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7 🪐

Chico lindo, hiciste esto conmigo, ahora está a punto de acabar. Mira hasta donde llegamos

Manejaron al menos dos horas fuera de la ciudad hasta llegar a la casa de campo de los Kim. No era precisamente el lugar más secreto, pero solo desaparecerían un día, a lo mucho dos.

El viaje fue silencioso sin mucho que decir y con tanto que sentir, la compañía mutua que disfrutaban cuando estaban en paz era más gratificante que empezar conversaciones que después llevarían a temas tristes que les arruinaban el buen humor.

Al llegar, Seungmin subió a la segunda planta y se lanzó sobre la mullida cama con olor a polvo y aserrín. Se preocuparía por las posibles chinches más tarde. Le gustaba la vista desde esa habitación porque la puerta al balcón era totalmente de vidrio y en las noches la luna se asomaba para hacerle compañía escondida entre las montañas. Estaba exhausto y agotado tanto física como mentalmente, así que no podía ni pensar en ayudar al pobre Hyunjin a desempacar las cosas que habían traído. No tuvo tanto remordimiento porque solo se trataba de un par de mochilas y una caja con comida.

Se quedó dormido abrazado a la comodidad de la naturaleza y los sonidos de sus pequeños habitantes que cantaban para él estirando sus alas para empezar una nueva jornada, los pajaritos cantaban anunciando la fresca madrugada.

Lo siguiente que supo fue que unas manos estaban acariciando su costado con cariño, los ojos afectuosos de Hyunjin que solo podían ser dedicados a él lo miraban fijamente.

—¿Qué hora son?—Preguntó estirándose, se fija en que está vestido con ropa de dormir y, a diferencia de cómo recuerda haberse acostado, también está debajo de las sábanas.—¡Hyunjin! ¿Me desnudaste para ponerme el pijama?—Reclamó cubriéndose un poco.

—Nada que no haya visto ya.—Responde éste sin mucho interés.—Vamos abajo, preparé el desayuno.—Le informa y besa su puchero.

Ahí están, se tiene que recordar a sí mismo en lo que se ha metido y afrontarlo sin culpa para poder disfrutarlo. Sabe que ambos están mal, pero no sabe cómo hacer para dejar de desear la atención de la única persona que siempre se la ha brindado.

Hyunjin estaba sobre el comedor acomodando unos cubiertos debajo de las servilletas, el olor exquisito a pancakes hizo a sus entrañas rugir. Detectó incluso una pequeña flor amarilla parecida a un girasol que yacía en un florero.

—La fui a cortar de una mata que está en el jardín, pensé que ayudaría a adornar por aquí.

—Literalmente la mataste. No sabes como recortar los tallos de una planta.—Respondió burlón mientras tomaba asiento.

Sintió ternura al ver la expresión apenada del alfa que se había quedado a mitad del comedor con la revelación de sus pésimas habilidades de jardinería.

—Es tan difícil intentar complacerte.—Se quejó cual chiquillo mientras presentaba el plato de hot cakes frente a él.

Seungmin se rió fuertemente ante la presentación, si bien el olor era lo suficiente para poner a sus tripas hambrientas, los intentos fallidos de caritas sonrientes del mayor le resultaban enternecedores. Decidió probarlos, no juzgaría a un libro por su portada.

—Dios, Hyunjin.—Excepto que tal vez tendría que haber echado un vistazo a la contraportada también antes de dar la oportunidad. Estaban quemados completamente por atrás.—Yo los prepararé.

—¡Ahh, Seungmin-ah! Se supone que quedarías totalmente enamorado de mi desayuno y entonces harías cualquier cosa para agradecerme.—Refunfuñó moviendo sus hombros como niño pequeño.

—Ven a ayudarme entonces si no quieres regresar intoxicado, pensaré en hacer algo para agradecerte si prometes alejarte de la cocina.—Condicionó.—Y no, Hyunjin, no te voy a dar sexo.

