Veinticinco: Mátalo.
Coloca sus manos en los bolsillos de su pantalón negro, ve hacia afuera del gran ventanal en la habitación. Se ha dado cuenta que en ese lugar el jardín de rosas rojas se ve precioso al atardecer.
― Eso es todo, HaJoon. ― Dice la doctora privada detrás suyo cerrando, sobre la única cama de la habitación, un maletín de cuero, donde transporta los utensilios médicos que utilizó para revisar a Jungkook, o mejor dicho, HaJoon. ― Ya estás casi cien por ciento recuperado, la herida ha cerrado, pero te recomiendo que sigas tomando un par de analgésicos.
― ¿Puedo volver a realizar mi trabajo?
― Claro que puedes, solo toma las pastillas y cuida del bendaje. ― Camina hasta la puerta, coloca su mano en la perilla y abre la puerta.
― Bien, gracias. ― Jungkook asiente y le regala una mínima sonrisa a la mujer, ella se retira y cierra la puerta.
Dirige su mano izquierda a su abdomen descubierto, sintiendo las vendas bajo su tacto, que rodean todo su abdomen bajo por culpa de la bala que lo atravesó una semana atrás, en el tiroteo donde Nichkhun murió. Desde ese día han pasado siete días exactos, siete días donde ha estado quedándose en la mansión de los Manoban al otro lado de Seúl, prácticamente al otro lado de la ciudad, contrario a donde queda la casa con su esposo.
Ha estado siendo hospedado y atendido por la doctora de la familia Manoban a pedido de Lisa, ella dice estar agradecida pues cree que Jungkook la protegió cuando llegó arrastrándose hacia él, y por eso sobrevivió, pero la realidad es completamente diferente.
Si ella tan solo supiera, que si no fuera porque Jeon se quedó sin balas, ahora mismo estaría acompañando a su esposo en el infierno.
Alguien toca la puerta, y por la tocada tan particular, deduce que es Lisa de quién se trata. ― Pasa. ― Sube un poco la voz para que sea escuchado a través de la puerta.
Ahí está ella. Lalisa Manoban, con ojeras bajo los ojos tratando de ser disfrazadas con maquillaje, con labial negro y un vestido del mismo color oscuro, quién diría que tan poderosa mujer ahora sería viuda y con varios negocios rotos. Su imperio empezará a caer poco a poco.
― ¿Qué te dijo el doctor? ― Pregunta ella al entrar a la habitación, fumando un cigarrillo.
Jungkook gira hacia ella. ― Que estoy recuperado, pero debería seguir con los analgésicos. ― Se encoge de hombros, le da una rápida mirada de pies a cabeza y nota como mueve su pierna y le da una calada a su cigarrillo. ― Te veo preocupada.
Ella exhala el humo. ― Lo estoy. Ahora mismo mandé escoltas a revisar las casas de mis socios. La investigadora cree que el traidor se encuentra en mi círculo de confianza.
Jungkook reprime perfectamente una carcajada al escuchar esas palabras. Todo está saliendo perfecto, tal cual él quería. Lisa confía en la palabra de la investigadora que él le recomendó, de nombre Amy Jones, uno de los contactos que Woong le entregó meses atrás, una vez más esa lista lo beneficiaba pues Amy trabaja para él y para NamJoon.
Todo va de acuerdo al plan.
― Pero suena absurdo, si fuera así yo me hubiera dado cuenta, pero... por otro lado, tiene sentido.
― ¿A qué te refieres?
― Al principio pensé que sería alguno de mis negociantes, pero ellos no sabían detalles específicos de la planeación de la ceremonia... Esas bombas detonaron en macetas de plantas colocadas al lado de cada puerta. Alguien estuvo antes que los invitados para colocar toda esa mierda sin que nadie se de cuenta. ― Exhala el humo por su nariz y aprieta la mandíbula.
― Tiene sentido.
Empieza a tratar de unir hilos. ― Pudo haber sido alguien de la servidumbre, capaz vendieron información sobre la fiesta, ellos fueron los que ayudaron con la decoración de la ceremonia, pero interrogamos a todos y nadie sabe nada... Pero Amy me aconsejó revisar, así que solo espero el aviso de mis hombres. ― La da otra calada a su cigarrillo.
Jungkook reprime la sonrisa sarcástica que quiere surcar sus labios. Da un paso al frente quedando frente a frente con ella. ― La verdad saldrá a la luz pronto... Casi morimos ese día, pero si estamos acá, significa que hay esperanzas de encontrar a los responsables.
