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12 🪐

if you would let me give you pinky promise kisses, then I wouldn't have to scream your name atop of every roof in the city of my heart

Las manos de Hyunjin recorrieron por completo el torso de Seungmin de arriba a abajo deleitándose con la suavidad de su cuerpo que finalmente podía volver a tocar como si se tratara de la seda más costosa del mundo. Envolvió sus manos alrededor de su cintura y acarició con cariño su vientre, Seungmin abajo de él se retorcía impaciente.

—Por favor, Hyunjin.—Imploró el omega con un hilo de voz. Estaba completamente a su merced, su pecho agitado subiendo de arriba a abajo y sus mejillas furiosamente sonrojadas.

El alfa continuó tomándose su tiempo a pesar de que la necesidad había consumido su mente por completo, dejó besos profundos sobre la piel expuesta de Seungmin y tomó en su boca los pezones de su amado a sabiendas del gemido que lo seguiría. Cuando así fue, él no pudo evitar perseguir sus labios y besarlo con intensidad. Amaba a ese hombre más de lo que las palabras pudieran explicar.

Después de haberlo buscado en el departamento de su hermano y de la confesión desesperada que Seungmin le hizo, Hyunjin prácticamente lo arrastró fuera para ir a un lugar que fuera solo de ambos. Así habían manejado por una hora hacia afuera de la ciudad en completo silencio, ambos expectantes de lo que acababan de decidir y sin saber si había sido lo mejor o nuevamente lo echarían a perder.

Hyunjin conocía de memoria el camino a la cabaña donde años atrás vio a Seungmin por última vez, la misma que durante tantas noches en el primer año de su tortuoso matrimonio había sido su aliada y su escondite. Aquella cabaña era suya y nunca nadie podría cambiar eso, los recuerdos de ambos estaban impregnados en la madera. Incluso después de la partida de Seungmin y solo porque Hyunjin conllevaba mejor la tristeza empapándose en ella que intentando superarla, el alfa había vuelto a visitarla cada que sintió que una parte de su alma le faltaba. Ahora finalmente cruzaba la puerta con su pedazo restante de alma envuelta en sus manos.

La cama presenció su reencuentro y la oscura necesidad de ambos por volver a conectar, por volver a ser uno mismo como siempre habían sido y como siempre debieron serlo. La boca de Hyunjin reclamaba ansiosa la boca de Seungmin, deseoso de llenar su dolor y de comer todos sus gemidos, de poder ingerir su calor y todo lo que el hombre bajo de él representaba.

Hyunjin metió dos de sus dedos en la boca de Seungmin y éste los empapó como un experto. Una corriente recorrió toda la espina dorsal del alfa. Metió un dedo con cuidado en el anillo de músculo y esperó a que Seungmin pudiera acostumbrarse a la intromisión pues no habían traído consigo nada más que pudiera ayudarles a preparar al omega. Hyunjin continuó empujando hasta que Seungmin se pudo relajar, con una mano acariciando su vientre y con la otra trabajando su entrada.

Lo estiró por los siguientes diez minutos que pasaron tan lentos como una hora para la percepción de un niño, ambos desesperados por volver a sentirse. Los ojos de Seungmin ya tenían lágrimas y estaba moviéndose desesperado sobre los dedos de su viejo amante quien conocía su cuerpo como un mapa.

—Alfa...—Gimió Seungmin en desespero. La palabra activó algo casi primitivo en Hyunjin, sus ojos se avivaron como la gasolina al fuego. La llama del amor que sentía por Seungmin no se había apagado ni un poco desde la última vez que lo dejó en esa misma habitación.

Hyunjin se retiró y Seungmin lamentó la pérdida, el alfa se acomodó entre sus piernas y él las rodeó en su torso y se colgó de su cuello exigiendo sus besos. Hyunjin lo complació distrayéndolo de la intromisión que finalmente tuvo a ambos suspirando pesadamente, Seungmin echó su cabeza para atrás.

—Por Dios.—Gimió resintiendo la quemadura en sus adentros, el gran miembro del alfa estirándolo por completo y su cuerpo adaptándose con tanta facilidad que parecía que realmente estaba hecho naturalmente para tomar a Hyunjin. Este era su alfa, siempre lo había sido y su cuerpo lo sabía.—Muévete.—Pidió al cabo de un rato.

Una vez dado el permiso, Hyunjin se molió contra él y dio una estocada que llegó tan profundo como fue posible antes de salir y volver a entrar, la intensidad de sus movimientos mandando cosquillas a los dedos de los pies de Seungmin. El alfa estaba enterrándose en él con tanta fuerza que Seungmin no conseguía hacer nada más que gemir y emitir pequeños sonidos ahogados.

—Tan b-bueno.—Exhaló Seungmin clavando sus uñas en su espalda cuando Hyunjin dio justo en su próstata. Apretó dentro suyo tanto que el alfa se detuvo un momento y enterró su cara en su cuello. Estaba tan estrecho y tan caliente, su humedad lo había envuelto en su longitud que estaba seguro que deliraba a ese punto.

