00:45
...
— ¿Atrás...? (Atrás... Atrás...) — Una oleada lo recorrió, provocando que todo su cuerpo tiemble. Asustando a su hermana pequeña que se separó preocupada. Un paso atrás, la visión se le apaga, pasa saliva. Los recuerdos, todo, las luces, las voces, se sienten tan vividos, se siente en la misma noche. — (Atras... pérdida..) — Los recuerdos retroceden, retroceden, retroceden una y otra vez con todo lo que pasó. Retrocede. ¿Por qué? ¿Por qué tiene que vivirlo una y otra vez en su memoria como una película donde vio su futuro caer? — Recuerdo esa noche creo que... (Atrás) — Murmuró asustado, cerrando los ojos tratando de eliminarlos. Borrar que lo conoció, que se enamoró. — Recuerdo esa noche creo que... (Atrás) — Las voces se hacen presentes, cada palabra dicha, cada verso oído, se siente grabado en su memoria. ¿Como logra borrar algo así? El rostro de él sonriendo como si fueran las únicas dos personas en el mundo. — Yo recuerdo esa noche... Recuerdo esa noche...
— ¡Miguel, cuidado!
Se tropieza al tratar de retroceder. Cayendo bruscamente hacia el suelo, no sintió el golpe, no siente su cuerpo. Parpadea un par de veces.
Se levanta con cuidado, no está en el salón de bodas, no están los invitados, ni siquiera está en el mismo lugar. ¿Que lugar? Todo está oscuro, camina con cuidado, a penas y puede ver a la gente pasar, su cuerpo tiembla, las lágrimas quieren caer pero no sé lo permite, fue cuando abrió los ojos con sorpresa al mirarse a sí mismo, vestido tan elegante como quería su padre, con una expresión seria intentando ahuyentar a todo alfa que se le acercara.
Una lagrima cae, no pueden hacerle esto. No puede más. No quiere recordar, por favor, por favor.
— Yo recuerdo esa noche creo que eternamente la lamentare. — Un hilo de voz sale, observándose a si mismo, mostrándose sonriente con su hermana y siempre alejando aquellos tipos que se le acercaban. Observando como la menor de los tres era quien traía el centro de atención, siendo la más joven en todo el lugar. — Recuerdo soldados peleando para nuestra atención tener. — No lo negará, él era el más molestado porque era el mayor, el heredero, siendo un omega era quien caía el peso del título Prado. Se ve a si mismo siendo coqueteado por un chileno, suelta una risa pequeña, se ve como lo rechaza educadamente. Las lágrimas inevitablemente caen. Se siente atrapado, comienza a caminar, sintiendo su corazón latir con fuerza al ver lo real e irreal que era esta fantasía. Demasiada exacta. Demasiado dolorosa. — Recuerdo la luz de las velas como si un sueño fue...pero... — Su voz se cortó, caminando entre aquellas velas que iluminaban ciertas partes del gran salón. Sonríe. Mordiendo su labio inferior con fuerza. — cuando te conocí jamás olvidare.
Alza su mirada, apartando la de las velas, viendo a aquel joven que se llevó su corazón, adentrarse entre la multitud con una sonrisa confiada. Dio pasos rápidos, tratando de detenerlo como si fuera parte de aquel recuerdo, atravesando aquello. Sus manos tiemblan de impotencia. Lo ve avanzar hacia sí mismo, lo recuerda, o claro que lo hace. Un argentino le ofrecía bailar con una sonrisa confiada, y fue apartado por aquel sujeto.
No puede hacer nada.
— Nada igual ha vuelto hacer. — Pronunció con un hilo de voz, viéndose resignado como ambos pares de ojos se encontraban. Como dos reflectores los iluminaban a ambos, dándole la vista perfecta de cómo se conocieron. — Sus ojos brillantes, llenos de ambición. — Aquellas avellanas que le robaron el aliento al instante en que los vio. Sintiendo su corazón latir pensando que se iba a salir de su pecho. Camino hasta ellos con cuidado, viendo atentamente como caía. El recuerdo de su propia miseria. Quedo a su lado, admirando esa noche, como sería estar a su lado. — Y al hola decir olvidé hasta quien soy...
Lo vio sonreír. Sintió sus ojos soltar más lágrimas, al verse así mismo, su emoción, sentía absolutamente todo lo de esa noche. Sus sentimientos no cambiaron en lo absoluto. Coloco su mano en sus labios, tratando de callar cada sollozo que quería escapar de sus labios. El sonrojo en su piel morena, dándose la vuelta para evitar al mayor, intentando ocultar todo rastro de emoción. Quien diría que con aquella pequeña muestra firmaría una boda. Se acerca con cuidado.
— Todo se encendió, en mi se encendió.
¡No es un juego, no!
Se vio arder. Como sus emociones desbordantes lo consumían por completo y el se dejaba. Las llamas, aquel color anaranjado, amarillo, y rojizo. Avanzó acercándose hacia el pequeño balcón del lugar, recargando se, tratando de controlar tantas emocionas por culpa de una mirada y sonrisa. Incluso aún recuerda el olor a cacao rodeándolos, aquel que desprende cada que se sentía tan mareado, emocionado. Un ácido aroma lo inunda, oh Dios, es el más alto, sonriéndole, acercándose a si mismo. Ese aroma provoca un pequeño sonrojo en ambos.
Se escucha la voz de aquel. Colocándose a su lado con toda la habilidad del mundo, sonriendo con cierto aire de confianza, por primera vez logrando dejar callado al menor. Todo en él le decía que se quede.
— Parece...como si no ha sentido satisfacción.
No entendió aquello la primera vez. ¿Quien diría que es justamente como describe su situación en este momento? Ironía del destino, quizá.
Satisfacción...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro