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Satisfied


—¡Escuchen todos!. — el salón en donde todos estaban celebrando quedó muda ante la exclamación de Ryuguji Ken mejor conocido como Draken captando su atención, y en un chasquido quienes estaban entre los invitados -algunos- perteneciendo a la milicia se colocaron en posición de atención.— ¡Descansen soldados!.— nuevamente otro movimiento, y estaban en posición de descanso.—Ahora, un gran aplauso para el padrino de honor: ¡Sano Manjiro!

Los aplausos no se hicieron esperar, un silbido al igual que un grito vulgar provino de uno de sus allegados. Baji Keisuke con una bebida alcohólica en mano no dejaba de gritar eufórico hasta que un codazo fue impactado en una de sus costillas, ocasionando que un gemido doloroso saliera de sus labios, el pelinegro se quejaba sutilmente mientras Matsuno Chifuyu aplaudía con tranquilidad ignorando hábilmente el malestar de su superior.

Unos pasos se hicieron escuchar aproximándose, los aplausos fueron cesando con la silueta del rubio ante el público presente y con copa de vino en mano, lo alzó por encima de su cabeza hacia delante. Los observó a cada uno, todos estaban felices, él podía presenciar cada sonrisa y mirada orgullosa al verle.

Y luego lo vio a él.

— Un brindis por el novio, chicos.— expresó fuerte y claro, le siguió un coro y alzó más arriba -si más se podía- la copa con una sonrisa de lado dirigiéndose ahora a una deslumbrante rubia vestida de blanco.— Y a la hermosa novia.

Los aplausos por las palabras de Mikey se escucharon.

Su mirada tan oscura como la noche fue dirigida hacia su querida Emma, con un vestido de ensueño resaltando su frágil figura y con una sonrisa amplia, una tan brillante a los ojos del rubio que estaba dispuesto a que permanezca así por siempre.

Junto a ella, Takemichi Hanagaki rodeándola en un abrazo desde la cintura y con una mirada profunda en sus ojos azules resplandecientes.

Al visualizarlos, pudo recordar la noche en donde conoció aquella tonalidad tan azul como el extenso mar, aquel que le cautivó el corazón.


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Mikey detestaba asistir a las reuniones sociales.

Después de todo, le basta y sobra su pequeño círculo amistoso como para expandirlo. Sin embargo, por su abuelo estaría allí al menos por una noche, porque al ser el único hijo de la familia Sano sin compromiso alguno, debía de conocer a su futura compañera de vida.

Y así, mantener su linaje como debe ser. Claro, debía de ser así.

Pero... No era su culpa que ninguna chica le llame ni la más mínima atención.

— Neh, Kenchin no hace falta que me uses de excusa para esperar a Emma.— comentó Mikey indiferente mientras se apoyaba en una de las paredes del gran salón de alguna familia que llegó a olvidar su nombre, jugando con su copa vacía sin regresar a mirar al contrario que le observaba con un ceño fruncido.— Ella no vendrá hoy.

— ¿Quién dice que la estoy esperando? Simplemente te hago compañía.— respondió Draken, y al voltear a mirar al más bajo la sonrisa que le regala le hizo hervir la sangre.— Maldición, Mikey.

— Oh, mira eso~ — Draken arqueo la ceja al ver a su amigo acercarse a una de las damas solitarias, él no pudo escuchar la conversación que establecieron de repente, pero al ver como se acercaban se dio cuenta tarde de lo que tramaba.— Está disponible, haz todo lo que te enseñe tigre.— Y sin que el rubio más alto pudiera rechazar la oferta, la mujer contraria se lo llevó arrastrado a la pista de baile.

Mikey sonrió de lado al presenciar la nula experiencia de su amigo con las mujeres, luego de regresar a su misma posición de las últimas horas se dio un momento de observar lo que su campo de visión podía captar.

Todos a su alrededor intentando comprar los halagos de las doncellas de grandes familias, mientras que al desviar la mirada a un costado del banquete, las demás chicas siendo de bajo estatus eran ignoradas.

Después de todo, el propósito de todo este experimento social es para que todos los soldados presentes puedan crear alianzas o establecer compromisos con las familias más deseadas de todo el país.

Mikey suspiró disgustado, y dispuesto a alejarse se dirigió al balcón donde pudo apreciar el cielo estrellado donde buscó refugio, para así escapar de tanta amabilidad hipócrita que le ofrecía la misma sociedad. Él pertenecía a una familia grande, respetada y conocida por lo cual nunca se le negó nada, pero, al estar bajo de tantas sombras quiso salir a buscar por su cuenta méritos y ser reconocido individualmente.

No quiere ser conocido como Sano Manjiro, hermano menor del primogénito de la familia Sano. Él quiere ser como su hermano mayor Sano Shinichiro, le admira bastante por supuesto pero, tampoco puede ser su sombra.

Quiere ser conocido como Mikey, solo Mikey.

Aunque claro, tampoco se puede negar que El invencible Mikey también suena genial.

Ser conocido por méritos propios, por su rango militar, por su honor. Con esos objetivos impuestos, él sabía que podría sentirse completo.

Pero... ¿Qué es este sentimiento vacío e insípido?

— Hola.

La voz ajena hizo que su cuerpo se tensara e intentó ignorarla, quizás si esperaba lo suficiente el intruso al no ver respuesta de su parte decidiría irse por su cuenta.

Nunca pensó que llegaría a equivocarse, especialmente de él.

— Es una noche muy linda ¿verdad?

— ¿Disculpa?.— Mikey al desviar su mirada oscura hacia el origen de la voz contraria, lo vio.

Por alguna razón no pudo evitar asombrarse ante el hecho de sentirse atraído por esa mirada, lo que llamó toda su atención fueron sus profundos ojos azules, por el simple hecho de que eran más brillantes que todas las estrellas juntas, las mismas espectadoras de aquel encuentro.

— Es una linda noche para estar solo.— repitió el contrario con una sonrisa, misma que hizo de repente un latido dentro de Mikey.— ¿I-Interrumpo algo?

Ladeo la cabeza al inspeccionarlo por completo, por su vestimenta puede decir que pertenece a un rango inferior al de él y tratando de verse indiferente por su notable presencia Mikey se apoyó en el barandal sobre sus codos mientras recargaba todo su cuerpo en ella. Desvió la mirada al sentir un fuerte calor en sus mejillas pálidas crecer con el pasar de los minutos, por alguna razón Mikey se sentía inquieto por la mirada del contrario en su persona inspeccionándolo de igual, quizás curioso.

— No, para nada.

Un suspiro nervioso le llamó nuevamente la atención a Mikey.— Me alegro, no esperaba encontrarme a alguien acá al intentar respirar un poco.

— ¿Situación complicada?

— Estar rodeado de tantas personas, a veces me asfixia.— el chico hizo gestos de ahogarse para luego recostar su cuerpo entero en el barandal de forma dramática, aquello le saco una sonrisa divertida en Mikey.— ¿Y usted? ¿Esta bien?

Mikey se limitó a hacer un sonido vago, intentando responderle al menos un poco sin llegar a detalles.

— Entiendo.

Un silencio cómodo los rodeó, ambos otorgándole una compañía efímera que reconfortaba el alma desdichada que cargaban. Mikey volteo a ver al chico disimuladamente intentando llegar a alguna razón del cual él permanecía allí, y cuando el chico sintió la mirada de Mikey le regaló una sonrisa amplia.

Mikey sintió un fuego encender su corazón, todo su ser embriagado de un cálido sentimiento que no tenía ningún conocimiento de su procedencia, pero, era tan reconfortante que no evitó que él anhelara mantenerlo vivo.

— Me parece un hombre que nunca ha estado satisfecho.

— No sé qué quieres decir.

— Me puedo identificar contigo, somos diferentes al resto...— Mikey observó como los iris azules se dirigían al cielo nocturno, el fulgor de las estrellas se reflejaban en los ojos del contrario haciendo que un ambiente melancólico lo abrazara, continuo.— Nunca estoy satisfecho.