—Te amo.—Gruñó Hyunjin cuando retomó las estocadas.—Te amo tanto, Seungmin. Eres perfecto para mí, siempre lo has sido.

Seungmin volvió a sentir el gran miembro del hombre chocar contra su próstata, su mente estaba nublada con deseo y desespero por su liberación, las palabras que Hyunjin susurraba en sus oídos tan solo fueron el detonante mientras gemía agudamente echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos tan fuerte que vio puntos de luz. Se vino sobre su pecho y lloró cuando la estimulación lo atacó.

Apretó sus piernas alrededor de Hyunjin ansiado que llegara, que se viniera dentro de él. La necesidad imperante de ser marcado y reclamado por el hombre al que había amado toda su vida, por el hombre al que también aborrecía tanto y por el que casi había muerto hace un año. El hombre al que había tenido la buena desdicha de pertenecer.

No pudo luchar contra ello cuando esa sensación que siempre lo atacaba cuando tenían relaciones llegó. Inclinó su cuello ofreciéndolo y haciendo agua la boca del alfa. Finalmente Seungmin comprendió por qué después de tantos años se ofrecía para ser marcado solo para Hyunjin y de por qué nunca permitió a ningún otro de sus amantes hacer lo mismo ya que dolía como un demonio, pues el fantasma de su omega todavía añoraba a su compañero.

Seungmin lloró ante el pensamiento de su marca desvanecida cada vez que Hyunjin la puso sobre su cuello. Su corazón se agitó terriblemente de pensar que Somi le había quitado eso sin ningún remordimiento y lo peor de todo era que aquello era apenas una de todas las cosas que le arrebató su propia hermana.

Si hubiera sido más cuidadoso, si Somi no hubiera sido criada para tomar lo que quisiera sin límites establecidos, si sus padres hubieran hecho un buen trabajo en reforzar su hermandad en vez de dejarlos a la deriva mandándolos a colegios caros y alimentando la rivalidad entre ambos, si no hubiera llevado a Hyunjin a su casa antes de su presentación... tantas cosas que pudieron haber marcado la diferencia y que pudieron darle la vida para la que estaba destinado a Seungmin.

—Si te marco de nuevo, no volveré a dejar de hacerlo.—Advirtió Hyunjin tomando su rostro ladeado y obligándolo a mirarlo cuando se dio cuenta del dolor de sus ojos.—Cuando vuelva a marcarte será oficial. No te dejaré ir esta vez.—Dijo el alfa con anhelo.—Pero puedo sentirte a través del lazo. Leve, pero puedo hacerlo. O tal vez solo te conozco muy bien.—La plática caía rara tomando en cuenta que seguía enterrado en él.—Pero sé que me guardas rencor a mí también.

—Sabes que desaparecerá–

—No.—Espetó Hyunjin.—La marca física tal vez lo haga como lo hizo cada vez que te mordí. Pero todas esas veces formaron nuestro lazo. Es débil y es maligno, pero existe. Te mordía porque se sentía correcto, porque mi lobo lo anhelaba. Si te muerdo ahora será para reclamarte oficialmente. No es solo una mordida para mí, Seungmin. Es mi lazo contigo, es mi marca en ti que nos apegará todavía más.

Seungmin tragó grueso, las lágrimas empañaron su visión. Alzó una de sus manos y acarició la mejilla de Hyunjin limpiando con su pulgar el rastro de lágrimas que rodaban sus ojos, el alfa se recargó en su toque como un gato que busca la caricia de su amo.

—Después de ella, eres la persona que más daño me ha hecho.—Confesó sin pudor. El dolor que atravesó la mirada de Hyunjin casi lo hizo retractarse, pero era la verdad.—Pero eres mío y yo soy tuyo. Y aunque soy tuyo le diste a ella lo que siempre quiso.—Expresó con dolor, su voz se quebró.

—Yo–

Seungmin lo calló con un dedo sobre sus labios.

—Pero te sigo anhelando, el dolor que sentí cuando me enteré de eso casi me mata, sentí tanto dolor que ninguna medicina pudo calmar porque lo sentía dentro de mí. Pensé que ya no eras mío y quise morir.—Dijo Seungmin.—No quiero morir ahora, te quiero a ti. Si es estúpido o irracional, no me importa. Tengo derecho a necesitarte.

Hyunjin besó sus labios con un sabor salado a lágrimas que removió el corazón de Seungmin de una manera terrible. Ya no había hambre ni ira, era puro cariño y anhelo. Hyunjin enterró su nariz en su cuello y Seungmin lo ladeó permitiéndole acceso. Cuando los colmillos se enterraron en su piel sintió el dolor que siempre había sentido y para el que solía estar acostumbrado. Apenas se dio cuenta de que Hyunjin seguía dentro de él cuando sintió un líquido caliente llenarlo hasta sus entrañas que disipó su dolor.

Hyunjin lamió su cuello con cariño y dejó un camino de pequeños besos que Seungmin adoró, enredó sus dedos entre la mata negra del alfa y lo presionó en su cuello hasta que los inocentes besos se tornaron en chupetones. Salió finalmente de él y se recostó a un lado suyo luciendo exhausto, pasó un brazo por debajo de su cabeza y Seungmin se acurrucó en su pecho mientras entrelazaba sus piernas. Se mantuvieron un rato así, en silencio y arrullados en los brazos del otro hasta casi caer dormidos.

