacto visual cuando sus ojos ven lo que le está haciendo a Sehun, entonces lo suelta rápidamente y se da la vuelta sosteniendo su cabeza.
—No era mi intención, rey, se lo juro.
Sehun analiza la quemadura en su mano, no es mucho, solo está enrojecida pero ni siquiera notó que se quemaba por estar tan concentrado en los ojos del otro chico.
—Te creo pero ¿por qué no lo puedes controlar?
—No lo sé, no sé nada sobre mí —comenta afligido y sigue sosteniendo su cabeza.
—¿Nada de... nada?
—Ni siquiera sé si tengo un apellido, no sé cómo llegué aquí, no sé si tengo familia, no sé de dónde provengo y usted es la primera persona que me hace sentir como si fuera un ser de verdad y vengo y lo quemo con mis poderes de monstruo.
Sehun intenta colocar una mano en su hombro y aturdido Jongin se aleja.
—Su consejero tiene razón, solo hago daño, envíeme a morir, de todas forma no tengo misión, no sé quién soy, no soy nadie. Y he estado durante días tratando de dormir en los anillos con la esperanza de no despertar y estar rodeado de desconocimiento y vacío; no me quiero sentir así, vacío por dentro.
Las palabras, la forma que tiene el muchacho de pronunciarlas, todo ese conjunto destroza a Sehun. Todo ese tiempo él lo estuvo viendo por el telescopio y solo imaginaba con que adjetivos calificarlo, solo se imaginaba lo irreal y hermoso que le parecía, pero nunca se preocupó realmente por lo que hacía un ser solo, en los anillos de saturno, el sitio más solitario del planeta.
—Todo ser que nace y respira merece creerce "alguien" —le dice con un tono de ligero regaño—. Haz de ti alguien de quien estés orgulloso.
—¿Cómo? —pregunta alterado el forastero, dándole la cara otra vez al rey.
Sehun se acerca poco a poco y con sus dos manos encierra la izquierda de Jongin, quien decide no alejarse esa vez y concentra toda su mente en no comenzar a quemar al rey, porque sinceramente no sabe que sentimientos lo llevan a desatar ese poder.
—Quédate en el palacio, haremos alguien bueno de ti, las bases ya las tienes, puedo ver que no hay malas intenciones en ti, solo estás asustado.
—Ni siquiera hay intenciones en mi, de nada, yo no sé que hacer..
Jongin se calla cuando el rey presiona su palma y se pregunta como es posible que un solo gesto pequeño lo haga sentir bien, vivo, como si le importara a alguien.
Y es que si no existe una sola persona a la que le importes, ¿realmente eso es estar vivo? para Jongin la respuesta es no.
Pero el rey Sehun enciende una chispa en donde va su corazón, lo hace sentir alguien y recupera las ganas de que su corazón siga bombeando sangre a su cuerpo. No recuerda nada de su vida y por lo tanto en su memoria Sehun es la primera persona que genuinamente se interesa por él.
(...)
Sería hermoso decir que Jongin encontró una razón de ser dentro del hogar del rey, pero la calidez sólo vivía en el joven Sehun.
Todo lo demás lo hacía sentirse inútil.
Las sonrisas y las suaves palabras del rey le encendían el corazón, pero las personas se ven más afectadas por los actos que por las palabras y el latir acelerado de su corazón no podía cubrir lo rasgado de su mente, mucho menos el frío que acariciaba a su ser por el trato.
De una forma agridulce podía decir que Sehun seguía siendo la única persona que genuinamente se interesaba por él.
Cuando salía de las cuatro paredes de su habitación en el palacio podía escuchar los murmullos de los empleados, cuando salía a caminar por los alrededores para salir de sus pensamientos podía escuchar a todos estando disconformes con su estadía en el planeta. De verdad quería encajar.
Sehun lo había ayudado, lo había asignado para trabajar en las cosechas pero siempre arruinaba todo con su fuego, porque no podía controlar su molestia cuando los que estaban a cargo lo trataban como si fuese un perro. El rey también lo había asignado para ayudar en las construcciones, pero cada vez que iba a usar su fuerza lo arruinaba todo, no la podía controlar y acaba haciendo pedazos el mármol que tan costoso era.
Intentó ayudar con los caballos reales pero los animales le temían también y se alejaban de él o se volvían extrañamente salvajes.
Eran meses que habían pasado y no podía conseguir hacer nada bien para ganarse el afecto de la gente.
—Jongin —llama el príncipe, asomando su cabeza por la habitación del muchacho.
—Pasa —responde cansado de pensar.
Sehun se abre camino en la pequeña habitación hasta situarse a un lado de la cama de Jongin. El muchacho descansa con los ojos cerrados, sin camisa y sosteniendo el collar de su cuello. Le regala a Sehun la misma vista que tenía desde su telescopio. Todavía siente las irremediables ganas de tocarlo.
Se sienta en un costado y sin poder controlar sus deseos deja caer suavemente su mano en el abdomen de Jongin, por encima de su ombligo y sintiendo rápidamente el calor en sus dedos.
—Salgamos a caminar, fuera del palacio —dice y Jongin se sienta, desplazando la mano de Sehun hacia una de sus piernas.
—No quiero salir... quiero ir a la biblioteca del palacio, ahí nunca hay nadie. Por favor, Sehun.
El rey lo mira con tristeza, Jongin no quiere dejar el palacio ya y dentro de él se la pasa en los sitios más solitarios, evitando las palabras punzocortantes de Baekhyun y la mirada de todos. Nadie podía ver a Jongin de la forma en que él lo hacia, todos estaban demasiado acostumbrados a "lo de ellos", demasiado inflexibles, demasiado apegados al concepto de apariencia que siempre han tenido y demasiado cerrados de mente. Y lamentablemente Sehun era un rey que no podía hacer que su pueblo evolucionara.
—Te has leído casi todos los libros de ahí, Jongin.
—Los libros son mis amigos, me enseñan cosas, me hacen sentir bien, así como tú.
Sehun sonríe por el cumplido y se pone de pie, ofreciendo una mano a Jongin, quien la acepta perezoso y como casi siempre ocurre con ellos, mantienen el contacto más de lo debido y las miradas conectadas.
—Pero ponte ropa —dice Sehun y antes de que Jongin pueda hablar el mismo rey abre el armario y toma la ropa especial que ha mandado a hacer para Jongin, sin mangas y de apenas un par de botones porque cuando intentaron hacer que usara ropa normal, bastante suelta y bastante recatada, la quemó con el calor que se desprende de su piel, ya que estaba demasiado incómodo.
Jongin se sitúa delante del espejo y espera a que Sehun le pase la ropa pero el rey se coloca detrás de él y ayuda a Jongin a vestirse, lo que sea para que sus pieles entren en contacto, porque el calor que desprende la piel de Jongin es adictivo y sobre su piel se siente como intentar tocar los anillos de Saturno. Como si el universo estuviera filtrandose por su piel.
Después de mantener contacto visual a través del espejo por unos minutos ambos deciden salir de la habitación.
Jongin siempre camina un poco más lento que Sehun para apreciar el andar del rey. Se mueve como si estuviera caminando por el universo y fuera una estrella más de él. Es atrapante y le recuerda a las pocas rocas púrpuras que flotan en los anillos de Saturno.
Daría lo que fuera por ver a Sehun caminando sobre los anillos, casi como si estuviera flotando y como si se fuera a fundir con el paisaje interestelar.
Cuando entran en la biblioteca, Jongin se siente calmado, le produce paz y tiene que admitir que le gusta estar ahí, rodeado de libros. Para él son como mentes abiertas y de vez en cuando hurta comida de las cocinas y se entretiene toda la noche con un libro. Pero los mejores días eran cuando Sehun se tomaba un tiempo libre y se quedaba a leer con él, porque lo convencía de leerle y la voz de Sehun es calmante.
Sehun repasa los lomos de los libros de cuentos antiguos de su planeta, los cuales Jongin descubrió que eran sus favoritos. Su madre solía leérselos, así le dijo. Le gusta que le hable de su vida porque, cuando Sehun habla de su infancia, su sonrisa es tan grande que la alegría desaparece sus ojos y hace temblar al corazón de Jongin.
Fielmente cree que Sehun sabe que pone su corazón a temblar, que es el único recuerdo que quiere en su cabeza vacía de ellos, y ese solo recuerdo lo ha de llenar.
Jongin mete su nariz en un libro viejo que hace días lee, de reojo mira a Sehun sonreír mientras pasa las páginas de un libro muy finito que ha escogido.
Mirando a Sehun sólo puede pensar que no es el rey de Saturno, es más, algo así como la estrella más brillante.
En el momento en que Sehun lo atrapa mirándolo, un calor sube por su cuerpo hasta sus mejillas, impulsado por un sentimiento que desarrolló poco a poco, diferente a la rabia y la tristeza que hacen que su cuerpo queme las cosas, un sentimiento dulce que le dice que la vida es bonita aunque no lo recuerde.
Baja el libro en donde oculta su rostro y le sonríe de medio lado al rey, acercándose más a pasos lentos.
—Este libro resalta palabras de un antiguo idioma, que no tienen traducción exacta y hace días que estoy estancado en una expresión, Sehun —dice mirandolo directo pero baja su vista al libro para dar con la palabra y acaricia la página donde se encuentra—. Koi no Yokan ¿sabes qué es?