Eso era. Ese sentimiento que lo ha acompañado desde siempre.

— ¿Es eso verdad?.— preguntó Mikey curioso.

— Nunca he estado satisfecho, si.

Nuevamente el silencio los rodeo, Mikey no quiso continuar el ritmo de la conversación al visualizar el semblante que adoptó el contrario y por simple empatía o -quizás- por capricho se alza ambos brazos por encima de su cabeza, estirándose ante la atenta mirada del chico de ojos cautivadores y luego Mikey se posiciona ante él, cortando la distancia que tenían, y le extendió su mano mientras hacía una reverencia vaga con su mano izquierda detrás de su espalda.

Debe de aprovechar la música clásica que sonaba a la lejanía, tiene la necesidad de sentirlo más cerca.

— Me otorga el honor de una pieza.

El chico soltó una carcajada al tomarse el repentino cambio de actuar de Mikey como chiste, pero su risa se va apagando al darse cuenta que él hablaba enserio.— S-Si te das cuenta que somos hombres ¿verdad?

— ¿Y? Tú mismo lo dijiste, somos diferentes al resto.— le restó importancia.— Además, será divertido.— le regaló una de sus sonrisas, intentando transmitirle confianza.

El chico dubitativo aceptó la mano extendida para luego ser jalado hacia el rubio y -para no caer- apoyó ambas manos en los hombros ajenos, Mikey se percata de la mínima diferencia de altura entre ambos al percibir algunas hebras oscuras inútilmente peinadas chocando con su nariz.

Mikey sonrió enternecido al ver los pasos torpes del chico, con los cuales intentaba seguir el ritmo de baile que marcó.

Bailando juntos, sin invadir el espacio del otro, pudo notar las cualidades del chico frente a él. Era un poco pequeño, con una diferencia de un centímetro entre ellos -porque Mikey era consciente que era pequeño para su edad.-, sus rasgos eran muy llamativos para ser masculinas, aunque seguía manteniendo el brillo en su mirada.

Mikey sintió que las manos contrarias eran tan grandes como las suyas, contaba con los callos que él no poseía, en su lugar tenía manos finas a pesar de haber peleado grandes batallas, siempre salía intacto después de todo.

— ¿Por qué tengo que tomar el lugar de la mujer...?.— musitó el chico contrario avergonzado.

— Yo te invite a bailar, y por obvia razón debo guiarte.

Continuaron el baile de forma despreocupada, una vuelta logró sacar una sonrisa al chico y Mikey siendo contagiado de tanta euforia le imito.

— Soy Sano Manjiro.— mencionó ganándose la atención de quien sostenía entre brazos.— Puedes decirme Mikey.

— Hanagaki Takemichi.

— Mmm... ¿Hanagaki? Nunca había escuchado el nombre de tu familia...

Mikey sintió de forma repentina la ausencia de las manos de su acompañante al separarse, y se preguntó si le había ofendido la pregunta al ver la expresión perturbada del chico de apellido Hanagaki.

— ¿Dije algo...?

— ¡N-No! ¡Para nada! Es solo que... — Takemichi jugó con sus manos para luego colocar su mano derecha en la nuca y rascarse, volvió a mirar a Mikey con una sonrisa notablemente nerviosa.— Es insignificante, ¡Hay millones de cosas que aún no he hecho!

Abrió los ojos atónito al ver la tenacidad y valor en su expresión, para luego ser Takemichi quien lo haga reaccionar de su sorpresa al dar indicios de regresar a la fiesta.

— Solo espera, y podrás verme en la cima.

Y lo perdió de vista al camuflarse entre el grupo de personas que se acoplaban en el salón de baile. Mikey luego de parpadear desvió su mirada del lugar de donde se fue Takemichi a su mano derecha, la cual fue la que estuvo anteriormente unida a la mano contraria.

Así que... esto es lo que se siente al encontrar a tu igual, ¿Cuál es la trampa?

La conversación no había durado ni tres a cuatro minutos, y se sentía comprendido por un extraño, bueno, ya no tan extraño porque para Mikey era de conocimiento su nombre.