Se sentía demasiado correcto, pensó. Hacer el desayuno con un alfa pegado detrás de él que intentaba no ser torpe mientras se concentraba en revolver los huevos que le había encargado, él acudiendo a ayudarle para bajar una batidora de globo cuando lo vio batallando por alcanzar el gabinete. Alzó el utensilio estirando su brazo para molestarlo, y la única forma de hacerlo bajar esa maldita batidora era accediendo al cometido de Hyunjin de darle un beso. Un pico fue suficiente para calmarlo y seguir en la misión de cocinar algo decente.

Antes de llegar habían acordado un trato. Podían actuar y fingir ser una pareja casada tanto como quisieran, la única condición era no intentar llevar al otro a la cama; la última regla en realidad era más para Hyunjin que otra cosa. De todas formas, lo atrapó marcándole con su olor al menos tres veces antes de que el idiota derramara yemas en su camisa y posteriormente declarara una guerra de comida, que claramente no le dejaría ganar.

Cuando se ducharon tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por impedir que el mayor se colara en la bañera para lograr su cometido, él había sido más rápido para escabullirse y encerrarse bajo llave en el cuarto de baño. Sabía lo que intentaba hacer, pero más le valía no caer si no quería que el apego fuera irrompible esta vez. Era algo prohibido, no era suyo aunque estuvieran fingiendo por un día así que que no podía tomar una prueba porque entonces se haría terriblemente adicto.

Después de estar aseados y alimentados, Hyunjin lo llevó afuera para caminar quince minutos hacia el lago. Recordaban este lugar de retiro, muchas veces habían venido aquí incluso cuando aún estaban en la escuela, y en un par de ocasiones también habían venido con sus familias. Seungmin empacó un mantel y la canasta de picnic con algunos emparedados y jugo para merendar. Deseaba tanto con aquel pequeño rincón del mundo fuera de ellos nada más, y que nadie pudiera encontrarlos.

Mientras Hyunjin tomaba descaradamente un baño nudista en aquel lago, él optó por sentarse en la orilla a descansar y leer un libro. Era algo pretencioso, pero nunca terminaría de parar sus maldiciones acerca de lo bueno que era el señor Darcy con Elizabeth, ella ni siquiera sabía apreciarlo y cuando lo hizo, era demasiado tarde. Es decir, por lo general los lectores en foros de Internet maldecían a Darcy por su frivolidad e intrometida personalidad, como si Elizabeth no fuera un personaje con desaciertos también. Tan solo releer por séptima vez la escena del rechazo le hacía sentir la rabia que experimentó la primera vez, y estuvo a punto de ponerse a maldecir a la madre de Elizabeth hasta que Hyunjin apareció a su lado con un boxer puesto y el resto de su cuerpo empapado.

—Hace mucho no te veía leyendo. ¿Qué lees ahora?—Preguntó mientras regulaba su respiración.

—Es Orgullo y Prejuicio, ya sabes de qué trata.—Respondió a secas intentando no distraerse con la semi desnudez del alfa a su lado. Era tentadora.

—¿Ese libro que solías leer todo el tiempo? Oh, vi la película hace un año. Me recordó a tí, creo que nos reflejabas demasiado en esa historia.—Comentó frotando su palido cuerpo con una toalla.—Hubieron varias cosas que no entendí, te diría cuáles, pero honestamente ya las olvidé.

Seungmin cerró la pasta del libro de golpe, frustrado evidentemente. Sabía por la pequeña risa del idiota detrás suyo que esa había sido su verdadera intención todo este tiempo, pero estaba bien, si él quería jugar a molestarlo, podían hacerlo ambos. Cuando Hyunjin se puso a hurgar en la canasta por algo de comida, él deslizó su ropa lentamente a sus espaldas.

—Hyunjin...—Lo llamó tentativamente pero éste solo respondió con un monosílabo. Volvió a intentar, y esta vez cuando tuvo su atención, sonrió satisfecho con su reacción.

—Maldito Seungmin ¿Piensas que puedes desnudarte frente a mí y obligarme a conservar la calma?—Dijo irguiéndose con una mano cubriendo su entrepierna. El menor, con llaves en mano, se echó a correr cuando supo que el alfa tras de él no descansaría hasta tenerlo, y su plan funcionó a pesar de que sus piernas ardían horriblemente a medio metro antes de llegar a la cabaña.

Sentía los pasos y los gritos de Hyunjin persiguiéndolo, la euforia que lo recorría era tanta que ni siquiera le permitía en preocuparse por la desnudez en la que estaban corriendo. Afortunadamente no se toparon con nadie, o nadie que ellos hubieran visto al menos. Seungmin corrió más fuerte a pesar de que su pecho dolía por estarse riendo mientras corría, estaba tan agitado que pensó que podría morir. Finalmente llegó a la puerta de la cabaña que abrió tan rápido como sus dedos le permitieron, y cuando estuvo dentro la cerró con un azote tal que incluso el polvo del maderoso techo cayó sobre él.

Los golpeteos de Hyunjin no se hicieron esperar, tocando la puerta desesperadamente con evidente gracia detrás de esas demandas para que le abriera la puerta. Se asomó por la ventana con el fin de presenciarlo él mismo, y apenas lo vio en la entrada, desnudo, mojado y temblando por el frío, soltó una carcajada estrenduosa. Ni siquiera sabía qué clase de espíritu maligno lo había poseído para jugarle una broma tan pesada, lo único que sabía era que Hyunjin se lo merecía. No se hubiera atrevido a hacerle algo parecido a nadie, pero con Hyunjin lo hizo sin pensarlo dos veces. Tal vez una especia de extraña venganza.

—¡Seungmin, estoy hablando en serio, ábreme!—Rugió el alfa con otro fuerte golpe a la puerta.

Él sabía que, de así quererlo, ese imbécil podría tumbar la puerta por sí mismo. Pensó en que si las cosas fueran al revés, Hyunjin sí le abriría la puerta y pondría fin a todo aquello. Pero pensó también que para empezar, él ni siquiera lo hubiera puesto en esa posición. No, se negó a sentir lástima por él incluso en algo tan sencillo como una broma.

—Seungmin, me estoy congelando las pelotas aquí afuera. ¡No puedo regresar así por nuestras cosas! Ábreme maldita sea, eres un tramposo.

El beta ya estaba envuelto en una bata de baño por la que fue mientras dejaba a Hyunjin con sus súplicas, y tras pensarlo mucho, decidió que era suficiente.

—¿Palabra mágica?—Preguntó con su mano en la manija, hubo silencio del otro lado.—Si me dices la palabra mágica te dejaré pasar.—Extrañado porque no le estuviera siguiendo el juego, pegó su oído en la puerta para verificar que estuviera ahí.—¿Hyunie?

—¡Sorpresa!—Su alma salió disparada de su cuerpo cuando el mayor lo tomó desprevenido por la espalda. ¿Cómo mierda había entrado?

Gritó tan fuerte como sus pulmones le permitieron cuando fue alzado en brazos con tal ligereza como si no fuera un hombre adulto. Hyunjin lo puso contra su hombro como un costal de papas, y a pesar de sus pataleos no logró hacer que lo bajara a tierra firme. Estaba, literalmente, en los brazos de un maniático.

—No has visto las suficientes películas de terror, cariño. Si un asesino está en tu puerta, debes cerrar la trasera también. Y sobre todo, asegúrate de no ser tan predecible como dejar tu llave de repuesto debajo de una roca.—Le dio una nalgada antes de bajarlo al piso, el maldito tuvo la fuerza suficiente como para subirlo por todo el segundo piso.

—¡Oye!—Reclamó indignado empujándolo despacio. La sangre corrió a sus mejillas cuando se dio cuenta de lo peligrosamente cerca que estaban, la distancia entre ellos era nula y el cuerpo desnudo de Hyunjin frente al apenas cubierto de él.

La tensión entre ellos crecía cada vez más, Seungmin la sentía burbujeando como espuma de champaña dentro suyo porque conocía el sentimiento a la perfección, era el mismo que le recorría cada que ellos estaban a punto de engañar a alguien, incluso a ellos mismos. Hyunjin se moría por besarlo, por tenerlo bajo sus brazos una vez más.