Sehun entreabre su boca y desliza su lengua sobre sus labios, asiente a las palabras de Jongin y le cuesta encontrar las suyas—. Sí, pero quiero escucharlo otra vez, de tus labios.
—Es la sensación que se tiene, cuando dos personas se conocen y de alguna forma saben que van a enamorarse irremediablemente —recita Jongin la explicación del libro—. Suena irreal, pero en el fondo lo creo real, este muchacho de mente sin recuerdos sobre lo que es el verdadero mundo, lo cree real, ¿lo crees tú?
El muchacho, que ahora Sehun siente de todo menos forastero, le carga con doble sentido y sentimientos la simple pregunta de tres palabras. Deja a un lado el libro que tiene y acerca sus manos al libro de Jongin e intencionalmente hace que sus manos rocen, ambos sostienen el libro y ambos se miran tan profundamente como la primera vez. El recuerdo de ese momento en que se miraron debería ser más que una respuesta sufuciente, acompañados de los sentimientos que danzan en sus interiores entre más se conocen.
No se sabe cual de los dos deja caer el libro pero Sehun sabe que Jongin estampa sus labios sobre los de él cuando está a medio «sí» y a medio suspiro mental de alivio.
Se deja caer en el calor de los labios de Jongin que avivan su llama tranquila de monotonía y la convierten en una fiesta de fuegos artificales. Sus manos acariciando sus antebrazos se sienten como el calor de unas mantas y no como un fuego que lastima. El calor de Jongin se encuentra controlado por él, porque él es lo correcto para el chico y Jongin es lo correcto para él.
Sus labios le enseñan un nuevo mundo, del cual solo es un ciudadano aspirando a ser rey de ese sol que es Jongin.
(...)
La historia no se torna perfecta, decir que un amor puede lograr derretir los fríos corazones de los depredadores a los que están expuestos no es decir la verdad, pero el amor es una cosa de sentimientos que fluye en dos direcciones, su aura logra inspirar pero no derretir.
Jongin y Sehun no pueden derretir los pilares del mundo aunque le aseguren que vivir sobre una nube es mejor que vivir sobre rígidos pilares. No es su culpa, los cimientos de esa sociedad del planeta fueron construidos por ellos mismos, es lógico confiar más en algo que hiciste tú aunque no hayas visto que existe algo que debas cambiar. Es duramente lógico que el cambio de miedo, pero es peor que por no cambiar los sentimentales de mente abierta sufran.
—¡Es ridículo, mocoso! —vocifera Baekhyun a través de la habitación principal del palacio. Enfrenrandose a su rey—. No puedes decir eso y no puedes hacer eso.
—¡¿Eso qué?! ¡¿Amar a alguien está mal?!
—¡Exponerlo está mal!
—¡Es lo mismo!
—¡Deja de comportarte como un niño! —grita aún más fuerte Baekhyun y lo único que hace es aumentar la ira en los ojos de Sehun.
El rey decide no responder y su consejero se le queda viendo. Lo vio crecer, lo vio dar sus primeros pasos, estuvo para él cuando perdió a sus padres. Y realmente trata de entenderlo y quiere confiar en él pero no puede, no quiere que su propia confianza le haga daño. Le está haciendo sufrir justo ahora.
Da varios pasos hasta quedar frente al rey, notablemente más alto que él, pero no importa, con su mano derecha lo toma de la barbilla y lo obliga a mirarlo.
Siente sus ojos odiandolo.
—Vete con él, Sehun. Vete y deja de ser rey —le dice y la llama de rabia en los ojos de Sehun se apaga—. Vete con él peligro de la mano si eso te hace feliz, si estás seguro de que puedes convivir con él, por aquí nadie te dejará besar al peligro aunque jure que ha sido creado por la estrella protectora más brillante. Deja el trono y escapa, yo no tengo ánimos de gritarte más.
Sehun contiene la respiración, ya no siente el odio de la lengua puntiaguda de Baekhyun. Todo lo que puede recordar es que fue su única familia cuando sus padres se murieron.
—Tú te quedarías con el trono entonces.
—Lo sé y quiero el trono, quiero que el planeta siga en paz porque se ha perdido desde que anunciaste que te querías casar con la persona a la que todos le temen y quieren matar. Saben que su parecido con los habitantes de Júpiter es horriblemente notorio.
Sehun desde el momento en que Jongin le había dado la mano por primera vez lo supo, que Jongin era demasiado parecido a los habitantes de aquel planeta que tantas disputas tiene con el suyo. Pero su parte más pura le decía que no podía culpar o etiquetar a una persona que solo recordaba su nombre, que le ha demostrado por meses que lo sufre, que le hace daño ser quien es aunque no sepa exactamente quién es.
—Vete, Sehun, porque ahora tampoco confían en ti.