—No tuvimos a Seunghan como tú crees.—Dijo Hyunjin antes de que sus ojos se cerraran por completo. No sabía si Seungmin estaba despierto ni listo todavía, pero valía la pena intentarlo. Éste se removió un poco incómodo.—Hace mucho que me negué a... tener algo con ella. Mi propio lobo lo hizo. Intentamos la implantación de óvulo, aunque no sabíamos si funcionaría porque todo arrojaba a que el infértil era yo, pero funcionó después de dos intentos.—Relató Hyunjin.

Seungmin acomodó sus brazos sobre el pecho de Hyunjin y recargó allí su mentón.

—¿Por qué me cuentas eso?—Preguntó desconfiado y a la defensiva, como si no le creyera.

—Porque sé que estás enojado conmigo por eso.—Le explicó con un suspiro triste.—Sé que lo estás porque te cuesta acercarte a él y a mí me miras con coraje. Incluso ahora lo haces.

Seungmin intentó suavizar su mirada pero terminó desviándola.

—Sé que él no tiene la culpa.—Expresó.—Pero un hijo es todo lo que ella siempre quiso... y lo obtuvo a costa de mí.—Suspiró sintiéndose egoísta.—Y tú la ayudaste.

—No lo hice por ella.—Negó con seriedad.—Ni siquiera por mi padre o el tuyo... si por mí hubiera sido, que se joda la línea de sucesión. Nadie merece crecer en familias como las nuestras.—Dijo el alfa, se tomó su tiempo antes de volver a hablar. Su manzana de Adán subiendo y bajando.—Pero me sentía tan solo.—Musitó.

Seungmin lo miró con una expresión más allá del enojo por primera vez en meses. Algo cercano a la empatía y la curiosidad brillando en sus orbes.

—Estabas al otro lado del mundo comprometido con un alfa que no era yo.—Hyunjin se rascó la cabeza.—Pensé que te había pérdido oficialmente así que trabajé en aceptarlo, fui a terapia. Mucha terapia. Quería sacarte de mi cabeza y de mi corazón, pero por más que intentaba rehacer mi vida yo estaba hundido. Me deprimí.—Confesó.—Y no te estoy echando la culpa ni nada por el estilo, al final del día tener a Seunghan también fue mi decisión.—Admitió.—Pero cuando pasó el primer año desde que partiste, tu madre le dijo a todos en la familia que finalmente eras feliz y aunque tuviera el corazón tan roto que incluso mi padre tuvo que poner a Jeongin a hacerse cargo de los negocios que estaba dejando en negligencia, fui feliz por ti.

—Hyun...

—No me importaba si era con o sin mí, pero merecías ser feliz. Lo mereces todavía. Es lo que más quiero en la vida, que seas feliz y que tengas paz.—Le deseó desde el fondo de su alma.—Pero me sentí tan miserable aún así; aunque seguía pensando que merecía sentirme así por todo lo que te hice, fui egoísta de nuevo. Tomé la decisión de tener a Seunghan e intentar el proceso una tercera vez antes, así que lo hice y funcionó.—Dijo él con un atisbo de emoción. Su voz cambió por completo.—Pensé que al menos ocupándome del bebé podría distraer mi mente pero cuando lo tuve en mis brazos...—Los ojos del alfa se volvieron vidriosos.—Él es el otro amor de mi vida.—Le compartió.—Vino a salvarme de ese abismo en donde me encontraba.

Seungmin exhaló afligido mientras acariciaba la mejilla del alfa y trazaba toda su mandíbula. Recordó con pesar lo mucho que a Hyunjin siempre le gustaron los niños y besó su pecho a modo de disculpa. Por más que le doliera tenía que aceptar que Hyunjin había estado en su derecho de elegir tener un hijo pues ellos habían dejado de ser algo desde hace tiempo, pero eso no hizo que su tristeza terminase.

Seungmin no podía negar el parecido indudable que tenía Seunghan con Hyunjin a pesar de ser un cachorro todavía. Sus cejas pobladas y la nariz recta y fina, los ojos rasgados no como los de un felino sino como los de un dragón, los labios pomposos y la piel blanca salpicada de lunares. Ese niño era la calca de su padre.

Si él había tenido derecho de irse y rehacer su vida con Dante, Hyunjin tenía el derecho también... excepto que su vida con Dante solo se tornó en un infierno y lo hundió más en la miseria. Casi como si pudiera leer sus pensamientos, el alfa puso un mechón de su cabello atrás de su oreja y le preguntó:

—¿Por qué terminaste tu compromiso con él?—La vulnerabilidad en los ojos de Hyunjin indicaban que esperaban reciprocidad en la honestidad del momento.

Seungmin suspiró y recostó su cabeza sobre el pecho de Hyunjin nuevamente, de esta forma podía escuchar sus latidos del corazón contra su propio oído. Tener que contar todo a alguien externo a su familia por primera vez le atemorizaba tanto que había postergado ir a terapia porque no quería revivir los traumas de haber estado atrapado en una relación abusiva a kilómetros de casa.

