10 🪐
Mi bebé aquí en la tierra me mostró lo valioso que es mi corazón
Tuvo otras dos crisis en la semana que siguió, la primera fue mientras desayunaba a lado de su madre, siendo atendido y observado todo el tiempo. Se sentía como un cristal que en cualquier momento se rompería. Cuando el dolor llegó a él, su madre mandó a llamar a su padre y ordenó que lo llevaran a la habitación.
Seungmin se aferró a su nido y recibió un suministro de medicamento que el doctor Suh le había recetado y cayó profundamente dormido, casi sedado. Cuando dormía, olvidaba todos sus problemas y daba saltos en el tiempo que lo prevenían de sentir cualquier emoción. Era como si su cuerpo ya no le perteneciera.
La segunda crisis fue todavía peor. Su madre había pasado toda la semana en vela y al pendiente de él por las noches, así que cuando el sueño le ganó, Seungmin intentó dirigirse al baño sin despertarla. No quería molestarla con algo tan simple, y cuando se puso de pie con apenas unos pasos dados, sintió un hormigueo recorriéndole desde la planta del pie hasta su cabeza antes de colapsar y perder la consciencia.
Cuando despertó, su padre consolaba a su madre quien lloraba entre sus brazos al borde de su cama. No lograba comprender lo que le rodeaba en un principio, sin embargo, la escena parecía penumbrosa y de nueva cuenta el doctor Suh estaba a su lado. Su cabeza le dolía profundamente y punzaba todo su cerebro, su ceño fruncido acostumbrándose a la luz de la que se había estado ocultando en los últimos días.
—Hola, Seungmin. ¿Cómo te encuentras?—Preguntó el doctor Suh amablemente mientras revisaba su pulso y anotaba cosas en su libreta.
Seungmin no podía hablar. Cuando intentó hacerlo, su voz se vio entrecortada porque sus cuerdas vocales parecían haber sido desgarradas. Como pudo, respondió con voz ronca.
—Me duele la cabeza.
El doctor Suh le hizo un ademán con sus manos para que se tranquilizara y asintió en comprensión. Su madre rápidamente le pidió a una trabajadora para que le trajeran un poco de agua.
—Doctor, hemos estado cuidando de él toda la semana sin despegarnos. Mi esposa prácticamente no ha dormido por estar al pendiente de nuestro hijo.—Expresó su padre en una mezcla de consternación y frustración.—No entendemos qué es lo que lo tiene empeorando cada vez más.
—Usted sabe lo graves que pueden ser los lazos rotos.—Advirtió el doctor.—He estado insistiendo con mis colegas para que podamos llegar al fondo de este asunto, pero necesitan verlo personalmente. Lamentablemente, no todos ellos pueden venir hasta acá a verlo personalmente. Necesitaremos que Seungmin sea revisado en consultorios y sea sometido a estudios antes de poder realizar un veredicto. Mientras tanto, puede sobrevivir con la medicina que hemos estado suministrando, pero no podemos aumentar más la dosis; no queremos que esto se convierta en una aducción que al final del día puede terminar de hundirlo.
Gayoon lloraba mientras acariciaba la frente de Seungmin con cariño. Sus ojos vidriosos nunca antes habían brillado con tanto instinto de protección, ni siquiera cuando era niño había sido cuidado de aquella forma por su madre pues siempre eran las nanas quienes lo atendían. Eso lo hizo pensar si realmente se veía tan mal y si acaso estaba al borde de la muerte como para que su madre tuviera esa mirada triste sobre de él.
—Por favor, Soojun. Salva a mi hijo.—Le pidió completamente derrotada sin despegarle la mirada.
Su padre, quien se mantenía estoico en todo momento, dio un gran suspiro. Someter a Seungmin a tantos estudios traía consigo tener que hacer apariciones públicas y lidiar con los artículos que la prensa escribiría si algún entrometido decidía vender información en el hospital acerca de su estado de salud. Las preguntas acerca de su antiguo compromiso surgirían y la atención se volcaría inevitablemente sobre la huida de Seungmin y la endeble mentira que Soojun había tejido para encubrir la verdad en Estados Unidos.