—Hyunjin... no, no hagamos esto por favor.—Advirtió susurrando sobre sus labios. Necesitaba encontrar un lugar de dónde sacar la fuerza de voluntad.

El alfa no vaciló un segundo más antes de besarlo, sabía que si no actuaba ahora se arrepentiría después. Cuando sus labios se estrellaron sintieron la explosión de todo aquello que habían estado reteniendo, estuvo lleno de todo tipo de sentimientos, así fueran los negativos o los positivos. Dominó la ira en un principio, fue un beso brusco que se convirtió en uno apasionado con rapidez. Los pulgares de Hyunjin sostenían las mejillas de Seungmin mientras devoraba su boca e intentaban fundirse juntos, sus cuerpos reaccionando el uno al otro como los viejos conocidos que eran.

Molió su cadera con la ajena y sonrió cuando logró arrancar el gemido de Seungmin, llevaban años sin encontrarse de esa manera, y el vigor de la excitación los tenía trompicando hacia una habitación. La idea original de Hyunjin había sido tomar una ducha caliente y mantenerse firme a la condición que le había puesto el lindo castaño. Ahora no había vuelta atrás, toda esa voluntad se había transformado en agua cuando un menudo joven abrió sus piernas para él.

El dulce sabor de sus muslos y los pequeños temblores de éstos que apretaban su cabeza hundida en la intimidad de su pareja, dándole el placer que sabía solo él podía ofrecerle entre todos sus amantes. Dejó un rastro de besos en sus tersas piernas y comenzó a prepararlo para lo que venía, tomándose todo el tiempo del mundo para evitar lastimarlo. Sintió una pesadez en la boca de su estómago cuando se dio cuenta de que no era más el adolescente inexperto que se entregaba exclusivamente a él, y por lo tanto llevaba una vida sexual demasiado activa. Recordó la desagradable escena en su casa, intentó disolverla en su mente para evitar la posesividad que lo consumía. Sabía que estaba mal, pero no podía evitarlo, era difícil compartir algo que siempre había sido suyo.

Cuando la mano de Seungmin acarició su pelo, mirándolo expectante tumbado sobre la cama, prosiguió con el pequeño ritual antes de hacerle el amor. Se tomó el atrevimiento para marcarlo, su delgada cadera moviéndose en un pequeño baile erótico que no hacía más que seducirlo. Antes de entrar en él, dejó que el beta le correspondiera dejando húmedos besos en su cuello mientras se colgaba de su espalda para prepararse, se relajó antes de recibir la primera estocada. Hyunjin echó su cabeza hacia atrás cuando entró, desconectó todos sus sentidos cuando vio el acalorado rostro de Seungmin que recibía la intromisión con la boca abierta.

—Muévete, muévete Hyunie.—Rogó con una voz aguda. Cuando el musculoso cuerpo encima suyo acató sus órdenes, sintió como lo movía con tanta facilidad por la rudeza del acto.

No podían actuar como románticos empedernidos cuando la necesidad entre ellos era terriblemente imperante. Los gemidos y gruñidos llenaron la habitación, el sonido de los cuerpos chocando y los latidos de su corazón al borde.

Seungmin estiró su cuello para pedir un besó y apretó las piernas alrededor de Hyunjin, clavando los talones mientras se mecían juntos, sus brazos enredados con tanta fuerza en la espalda del alfa y las marcas de media luna producidas por sus uñas. Pronto el orgasmo se construyó entre ellos, dejaron de besarse porque el ritmo de las embestidas se había vuelto demasiado rápido y duro para hacer el acto posible. Hyunjin estaba murmurando inestablemente en el costado de su cara, la voz gruesa como las venas que sobresalían en su cuello y las gotas de sudor reunidas en su frente. Sus colmillos se asomaron inevitablemente, como si no pudiera controlarlo, y Seungmin casi podía adivinar los pensamientos de Hyunjin.