—Era una mala persona.—Dijo por fin. Los ojos de Hyunjin se entornaron con preocupación.—Él... él comenzó a golpearme un año después de que nos mudamos.—Confesó con vergüenza.

El rostro de Hyunjin parecía haberse congelado, su respiración volviéndose errática.

—¿Qué?—Preguntó el alfa sin dar crédito, no había estado esperando un motivo así cuando preguntó.

—Él supo lo que hicimos un día antes de que nos fuéramos.—Admitió.—Y me odió desde ahí. Al principio pensé que solo se trataba de rencor y que yo tenía la culpa, así que dejé que me celara y fuera posesivo conmigo durante nuestro primer año, pero luego... él encontró una foto que por accidente traje conmigo de nosotros y enloqueció. A partir de ahí me golpeó cada vez que no pude darle lo que esperaba de mí.

Los ojos de Hyunjin volvieron a llenarse de lágrimas y removió con amabilidad al omega de su pecho para levantarse de la cama, caminó en círculos respirando agitadamente. Seungmin fue tras él ignorando el dolor y los líquidos que corrieron por sus piernas.

—Ya pasó.—Le dijo Seungmin a Hyunjin sosteniendo sus hombros.—No había nada que pudieras hacer.

—No debí dejarte ir.—Murmuró con la voz rota.—Yo sabía que n-no... ¡No debí permitir que te llevaran!

—Hyunjin, yo lo quise.—Le recordó Seungmin.—Incluso si hubieras hecho algo para evitar que me fuera, yo hubiera seguido queriendo irme. Lo hubiera hecho eventualmente.

—Pero no con él.

—Si no hubiera sido con él, hubiera sido con otro alfa que también hubiera podido abusar de mí. No lo sabemos, Hyunjin. Ni siquiera yo sé por qué me tuvo que suceder eso, pero cuando mis padres nos visitaron... la cosa se calmó un poco.

Hyunjin desenterró su rostro de sus manos y lo miró horrorizado.

—¿¡Tus padres sabían!?

—Tenían una idea.—Admitió.—Pero la alianza de nuestras familias era buena así que mi padre solo lo amenazó con no volver a hacerlo.

—Soojun no merece que lo llames así.—Dijo Hyunjin tajantemente.—No puedo siquiera pensar en alguien lastimando a mi hijo y yo no haciendo nada al respecto. No puedo creer que no te defendió como debió hacerlo.

Seungmin bajó la mirada a sus pies, triste de saber que Hyunjin tenía la razón.

—Una vez descubrí que me engañaba así que le reclamé. Pero él ya ni siquiera era el hombre con el que me había ido... no recuerdo mucho de qué fue lo que pasó, pero en un momento me tenía contra el suelo enojado y usando toda su fuerza, pensé que moriría. De alguna manera pude agarrar algo y yo s–solo quería quitármelo de encima.—Hipó.—Pero cayó sobre mí con sangre en la cabeza.

Hyunjin lo sostenía fuertemente de la cintura, sus manos acariciaban sus costados de forma reconfortante.

—Tú solo luchaste.—Afirmó tranquilizándolo, lo marcó con su aroma en un intento de brindarle seguridad.

—Él no murió.—Dijo Seungmin con el ceño fruncido.—Me escapé con mis vecinas que sabían al respecto y me ayudaron a ir a la policía, le marqué a papá y vino al día siguiente. Dante estaba vuelto loco... pensé que la policía sería como aquí en Corea cuando un alfa busca a su omega y a pesar de que lo esté maltratando, se lo devuelven.—Un escalofrío lo recorrió.—Pero no pudieron hacer eso porque no era su omega, era un beta.

Hyunjin lo envolvió en sus brazos y los encaminó hacia la cama en donde se sentó y colocó a Seungmin de horcajadas en su regazo. Lo abrazaba tan fuerte que dolía, pero eso era todo lo que Seungmin quería.

—Cuando papá llegó volvió a amenazarlo, o eso creo, porque no levantó cargos en mi contra. Yo tenía moretones y mis vecinas sabían lo que él me hacía así que difícilmente podría ganarme si me llevaba a juicio.—Relató enterrado en el cuello del alfa.—Nuestros padres pelearon pero por la cantidad de evidencia y porque yo no le pertenecía como omega ni como esposo legalmente, se retiraron. Lo encubrieron bien y prometieron no hablar al respecto si nosotros tampoco lo hacíamos. Dijeron que terminamos nuestro compromiso porque no estábamos listos y ya no supe nada después de ello. Pensé que al regresar a Corea todo mundo hablaría de eso, pero si lo hicieron no lo recuerdo. De todas formas... lo de mi hermana desvió toda la atención ¿No es así?

Hyunjin besó su cabeza y luego ambas mejillas. Su respiración todavía era irregular con el pecho subiendo y bajando. Seungmin estaba envuelto en todo su aroma.

—Tenga lo que tenga que hacer, nadie volverá a lastimarte.—Le juró Hyunjin.—Nadie volverá a ponerte un dedo encima, te lo prometo por mi hijo que es a quien más amo junto contigo.

