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FINAL

8 años después...

― Dame tu mano, Seiji.

Dice la mujer luego de cerrar la puerta del coche y asegurarlo. El pequeño toma su mano y juntos se alejan del estacionamiento, pronto sus pies dejan de tocar el asfalto y pasan a caminar sobre césped recién cortado.

― ¿Estás contento?

― Sí tía, mucho.

Jane sonríe ante el pequeño, quien camina notablemente feliz, con un ramo de flores contra su pecho, asegurando que no caiga en medio del trayecto. Pasan entre las lápidas hasta llegar a su destino, aquel que han estado visitando cada fecha especial, desde hace 4 años.

― Hola. ― Jane se retira los lentes oscuros que cubrían sus ojos y sonríe ligeramente. ― Ya volvimos.

Seiji también sonrió al ver a su tía hacerlo; ambos se sentaron frente a la lápida y empezó su pequeña conversación.

― Tardamos un poco, pero estamos aquí para celebrar tu cumpleaños. ― Estira su mano y acaricia la lápida. ― Seiji te trajo tus flores favoritas, aquellas que teníamos en el jardín de nuestra mansión, ¿Recuerdas?

El pequeño se apresuró en colocar con cuidado el ramo de tulipanes rosas a los pies de la lápida. Ante su vuen trabajo, Jane colocó su mano en los cabellos del pequeño y revoloteó sus cabellos, sacándole una sonrisa.

― Seiji ha crecido mucho.

― ¡Soy el más alto de mi salón! ¿Verdad, tía?

Ríe ante la mirada ilusionada del más pequeño. ― El segundo más alto. ― Sube la mirada hacia el cielo. ― Si lo pudieras ver, estarías muy orgulloso. Ganó un concurso de lectura, entró al equipo de baloncesto y es de los mejores en su clase.

Seiji se quedó callado ante las palabras de su tía, luciendo contento por los halagos, pero también reconociendo que era un momenro especial para ella, y lo mejor era permanecer en silencio.

― Te extraño mucho, me gustaría que estuvieras aquí, a pesar de todo lo que hiciste y lo que pasó... me gustaría tenerte aquí a mi lado, viendo a los niños crecer. Marilyn también ha crecido mucho, y se parece mucho a su padre.

¡Tía!

Al escuchar esa voz, Jane gira la cabeza al igual que Seiji.

― Y hablando del rey de roma...

Ambos sonríen al ver a Marilyn correr hacia ellos con otro ramo de flores en sus manos, moviendo su mano libre de lado a lado en forma de saludo. Seiji correspondió al instante, feliz de ver ahí a su primo.

― ¿Estas son horas de llegar? ― Reprochó Jane a la persona que venía detrás del energético adolescente.

Tenía la corbata floja en el cuello de su camisa de oficina, que hacía juego con sus pantalones negros y el saco que llevaba colgando en su antebrazo. Llevaba un maletín negro en su mano, y en general, lucía cansado, como cualquier persona luego de salir del trabajo.

"Luce extrañamente feliz" piensa la mujer.

JiMin se ve lleno de vida, con las mejillas sonrojadas por el viento frío, tan característico en los momentos previos al anochecer. Jane sonrió al verlo, con la luz del atardecer detrás suyo, resaltando el característico color púrpura de sus ojos. A pesar de todo lo que habían pasado, su hermano siempre lograba tener una sonrisa para su familia.

Finalmente, luego de tantos años, Park JiMin era libre, y feliz.

― ¡Papá!

Seiji se colocó de pie y corrió con los brazos bien abiertos hasta atraparlo en un fuerte abrazo, que fue correspondido al instante. JiMin tuvo que dejar caer al suelo su maletín para poder abrazar a su hijo.

― Salí tarde del trabajo y demoré en recogerlo de su práctica de fútbol. ― Se excusó frente a su hermana. Bajó la mirada a su pequeño de ojos bicolor, y tomó sus mejillas entre sus manos con amor. ― Perdón por llegar tarde, cariño.