—Bien.—Accedió rendido ante la súplica de su omega sobándose el tabique de la nariz.—¿Qué tenemos que hacer, doctor?
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—¿Entonces no hay nada más que podamos hacer?—Insistió Changbin quien había acompañado al día siguiente al doctor Suh hasta su automóvil estacionado afuera de la casa.
—Me temo que no.—Respondió.—No podemos extirpar el lazo así como me lo piden, eso mataría por completo a Seungmin. Necesita que el doctor Lee lo atienda urgentemente, ya lo he contactado como le dije a tu padre. Vive fuera de Corea, es experto en genética Omega, pero vendrá hasta acá para atenderlo personalmente. La remoción de ese lazo escapa de mis posibilidades profesionales.
—Comprendo eso.—Accedió Changbin.—Pero entonces ¿Será el doctor Lee quien pueda deshacer su lazo?
—Sí. Pero no de la forma rápida que buscan, no hay tal cosa. Necesitará estudios, su caso es aislado y necesita respaldo de otros médicos que no están en Corea. Lee estará a cargo de las conexiones de sus estudios llevados acabo aquí y las valoraciones del resto del equis médico. En la teoría, la cantidad de investigación sobre genes recesivos de omegas que se activan en betas o incluso en alfas es alta; mucha gente ha desarrollado doctrina. Pero en la práctica... pocos casos. Seungmin es uno de ellos, así que necesitamos actuar con diligencia para descubrir cómo funciona en él.
—Pero doctor...—Insistió de nuevo el alfa.—Mi hermano estará en el ojo del huracán, no solo es un gen recesivo que se coló en su biología. Se trata de que ese gen es tan fuerte que le permitió crear un lazo. ¡Un lazo con el marido de su hermana!
—Dígame algo, joven Kim, ¿Su hermana y su marido son destinados?
Changbin negó con la cabeza.
—Apenas y se toleran.
—Bien. A veces obviamos las cosas que más conflictos nos causan por su naturaleza simple, pero cuando te cansas de buscar, siempre la respuesta ha estado ahí. Los destinados, por más anticuado que suene, existen.
—Claro que lo sé. Mi omega y yo estamos destinados, tengo dos hijas con él. Pero Jisung es un omega y yo soy un alfa. Hyunjin es un alfa, y Seungmin es un beta. ¿Entiende eso?
—Seungmin es un beta, y tiene un lazo con Hyunjin que no se ha roto en todos estos años.—Le dijo el doctor. Changbin lo miró sorprendido.—Por favor, no crea que soy un entrometido. He sido el doctor de cabecera de esta familia por un buen tiempo y nunca he dado problemas, lo sabe bien. Pero yo lo recuerdo a usted y a sus hermanos desde que eran críos. Conozco a Seungmin desde antes que fuera un adolescente, su padre siempre hablaba de ustedes con cariño, pero de él...
—Mi padre siempre lo amó de forma inexplicable, era su favorito de cachorro. Supongo que es por el parecido. Quería que Seungmin fuera un omega.
—Lo recuerdo bien. También recuerdo al joven Hwang merodeando siempre que tenía que revisar a Seungmin durante ese periodo en donde estuvo enfermo de anemia.—Le contó el doctor.—Hyunjin lo cuidaba como a su omega.
—Así que siempre lo supo.—Dijo Changbin, rendido.—Bueno, así es doctor. La gran tragedia de esta familia es esa, la relación de Hyunjin con mi hermano. Todos pensábamos que terminarían juntos, pero después no fue así. Por muy triste que sea, sigo sin saber la relevancia de esto para entender por qué pudieron unirse siquiera.
—Se lo acabo de decir, Changbin.—Repitió Suh un poco divertido, esta vez montando su auto.—Tienen un lazo porque son destinados. Pensé que todos lo sabíamos.
—¡P-pero-
—Seungmin no es un beta común y corriente.—Le dijo.—Empecemos por ahí, y demos por sentado lo otro. ¿Le parece?
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Soojun daba vueltas como desquiciado, sin saber qué hacer. Gayoon no podía quedarse quieta.