Hanagaki Takemichi.

Takemichi.

— Takemitchy... — sus labios fueron más rápido que su razón, y sin darse cuenta ya se encontraba saboreando el nuevo apodo que deseaba darle al chico.

Decidió volver adentro, y al regresar en sus pasos colocando ambas manos en sus bolsillos pudo sentir su abrigo color blanco con bordes dorados -la cual encontraba aferrado a sus hombros- danzar al compás del viento frío de la noche, los luceros presentes le dieron su despedida y cuando ingresó nuevamente al salón percibió la fiesta muy movida. Luego de observar el salón de baile completo, lo encontró.

Estaba manteniendo una plática amistosa con un grupo de personas, algunos chicos perteneciente a su escuadrón se encontraban allí de forma agradable, pero su atención era dirigida específicamente a Takemichi Hanagaki.

Se le antojaba volver a sacarlo a bailar. Podía imaginarse a Takemichi y a sí mismo al compás de la música bailando en sincronía, divirtiéndose y así volver apreciar aquella sonrisa tan bonita de cerca nuevamente.

Un poco de postura, un poco de defensa. Si, él podía manejarlo.

Sus pensamientos bailaban alrededor del contrario, y Mikey de pronto recordó.

Le pregunté por su familia, ¿Por qué habrá reaccionado así?

Luego de mantenerse unos minutos alrededor de aquella incógnita, llegó a una conclusión al ver la posición de las manos temblorosas del chico al sostener una copa de vino.

Es pobre y vive improvisando.

Mikey no pudo evitar sonreír de lado, eso no hacía menos al sentimiento que nacía con el pasar de los minutos de conocerlo; porque para él era un chico atractivo y Takemichi Hanagaki lo sabía perfectamente al intentar acoplarse con aquellas personas muy por encima de su nivel.

Solo espera, y podrás verme en la cima.

Mikey definitivamente quería verle llegar a donde apuntaba con tanto esmero.

Las risas y cotilleos circulan a su alrededor, aquello no le afectó en nada porque seguía concentrado en admirar desde lejos mientras degustaba de los dulces de la mesa a su costado, hasta que por el rabillo del ojo vio una silueta que reconoció al instante, después de todo su hermana no vendría ese día, o eso había oído de Izana.

Encogiéndose de hombros decide tomar dos bocadillos más, uno a la boca y otro a la mano para luego sacudir su vestimenta mientras camina, aproximándose al lugar donde se encontraba la rubia.

Pero, al estar cerca de ella frunció el ceño al observar con detenimiento como su hermana menor, Sano Emma tenía la mirada fija a algún lado del salón, con sus ojos color miel brillantes, mejillas ruborizadas y para finalizar con una expresión ingenua. Mikey nunca había visto de esta manera a su hermana, en lo poco que conoce sobre la vida amorosa de la rubia, nunca llegó a esa magnitud de caer en un mundo de ensueño para luego terminar ajena a su alrededor.

Con suma curiosidad decide seguirle la mirada para poder encontrar al responsable de dejar a su querida Emma en tales síntomas, denominados amor.

Cuando lo encontró, Mikey cayó en cuenta de la realidad.

Y ahora ella está...

Me parece un hombre que nunca ha estado satisfecho.

Y sus ojos están simplemente...

Me puedo identificar contigo, somos diferentes al resto.

Y ahora me doy cuenta de...

¡Hay millones de cosas que aún no he hecho!

Tres verdades fundamentales.

— Emma. — Mikey se apoyó despreocupado en el hombro de la contraria, sacándola de su ensoñación.— Pensé que no vendrías... ¿No estabas enferma?— preguntó con burla, y vio como Emma hacía un puchero.

— El abuelo me descubrió, y me obligó a venir.

— No pareces tan disgustada ¿Qué estabas mirando hace rato?.— Mikey se hizo el desentendido para luego observar hacía los lados, y al detenerse a verla la encontró jugando con el borde de su manga nerviosa.

— Creo que me gusto uno...