Seiji sonrió para su padre y se separó con cuidado, solo para tomarlo de la mano.

― ¡Ven, ven!

JiMin recogió rápidamente su maletín y siguió a su hijo, quien prácticamente lo arrastró hasta la lápida, donde su tía y primo estaban sentados. Ellos también tomaron asiento, formando una media luna. Seiji se acurrucó contra su papá por un lado, y Marilyn recostó su cabeza en él por el otro lado.

― Hola papá.

JiMin sonrío nostálgico al encontrarse nuevamente en la tumba de su padre, aquel que amó con todo su corazón y que, tristemente, dejó de estar en este mundo desde hace 4 años atrás.

― Feliz cumpleaños, papá... No sabes cuánto te extrañamos. Y, sé que lo digo siempre que vengo a verte, pero siento que no te lo dije suficientes veces, cuando aún estabas con nosotros... Así que, gracias papá.

Seiji vio a su padre secar sus lágrimas, y se acurrucó más a su lado, abrazándolo con fuerza para tratar de transmitirle algo de paz, provocando que su padre suelte una pequeña risa entre las lágrimas, por su gesto atento. Realmente, JiMin se sentía destrozado cada que visitaba la tumba de su padre.

Lo extrañaba demasiado.

― Me alegra que podamos estar todos en familia.― Jane limpió sus lágrimas, y observó las lápidas al rededor, las cuales también llevaban el nombre "Park" en ellas. ― Marilyn, las flores. ― Le recordó al adolescente.

"Oh, cierto..." El moreno bajó la mirada hacia las flores en su regazo y sonrió triste. Se levantó con pesar, no quería separarse de JiMin, quien se hizo cargo de él y lo amo como su hijo, desde que sus padres fallecieron.

Con las manos temblando sostuvo el ramo contra su pecho y dio un par de pasos adelante, dirigiéndose hacia dos lápidas en específico. Estaban algo alejadas que las demás, las cuales pertenecen a su familia.

― Hola mamá, hola papá.

Se pone de cuclillas frente a las tumbas de sus padres, y con cuidado deja el ramo de rosas rojas en medio de ambas. Se rascó la nuca sin saber qué decir o cómo continuar.

― ¿Estás bien?

Alzó la mirada hacia su primo, no sabía en qué momenro había llegado, seguramente no lo escuchó por haber estado tan metido en sus pensamientos. Solo asintió.

― Está bien llorar.

― ¿De qué hablas?

― Estás llorando, Lyn.

El moreno tocó su rostro, lo sintió húmedo, dándose cuenta que había comenzado a llorar. Seiji se colocó a su lado, sobre sus rodillas, para acompañarlo.

Ambos se sonrieron. JiMin veía todo desde la distancia, con su cabeza recostada en el hombro de su hermana, evidentemente ya más calmado y simplemente disfrutando del atardecer.

― Se parece mucho a su padre.

― Solo por fuera, por dentro es tan... diferente, tan cálido. De hecho, se parece mucho a mamá... es cariñoso, amable, tranquilo y muy atento. Estoy seguro que crecerá y será el tipo de persona que tan solo con verla, te sientes seguro... Mamá hubiera estado feliz de verlo crecer.

Pasó la mirada la lápida al costado de su padre, aquella que le pertenece a su madre. Vio su nombre escrito y luego dirigió su mirada al cielo, que poco a poco oscurecía sobre sus cabezas.

Jane suspiró. ― Ami hubiera estado muy orgullosa. Marilyn es muy responsable, y un genio para los deportes...

"Jackson no se hubiera perdido ni un solo partido" pensó con pesar.

Su mirada se posó sobre las tumbas de su hermana y su esposo metros adelante. Luego, divisa la lápida al lado de su madre, de quien era su hermana menor. Tuvieron sus malos momentos, pero siempre estuvieron juntas, después de todo, eran hermanas.