Lee Minho estaba en su puerta, después de tantos años. El mismo hombre al que recibieron en su casa tiempo atrás bajo distintas circunstancias, con el pelo más crecido y una sonrisa de añoranza.
—Minho, tú eres el doctor Lee...—Habló Soojun finalmente.
—Así es, Soojun.—Asintió.—Comprendo que mi padre no les menciono que sería yo quien vendría.
—Pensamos que tu padre se referiría a tí como su hijo, ya sabes. Por eso pensamos que el doctor Lee era alguien más, pero no es ningún reproche. Estamos felices si puedes ayudar a Seungmin.
Minho asintió.
—A eso he venido.—Afirmó.—Hablaré con mi padre después, deben disculparlo, él insiste en que yo debo ganarme mi propio nombre, pero hubiera funcionado mejor para ustedes y para mí saber qué nos esperaba.—Comentó divertido.—Sin embargo, eso no quita que todo lo demás fue verdad; mi padre me llamó, me comentó sobre el caso de un beta con un lazo formado.
—No sabemos siquiera cómo eso pudo ser posible.—Dijo Gayoon atormentada.
—¿Nunca antes le dio molestias?
—Jamás.—Aseguró Soojun.—Ni siquiera sabíamos que lo tenía. No creo que ni él mismo lo supiera. Lo demás, tú ya lo sabes. Duerme todo el día, despierta para comer solo una vez al día y cuando vuelve a cerrar los ojos...—Un escalofrío recorrió al señor.—Me da miedo que mi Seungmin no vuelva a despertar la siguiente vez. Es como si ya no tuviera un alma. Tiene un nido con prendas que guardó hace años de las que ya no queda nada de olor de ese... de ese imbécil.
Minho negó con la cabeza, visiblemente irritado también.
—¿Podría saber si hay alguna posible razón de que Seungmin esté sufriendo ese lazo roto esta vez en particular?—Preguntó Minho.—Es decir, sé que Hyunjin siempre ha sido un idiota para él. Pero ¿Qué hizo que le afectó tanto esta vez?
Gayoon miró a Soojun, como advirtiéndole que diría la verdad. El alfa solo asintió sin más remedio.
—Hyunjin y Somi han tenido un hijo. Seungmin... él estuvo fuera de Corea por tres años y medio, aproximadamente. Se fue de aquí antes de enterarse de que Somi y Hyunjin tendrían al pequeño Seunghan. Nosotros íbamos a visitarlo a Estados Unidos, y no es que se lo hubiésemos ocultado por elección, pero él estaba-
—Gayoon, suficiente.—Advirtió su marido.
—Bien. Él no estaba en condiciones de saberlo, cuando regresó se enteró por su cuenta y entonces ha estado así desde entonces.
Minho, quien había tomado asiento en la sala, pasó sus palmas por sus rodillas. La sola imagen de Seungmin sufriendo todo aquello hizo que su corazón se removiera tanto como lo hacía cada vez que sus ojos de cachorro lo miraban. No estaba listo para ver a Seungmin sufrir de nuevo.
Cuando subieron a su habitación, ésta ya había sido equipada con cosas médicas y estaba tan pulcra como un quirófano. Seungmin dormía con la piel amarilla, las ojeras tan profundas y moradas que parecía como si alguien lo hubiese golpeado. Sus bolsas de los ojos inflamadas del poco cansancio, el cuello de Seungmin estaba tan delgado que las clavículas que sobresalían parecían hechas de marfil. Sus labios no tenían color y estaban secos, el brillo en la mirada del beta perdido ya hacia tiempo.
—M-minho.—Cuando Seungmin lo vio, hizo el amago de levantarse. Minho se apresuró a inclinarlo de nuevo sobre su almohada para tranquilizarlo. Los ojos del chico se llenaron de lágrimas, y Minho nunca se había odiado tanto.
—Tranquilo, Min. No te esfuerces, estoy aquí. He venido a cuidarte.
—¿Me salvarás?—Preguntó con una esperanza que le dio miedo. Una esperanza tan desesperada que lo ahogó en pena.
—Lo haré.—Le prometió.
—Quiero que deje de doler.—Pidió Seungmin tocando su pecho—Siento que muero cada día que pasa, y no quieren extirparme este dolor.