— ¿De verdad? ¿Quién es el desafortunado?.— sintió un golpe en su hombro, el rubio sonrió al haber logrado molestar a la contraria.— Hablando en serio, ¿Quién es?

Él ya sabía, solo necesitaba confirmarlo.

Emma señaló al lugar que Mikey menos deseaba que hiciera, y con un suspiro profundo toma camino hacia donde estaban reunidos un grupo de personas mientras que la chica rubia a sus espaldas intentaba llamarlo al ver sus intenciones, pero eso no evitó que ignorara su desesperado intento de detenerlo.

— Neh, Takemitchy.

Takemichi se ve sorprendido por la presencia suya ante él, parpadea mientras intenta componer su postura.— ¿Mikey-kun? — Y sin decir nada Mikey le toma del abrigo para luego jalarlo para llevárselo, Takemichi no pone resistencia pero eso no evita que frunciera el ceño desconcertado.— ¿A-A dónde me estás llevando?

— Estoy a punto de cambiar tu vida.

Takemichi ante esas palabras se sonroja, para luego sonreírle ampliamente.— Si es con Mikey-kun, estoy dispuesto a aceptar cualquier cosa.

Número 1: Mi único trabajo actual es casarme para poder escalar socialmente, debe ser alguien que pueda contribuir económicamente y así darle gusto a mi familia.

Taketmichy no tiene ni un centavo. Neh, Eso no significa que le quiera menos.

— Sano Emma, es un placer conocerte.— La rubia se inclina ante ellos, tan elegante y formal, Mikey no logra evitar chasquear la lengua ante eso y Emma mira en su dirección para así fulminarlo con la mirada. Luego cuando la desvía hacia su acompañante, encontrándose con Takemichi, sus ojos color miel se dilatan y sus mejillas vuelven adquirir un sonrojo leve bajando así nuevamente la cabeza avergonzada.

— ¿Sano...?

— Es mi hermana menor.— Le respondió Mikey despreocupadamente.

Número 2: Sé perfectamente lo que buscas Taketmichy, si tu determinación es tan inquebrantable y tanto deseas poder lograr tu objetivo ¿Por qué no darte un pequeño empujón para cumplirlo?

Quizás ese es el porqué de presentarte a Emma.

— Gracias por todos tus servicios.

Takemichi toma con lentitud y delicadeza la mano de Emma para luego besarla.— Si es necesario luchar una guerra para poder conocerte otra vez, habrá valido la pena.

Mikey pudo ver como de la cabeza de Emma salía humo de lo apenada que estaba y el aumento del sonrojo en sus mejillas la delataba, él toma como nota mental decirle al chico coqueto que controle sus hormonas o pronto quedará sin hermana.

— Mejor los dejo solos~

Número 3: Conozco a mi hermana más que a nadie en el mundo, Taketmichy... No encontrarás a alguien tan fuerte, inocente y confiable como ella, sé que la cuidarás bien.

Además, mis sentimientos por ti... no son correctos...

Mientras él se alejaba de ellos, un sentimiento nada agradable oprimió su corazón al intentar no mirar atrás, se repetía constantemente que era lo correcto. Pero hubo un momento que al voltear a verlos, su mirada se suaviza al visualizar la sonrisa tímida de su hermana junto a Takemichi, y nuevamente Mikey se repitió que estaba bien.

Todo estaría bien.

Claro que al desviar su mirada oscura hacia el otro lado del salón, pudo darse cuenta que no era el único ser desafortunado.


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Cuando Mikey fantasea en sus noches insípidas, con carencia de algún sentido, es con los ojos de Takemichi Hanagaki que puede volver a sentir ese latido; porque al ver en su memoria esos hermosos iris azules que reflejan lo más puro y amable de su ser, le recuerda constantemente lo miserable que es pero al mismo tiempo le reconforta.

Todo eso él lo idealiza mientras anhela lo que hubiera podido ser, ese hubiera no existe, lo sabe perfectamente... Y aun así, no deja de dolerle hasta el alma.

Al menos mi querida Emma es su esposa...

Al menos puedo conservar sus iris azules en mi vida...