― Sunhye hubiera sido muy buena tía... como era la prodigio de la familia, seguramente hubiera sido una buena tutora para Seiji. ― JiMin arquea una ceja ante el comentario de su hermana.

― ¿De qué hablas? Es el segundo mejor de su clase.

― Es el segundo mejor, porque sus notas en matemáticas están bajas. ― Rueda los ojos con diversión.

― Ah... No me recuerdes eso. ― Se queja para luego reír, viendo a los chicos conversar tranquilamente a lo lejos. ― Mary trata de ayudarlo pero Seiji se niega a aceptar su ayuda... dice que quiere aprender por su cuenta. ― Niega con una sonrisa en el rostro. ― Es tan terco.

― Mhm... Como su padre.

JiMin pasa saliva y mira el reloj en su mano. ― Sí, como su padre... y hablando de él, se nos hace tarde. Seiji me va a matar. ― Suspira.

― Sabes que te ama, aunque por tu culpa lleguen tarde a todas partes. ― Ríe tirándose de espaldas sobre el césped, con sus brazos tatuados debajo de su cabeza como almohada. ― Si salen ahora, llegarán antes de que las visitas cierren.

JiMin se coloca de pie con su maletín en mano y se acerca hacia los niños, que conversaban de algo que él no lograba escuchar.

― ...Está bien que sea raro para ti, para mí también lo fue al comienzo, cuando mi papá y la tía Jane hablaban con el abuelo... Pero es una manera de lidiar con el duelo, o eso me dijo mi papá.

JiMin se quedó en su lugar, escuchando las palabras de su hijo; al parecer los niños no habían sentido aún su presencia, así que decidió no interrumpir.

― Así que, está bien si es raro para ti ahora, ya verás que luego te acostumbrarás. ― Le dio unas palmaditas en la espalda y le sonrió comprensivo. ― Papá dice que todo toma tiempo.

Sonrió al escuchar las dulces palabras de su hijo, realmente orgulloso por criar a un niño tan atento con los demás.

En él podía ver a su madre, definitivamente.

El moreno retiró su rostro escondido entre sus rodillas y sus brazos, y lo miró con los ojos acuosos. ― ¿Tú crees eso? ― Preguntó bajito.

― ¡Claro! Ánimo, Lyn.

Cariño.

El menor alzó el rostro por sobre su hombro para ver a su padre de pie a su lado. Sonrió en grande cuando lo vio apuntar su reloj, dándole un tipo de señal que solo él podía saber a qué se refería. Le dio un fuerte abrazo a su primo y saltó de su lugar para ponerse de pie.

JiMin se acercó a su sobrino. ― Mary, abrígate bien y no vuelvan tan tarde a casa. Estaremos ahí para la cena. ― Avisó acomodando la chalina del menor en su cuello, para que lo cubriera mejor. ― ¿Oíste?

El adolescente asintió despacio, JiMin sonrió y dejó un beso en su cabello rizado.

― Bien.

― ¡Ya me voy, nos vemos en casa! ― Se despidió el menor tomando la mano que su padre le ofrecía.

Marilyn agitó suavemente su mano en señal de despedida, quedándose en silencio por un momento frente a la tumba de sus padres. Meditó las palabras de su primo y, dándole la razón, empezó a hablar en voz baja.

― Sigue siendo un poco extraño para mí, pero... quiero que sepan, que yo pienso en ustedes siempre, aunque no los visite a menudo. Tengo una foto de ustedes en mi nuevo cuarto... ― Formó una pequeña sonrisa en sus labios. ― Umm... los quiero mucho, y también los extraño, aunque no recuerde mucho de ustedes.

Seiji sonrió a lo lejos al ver a su primo hablar con sus padres.

― Nos vamos, te veo en casa. Cuando llegues ordena algo para comer.

― Como tu ordenes. ― Asintió. ― ¿Está bien si pido pizza?

― Lo que gustes, usa mi tarjeta, la dejé en el cajón de mi mesita de noche. ― Dijo viendo el reloj en su muñeca. ― Bien, tenemos que irnos. Despídete, amor.