Seungmin se sentía débil y frágil después de haber revivido esos momentos, así que se dejó hacer en los brazos del hombre que le prometía bajar la Luna por él. Lo abrazó con más fuerza y disfrutó de los besos que fueron depositados en todo su perfil.

🪐

Ocultaron sus encuentros por tres meses después de que volvieron a reunirse. Cuando el juicio estaba por terminar, Seungmin había estado en casa de Jisung ayudándolo a preparar la cena para cuando llegara su hermano de recoger a las niñas de sus clases de ballet.

Jisung, quien siempre había sido un hombre de confianza, no pudo evitar decirle la verdad cuando sintió seguro hacerlo. Le dijo a Seungmin que ya toda la familia lo sabía cuando éste intentó negarlo, y la cara que puso el menor no tuvo precio para Jisung.

—¿Hace cuánto lo saben?—Preguntó apenado Seungmin.

—Hace dos meses más o menos.—Dijo el omega revolviendo la cazuela.—Minho y Jeongin lo descubrieron primero, así que vinieron a decirnos cuando Changbin los invitó a comer. Fue divertido verlos intentar ocultarlo y luego convenientemente Hyunjin renunció a ir a Canadá. Y luego la ropa de tus nidos desapareció, y lucías más feliz, y utilizabas cuellos de tortuga en primavera, y no te separabas de Seunghan, y–

—Bueno, ya entendí Jisung, muchas gracias.—Lo cortó avergonzado. Éste tan solo se rió.

—Sé que no debió hacerlo y si te molestas con él estás en todo tu derecho, yo mismo le dije que no debía involucrarse, pero Changbin habló con tu papá.

La cara de Seungmin palideció.

—Le prohibió meterse entre ustedes dos nuevamente y aunque a tu padre no le gustó, ya sabes cómo es, terminó accediendo a no hacerlo. Tu madre también puso de su parte para convencerlo.—Afirmó.—Creo que después de todo por lo que ambos han pasado, ya nadie es tan insensible como para ponerles más trabas. Ni siquiera mi suegro.

Seungmin tuvo que tomar asiento en uno de los taburetes de la cocina para procesar lo que acababa de escuchar. No podía creer que todo este tiempo los esfuerzos para permanecer en secreto habían sido en vano, y que incluso habían sido solapados por toda su familia. Sobre todo por sus padres.

—Sigo sin creer que papá pueda tolerar otro escándalo más.

—Tal vez lo haga, tal vez no. Pero un paso a la vez ¿No lo crees, Seungmin? Por ahora creo que pueden ustedes dos dejar de ocultarse de nosotros. Lo que decidan hacer después del juicio será asunto suyo.

—No creo que el padre de Hyunjin nos apoye.—Dijo con tristeza.—No podemos hacerlo público incluso si convenzo a mi papá.

—Un paso a la vez.—Le repitió Jisung tomando sus manos.—Al menos con nosotros ya no tendrán que fingirlo. Guarden esa energía para gente que si valga la pena ser engañada.

Seungmin le sonrió a su cuñado. Changbin era muy afortunado por haber encontrado al amor de su vida en un omega tan comprensivo, sabio y cariñoso.

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Después del juicio, Somi fue condenada a quince años de prisión y la pérdida de la patria potestad. Hyunjin había estado presionando para ello.

Mientras sus padres se encargaban de vender una versión de los hechos a la prensa, Seungmin permanecía feliz en el nuevo departamento que acababa de comprar. Estaba a quince minutos del jardín de niños de Seunghan y a veinte minutos de la casa de Hyunjin quien se había mudado de la antigua casa que compartía con Somi.

No podía estar más feliz.

Seungmin ayudaba a Hyunjin a cuidar de Seunghan con ayuda ocasional de Jeongin quien pronto se iría del país para acompañar a Minho a trabajar en una revista científica por el próximo medio año. Hyunjin llegaba después del trabajo a un departamento con exquisito aroma, la cena lista y Seunghan dormido la mayoría del tiempo en la recámara que Seungmin había improvisado para él cuando se mudó. Su cachorro estaba aprendiendo a dormir solo.

Hyunjin cenaba mientras escuchaba a Seungmin hablarle de su día o viceversa, ayudaba al omega a levantar la mesa y le preparaba café mientras veían una película en la televisión y disfrutaban de cualquier postre que Seungmin hubiera horneado en la semana. A veces, más de las que les hubiera gustado admitir, terminaban haciendo el amor procurando no ser demasiados ruidosos y aunque las ganas de quedarse a dormir siempre dominaban, ambos se despedían hasta el siguiente día.

En una ocasión, Seungmin había empezado a trabajar dando cursos de repostería a tres cuadras de su hogar. Hyunjin llegó al departamento después del trabajo, el invierno ya arrasando en toda la ciudad.

Al entrar, su corazón se calentó ante la imagen que le daba la bienvenida. Seungmin se había quedado dormido en el sillón con Seunghan sobre su pecho, la comida de su cachorro a medio terminar sobre la pequeña mesa de la sala que estaba a oscuras y solo proyectaba la caricatura favorita de su hijo.