Lisa asiente y le regala una efímera sonrisa. ― Tienes razón, Kim... Como sea, creo que-
Tocan la puerta cortando sus palabras, pronto uno de los escoltas de los Manoban abre la puerta y se deja ver.
― ¿Porqué entras sin tocar? ― Ella lo señala con el cigarrillo, frunciendo el ceño. Su falta de buen humor e irritabilidad son comunes desde la muerte de Nichkhun.
El hombre hace una ligera reverencia. ― Disculpe jefa pero es urgente.
Ella abre sus ojos de más. ― ¿Encontraron algo? ― El hombre asiente, ella tira el cigarrillo al suelo y lo pisa con la suela de su tacón.
Lisa se retira siguiendo a su escolta, Jungkook queda solo en la habitación con una sonrisa burlona creciente en su rostro. Se acerca a su cama y toma la camisa que está ahí tendida, con cuidado se la coloca tratando de no tocar las vendas, luego se pone un saco negro. Camina hasta el otro lado de la habitación para tomar una botella de vino y toma un trago directamente de esta, al mismo tiempo escucha un furioso grito femenino, y el sonido de algún objeto de vidrio rompiéndose contra una de las paredes.
Al parecer ya descubrió lo que Jungkook preparó para ella.
La investigadora le ayudó a conseguir la dirección de su abuelo, gracias a eso documentos falsos con los Kim, un boleto de avión y maletas llenas de dinero fueron depositados en el departamento de Master para inculparlo. Seguramente los hombres de Lisa ya habían descubierto todo aquello.
Master ya tenía la soga en el cuello, y él está más que feliz de presenciar como le quita el aire poco a poco.
― ¡No fui yo! ¡Es una trampa!
Lisa presiona más su tacón contra el rostro de Master, presionandolo contra el césped de su bien cuidado jardín, ahora salpicado de sangre por sus heridas.
― Cierra tu sucia boca. ― Pronuncia con una mirada fría y duro rostro. ― Traidor.
Master se remueve pero es inútil, no puede librarse de las sogas que apresan sus piernas, brazos y manos. Está inmóvil, a total merced de Lisa y sus escoltas que los rodean.
Ríe secamente. ― Deja de moverte, porquería, no te saldrás con la tuya ahora.
― ¡Soy inocente!
― ¿Me ves cara de idiota? ― Presiona más su tacón, colocando su codo sobre su rodilla y viendo de lado el rostro furioso del anciano. ― Los rumores acerca de ti fueron ciertos... No eres bueno para los negocios, lo único que sabes hacer es traicionar y robar. Todos decían eso de ti.
― Antes tuve malos acuerdos con otras mafias, ¡Pero eso-!
Ella pasa a presionar su nuca, cortando sus palabras. ― Ilusamente Nichkhun te contrató a pesar de todo esto... Y lo mataste. ― Se puede distinguir la tristeza entre sus palabras llenas de ira. ― Jamás debí permitirlo.
Nunca pensó que perdería a su esposo tan de repente.
Jungkook observa a la mujer con su zapato en la cabeza del hombre y como este se remueve porque no puede respirar como debería. Reprime una sonrisa porque disfruta demasiado ver al hombre suplicar por piedad.
Su interior se regocija de éxtasis.
― ¿Planeabas escapar, no? ― De su bolsillo sacó aquel boleto de avión que encontraron en su propiedad, y lo rompió para tirarlo sobre su golpeado cuerpo. ― Te pagaron bien, dos maletines llenos de dinero.
― ¡No es cierto! ― Dice a duras penas, con el rostro rojo por la fuera con la que trata de zafarse del tacón que presiona su cabeza y no lo deja respirar.
Hace una mueca de asco. ― Qué patético. ― Lisa quita su pie de la nuca del hombre y este empieza a tomar aire como puede y toce, maldice por lo bajo.
La mujer hace una señal con su mano derecha a sus hombres, se acercan rápidamente. ― Lo quiero sobre sus rodillas y viéndome.
Pronto el hombre está sobre sus rodillas, uno de sus escoltas sujeta con fuerza su rostro para que no baje la cabeza ni desvíe la mirada, así Lisa puede apreciar los moretones en su rostro y la herida en su labio.
― ¿Vas a seguir negandolo? Todo lo que mis hombres encontraron en tu departamento te delata.
Cuando sus hombres encontraron los documentos y los maletines llenos de dinero, además del boleto de avión con destino a Europa, indicaba que él los había traicionado y planeaba huir. Master fue llevado a la fuerza hacia Lisa, donde le entregaron el boleto de avión y toda la evidencia, ella al revisar todo en sus manos, fríamente dio la orden de que lo golpeen. El resultado son los moretones visibles en el rostro del anciano.