― ¡Bye, tía! ― Agitó su manito.

Jane le mandó un beso con una sonrisa, haciendo reír al menor.

JiMin caminó de la mano de su hijo hasta el estacionamiento, donde ambos subieron a su auto y emprendieron marcha por fin.

― Hey, Jeon.

Abrió los ojos al escuchar la voz del guardia. No estaba dormido pero había decidido tomarse un tiempo para aclarar su mente.

― Tienes visitas.

Jungkook asintió, pero no se movió de su sitio. Precisamente aquella era la razón por la que había decidido tomarse un momento para pensar y tranquilizar a su corazón. Esta sería su primera vez recibiendo visitas, en todos sus años en aquel lugar, y significaba mucho para él.

No más cartas, no más distancia.

― Vamos.

Inhaló y exhaló profundamente antes de colocarse de pie para salir de su celda, y seguir al guardia, quien lo llevaría hasta el área de visitas. Aunque por fuera lucía como el más temido entre los demás reclusos, la verdad era que, por dentro se encontraba lleno de nervios.

"Estoy... muy nervioso" pensó. Sus manos empezaron a sudar mientras más se acercaban al lugar, y los tormentosos recuerdos se veían próximos a llegar.

La meditación no había servido de mucho.

― Aquí es. Tienes 30 minutos.

El guardia se colocó al lado de la puerta, dándole espacio para que pase a la sala primero. Jungkook permaneció dudoso de colocar un pie dentro, pero finalmente lo hizo. El guardia detrás suyo cerró la puerta, quedándose como escolta ante cualquier problema en la sala de visitas privadas.

― Confío en que te comportarás. ― Avisó el guardia, pero Jungkook ya no le prestaba atención.

Rápidamente su vista divisó a dos figuras, una grande y una más pequeña, del otro lado del vidrio. Su paralizó al instante y pasó saliva. "Son ellos, finalmente" pensó. Los recuerdos explotaron en su cabeza al toparse con aquella mirada púrpura, tan hermosa y tan única.

Aquella mirada que adoró desde el momento en el que la encontró.

Aquella mirada que se mantuvo intacta en sus memorias, durante todos estos años.

No podía creer que luego de tanto tiempo al fin era capaz de apreciar esos irises tan asfixiantemente hermosos, y al portador de estos.

"JiMin" dijo para si mismo, con la emoción, la felicidad y la nostalgia explotando en su pecho.

Los recuerdos tormentosos se apoderaron de él, y un nudo creció en su garganta al recordar todo lo que lo obligó a pasar, por tantos meses. La culpa martilló dentro suyo, dentro de su pecho, y apretó los dientes con fuerza.

Creyó haberlo superado, pero se había engañado a sí mismo.

Volvió a sentir aquel sentimiento de desesperación por todo su cuerpo, como aquella horrible mañana, cuando JiMin yacía en sus brazos, cubierto de sangre y a punto de morir.

Aún recuerda el sonido de las ambulancias, y el alivio momentáneo que sintió cuando las escuchó. Corrió tan rápido como pudo hasta los paramédicos, con la esperanza de que aún pudiera salvarse.

Recuerda lo impaciente que se sintió al conducir como maníaco detrás de la ambulancia, todo el camino al hospital más cerca. Sus pensamientos bloqueados la espera de su salida del quirófano; hasta que, luego de tantas horas, y cirugía tras cirugía, el Doctor encargado de su caso se acercó a ellos con información.

Está con vida. Tuvimos que reanimar su corazón más de una vez, y realizar diversas transfusiones de sangre, pero finalmente pudimos estabilizarlo. Quedarán secuelas, pero se irán con el paso del tiempo.

"Pero está vivo... es lo importante" aquello fue lo único que pudo pensar en aquel momento. Los siguientes meses, pasó gran parte de su tiempo cuidando de su hijo, pasando noches en vela, visitando a su esposo todos los dias, y colaborando con la policía.