La gente del planeta se alzó contra Sehun, incluso los guardias estaban trabajando las 24 horas del día para retener las puertas. Tenían mucha desconfianza desde que hace un par de años, con tan sólo 17 años recién cumplidos, Sehun se tuvo que hacerse cargo de todo. La desconfianza siguió solo un poco pero ahora el pueblo lo veía como un peligro por sus "malas decisiones". No lo querían de rey aunque eso alterara la línea real que había prevalecido por años.
Era gracioso como el pueblo se resistía a los cambios pero eran capaces de cambiar la línea real, probablemente una de las cosas más importantes. Tal vez no era gracioso, simplemente trágico.
—Estoy cansado de todo —admite Sehun, sintiéndose pequeño e indefenso—. Estoy cansado de tener que ceder por ser rey, tal vez, aunque mi sangre haga latir mi corazón real, no puede hacer que mi cerebro se adapte. Estoy harto de todos.
Baekhyun deja que sus manos caigan en los hombros de su rey, intenta reconfortalo. Claro que está cansado de todo, ni siquiera lo dejaron llorar sus penas cuando ya habían colocado la corona y un reino sobre su cabeza. Tal vez lo que él cree que es un gran error sea lo que le de paz a su alma. Pero los años solo lo hacen un completo desconfiado.
—Puedes volver cuando quieras y yo te aceptaré así te tenga que esconder de todos, puedes volver si ves que corres peligro, Sehun —dice Baekhyun y Sehun siente que por primera vez desde hace muchos años quiere abrazar al exagerado de su consejero.
—Jongin no es un peligro, pero tomaré tu palabra Baekhyun —dice contra su oreja en el abrazo rápido que comparten—. Iré al pequeño castillo en los anillos de saturno. Nadie puede llegar ahí, solo yo. Nadie nunca podrá ir ahí.
El consejero lo mira con tristeza pero intenta regalarle una sonrisa—. Sé que se pueden alimentar de la energía de las rocas de los anillos, pero si alguna vez quieres algo más apetecible, abre un pequeños portal y te lanzo una tarta.
Sehun sonríe, asiente y se queda observando a Baekhyun por última vez.
El consejero siente que las lágrimas se arremolinan en sus ojos y con una mano le hace señas a Sehun para que se vaya.
—Ve por Jongin de una vez.
El rey asiente una vez más y se da la vuelta para salir corriendo a través de todo el palacio.
Ni siquiera mira a los lados, a los cuadros, a la servidumbre, a su habitación, nada. Solo quiere ver la cara de Jongin cuando por fin sean libres.
Con velocidad sube las escalares hasta la biblioteca y no sabe por qué pero se quita la camisa, como Jongin, como si fuera ceremonial.
Al abrir la puerta, Jongin se encuentra escondido detrás de una pila de libros, como desde hace días porque lo perturba el ruido de la muchedumbre que lo odia, pero cuando ve a Sehun sus ojos se iluminan.
—Somos libres —anuncia el menor y rápidamente llega junto a Jongin, quien no entiende, pero se lo come a besos mientras el menor lo toma de las manos para luego salir corriendo.
Es como si fuera ceremonial, la forma en que corren a través del pasillo más amplio del castillo y todos los que pasan los miran, la forma en que la palma de Jongin arde en la del rey con emoción de libertad y cuando Sehun abre el portal al final, de un salto los dos se queman en el aire mientras viajan a los anillos de saturno. Tierra de libertad, de soledad, pero ya no más, ahora es tierra de amor.
Ninguno sabe si son horas o minutos los que pasan derrumbados en un suelo ajeno pero sentir un calor envolverlos los tiene con una sonrisa en el rostro. Así creen que se tiene que sentir la libertad, como si tu cuerpo se quemara de emoción y de las cenizas naciera un nuevo yo con sueños cumplidos del pasado, con sonrisas en el nacimiento.
—Somos los reyes de los anillos de Saturno —anuncia Sehun cuando es capaz de colocarse de pie para contemplar el antiguo castillo de ceremonias que ahora es sólo su hogar —. Somos Jongin de Saturno y Sehun de Saturno.
—Puedo vivir contigo toda la vida... aquí en los anillos de Saturno.
Y Jongin acepta eso como su única historia en la vida, como su pasado, presente y futuro. Y acepta derretirse en los labios de Sehun todo el tiempo que pueda. Acepta gobernar la tierra de nadie, los anillos que lo recibieron dos veces y que no son tan malos como recuerda de la primera vez. Ahora son tierra de amor.
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N/A:
Koi no yokan en realidad es una expresión Japonesa que me gusta mucho. Su significado es el mismo que en el fic.
Este fic es lo que sale cuando tienes un irremediable amor por Saturno y la canción On Melancholy Hill aunque la letra no tenga nada que ver con el fic, cuando la escucho siento que es como estar flotando en el universo.
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