― N-no fui yo, maldita sea... ― Tose con el ceño fruncido, escupiendo sangre.
Ella tensa su mandíbula. ― Mi arma. ― Dice fríamente, y extiende su mano hacia uno de sus escoltas, quien rápidamente le entrega su arma.
Manoban presiona el cañón del arma contra la frente del anciano, el asesino de su difunto esposo. La rabia impulsa cada fibra de su ser, quita el seguro y sus ojos se llenan de lágrimas, la cólera quiere escapar de su cuerpoz es demasiada. La tración y la muerte son difíciles de tragar.
El cañón tiembla ligeramente contra su piel. ― Eres un hijo de puta. Mataste a mi esposo. ― Una lágrima cae por su mejilla.
― No fui yo, todo lo que te entregaron fue plantado en mí departamento. ― Dice de manera firme, teniendo aún la cara sujeta con fuerza. ― ¡Fue Jung-
Le dispara en la pierna, el grito de dolor que suelta Master solo provoca en Jungkook la liberación de su sonrisa, una sonrisa burlona ante el dolor de aquel que dice tener su misma sangre.
― ¡Hija de...!
Usa el arma para golpearle en la cabeza, y por la fuerza ejercida este queda inconsciente. Los hombres sueltan su cuerpo y cae contra el césped, la mujer de cabello corto le entrega el arma de vuelta a la escolta que se la dio. Tambalea un poco, y cuando cree que está por caer Jungkook, o para ella HaJoon, la sostiene suavemente.
― ¿Estás bien?
Ella niega y lo mira con las lágrimas de ira en sus ojos. ― Matalo, y desaste del cuerpo, yo no puedo hacerlo... No me siento para nada bien. Confío en ti, Kim. ― Dice mirándolo a los ojos.
Lisa es llevada a su habitación mientras Jungkook se queda al lado del cuerpo inconsciente de su abuelo y los escoltas. Sonríe de oreja a oreja, como si le dieran el mejor regalo de su vida.
Acabaría de una vez por todas con él.
― Maldita sea, mi cabeza.
Abre los ojos poco a poco, empieza a sentir una terrible jaqueca y maldice por lo bajo. Por instinto trata de llevar sus manos a su cabeza pero no puede, las tiene completamente atadas detrás suyo. Abre por completo los ojos y trata de zafarse pero es inútil, también tiene las piernas atadas a la silla. Mira hacia sus lados.
Está en medio de los restos de una casa vieja que parece quemada hace mucho, hay restos de madera y otros materiales, no ve a nadie, está atardeciendo y el lugar está rodeado de árboles.
Entonces, detiene todos sus movimientos cuando se da cuenta del lugar en el que está.
― Mierda.
Es la casa en la que vivió con Jungkook y Gguk, que fue quemada con él dentro, y de la que pudo sobrevivir. A partir de ahí se dedicó a tener una nueva vida y a negociar con diferentes personas, lejos de los Park, pero ahora se encontraba en ese mismo lugar, y no cree que tendrá la misma suerte que antes.
Pronto escucha los pasos de alguien acercadonse a él por la espalda mientras aplaude sarcásticamente. Pronto tiene a su nieto frente suyo con una sonrisa burlona en el rostro y un brillo extraño en los ojos.
― ¿Porqué me trajiste aquí?
― Porque hace muchos años, este debió ser el lugar de tu muerte. ― Dice fríamente.
― Este lugar fue en dónde renací, querido nieto. ― Lame sus labios resecos. ― No lograste matarme antes, ¿Y sabes porqué? ― Ríe por lo bajo. ― Porque eras débil, eras tonto, dejaste todo por ese novio tuyo-
― Es mi esposo. ― Lo corrige. ― Me importa muy poco lo que tengas para decirme.
El hombre lo ignora. ― Siempre fuiste tan débil y patético... Pero me sorprende que tu plan de mierda esté funcionando, ¿Pero sabes qué? No te durará mucho. ― Ríe secamente.
― Todo está marchando bien, y yo ganaré esta maldita guerra, pero tú no vivirás para verlo. ― Acomoda sus guantes de encaje. ― Los Manoban se irán abajo, y yo tomaré el poder de todo y todos.
― ¿Lo haces por el imbécil de tu esposo? ― Le sonríe burlonamente, pero la sonrisa no le dura mucho pues recibe un puñetazo en la cara.