Colaborando para asegurar su libertad.

Aunque la muerte de Manoban y la captura de Kim fueron grandes noticias, parecía que la suerte no estaría de su lado. Los jefes inmediatos de Hwasa no estaban nada felices con el resultado.

Su descontento era debido a que la superintendente puso en riesgo la vida de muchos agentes, sin mencionar de varios de ellos perdieron la vida aquella noche. Hwasa no pudo defenderse ante las acusaciones de su "fracaso", porque terminó en cuidados intensivos por varios días, pasando la mayor parte de este tiempo inconsciente.

Nadie debe enterarse sobre la ayuda de estos asesinos.

Eso es verdad, nuestra imagen quedaría echa trizas como institución. Esto no debe salir a la luz bajo ninguna circunstancia.

La superintendente fue completamente irresponsable e imprudente. Jamás debimos ponerla a cargo.

Este lapso de tiempo fue aprovechado por los altos mandos, quienes quisieron enviar a toda la familia Park y a los Jeon directo a la cárcel, para mantener intacta la reputación y la imagen de la Policía. Querían borrarlos de los hechos, y tomar la derrota de la mafia más grande de Corea del Sur, como su victoria propia.

― Es completamente injusto, fue por nuestro trabajo y el trabajo de la superintendente. No el de ustedes.

― Entienda, señor Jeon. ― Había menosprecio en su voz. ― Nosotros nunca aprobamos esta innecesariamente arriesgada misión. La superintendente realizó todo esto en clandestinidad.

Jungkook tuvo que pelear, consiguiendo la ayuda del hermano menor de Seokjin, quien sabía sobre el trato que se había establecido entre ellos y Hwasa, y la promesa de cooperar para no pudrirse tras las rejas.

Fueron días difíciles para Jungkook, al ser el único en dar la cara por todos, debido a que su hermano estaba prófugo y Woong se encontraba muy delicado, aún seguía en luto y recientemente le detectaron problemas al corazón; por lo tanto, Woong no sería de mucha ayuda.

Jungkook decidió arreglarlo por su cuenta, pero contando con el apoyo de Jane y Taehyung en el proceso. Hasta que, finalmente, un nuevo trato se selló y Jungkook logró mantener a su familia a salvo, claro que, con un dolor inmenso en su corazón. Aquel trato significaba que no volvería a verlos por mucho tiempo.

Pero el aceptaría incluso la muerte para saldar sus deudas pendientes.

"Jungkook" el nombre de su ex-esposo resonó en su cabeza una y otra vez, sin poder creer la persona que sus ojos captaban en ese preciso instante. No lo había visto en 8 largos años. "Se ve tan... cansado" fue lo único que pudo decir para sus adentros, con una gran pena instalándose en su pecho, haciendo pesar su corazón.

"La última vez que lo vi, fue en una cama de hospital" recuerda vividamente. Fue aquel día que él despertó, después de tanto tiempo en coma, recuperándose lentamente de haber estado al borde de la muerte. En verdad, los médicos habían hecho un trabajo espectacular para hacerle frente a su extrema pérdida de sangre, y a la reanimación de su moribundo corazón.

Recuerda haber despertado confundido, buscando a alguien con la mirada por toda su habitación de hospital, hasta que dio a parar sus ojos grises. Jungkook sostuvo su mano y la acarició, sonriendo delicadamente. Él no supo qué decir o cómo reaccionar, pero disfrutó del tacto de sus manos. Jungkook dijo algo, como un susurro que de milagro pudo escuchar. Sus ojos de acuaron porque no entendía qué pasaba.

"Esta será la última vez que nos veamos"

Se colocó de pie y de sus bolsillos sacó una carta, la cual dejó con cuidado en su regazo. JiMin se sentía muy débil como para tomar su muñeca y detener su huída, tan siquiera podía hablar. Pero Jungkook logró descifrar la confusión en su mirada, por lo que, se acercó y plantó un beso en su frente, tratando de calmarlo.