Hyunjin no pudo evitarlo cuando sacó su celular y tomó una foto de la escena. Los dos amores de su vida descansando a salvo en su hogar, el lobo de Hyunjin aullaba de felicidad ante la domesticidad que siempre había anhelado.

Despertó con mucho cuidado a Seungmin quien se removió alerta y tan solo cuando percibió al alfa se tranquilizó. Se dio cuenta de que se había quedado dormido y se reincorporó con el niño en brazos procurando no despertarlo.

—No sé en qué momento me quedé dormido.—Dijo despabilando.

—Está bien, Minnie. Iré a recostar a Seunghan.—Le dijo Hyunjin tomando a su cachorro en brazos.

Cuando regresó, las luces de la sala y la cocina ya estaban prendidas, Seungmin hurgaba el refrigerador con apuro mientras maldecía por lo bajo.

—Volví.—Le informó Hyunjin entrando a la cocina. Seungmin brincó en su lugar, visiblemente tenso.

—Me quedé dormido y no pude preparar la cena.—Le informó sin verlo a los ojos, sus dedos tamborileaban desesperados sobre la puerta del refri.

Hyunjin frunció el ceño.

—Está bien. Has estado ocupado estos días.—Razonó.—El cambio de rutina siempre cansa, pero verás que te acostumbrarás.

Seungmin asintió todavía incómodo y sin verlo a los ojos. Ese sentimiento de sumisión no le sentó bien al alfa, pero no quiso empujar más allá.

—Pidamos una pizza ¿Sí? Y después te llevaré a ti a la cama.—Le propuso acercándose para tomarlo de los brazos con mucho cuidado. Besó su mejilla.

—Oh.—Seungmin sonrió tenso.—Y-yo estoy muy cansado hoy... tal vez mañana podamos– pero si tú quieres hacerlo solo tomaré un baño y–

—Seungmin.—Lo paró en seco Hyunjin, sus ojos ahora viéndolo con preocupación.—No estaba hablando en ese sentido sobre llevarte a la cama.—Le dijo.—Sé que estás cansado, hablaba literalmente sobre llevarte a la cama. Necesitas descansar.

Seungmin se sonrojó furiosamente.

—Oh.—Repitió.—Bien.

A Hyunjin no le agradó nada de la actitud asustadiza y sumisa que había adoptado Seungmin. Las implicaciones de ello revolvían su estómago.

—Amor ¿Tú sientes que prepararme la cena y acostarte conmigo es un deber? ¿L-lo sientes como un deber?

Seungmin lo miró con los ojos abiertos y negó frenéticamente.

—¡No! No, a mi me gusta hacerlo.—Aseguró.—Me gusta hacerte de comer y me gusta hacerlo contigo, no es ninguna obligación. No se siente así. Tan solo nunca me había pasado esto contigo.—Dijo Seungmin.—Pensé que tú... nada, olvídalo.

Hyunjin suspiró.

—Seungmin, sabes que yo nunca me enojaría contigo por algo tan estúpido como la cena, o peor aún por no querer tener sexo ¿Verdad?—Le preguntó. El omega tan solo vio sus pies y aquello sacudió su corazón.

El alfa se alejó lentamente y caminó hacia atrás.

—Yo sé que no me lastimarías.—Concedió Seungmin.—Pero...

—No.—Se negó Hyunjin.—Si yo hubiera sabido que tú pensabas así de mí, me habría asegurado de corregirte antes.—Aseguró.—La sola idea de que creas que es tu deber conmigo como lo era con ese alfa...—El dolor estaba impreso en su voz.

Eso hizo a Seungmin reaccionar. Estaba siendo un estúpido. Sabía claramente que Hyunjin nunca haría algo así.

—Perdóname.—Se rompió en llanto.—Perdón. No lo volveré a hacer, sabes que no pienso eso. Tú no me harías daño.

Hyunjin regresó a su lado y lo tomó en brazos.

—Seungmin, no tienes que pedirme perdón.—Le aseguró.—Me mal entendiste. Aunque sí me duele, yo sé que eso no es tu culpa. Es algo en lo que debemos trabajar. Tal vez sería bueno que veas a alguien profesional que pueda escucharte.

Seungmin lo miró atemorizado, sus ojos lagrimosos hicieron a Hyunjin querer encerrarlo dentro de esas paredes para que nada más pudiera volver a lastimarlo.

—Tengo miedo.—Admitió.—Voy a revivir cosas que no deseo revivir.

—Pero no estarás solo.—Le dijo Hyunjin.—Me tendrás a mí para apoyarte, voy a estar contigo a cada paso del proceso. Te tomaré de la mano cada que lo necesites, voy a abrazarte cada que lo necesites, voy a besarte cada que me lo pidas y voy a deshacerme de tus inseguridades cada que me las digas. No tienes que ser fuerte conmigo, amor, puedes no serlo. Para eso estoy aquí.—Le prometió.—De otra manera, no sé cómo ayudarte.

Seungmin tan solo enterró su cara en su cuello.