― Vuelves a faltarle el respeto y te-
― ¿Y qué? Si de todas formas moriré... ― Escupe sangre sobre la madera. ― Hazlo de una vez.
― Como gustes, de todas formas, no quiero seguir perdiendo más tiempo contigo. ― Da pasos hacia atrás, de entre unas maderas y bajo la atenta mirada del hombre, saca un galón de gasolina.
― ¿Gasolina? ― Lo mira burlón. ― Te recuerdo que no hay una casa para que puedas quemarla conmigo dentro. ― Bromea.
Jungkook se acerca a él con el galón. ― ¿Quién dijo que necesito una casa?
La sonrisa y la burla en los ojos de Master desaparece, antes de que diga algo, ya tenía a Jungkook baceando la gasolina sobre todo su cuerpo, bañándolo con esta, y cuando todo termina mira incrédulo al hombre de traje.
― ¿Qué mierda haces?
Pero Jungkook no responde, sigue esparciendo la gasolina alrededor suyo y crea un camino delante suyo. Finalmente deja el galón al lado suyo pasos más adelante del hombre atado en la silla.
― ¡Eres un imbécil!
― Lo soy.
― Siempre te odié y odié a tu hermano, ¡Siempre odié a tus padres y su fachada de perfección! ― Desesperado quiere desatar sus manos pero no puede. ― ¡Por eso los vendí a la mafia!
Esas palabras hacen un eco en el pecho de Jungkook, los rostros de sus padres, sus recuerdos ya tan lejanos vuelven a él de un golpe. Su mandíbula tiembla y aprieta los puños.
― Hijo de perra... ― Aprieta los dientes.
Él vendió a sus padres, los mató, por él quedaron huérfanos y toda su vida tomó un rumbo diferente.
― ¡No me arrepiento! Tu madre y tu padre no me daban el dinero que yo necesitaba.
Jungkook se mantiene quieto en su lugar, con cada celula de su cuerpo vibrando por la ira, su sangre burbujeando, respirando profundamente. Sin más saca de su bolsillo un encendedor con sus iniciales. Mira el anillo en su mano, aquel anillo que le pertenecía a su padre, y recuerda a su hermano.
― ¿Ahora tienes miedo? ― Pregunta dando caminando lentamente hacia él, quedando frente suyo.
― Te veré en el infierno. ― Pronuncia cerca de su rostro, luciendo amenzante, pero no causa un pelo de miedo en Jungkook.
― No lo dudo, no soy ningún santo, soy un maldito sicario. Uno mejor que tú. ― Dice mirándolo fijamente.
Se da media vuelta y llega a su anterior posición, abre el encendedor creando una llama que brilla en frente a su rostro. Se queda completamente quieto, con los ojos fijos en el encendedor. Sudor frío recorre su espalda y cuerpo entero cubiertos de gasolina.
― Me aseguraré de que mueras de una vez por todas. Esta vez, no me iré. ― Dice viéndolo directo a los ojos, reconociendo el miedo en los ojos del viejo hombre. ― Nos vemos en el infierno.
Tira el encendedor al suelo, cayendo sobre el camino de gasolina que rápidamente se encendió llegando al hombre atado sobre la silla. El fuego empezó a quemar su piel, sus gritos eran desgarradores por el dolor de ser quemado vivo. Todos sus pecados se le venían encima como llamas de fuego, le quitaban el aliento y poco a poco lo mataban mientras se removía en la silla.
Jungkook a diferencia de hace muchos años no se fue, se quedó frente al hombre que se quemaba vivo y gritaba por una ayuda que jamás llegará. Se quedó hasta que dejó de moverse y dejar de hacer ruido, quedó hasta verificar que estaba muerto y que su piel se había quemado por completo, dejando un trapo de carne y sangre atado a esa vieja silla.
No siente remordimiento, no siente asco, solo siente la presencia de un extraño vacío en su pecho.
Debería sentirse satisfecho por lograr este gran paso en sus planes, pero simplemente siente ese extraño vacío. Suspira. Toma su teléfono celular de su bolsillo y toma una foto para dárselo como evidencia a Lisa.
Sin darse cuenta, se mantuvo ahí parado hasta que las llamas se apagaron y empezaba a amanecer por sobre los árboles que lo rodeaban, y que fueron testigos del horrible acto que se llevó a cabo. Cuando siente que ya es suficiente vuelve en silencio a su auto y desaparece del lugar, dejando un cadáver y cenizas de lo que alguna vez, fue su peor demonio.
Lo que no sabe, es que es su primer paso a un final que no será de su agrado.
(EDITADO: 22/07/2022)
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