Sin más, salió de la habitación, dejando un vacío en su pecho.

Tiempo después, se enteró que, mientras ellos se despedían en aquella habitación de hospital, afuera se encontraban agentes de la policía, esperando a que Jungkook saliera para finalmente llevárselo a prisión.

Realmente nunca entendió del todo qué había pasado.

― Hola.

JiMin fue el primero en saludar, cuando Jungkook estuvo lo suficientemente cerca, aún detrás del vidrio. Jungkook permanecía en silencio, como si no supiera qué decir ahora que los tenía en frente, luego de tantos años.

― ¿E-estás bien? ― Cuestionó algo preocupado.

Jungkook indicó estar bien con un gesto, y tomó asiento en medio de un suspiro. Trasladó su mirada al niño al lado de su ex-esposo, el cual se mostraba ansioso de estar ahí, jugando con sus manos y viéndolo muy atentamente.

"Seiji" sonrió un poco.

― ¿Cómo has estado?

Jungkook puede notar cierta preocupación genuina en su voz.

― Lo mejor que he podido en una situación como esta. ― Responde en un suspiro. ― Te ves... cansado.

JiMin sonríe un poco. ― Estaba por decirte lo mismo. ― Ahora es turno de Jungkook de sonreír. ― Sí, sí estoy cansado... Jamás imaginé tener un trabajo de jornada completa en una oficina, pero no hay mucho que pueda hacer al respecto. ― Ríe un poco pero esta se apaga rápidamente, luciendo abatido al final.

― Lo estás haciendo genial. ― Lo alienta, y JiMin lo aprecia. ― En tu lugar, estaría perdido.

― Todo es gracias a papá... Fue de gran ayuda para nosotros, a pesar de su delicada condición, nos ayudó a adaptarnos a esta nueva vida. ― Apoyó su mejilla en la cabeza de su hijo y suspiró con nostalgia, recordando a su padre.

― Yo realmente lamento tu pérdida. ― Baja la mirada. ― Quería decírtelo en persona, aunque ya lo haya hecho mediante la carta que te mandé.

"Fue hace mucho" piensa.

― Gracias...

― ¿Hoy fue su cumpleaños, verdad? ― Preguntó con cautela, viendo sus propios dedos entrelazados.

Asintió suavemente. ― Fuimos a dejar unas flores en su tumba, y de paso visité a mi madre y mis hermanas.

Ambos alzan la mirada al mismo tiempo y se miran profundamente en silencio. Las palabras sobran en ese momento, ya no hay mucho por decir a estas alturas.

Parecía tan irreal para ambos el paso del tiempo, luego de tantos acontecimientos tan horribles y desafortunados.

Parecía totalmente irreal la manera en la que conversaban de todo lo que sucedió en el pasado, mientras Jungkook está vestido como el prisionero que es, y JiMin tiene en su regazo a su hijo de 8 años de edad.

Simple y sencillamente irreal.

― Una florería. ― Repentinamente JiMin rompe el silencio.

Jungkook parpadea confundido, rompiendo su burbuja de nostalgia en la que se veían envueltos.

― ¿Una florería? ― Repite cruzándose de brazos sobre la mesa.

― Me gustaría tener una, estoy ahorrando para poder abrirla pronto. Papá dejó un par de ahorros, y Jane tiene un buen empleo, así como yo, así que no tomará mucho tiempo. ― Acomoda los rulos rebeldes de su hijo, quien sigue mirando con especial curiosidad y adoración a su padre.

Jungkook abrió la boca, estaba por preguntar por Taehyung, si él también lo ayudaría con su idea, pero inmediatamente cambió de pregunta al recordar que Taehyung ya no estaba más con ellos. No solo Gguk se alejó completamente de ellos, Taehyung también lo hizo, siguiendo sus pasos tan solo cuatro años después de él.

Según supo por las cartas que JiMin le había enviado hace mucho, Taehyung y él tuvieron una relación, o al menos trataron de ser una pareja formal, luego de que Taehyung hubiera sido prácticamente un segundo padre para Seiji.