—No quiero que esto nos aleje.—Dijo Seungmin.—No quiero que me dejes.

—No lo haré.—Aseguró Hyunjin.—No te dejaría por nada en el mundo, bebé, te lo he dicho ya. No voy a permitir que nos alejen de nuevo, ni siquiera nosotros mismos.

Seungmin se aferró a la camisa del alfa.

—No quiero ir porque sé que estoy roto.—Le dijo el omega.—Me da miedo que si lo muevo, me rompa más y entonces no podré estar contigo o Seunghan que es lo que más quiero.

Hyunjin lamió toda su mejilla hasta bajar a su cuello en donde había una marca fresca.

—Eres un muñeco, pero solo por tu carita bonita.—Le dijo Hyunjin acariciando la punta de su nariz.—Pero no eres débil como uno porque por dentro eres la persona más fuerte que conozco. No hay nadie con más fortaleza que tú, nadie. Has resistido tanto y lo sigues haciendo, pero no tienes que hacerlo solo mi amor. Estoy aquí para que te dejes caer y mimar cuando lo necesites. Cuando no puedas ser fuerte, voy a estar a tu lado y te recordaré que te amo el resto de mis días si es necesario.

Seungmin se sacudió aún escondido en los brazos de Hyunjin, aferrado tan fuerte a él que casi lastimaba sus costillas pero si le dolió, el alfa no lo demostró.

—Te amo.

so come inside and be with me, alone with me

Cuando Hyunjin descubrió que Seungmin estaba saliendo con Minho, su corazón se envenenó de celos. En su segundo año de matrimonio nunca había sido más infeliz, Seungmin había puesto un fin a su relación prohibida para salir con el hijo del doctor de su familia el cual era tan apuesto, inteligente y digno de Seungmin como nunca lo había sido él. Hyunjin detestaba eso.

Había sido todavía un alfa joven e inmaduro gobernado por sus instintos, sin límites establecidos cuando se trataba de Seungmin.

Lo descubrió por accidente; la primera vez que supo que a su hermano le gustaban los alfas había sido a los diecinueve cuando Jeongin tenía dieciséis. El líder del equipo de baloncesto, Sunwoo, visitaba la casa casi todos los viernes y se quedaba a dormir en el cuarto de su hermano. Ambos recién presentados, guapos alfas con miles de omegas por detrás.

En ese momento Hyunjin había sospechado que a Jeongin le gustaba Seungmin, pero eso hizo que sus sentimientos se volvieran feos por la posesividad sobre el entonces beta que prefirió alejarse de él.

Un día cuando sus padres habían salido del país, regresó a la casa en viernes por la noche y descubrió a Sunwoo besando a Jeongin. Se soprendió y se marchó del lugar inseguro de lo que había visto, pero cuando las piezas se unieron en su cabeza, todo tuvo sentido. Si Jeongin había estado enamorado de Seungmin alguna vez... ya no importaba.

Hyunjin mantuvo su secreto la segunda vez que accidentalmente descubrió a Sunwoo y a Jeongin. Incluso si se habían alejado un poco en los últimos años, Innie todavía era su hermanito menor y nunca haría nada para lastimarlo. O al menos eso había pensado cuando les prometió guardar su secreto a ambos jugadores de baloncesto y los tranquilizó. A Hyunjin nunca le pareció asqueroso o una abominación, nunca tuvo un problema con ello. Si su hermano era así, seguía siendo su hermano.

Un año antes de casarse, cuando todavía pensaba que podría salirse con la suya e irse con Seungmin a algún otro país, conoció al nuevo novio de su hermano. Minho era apenas un freshman en la facultad de medicina y había conocido a Jeongin por una lesión en el tobillo.

Cuando Minho empezó a frecuentar la casa, Hyunjin supo por qué, Jeongin le dijo que estaba enamorado alguna vez en el desayuno y Hyunjin tan solo se alegró por él y volvió a asegurarle que no había nada de que estar avergonzado. Su propia mente perdida en pensar en una solución para poder quedarse con Seungmin.

Cuando decidió que el beta era más importante que su herencia y las empresas de sus padres, todo se fue abajo. Regresó un viernes a la casa con Jeongin golpeado y con el ojo inflamado. Su labio estaba partido, su madre presionaba una bolsa de hielo en sus moretones y su padre tenía los nudillos todavía ensangrentados. Lo habían descubierto.

Aquella fue la primera vez que Hyunjin recuerda haberse enfrentado a su padre físicamente. El dolor en los ojos de Jeongin había apachurrado el corazón de hermano mayor de Hyunjin, y no dudó en defenderlo a como diera lugar.

Pero después de haberle ganado a su padre, el muy cobarde tuvo que ponerse gallito para imponer su poder como el alfa de la familia de alguna forma.