Un silencio se instaló en él mientras observaba a todos los presentes, una mirada, una sonrisa y con un gran suspiro tomó todo el valor que le quedaba para no dejarse caer ante tanta oscuridad.

— ¡Por el novio y la hermosa novia! ¡Un brindis, chicos!.— exclamó el rubio con fuerza, siendo secundado por una ovación a sus palabras, y continuó dirigiéndose solamente a la mirada miel de su querida hermana que estaba a nada de cristalizarse.— Emma, estoy muy orgulloso de la mujer que te has convertido... Siempre estaré a tu lado para apoyarte, para compartir momentos como estos en lo que resta de tu vida al lado de un gran hombre.

— ¡Emma-chan, no llores! ¡El maquillaje!.— grito a un lado de ella Hinata Tachibana, con una sonrisa igual de radiante que la de Emma y se hicieron escuchar algunas risas amistosas entre los invitados.

Era la quinta vez que Mikey suspiraba en el discurso, luego de tomarse un momento sonrió con sinceridad a la pareja de recién casados que lo observaba a una distancia y levantó nuevamente la copa en su mano.— ¡Por su unión!

¡Por su unión! ¡Por la revolución! .— gritaron eufóricos todos con copas en mano hacia ellos.

— ¡Por la esperanza que nos proveerá!.— continuó Mikey captando nuevamente la atención de todos los presentes.— Y que por siempre vivan en satisfacción.— Mikey finalizó sus palabras y es recibido por aplausos eufóricos de todos sus amigos, Takemichi le regala una sonrisa en agradecimiento para luego tomar a Emma de la cintura y alzarla, girando sobre su eje con ella en brazos demostrando lo feliz que estaba, ocasionando que los aplausos aumentaran en honor a ellos.

Todos le rodearon felicitándolos, mientras tanto Mikey los observaba a la lejanía sin percatarse que alguien le lleno su copa con vino y al hacerlo miró con detenimiento el líquido carmín que bailaba en su mano para luego tomarlo de un trago, intentando desatar ese nudo que aún reside en su garganta con insistencia.

— ¿En qué piensas?.— Draken captó su atención, y Mikey sonrió al verlo.

— Estoy bien Kenchin, no tienes de qué preocuparte.

— Me importa una mierda que estés bien.— Mikey hizo mohín infantil al intentar verse ofendido, porque en realidad él esperaba ese tipo de respuesta.— solo intenta no golpear a nadie en la boda de tu hermana.

— No prometo nada.

— Iré a felicitar a los novios.— Mikey captó el tono amargo que Draken intentaba disimular, y miró de reojo como el rubio forzaba una sonrisa hacia su persona.— ¿Vienes?

— Luego, quiero buscar más vino.

Draken simplemente negó divertido para luego caminar lejos de Mikey, él se dejó caer levemente apoyándose de la pared más cercana para así poder admirar nuevamente el panorama.

Quizás tuvo la oportunidad de distraerse con cualquier cosa, pero sus ojos lo traicionaron y observó cómo el rubio más alto le sonreía a Emma que estaba en compañía de Takemichi como su esposo, Mikey dedujo que quizás estaban hablando de cualquier cosa insignificante al contemplar cómo los recién casados reían de lo que sea que haya dicho Draken, siendo la sonrisa de Emma la que llamó más su atención.

Ella será feliz como su esposa.

Luego, lo vio.

Takemichi había desviado su atención por unos instantes hacia Mikey, y cuando sus miradas se cruzaron finalmente lo comprendió.

Nunca estarán satisfechos.

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Esta historia quiero dedicárselo a mi querida alma gemela dekubunn, cariño gracias por mostrarme tan magnifico musical ❤

Escribir este os fue muy significativo para mí, en realidad nunca le había puesto tanto empeño en transmitir tanto sentimiento y disfrutarlo en el proceso. ¿Pude lograrlo? La satisfacción que siento al terminarlo es la prueba de que quizás si lo logre.

En mi borrador existen como esta y más historias MiTake que publicare cuando me sea posible, esperando que les haya agradado la lectura ¡Gracias por leer! les tkm .3.


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