Sin embargo, esta relación no terminó bien, porque probablemente JiMin no podía obligarse a amar a Taehyung, por más que este lo hubiera ayudado múltiples veces. JiMin simplemente no podía amarlo, y un amor forzado o fingido no era justo para Taehyung.

Lo mejor que pudieron hacer fue separarse.

Luego de esto, Taehyung aún permaneció viviendo con ellos, hasta que finalmente decidió irse y buscar su lugar en el mundo, empezando de cero y esperando poder olvidarse de su amor por JiMin.

¿Dolió? Claro que sí, no quería separarse de Seiji, prácticamente era un hijo para él, pero no podía quedarse a su lado fingiendo ser algo que no era.

Taehyung no era el padre de Seiji.

Aclaró su garganta y miró a JiMin. ― ¿Por qué una florería?

― Porque papá adora cómo huelen.

Finalmente, el pequeño no aguanta las ganas y decide participar en la conversación, arrepentiendose casi al instante cuando el silencio se establece entre ellos. Tímido baja la mirada.

― Buena respuesta.

Escucha la voz de su otro padre, al cual apenas ahora tiene la oportunidad de conocer, aunque sea detrás de un vidrio de seguridad en medio de una prisión de máxima seguridad. La timidez aún no abandona su cuerpo cuando alza la mirada y conectan miradas.

"Gris por mi, y púrpura como él" piensa Jungkook, apreciando la heterocromia tan inusualmente hermosa en los ojos de su hijo, aquel que anheló volver a ver durante tantos años. Las fotografías que mandó JiMin a lo largo de su crecimiento, realmente nunca fueron suficientes.

― ¿Sabes porqué? ― Pregunta y el pequeño niega viéndolo atentamente. ― Tu papá siempre amó visitar el jardín de la mansión donde vivía.

― ¿E-enserio? ― Miró a su padre esperando su confirmación, y este asintió suavemente.

― Tenía una condición que no le permitía salir de casa, al menos no más allá del jardín. Pasé gran parte de mi vida paseando entre las flores, como parte de mi tratamiento. ― Confesó a su hijo en sus brazos.

― Las rosas rojas eran sus favoritas. ― Dijo Jungkook, ganándose una mirada incrédula de JiMin, pues había mencionado su favoritismo por estas flores muy pocas veces en su vida. Era impresionante que aún lo recordara.

― ¡Te dibujaré muchas! ― Prometió el niño, riendo al recibir un beso en su mejilla por parte de su padre, quien le dio un apretón entre sus brazos con mucho cariño.

El corazón de Jungkook se retorció de ternura ante la imagen de su hijo y su ex-esposo, las personas que más ama en este mundo. A pesar de los años que los separaron y las rejas de su celda, él jamás dejaría de amarlos.

― La última vez que te vi... eras muy pequeño. ― Cambió repentinamente el tema, empezando una conversación únicamente con el pequeño.

El niño sonrió en grande y se acomodó en las piernas de su padre para acercarse más a él. JiMin permaneció en silencio, viendo a su hijo conversar con su padre. Decidí permanecer al margen para darle su tiempo a Jungkook de interactuar más con el pequeño.

― Ahora has crecido mucho, y te pareces mucho a tu padre, ¿Lo sabías? ― Le echó un rápido vistazo a JiMin, quien le devolvió la mirada inmediatamente. ― Cuando eras pequeño solían decirme que te parecerías más a mí, pero estaban muy equivocados. ― Apoya su codo en la mesa y su mejilla en su mano, suspirando.

"¿Es verdad, papi?" susurra el niño a su papá, quien solo asiente acomodando los cabellos que caen sobre su frente. Entonces, el niño vuelve la mirada a Jungkook y empieza a examinarlo, luciendo muy gracioso para ambos padres.

― ¿Qué pasa? ― Pregunta divertido Jungkook.