—Ustedes dos, par de maricones.—Espetó su padre después de escupir sangre.—¡Ahora resulta que ninguno de mis dos alfas puede darme un heredero! Uno porque se deja joder por otros alfas y el otro porque está enamorado de un maldito beta.—Se rió cruelmente.—¡Y una mierda! Antes pensaba que no me importaba si decidías renunciar a las empresas e irte con ese maldito beta porque de todas formas tenía a Jeongin... pero ahora olvídate de eso. Fue mi culpa por haber sido demasiado blando con ambos. Tú.—Señaló a Hyunjin.—Vas a hacerte cargo de las empresas como mi primogénito que eres. Y tú.—Señaló a Jeongin.—Vas a irte a estudiar lejos de ese maricón, a ver si así encuentras algo de razón.

Su padre habló con Soojun para comprometerlo con Somi al día siguiente, y cuando Hyunjin intentó luchar, la furia de Soojun al amenazar con mandar a Seungmin lejos para poder casarlo con su hija lo atemorizó. Sabía de que era capaz de hacerle Soojun a Seungmin con tal de hacer la alianza que lo salvaría de la bancarrota , así como también sabía de lo que era capaz su padre de hacerle a Jeongin si Hyunjin no obedecía.

Cuando Minho apareció en la primera reunión de la mano de Seungmin, Hyunjin quiso gritar. Si Jeongin no hubiera conocido a ese alfa, su padre no los hubiera atrapado y no hubiera tenido que defenderlo ni se habría metido en todo ese embrollo. Años después, ya con más madurez Hyunjin sabía que haber culpado a Lee Minho por sus desgracias había sido una terrible falacia.

Pero era un estúpido alfa resentido atrapado en un matrimonio que no quería, privado del amor de Seungmin quien no había dejado de llorar ni una sola vez por él desde que se había casado, y con el ex novio de su hermano comiendo en la mesa como la pareja de su amado.

Cuando Hyunjin le dijo a Minho acerca de su secreto, el miedo en los ojos del hombre lo llevó a hacer lo más terrible que había hecho jamás: lo amenazó justo como su padre lo había amenazado a él. Al parecer, estaba en la genética de los Hwang amenazar a alguien con sus peores miedos para obtener de ellos lo que quisieran, y ese conocimiento lo hizo aborrecer su apellido aún más.

Cuando Minho dejó a Seungmin, Hyunjin tuvo la intención de volver a buscarlo pero entonces se dio cuenta por primera vez de lo dañino que era para él. Seungmin tenía el corazón roto, y la desolación de su mirada cuando estaba solo era un recordatorio diario que marcó de por vida a Hyunjin. No lo merecía, nunca lo haría.

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Para el año en que el matrimonio entre alfas y omegas del mismo género fue aprobado en Corea, Seunghan ya tenía doce años al igual que la relación de Jeongin con Minho.

Minho quien había regresado para salvar a Seungmin hace doce años y que se reencontró con Jeongin, Minho quien le dio un puñetazo una vez cuando Hyunjin intentó buscar a Seungmin en el departamento que compartía con ellos, Minho quien lo amenazó junto con Jeongin cuando se enteraron de que había vuelto a verse con Seungmin.

Hyunjin apenas pudo terminar de disculparse con los dos alfas por los siguientes meses hasta que ambos le aseguraron no guardar ningún rencor. Jeongin había crecido y volado fuera del ala de su padre, Minho ganaba una cantidad absurda de dinero que gastaban en viajes y en los tres gatos gordos que tenían por mascotas. Ambos eran felices, y cada que tenía que dejar a Seunghan al cuidado de ambos mientras trabajaba y Seungmin impartía sus cursos de repostería, Hyunjin estaba feliz de haber restablecido la relación con su hermano y de poder llamar familia a su cuñado.

Años después, Hyunjin observaba a Seungmin caminando por el altar hacia ellos como padrino de boda de Minho para entregarles sus sortijas. Hyunjin por su parte era el best man de su hermano junto con Seunghan, a quien había estado sosteniendo de la mano cuando soñó despierto con el día en que Seungmin caminara en el altar hacia él.

En retrospectiva, había sido muy fácil para su hijo darse cuenta.

Cuando la ceremonia terminó, sintió inevitablemente ganas de llorar. Pensar en lo difícil que la habían tenido Jeongin y Minho en una sociedad alfista y retrógrada como la de Corea siempre le había dado fortaleza para no darse por vencido con Seungmin cuando las cosas se pusieron difíciles durante esos doce años que habían permanecido juntos.

Si Jeongin y Minho habían sobrevenido los prejuicios de la sociedad, el odio y las amenazas de su ahora fallecido padre ¿Qué carajos estaban esperando Hyunjin y Seungmin? Tan solo detenidos por los rumores y el escándalo que se causaría en la prensa, detenidos por lo que en ese entonces pensaban que era el bienestar de Seunghan, detenidos por el miedo de tener reflectores en su relación. Definitivamente necesitaría hablar con Minho y Jeongin en cualquier momento cercano para escuchar uno que otro consejo.

Que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.—Había pronunciado Changbin, el oficiante de boda a petición de la pareja.

Hyunjin miró a Seungmin sonriente al otro lado del pasillo, sus ojos brillando con orgullo y felicidad por ellos.

Si Dios también los había unido a ellos, entonces no había caso en dejar que nadie más, ni siquiera la sociedad, volvieran a separarlos.

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SE VIENE BODA Y EPÍLOGO 😭

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