—Sabes que eso te mataría, Seungmin...—Le explicó Minho con cariño.
—¿Qué diferencia tendría?
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Minho le había tomado una muestra de sangre a Seungmin y lo llevaron al hospital para un ultrasonido el día que regresó. Gayoon le suplicó que por favor, se quedara a vivir con ellos mientras pasaba el tormento para la familia y para Seungmin, y Minho no pudo decir que no.
Los resultados llegaron cinco días después, y Minho, encerrado en la oficina provisional que Soojun mandó a instalarle, los leyó cinco veces. Los leyó sentado, luego parado, luego caminando y luego sentado otra vez. Con y sin lentes. Minho veía el papel en sus manos como no queriendo creerlo.
Nibidrina
Seungmin tenía nibridina en la sangre. La hipótesis de Minho había resultado, contra todo pronóstico, ser cierta. Y si sus sospechas eran ciertas... se negaba a creer en que existiera un Dios.
Ningún supremo celestial podía ser tan cruel de abandonar a Seungmin a su suerte así como lo había hecho. Una jugarreta de ese estilo era más característica del destino.
Changbin, Soojun y Gayoon estaban sentados alrededor de la cama de Seungmin, quien luchaba por mantenerse despierto. Minho estaba sentado del otro lado, todos estaban aferrados a sus asientos, expectantes.
—Los resultados llegaron.—Informó Minho y carraspeó.—Por favor, sé que tendrán muchas dudas y preguntas, así que dejen que les explique primero. Mi hipótesis acerca de lo que Seungmin podía tener ha resultado ser cierta. Seungmin... Seungmin está envenenado.
—¿¡Qué!?—Preguntó toda la familia horrorizada.
—La nibridina es una planta originaria del norte de África, es endémica de la región. Tiene un color amarillo tierra muy característico y no necesita más que tierra seca y caliente para crecer, es una planta silvestre. Por mucho tiempo, los pobladores pensaron que era solo mala hierba, pero después le encontraron un uso en la herbolaria; la nibridina tiene cualidades curativas que regeneran tejidos en la piel, y antes, cuando los omegas y los alfas todavía éramos cambiaformas, era utilizada por ellos para regenerar cualquier herida que la parte lobuna se hubiera hecho en combate y que la parte humana no pudiera terminar de regenerar. Pero conforme fueron evolucionando, el abuso de la planta trajo graves consecuencias. No es que tenga cualidades regenerativas, es que directamente mata las células.—Dijo Minho con severidad.
Gayoon cubrió su boca después de soltar un grito.
—El abuso de la planta dejó infértiles a muchos omegas de la región. Eso provocó que hubiera una disminución en la natalidad del pueblo, y la población disminuyó drásticamente. Entonces ellos advirtieron acerca de los peligros de dicha planta, la nombraron nibridina que significa "Muerte en vida." Pero años después, cuando los cambiaformas se extinguieron y solo quedaron alfas, betas y omegas, enfermedades nuevas empezaron a surgir y el sistema inmune de las personas ya no tenía una genética excepcional para combatirla. El cáncer siendo una de ellas. Científicos en África volvieron a intentar encontrarle un uso a la nibridina, pues si mata células, entonces ellos podían intentar alterar sus efectos para que atacara únicamente a aquellas células lesivas y que la nibridina hiciera lo que los sistemas inmunológicos no son capaces de hacer por ellos mismos. La idea era que fuera suministrada únicamente a enfermos durante cierto periodo para evitar correr el riesgo de que mate a células de más. Mientras más se toma, la nibridina se va fortaleciendo dentro de tu organismo.
Seungmin, al igual que su familia, parecían terriblemente perdidos.
—Ahora, la razón de por qué esa nibridina no es un método más reconocido y más utilizado es porque la Organización Mundial de la Salud no la ha reconocido oficialmente por estos riesgos tan grandes que les he platicado. Además, la producción de la nibridina médica, ya alterada para conducirla solo a atacar las células malignas, cuesta demasiado. Es tan caro y hay tan solo poca planta, dado que es endémica, que producir ese medicamento en masa no sería rentable. Por ello, solo es utilizada contra este tipo de enfermedades bajo autorización personal del paciente en algunos países, y su suministro es demasiado caro.