― Tenemos un ojo del mismo color, ¡Eso significa que si nos parecemos, papá!

"Me dijo papá..." Jungkook sonríe en grande mientras sus ojos luchaban por contener las lágrimas que empezaron a acumularse. Sus labios tenían ese tipo de sonrisa tan honesta y tierna, que hubiera fotografiado para tenerla de recuerdo hasta el día de su muerte.

― Sí... Tienes razón, hijo.

El pequeño se sintió muy emocionado, balanceando sus pies en el aire. Después de todo, había esperado mucho tiempo para conocer a su papá, más allá de las fotos que JiMin le había mostrado. Estaba demasiado contento de por fin conocerlo.

La conversación revive, y entre los tres charlan como si no estuvieran dentro de una prisión de máxima seguridad. Ignorando dónde están, parecían una familia feliz de pasar el tiempo, el uno al lado del otro.

Pero el encanto se pierde rápidamente, cuando el guardia de hace un rato se acerca a ellos. Le hace una señal a Jungkook y este voltea a ver a JiMin y su hijo, el primero entendiendo lo que pasaba casi al instante.

El tiempo de la visita había terminado.

― Ya tengo que volver. ― Dijo cuando el guardia decidió alejarse para darles un tiempo de despedirse.

JiMin suspiró y bajó la mirada hacia su mano libre, cerrándola en un puño antes de volver a extenderla y colocarla contra el vidrio que los separaba. Jungkook sonrió triste, y también colocó su mano a la misma altura que la suya, pegándola, fingiendo que podían tocarse a través del cristal.

― Cuídate mucho.

― Estaba por decirte lo mismo. ― Dice Jungkook.

Ambos ríen y se miran en silencio, hasta que una oleada de sentimientos encontrados chocan a JiMin, y se ve obligado a agachar la cabeza y esconderse tras la cabellera de su hijo. Jungkook entonces pasa su mirada al infante, quien tenía una expresión entre triste y confundida en el rostro.

Te quiero. ― Pronuncia esforzándose para que la voz no se le quebrase.

El niño era felicidad pura. ― ¡Yo también, papá!

Imitó a su padre colocando su mano en el cristal, y Jungkook repitió su anterior acción, colocando su mano contraria a la suya, como si pudieran tocarse a través de la barrera entre ellos.

Jungkook... ― Llamó JiMin, pero no dijo nada, solo se dedicaron una última mirada antes de que el guardia se acercara a Jungkook para hacer que se levante de la silla y guiarlo hacia la salida.

Pero antes de salir, giró para verlos por última vez.

JiMin aprovechó esto, y gesticuló un "Te perdono" junto con una pequeña sonrisa al final. Jungkook entendió perfectamente a qué se refería y una lágrima rebelde cayó por su mejilla. Sonrió de vuelta, lleno de emociones que no sabía cómo explicar. Tan solo llevó una mano al pecho y gesticuló un "Gracias" que milagrosamente JiMin pudo captar.

― ¡Adiós, papá!

Seiji se despidió agitando su manito aunque él ya no pudiera verlo, siendo su voz lo último que logró escuchar antes de que la puerta fuera cerrada detrás suyo, envolviendolo nuevamente en la torturosa calma de la prisión.

Entonces, mientras caminaba de vuelta a su celda, sentía un gran peso dejar su corazón. Se prometió a si mismo, en ese preciso instante, que aguantaría estos dos años que le quedan para terminar su condena, para poder estar junto a su familia, siendo libres de todo.

Se arrepiente de todo lo que pasó, se arrepiente de no haber tomado buenas decisiones, se arrepiente de haber lastimado al amor más grande su vida, y a su hijo en el proceso.

Se arrepiente de haber pensado que ellos no serían suficientes, siendo esto irónico, porque ahora ellos eran mucho más que suficiente para poder encontrarle una motivación a su vida, y seguir adelante.

Ellos son lo único que él necesita ahora, y así será siempre, hasta el final de sus días.

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