—M–márcame.—Suplicó estirando su cuello.

—Voy a lastimarte...—Se negó el alfa con un rugido.—No puedo lastimarte.

—Márcame Hyunjin, ambos sabemos que va a desaparecer mañana.—Murmuró con la voz entrecortada. Un nudo apretando su garganta con el toque de la cruda realidad que interrumpió su burbuja.

Su cuello resintió la petición de los colmillos que se enterraron en su piel, gritó de dolor cuando la horrible punzada atravesó por su espalda. Dejó las lágrimas derramarse por todo otra vez, y como siempre que terminaba, sintió la tristeza y arrepentimiento de lo que acababan de hacer. Sería una última vez, y después la otra, y la otra, y la otra. Se acurrucó en su pecho cuando Hyunjin lo acomodó encima de él, entrelazó sus manos y disfrutó de las lamidas del alfa en su cuello que lentamente se transformaron en besos. En sus brazos otra vez, sintió la efímera sensación de comodidad.

Seungmin sintió el sueño empezar a arrullarlo agresivamente después de haberse obligado a dormitar ligeramente en los brazos de Hyunjin. La mañana se coló por la ventana con la frialdad del bosque, la madera tronaba con su naturaleza vieja. En cualquier otra vida, esta hubiera sido la manera perfecta de despertar al lado de su esposo, antes de bañarse y preparar el desayuno para él y sus hijos mientras se preparaban para el colegio. Suspiró.

Con todo el dolor de su corazón se escabulló debajo del cuerpo de Hyunjin, levantó sus prendas y se dirigió a la ducha de la otra habitación para evitar despertarlo. Lloró en la ducha tan fuerte como quiso, seguro de que las fuertes gotas silenciarían su pesar.

Al salir regresó a la habitación donde yacía Hyunjin todavía dormido profundamente, parecía que no había descansado dignamente en años. Así, de esa manera, parecía que seguía siendo el adolescente del que se enamoró y no el hombre egoísta que lastimaba a todos con sus decisiones.

Deslizó la carta que había escrito hace un tiempo en donde le confesaba el insufrible amor que todavía mantenía por él. No podía colocarla sin temblar y pensar en lo cobarde que estaba siendo, pero la decisión ya estaba tomada.

Mientras bajaba las escaleras y dejaba atrás al que por años había sido el amor de su vida, revisaba que todo estuviera en orden para su pasaje de tren en donde iría a Daegu para esperar por unos días hasta poder reunir el valor para comprar un pasaje de avión y trazar un plan de escape, algo que se le daba a la perfección. Escapar como un cobarde era lo único que sabía hacer para deshacerse de sus problemas.

Mientras pensaba en la manera de contactar a Dante, puso el auto en marcha y regresó a la ciudad tras horas de viaje. La piel se le puso de gallina cuando al llegar a una estación para hacer una parada por gas, cargó y encendió su celular y recibió cientos de mensajes y llamadas pérdidas del alfa. Casi vomita por pensar en lo que estuvo haciendo hace tan solo unas horas y sobó su cuello maltratado y vendado. Sorpresivamente, su padre también lo había estado buscando exhaustivamente. No le sorprendería si sospechaban acerca de dónde había estado, pero se enfrentaría a ambos más tarde.

Continuó con su camino recapacitando si huir era lo prudente, aunque sabía la respuesta de sobra. Ni siquiera necesitaba preguntárselo más, aunque el miedo a enfrentar las consecuencias estaba tumbando todo el progreso que había obtenido durante todos los años pasados.

La culpa estaba consumiendo sus entrañas, lo ahogaba bajo un bravío mar nocturno. Cuando llegó a su hogar parecía tan deprimente como de costumbre, aunque nunca realmente se había detenido a pensar en ello. Ahora solo hacía tiempo antes de entrar.