—Pero ¿Seungmin cómo se pudo haber envenenado con eso, por Dios?—Preguntó Soojun sin dar crédito.
—En África, gracias a la demanda por producir tal medicamento, empezó a ser traficada. Había laboratorios locales que aseguraban haber alterado químicamente los efectos de la planta de la misma forma que los grandes laboratorios, y empezaron a venderla. Pero era una clara farsa, porque la nibridina médica está hecha cápsula, y la de los laboratorios pequeños es un polvo. Pareciera té, e incluso sabe como tal. Puede ser tomado en infusiones, pero claro que su efecto no está controlado. Ataca a células buenas y malas por igual. Pero incluso los traficantes locales advirtieron en su uso que nadie sin presentación podía tomarla; darle nibridina a alguien que todavía no se ha presentado, puede alterar gravemente su desarrollo.—Explicó Minho, y continuó.
—Como saben, en nuestra composición cargamos con un gen alfa u omega desde que nacemos, o bien, contamos con la ausencia de uno. Sin embargo, recientemente se ha estado estudiando en la parte baja de Europa que nuestras células también contribuyen al desarrollo del gen. No puedes hacer que un alfa deje de ser alfa y se convierta en omega bloqueando sus células, porque el gen siempre estará ahí. Solo puedes lograr que no se convierta en uno, porque vuelvo a repetir, has bloqueado sus células. Incluso si el gen está, no hay nada que puedas hacer para activar su desarrollo si ya ha sido impedido. Una princesa en Yemen, que se negaba a ser omega pues de lo contrario no heredaría la corona, paró su propio desarrollo de esa forma; mató a sus células con la nibridina para impedir presentarse como omega, y funcionó.
El pecho de Seungmin empezó a galopear. Changbin estaba pálido, parecía querer vomitar. Soojun había perdido su semblante estoico hace rato, y Gayoon parecía a punto de explotar si la tocaba un alfiler.
—¿Me está diciendo que mi hijo tomó ese veneno todo este tiempo?—Acusó Soojun.
—¡No lo he hecho!—Rápidamente se defendió Seungmin con lágrimas.
—Si lo hubiera tomado todo este tiempo, señor Kim, Seungmin ya estaría muerto. Es claro que no ha sido intencional ni prolongado. El veneno está en su sangre, pero no está esparcido de forma tal que haya hecho un daño grave con demás células, solo hizo lo que debía hacer: matar unas cuantas células.—Suspiro.—No sé por qué nunca tuvimos la idea de hacer esto, pudimos descubrirlo antes, pero el ultrasonido de Seungmin, que tanto se negaron en hacer, tan solo demuestra lo que siempre hemos sabido. Ustedes, yo, e incluso tú.—Le dijo mirando al chico.—Seungmin no es un beta; es un omega.
Gayoon lloró y tapó su rostro con sus delicadas manos, Soojun frunció el ceño y se levantó para tomar en sus manos los resultados que les había extendido el mismo Minho, y Changbin tan solo se mantuvo ahí, quieto y casi sin respirar.
Seungmin, por otro lado, casi quería que Minho terminara con su cruel broma y que les explicara la verdadera razón de su estado. Que le reafirmara que no era posible aquello que acababa de decir, que la naturaleza no se equivocaba.
—Seungmin tiene un útero como todos los omegas. Seungmin no es un beta, tan solo es un omega al que le interrumpieron su desarrollo. No hay otra forma de hacerlo, más que matando células, y además tiene nibridina en la sangre.—Recapituló.—Yo, como alguien que ha amado a Seungmin, puedo afirmar por él cuando digo que él no pudo hacer esto. Todo este suplicio, la mirada desconfiada y de incredulidad que me está dando... Seungmin no se envenenó a él mismo, Seungmin fue envenenado. Tuvo que ser hace años, antes de que te presentaras.—Le explicó Minho viéndolo sólo a él.—Por eso pasaron las cosas que pasaron. Seungminnie, nunca has sido defectuoso como te gustaba creer en la universidad.—Recordó el alfa.—Tú eres un omega, de pies a cabeza. Lo que te hicieron, quien te lo haya hecho...—Negó entristecido.—No quita que tu verdadera naturaleza es la de un omega. Si no es así, ni siquiera estarías enlazado con ese idiota.
Soojun volvió a caminar en círculos, visiblemente estresado de nuevo.
—¿¡Pero quién se atrevería a envenenar a mi hijo!? ¿¡Quién pudo hacer algo así!? ¿Y en nuestras narices? No pudo pasar sin que nos diéramos cuenta. No pudo pasar sin que Seungmin se diera cuenta.
—Señor Kim, recuerde que la nibrdidina puede ser ingerida como un té.
—Además, padre.—Dijo Changbin por primera vez, levantándose de su lugar.—En ese tiempo ni tu ni mamá estaban en la casa, tuvimos nanas hasta que nos presentamos todos. Claro que pudo pasar sin que se dieran cuenta, ustedes ni siquiera nos vieron como hijos hasta que pudimos ser comprometidos.
—Changbin, te prohibo hablarnos de esa manera.—Amenazó Soojun.
—Sabes que es verdad.—Se excusó.—Alguien envenenó a tu joya preciada, papá. A tu hijo favorito. Y tú ni siquiera te diste cuenta. Seungmin ha sido infeliz todo este tiempo por algo que nunca fue su culpa.
Soojun reunió lágrimas en sus ojos. Seungmin lloraba en silencio, abrazado a su madre quien repetía disculpas como un mantra.
—Seungmin, ¿Tienes alguna idea de cómo pudo haber pasado?—Preguntó su padre.—¿En dónde tomabas tés? ¿De qué tomabas los tés? ¿Con quién? ¿Quién te los daba? ¿¡Era la nana!?—preguntó alterado.
Seungmin se mantuvo ahí, observando el dolor todavía medio escondido en la mirada de su padre. Ese que siempre lo consintió tanto, al que mimó no solo con regalos pero también con afectos, el papá que acariciaba su pelo y que lo cargaba en cada reunión familiar en sus brazos. Su padre que nunca lo trató como un campeón, como trataba a Changbin, ni como una princesa como trataba a Somi. Su padre el que lo trataba como un pequeño cachorro, indefenso y necesitado de protección, siempre de su lado, siempre defendiéndolo de las peleas entre hermanos, siempre queriendo lo mejor para él. En alguna ocasión, cuando Hyunjin empezó a frecuentar su casa, todavía ninguno de los dos sin saber lo que se avecinaba, escuchó a su padre decirle a su madre que estaba aliviado de que su pequeño cachorro se casaría con amor.
Seungmin no tuvo la fortaleza para decirlo, sabía que lo que estaba a punto de decir no le agradaría a nadie. Temió incluso que nadie le creyera. Seungmin mismo estaba teniendo un gran conflicto para creer que la persona que tenía en mente había sido capaz de hacer algo tan cruel como eso.
Cuando Somi y él estaban a nada de presentarse, Somi se obsesionó con unos tés que aseguraban la perdida de peso y acelerar el sistema digestivo; a Seungmin nunca le interesó demasiado estar al pendiente de su imagen, pero su hermana al haber atendido a un colegio de puras mujeres, desarrolló desde pequeña esa obsesión por siempre verse bien. Siempre estar en su mejor forma, y cuando la época de presentaciones se avecinó, ella logró convencerlo de que tendría que verse lo mejor posibles para agradarle a los alfas.
Seungmin solo quería verse bien para uno en específico, y tomaría gustoso cualquier té si eso significaba poder utilizar un bonito traje que ciñera su cintura cuando fuera presentado oficialmente como un omega.
—Cachorro, tienes que decirme.—Insistió su padre llamándole como no lo había hecho en años. Las lágrimas de Seungmin brotaron como sangre de una herida abierta.
—Somi.—Murmuró Seungmin. Su madre a su lado se puso rígida.—Fue Somi.—Repitió esta vez más alto, y su madre se alejó.
Su mundo terminó de venirse abajo.
🪐
¿quieren final feliz o final realista?
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