Una vez reunida la fuerza, apagó el motor y bajó del auto con su corazón latiendo agresivamente y una premonición pegada a él, una sensación de que algo realmente malo estaba por suceder. Abrió la puerta y saludó a la inminente soledad de aquel lugar en penumbras, pero el olor que percibió lo alertó sobre la presencia de alguien ahí. Su olfato no era tan desarrollado o susceptible como otros, así que mientras decidía si era imaginación suya o en verdad había alguien, las luces se prendieron revelando a un muy serio italiano parado en medio de su sala.

—¿D-dante?—Tartamudeó sorprendido. Sentía su cabeza a punto de ser guillotinada por la mirada que el alfa frente suyo estaba dirigéndole.

—Te estuve buscando, Seungmin. Regresé en cuanto tu padre dijo no saber dónde estabas.—Se metió una sola mano en el pantalón y lo miró después de acomodar su cuello.

Mentira. Cuando era más joven podía desaparecer semanas enteras antes de que siquiera alguien de su familia le mandara un mensaje preguntando por él, y ese alguien por lo general era Changbin. Sabía que una persona le había dicho y conocía quién era, aunque de estar en el lugar de Somi, él también habría hecho lo mismo.

—Te debo una explicación sobre esto.

¡Me debes muchas explicaciones sobre muchas cosas!—Lo acusó con su voz, tan potente como la ira que descompuso su rostro antes de volver a recuperar la calma. Sobó el puente de su nariz y contó hasta tres. Nunca antes lo había visto enojado, y daba miedo.—Seungmin, yo...

—Está bien. Tienes todo el derecho de gritarme y odiarme si tú quieres, pero déjame explicarme antes... no quisiera que lo nuestro terminara así, incluso si es mi culpa.—Dijo Seungmin queriendo hundirse ahí mismo.

Dante miró su cuello con un poco de desprecio, era evidente el disgusto y enojo en la atmósfera. Se acercó hasta él y acunó su rostro, no tan suave como solía hacerlo cuando iba a besarlo. Esta vez sus ojos rojos y la expresión de decepción en su mirada lo hacía sentir vulnerable. Dobló su cuello y soltó una risa irónica mientras negaba con su cabeza.

—Vamos a irnos, Seungmin. El vuelo sale hoy en la madrugada, a Estados Unidos.

—¿¡Q-qué!?—Preguntó con sorpresa, sus expresivos ojos como un caleidoscopio de emociones.—Pero yo... tú deberías odiarme.

—Yo quisiera hacerlo, estoy furioso por dentro. No entiendo cuál es tu problema, trato de darte todo y aún así vas y abres las piernas como una–

Se Interrumpió abruptamente rascando su mejilla.

—No lo eres, no es tu culpa. Él sabe manipularte mejor que nadie y tú... tú solo necesitas ayuda. Ni siquiera debería estar intentando ayudarte, yo debería haberme ido y dejarte a tu suerte.—Seungmin hipó con pesar, no podía evitar llorar mientras lo enfrentaba.—Pero eres mi prometido, ahora hay más cosas que me importan por las que valen la pena volver a intentarlo. ¿Aunque sabes? Solo estoy dispuesto a intentarlo si tú lo estás.

—¿Irnos?—Cuestionó el beta intentando procesar el plan que habían hecho para él, y del que no podría escapar.—Dante, no merezco tu perdón.

—No lo haces, pero puedes ganártelo. Yo intentaré ganarme tu corazón, pero necesitamos hacerlo lejos de aquí.—Lo persuadió.—Tu padre solo pudo razonar en cuanto le propuse hacer esto, llevarte lejos hasta que estemos listos para casarnos y renunciar a todo lo que tengamos aquí.

Seungmin lo pensó, odiaba sentirse como un títere otra vez. Pero esta vez no podía seguir arruinando su propia vida, la idea de simplemente irse era lo suficientemente tentadora para hacerlo sopesar sobre si debería aceptarlo o no. Somi y Hyunjin también estaban condenados, le dolía pensarlo pero era verdad. Y sabía que su padre tarde o temprano encontraría la manera de conseguirles un hijo.

Sus días en Corea habían terminado.

—Iré contigo.


perdonen la tardanza <//3 había estado pensando sobre cómo terminar esta historia, espero hacerlo bien T_T

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